DOGMA Y ANATEMA
El Papa ha vuelto a casa por Navidad, como el turrón, y nos ha puesto su regalico de Reyes en forma de libro. En él se carga a la mula y al buey del belén, a la estrella de ídem, al mismo turrón si allí lo hubiera habido, y a los propios Reyes Magos si es que llegó a haberlos. Gracias sean dadas por abrirnos los ojos, cerrados por la fina pero supina ignorancia. Su título, “La infancia de Jesús”, que cierra trilogía: un millón de ejemplares en su primera edición, aborda tan trascendentales temas para la fé, la teología y los cuentos de Calleja. Aleluya. Mientras tanto, “Jesús, una aproximación histórica” , del sacerdote y teólogo José Antonio Pagola, sigue secuestrado por la inquisición vaticana. He aquí las dos caras de la misma moneda – yo diría píldora – eclesiástica: el dogma y el anatema. Como dogmática recomendación de quien opina protegiéndose con el autoconcedido don de la infalibilidad, está que dejemos de creer en una mula y un buey, de los que tan