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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

miércoles, 26 de octubre de 2016

PAYASOS

La figura del payaso me produce una sensación agridulce. Es lo que siempre me ha suscitado. Sé que existen y existieron grandes, eminentes y sublimes payasos, como Charly Rivel, y otros, pero yo solo los conocí a través del couché. Yo solo conocí a aquellos pobres que iban a los pueblos de posguerra en circos astrosos, famélicos, con el hambre de la necesidad y la censura pegados a su carpas remendadas. El de la cara pintada de blanco, el listo, que decía al tonto, al zapatones, - A ver, toca el saxofón… - ¿el salchichón..? contestaba el otro infeliz… - A ver, ¿qué es la filosofía?.. preguntaba el del cachirulo, - Pues la Filomena y la Sofía, contestaba el singraciado del otro. Y lo cierto es que daban más lástima que risa. Al menos para mí era como la sensibilidad del que buscaba lo que le faltaba entre los que no teníamos nada. Algunos pocos de mi edad quizá entienden lo que quiero decir… Aquellos payasos hacían llorar entre risas, y hacían reír entre las lágrimas. 


                Hoy existen muchos, muchísimos, tipos y modelos de payasos. Casi una infinidad de clases. Desde el prêt a porter, que redondea su economía vistiendo el uniforme y alquilándose en las fiestas de niños cumpleañeros, a mayor gloria de padres con poderío, y a mayor imitación del modelo de vida americano, con sus cuatro gestos y habilidades aprendidos a golpe de manual googlero, hasta los que visitan campamentos de refugiados y hospitales infantiles buscando arrancar a mordiscos la tristeza de los niños pintándoles una sonrisa en su cara, y que me producen una inabarcable ternura que no soy capaz de asumir de intensa que es. Y el mismo poso agridulce de risa y desgracia que con aquellos primitivos payasos, se mete en las arrugas de mi alma. No lo puedo evitar. Me hacen llorar de pena y sonreír de tristeza… ¿o es alivio al comprobar que aún existen seres humanos?.. No lo sé.

                Ahora salta y nos invade una nueva modalidad e payaso, procedente, naturalmente, de EE.UU., nuestro inefable e inevitable alter ego comunal. El payaso del terror. Se visten de payaso y se pintan horrorosas carátulas a modo de muñeco diabólico factoría Hollywood, se apostan en esquinas solitarias, calles y carreteras desamparadas, y te saltan y asaltan metiéndote el miedo en el cuerpo, o para otras delincuencias, ya puestos, más rentables o inconfesables. Es Hacker, el personaje opuesto al héroe Batman, el enemigo, el antipayaso… Y si me permiten un paralelismo, curiosamente aparecido, tanto en la geografía como en su tiempo, ahí tenemos a Donald Trump, por ejemplo… Un escalofriante payaso americano, con su antinatural melena teñida de rubio psicosis, con sus soeces ademanes y su terrorífico discurso entre amenazador y apocalíptico. La aparición del payaso malvado en el mundo urbano americano es simultánea a la aparición del malvado payaso Trump en el mundo político americano. Es como una simbiosis. Como una erupción social y política inevitable. Como el síntoma de una enfermedad maligna a la que hay que combatir y conjurar… Y si no es eso, desde el luego es algo que se le parece mucho.

                Porque esa erupción es una irrupción. Esa clase de políticos, payasos terribles y horribles, están apareciendo también en Europa… Gran Bretaña, Holanda, Hungría, Turquía, Polonia, Albania… incluso España, son países donde están naciendo y proliferando esos horrendos clowns que hacen con su exacerbado populismo que surja una patética mueca de maléfica sonrisa. Es una sonrisa de temor, no de alegría, salvo para sus siniestros acólitos, claro… Son políticos-payasos vociferantes, amenazantes y excluyentes. Tremendamente excluyentes. Esos políticos disfrazados de payasos escatológicos que nos acechan en la oscuridad de las calles, están usando la democracia para cargarse la propia democracia. Son payasos vestidos de listos y tontos, de izquierdas y derechas, políticos travestidos y payasunos que irrumpen bajo la carpa para hacer reír y llorar, pero lo único que buscan, es apoderarse del circo… hacerse los dueños de todo el tinglado. Y, una vez suyo el circo…

                …Enfín, lo que decía al principio de esta reflexión. Que, al final, y a pesar de mi mezcla de sentimientos por aquellos alegres payasos tristes, por aquellas hondas melancolías apenas coloreadas de tibias alegrías, voy a terminar por añorarlos, no te jode… Que los voy a extrañar, dada la infame fauna que nos asoma en estos tiempos no menos extraños. Tiempos, no sé si últimos tiempos, en que demonios y gilipollas andan sueltos.


