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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

viernes, 29 de diciembre de 2017

MUY INTERESANTE. SE RECOMIENDA

lunes, 25 de diciembre de 2017

LOS HIMNOS


Los himnos están trufados de pólvora en grandes fuegos artificiales y artificiosos, para ser inyectados en la vena emocional de la gente. Las masas se mueven a través de himnos y consignas, bien en un acto deportivo, bien en un acto político, o en cualquier acto social que trascienda de lo común. Si se le pone la etiqueta representativa, la bandera, o ambas cosas a la vez, debe ser administrado solemnemente a fin de que obre el efecto que corresponda. Normalmente para enardecer al personal, apuntar nuestros ánimos hacia la diana y que nos sintamos orgullosos de nuestra pertenencia a algo que creemos superior a lo que nos aferramos por algún motivo venal… Adviertan vuesas mercedes que no digo banal, si no venal. Indaguen y verán la muy importante diferencia.

            Por eso, a veces, los himnos los carga el diablo, y lo mismo sacan lo mejor que lo peor de las personas, pudiendo suscitar tanto sentimientos heroicos como los más ruines del odio. No hay más que oír el himno nacional español en el Nou Camp, por ejemplo… Luego dicen los que chupan de esto aquello de que con el deporte no se debe hacer política. Ya… entonces, eso, ¿qué es?.. Si el deporte, ¡ja!, no tiene nada que ver con la política, ¿porqué los himnos en los partidos de finales o internacionales?. Pues porque el deporte forma parte de la política. Los actores se alinean abrazados por los hombros. Unos lo tararean, otros se miran la punta de los borceguíes, otros alzan la vista al cielo buscando a sus dioses. Los hay quienes tienen otro himno en su corazón, pero ese lo llevan en el bolsillo, y juegan con ambos… Mientras, el público, henchido de fervor o de desprecio, lo canta o lo silba, lo ensalza o lo insulta, muestra su respeto o su mala educación…

            Pero los himnos son cargados de pínfanos y tambores, gloria, pólvora y sangre. Francia pide “a los hijos de la patria que la sangre impura inunde nuestros surcos”. Los teutones gritan lo de “Alemania sobre todo el mundo”, lo de “Dios salve a la reina” los brithis, que siguen pidiendo a su dios neotestamentario, “que se levante y disperse a sus enemigos”, los italianos “llama a sus hijos a que estén listos para morir”, los americanos que colonizan el mundo tras que el mundo los colonizara a ellos, invocan a la lucha, a las bombas estallando en el aire y al rojo fulgor de la sangre… Els Segadors de los catalanes anima a defender lo suyo segando vidas a golpes de hoz… La lírica bélica más mediocre preña la letra de los himnos… “A los hijos de la patria llegarán días de gloria”, reza La Marsellesa, pero son días de gloria a costa de días de sufrimiento para otros, claro. Todos los himnos están hechos de triunfos, de ganadores, pero nadie gana sin que otros pierdan, sin triunfar sobre otros, a costa de los enemigos. Los himnos siempre se hacen contra alguien.

            El de España, curiosamente, y afortunadamente también, no tiene letra… aún, al menos. Y yo pido al Dios de la paz que por mucho tiempo. Que ningún literato barato se le ocurra dar a luz ninguna letra triunfante, ni a nadie se le ocurra encargar ningún eructo patriotero y vibrante. Es mejor así, con solo la música, y que cada cual le añada en su imaginación la letra que su mediocridad o su exaltación, o su espíritu, o su alma libre, o sus emociones más o menos desbocadas, la de a bien o mal entender. Uno escucha la música, calladico que está más bonico, cierra los ojos, y se deja llevar… Mucho mejor así, sin duda. Cuando yo era un crío, en aquellas escuelas de posguerra, nos ponían firmes, y nos hacían cantar el “Cara al sol”, que era el himno de la todopoderosa Falange, sobre la aquella “camisa nueva, que tú bordaste en rojo ayer, me hallará la muerte si me lleva y no te vuelvo a ver”. Y era así, y no el nacional, porque éste no tenía una letra que cantar… gracias a Dios. Es mucho mejor una música que sentir que una letra que cantar. O, al menos, mucho más libre…

            La fatuidad de las letras de los himnos hace que el de España sea un himno elegante al no tenerla. A pesar del españolismo rancio y burdo, de tetosterona, que nos empeñamos en degradarlo los españoles muchas veces. Y esa elegancia le viene precisamente por carecer de letraje. Bastante lo ensuciamos con el “a por ellos, oé, oé, oé” como para hacer de él encima una bonita pieza rellena de casquería fina… Miren, existen hechos y hechos. Por ejemplo, el himno en la entrega del Príncipe de Asturias dignifica y ennoblece el acto en la misma medida que tal acto ennoblece el himno. Pero, cuando, por otro ejemplo, el himno se rebaja al acto del concurso de rebuznos de Morlacos del Monte, pues qué quieren que les diga… Y aún sería peor rebajarlo ante asnos desatados de ciertos clubes y lugares. El himno solo es un símbolo de mejor o peor gusto. Y según qué uso, le dá o le quita valor. ¿Comprende?.. Pues eso.


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

viernes, 22 de diciembre de 2017

El Mirador 22 diciembre 2017

miércoles, 20 de diciembre de 2017

CON MIS RESPETOS


Oscurecía sin darnos cuenta… Jugar, para nosotros era una parte del día y en ella no entraba la noche. Aquella en que se nos daba suelta con un pedazo de pan con lo que hubiera en casa, y nos lanzábamos a la calle, en busca de amigos con los que compartir alguna fantasía de las que nos dotaba nuestra virgen y fértil imaginación. Porque fantasía e imaginación eran nuestros juguetes a falta de otros… Piedras de la playa que convertíamos en casas, coches, personas, desplegando en la arena toda una supuesta vida de las que solo veíamos en el cine… Ramas de palmera que se doblegaban en armas, lanzas, espadas, tablas viejas como escudos, con las que luchar con alguna banda rival… Pistolas de rama de pino, o caballos imaginarios en ranchos imaginarios e indios y cuatreros tan reales como nosotros… La imaginación, un juguete multiuso y convertible.

            Era mi abuela Julia la que aparecía buscándonos, invariablemente, siempre atardeciendo, siempre lindando el mar, cuando apenas veíamos su inconfundible silueta vestida de delantal y ropa oscura, cuando oíamos su voz llamándonos a capítulo… Jodíos críos estos, que vá a venir su padre de trabajar y ellos de noche y por ahí tiraos… Su regañina y su semblante que quería ser severo, tan solo eran el escudo con el que quería protegernos del tirón de orejas paterno, llegado el caso… Y nos llevaba por delante, sin parar en su letanía de detenerse en sus aspavientos, hasta llegar a la casatienda dónde desarrollábamos nuestro ser y nuestro estar.

            Aquella abuela era nuestro ángel guardián. Vivía con nosotros, claro, por nosotros, naturalmente, y para nosotros, por supuesto… Ella era parte de nuestra existencia. Absolutamente. Su presencia en nuestras vidas era como algo inevitable, protector y omnipresente, siempre ahí, continuamente pendiente de nosotros, casi inexpugnable… Hasta que la torre fue perdiendo sus almenas, desdentándose ella mientras los dientes nos volvían a salir a nosotros. Y se hizo frágil, enfermó, en tanto mi hermano y yo crecíamos y dejábamos de ser chiquillos, y ella se hizo pequeña ante nuestros ojos. Y entonces, en esa última fase de acompañamiento de vida, pasamos a ser sus hermanos perdidos, y llegamos a ser sus hijos, en cuyos recuerdos últimos su enfermedad tuvo la compasión de convertirnos…

            …Sus hijos. Con sus tres hijos pequeños hubo que apechar mi abuela cuando se quedó sola, y tuvo que afrontar una viudez huérfana de todo y acreedora de nada. Sin más derechos que sus manos y su coraje. Criarlos, protegerlos, educarlos, alimentarlos, librarlos de la necesidad en lo posible, de la enfermedad y del hambre. Cosa normal en la época, por otro lado, en las mujeres sin marido y en las familias sin padre. Y tuvo que afrontar una guerra civil, fratricida, de odios y denuncias, con un hijo encarcelado, otro exiliado, por culpa de esa maldita guerra, sola con su hija, mi madre, y madre de hijos vencidos en un mundo hecho solo de vencedores. Dos mujeres solas después de una guerra perdida no es un panorama halagüeño, precisamente. Madre e hija ante una posguerra de incertidumbres y privaciones era una estampa repetitiva de aquellos tiempos, pero no por eso menos dura, espeluznante y dramática… Lo más amable de la vida de mi abuela Julia vino después, y creo que fuimos nosotros, sus nietos.

            Pero me ha venido su recuerdo (la historia de mi otra abuela no es menos acojonante. Figúrensela viuda también y  que, de cinco hijos nacidos, solo le viviera mi padre, y de chiripa) porque parece ser que este 2.018 es el Año de la Mujer. Y no he podido evitar traer esas primeras mujeres de mi vida a la memoria. Y acordarme de mi madre, y de su madre, Julia, mi abuela, y revivir sus figuras en un mundo, hoy, polarizado de mujeres trabajadoras, o cuyo fin es ser modelos, o feministas a ultranza, desbocadas. Una sociedad, la actual, que ha hecho una religión de ese feminismo, al mismo tiempo que una profesión de ese posturismo. Y me pregunto qué hubiera pensado mi abuela Julia de todo esto, si yo le hubiera dicho entonces que viviría un 2.018, Año de la Mujer. Y creo que hubiese reído a carcajada limpia con aquella cara limpia y aquel moño apretado en la nuca, tan fuerte como ella misma.