martes, 18 de octubre de 2016

EL PRESENTE

En un relato corto de una persona a la que han diagnosticado una enfermedad terminal, leo la frase: “entiendo que, cuando no tienes futuro, ya solo te queda el pasado”. La verdad es que es muy dura… Ciertamente, dadas las circunstancias. Sin embargo, y esforzándome en entender lo que la motiva, me atrevo a sugerir una variante un tanto correctora. Y perdonen mi audacia… Pero yo pienso – casi creo – que el pasado solo vale para conformar el presente, y el futuro no existe (al menos, desde nuestra percepción del aquí y el ahora). O sea, no existiría el hoy sin un ayer, como no existirá ningún futuro sin un hoy. Esto es, el pasado ya no existe, y el futuro aún no existe. Al final, solo nos queda una sola y única cosa: el presente.


                Sin que esto invalide el concepto atemporal de la realidad (teoría de la relatividad), ni la del presente contínuo, ni nada de nada, sí que es cierto que nuestra percepción de tal realidad es la del presente, y entiéndase como vivir la experiencia de cada momento – sí que con las referencias del pasado – en toda su plenitud. No como aquel amigo mío que solía “ponerse en presente” cada vez que quería, precisamente, eludir el mismo presente. No, no es eso. Hay algo que no podemos evitar, y es la responsabilidad de nuestros actos más actuales, que nos sobrevendrían en ese hipotético futuro por venir. De hecho, nuestro presente, piénsenlo bien, es la responsabilidad actual de nuestros actos pasados. Al menos, en una parte importante, ya que, lo admito, hay otra que se me escapa, y que no sabría explicar sin la existencia de una cierta providencia.

                Pero el futuro, en realidad, es un acto de fé. Una especie de… tengo presente, luego habré de tener futuro. Por eso me explico, y entiendo, que una persona a la que le diagnostican que se va a quedar sin futuro, se refugie en el pasado, puesto que ya no tiene un futuro en el que pensar. En cierta forma, es un sentimiento lógico y normal. Pero es una percepción falsa, porque, aún en esos casos, queda lo más importante de todo lo que existe, y es el presente, la causa y el origen de la existencia. Es cierto que los que superan esa primera fase, comienzan a relativizar, y a darle un valor trascendental a la realidad del día a día, a vivir intensamente todos y cada uno de sus momentos, a distinguir con claridad cuánto merece la pena su personal presente. Solo aquellas que han sufrido tal experiencia no van a tener dificultad en entender lo que me esfuerzo en explicar. Es más. Me lo podrían explicar ellos a mí, y no yo a ellos.
                Y en eso, sinceramente, les envidio. Y mucho. Si todos pudiéramos experimentar y valorar nuestros actos cotidianos desde esa dimensión, estoy absolutamente seguro que cambiaríamos el mundo. Y cambiaríamos el futuro tan solo que cambiando nosotros en nuestro presente. Pero no podemos… O no sabemos poder. Los recuerdos nos arrastran y el futuro nos angustia, y eso hace que no sepamos vivir el presente, y que nos preocupemos por nuestros hoys de cada día como burricos enganchados a una noria. Una noria virtual, por cierto, que hemos construido nosotros mismos a base de darle vueltas y más vueltas.
                A veces, me quedo mirando a mis perros, y veo que saben aplicar a la perfección aquello de “si esto tiene remedio, no te preocupes, y si no lo tiene, tampoco lo hagas”. Saben vivir su presente como aquellos pájaros del cielo o aquellas flores silvestres de aquel mal entendido Evangelio de aquel peor entendido Jesús… Quizá sea porque carecen de la capacidad de recordar el pasado más pasado, y por ende, la de prevenir su futuro, y entonces no se lían como el ser humano. Tampoco lo sé. Solo sé que las personas, que por nuestras capacidades podríamos transcender nuestras autolimitaciones, no lo hacemos.

                Fíjense hasta donde ha llegado la reflexión inducida por la frase del principio. Que ha cubierto el artículo de esta semana. Ustedes ya conocen, y saben de mi debilidad por compartir con los que tienen el vicio de leerme, todo lo que considero importante. Y esto, lo es, sin duda alguna… En verdad, deberíamos de pararnos de vez en cuando, sosegar el barullo de nuestra mente, y darle unas cuantas vueltas de tuerca a estos pensamientos. Y ojalá lo hiciéramos a menudo, y con la frecuencia que necesitamos. Nuestro espíritu lo agradecería. Y otro gallo nos cantaría. Así que voy a ver si me hago caso y presento más mi presencia al presente. ¿Y usted?..

martes, 4 de octubre de 2016

DESIGUALDAD

Un economista amigo mío, me decía que él era de derechas, pero le daba igual quién gobernara, siempre que arreglase el asunto de la desigualdad económica en España. Que era un pésimo negocio. Que, además de sus efectos socialmente perniciosos, el abismo que existe entre las rentas arruina cualquier tipo de crecimiento… Pues a mí me ocurre lo mismo, óigan, que aún siendo de lo contrario, o eso dicen, porque hoy considero de una soberana idiotez ser de aquí o de allá, o, al menos a este servidor le importa un bledo, incluido lo que piensen de este escribidor… pues, eso, que a mí me ocurre igual. Que me da tres leches quien gobierne, si mete mano a las enormes, y cada vez mayores, diferencias entre pobreza y riqueza en este país. Hay puntos tan importantes en que no existen distancias ni desacuerdos porque son de estricto sentido común. Y la cuestión de las matemáticas no tiene ideología alguna. 


                Un informe de Oxfam-Intermón subraya que, tras Chipre, España “es el país de la OCDE en el que más ha crecido la desigualdad desde el inicio de la crisis, superando 14 veces a Grecia”… ¡¡Catorce veces más que Grecia!!.. Aquellos que tanto criticaban, se mofaban, asustaban y advertían sobre el nefasto modelo griego, son, precisamente, los responsables que han provocado que, al menos en ese vergonzoso sentido, los superemos con creces. El conocido analista económico Göran Therborn ha publicado en Alianza Edit. un libro cuyo título es suficientemente explicativo por sí mismo: “La Desigualdad Mata”. El que quiera saber de que va, aunque solo sea un poco, que le eche un vistazo, y el que no quiera saber nada, pues que siga de fiesta en fiesta, negando y negándose a sí mismo lo evidente. Pero la desigualdad, además de matar, perjudica la economía desde la base, recorta el crecimiento, reporta un empleo escaso, pobre y de baja calidad, y así, en un círculo vicioso, se retroalimenta a sí misma aumentando y haciendo crecer esa desigualdad exponencial y progresivamente… Lo que, en definitiva, está pasando aquí.

                Pero no creamos que esto es cosa solo de Ong´s, no… El FMI demostró en 2.011 que “los países con desigualdad estructural, crecen peor y más lentamente, y son más frágiles política y económicamente”, una foto-robot a la que, cada vez más, España parece ajustarse, por cierto. Pero es que, la OCDE sostiene igual conclusión en otros tantos estudios e informes. Una de sus conclusiones es: “Más desigualdad implica que algunos, los ricos, puedan sacar mayores ventajas de las oportunidades económicas que los pobres… de forma que el crecimiento resulta lento, desequilibrado, injusto y desproporcionado, y eso crea pobreza e inseguridad política y social”. No puede ser más clarico, pajarico. Y en sus recomendaciones, destaca: “no solo es cuestión de atacar la pobreza, si no de arreglar también los bajos ingresos”. Y añade algo más: “La creciente desigualdad en España, reduce la capacidad de las capas más pobres de la población, el 40%, para invertir en su propia formación y educación, lo que genera un circuito malsano… y muy arriesgado y peligroso”. ¿Les suena a algo..?.

                Pero por si les quedase alguna duda de lo que supone este problema, lean “El Precio de la Desigualdad”, de Joseph Stiglitz (Ed. Taurus). Lo dice muy clarito: “cuando los más ricos utilizan el poder político para beneficiar a las grandes empresas que ellos mismos controlan, se desvían unos ingresos muy necesarios hacia los bolsillos de unos pocos, en vez de dedicarlos en beneficio de la sociedad en general”… ¿No es esto lo que vengo repitiendo como un cansino?... “Trasladar el dinero de la parte de abajo a la de arriba reduce el consumo, pues la gente con rentas altas consumen un porcentaje menor de sus ingresos que la gente de rentas más bajas; los de arriba ahorran entre el 15% y el 25% de sus ingresos, mientras abajo se los gastan todos”. Concluye diciendo que “a mayor desigualdad y mayor poder de los ricos, menos propensión a la inversión pública en infraestructuras, gasto social, educativo, médico, o de asistencia, pues los de la cúpula no lo necesitan”…
                Si no se ve claro lo que se está gestando en este país, es que necesitamos unas buenas gafas… ¿A qué creen que se debe el auge de los populismos, por ejemplo?.. Las medusas aparecen cuando existe la infección, acuérdense… Y la sabiduría antigua dice que el maestro no aparece hasta que el alumno no está preparado. No aclara si es buen o mal maestro, pues, a la postre, ambos enseñan. A ver si de ésta aprendiéramos algo, que buena falta nos hace…