            Y su figura, como la de mi abuela María, como la de mi madre, se agigantan hasta tocar el cielo de la historia humana y de la mujer humana. Y su fuerza, y su valentía, y su tremenda personalidad en tiempos tremendos, hacen parecer ciertas cosas, y ciertos casos, una especie de chanza, de charada. Y lo digo, claro, salvando las distancias, y con todos los respetos del mundo…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php


domingo, 17 de diciembre de 2017

DE LA ESTUPIDEZ


Uno de mis libros del último verano fue le relectura (ya vivo en fase de repaso, que es como en tiempo de descuento) de “Allegro ma non troppo”, un librico que lanzó al italiano Carlo Mª Cipolla a la fama universal relativa -durante un corto espacio de tiempo – hace ya más de un cuarto de siglo… Se me había quedado traspapelado entre los pliegues de la memoria hasta que no me topé con él en el repaso de mis viejas estanterías, y lo pasé de nuevo por el colador del recuerdo. Las cuatro “re”: repaso del recuerdo por la relectura reciente. Cuatro patas para apuntalar el banco del olvido. Como los 4R de aquella censura eclesial y franquista que vivimos los niños de la posguerra en la dictadura. Y es que el librillo, si no hubiera sido censurado por el olvido, sí que lo sería hoy por los actuales inquisidores e inquisidoras de lo políticamente correcto. Porque habla sobre la estupidez humana… Y decir estupidez humana es un contrasentido, pues la estupidez no existe por sí misma ni en sí misma ni en otro ser creado que no sea el ser humano.

            Y dice que la estupidez obedece a cinco leyes básicas, a saber: la primera es que subestimamos la cantidad de estúpidos que hay en el mundo. La segunda es que no está asociada ni condicionada por el dinero que se tenga, o por la educación que se reciba, o por la clase social a la que se pertenezca. Los estúpidos lo son de forma absoluta y de manera democrática y el porcentaje suele incrementarse exponencialmente. La tercera ley es que la estupidez es contagiosa y peligrosa. La cuarta es que también subestimamos la enorme capacidad que tiene el estúpido para hacer daño, dado que la estupidez es proclive a aliarse con cualquier tipo de fanatismo. Y ese se explica por la quinta ley, que es la propia definición de la estupidez: un estúpido es aquel que causa daño a los demás y a sí mismo, aún sin obtener ningún tipo de beneficio personal. O sea, la estupidez es hija de la ignorancia. Por eso los estúpidos suelen ser más peligrosos que los malvados. Un ejemplo gráfico e ilustrativo: Hitler fue un malvado, pero quienes lo pusieron en el poder fueron  unos estúpidos.

            Si pensamos un poco, el Bréxit de Gran Bretaña, el fenómeno Trump en EE.UU., o el suicida sentimiento nacionalista de Catalunya, son frutos de la estupidez, y de la subestima del número de estúpidos que se multiplican en el mundo, y de su capacidad para hacer daño, incluso a sí mismos, sin obtención de más beneficio que su propia desgracia. A poco que recapacitemos, el que el Reino Unido se haya instalado en una situación económica de alto riesgo, en Norteamérica esté gobernando un paranóico, o los catalanes se estén buscando la ruina y la división social más espantosa, no es culpa de unos políticos cretinos, ineptos, falsarios o mentirosos, sino de una cantidad ingente de estúpidos que los han apoyado en el desastre. Es la estupidez de la masa, o de una buena parte de la masa, la que es responsable absoluta y directa del resurgir de los populismos, los fanatismos y los fundamentalismos.

            Examinando las razones objetivas del fenómeno – triste fenómeno – de la estupidez, podemos llegar a equivocarnos si creemos que la estupidez se debe a una falta de inteligencia. Eso sería un error. Se puede ser inteligente a la vez que estúpido. De hecho, los políticos ingleses, americanos o catalanes son inteligentes, aunque sean relativamente estúpidos. No. Son seres inteligentes que se aprovechan de la estupidez de la gente que los vota, los apoyan y defienden. Es la estupidez ajena de la masa la que es rentablemente ordeñada por los estúpidos inteligentes. Así que no. La estupidez de la primera ley está más relacionada con la ignorancia que con la inteligencia. Y no existe mayor estupidez, ni más dañina, que la ignorancia plenamente asumida…

            Así que no se me ocurre más que repetir mi ya cansino credo. No hay otro antídoto que la cultura, pero la auténtica, la de verdad, la cultura del conocimiento, no la otra, la falsa, la que nos inyectan, la del circo y el consumismo. Cuanto más culta sea una sociedad, menos ignorante será, y por lo tanto, menos estúpida. La estupidez florece con la deformación y decae con la formación. Es lo único cierto. Ahora bien, podemos decir que no queremos saber nada, y cumplir así con la tercera ley de la estupidez. Y entrar a formar parte de ella. Como deseemos. Nosotros mismos…


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

lunes, 4 de diciembre de 2017

RELIGIONISMOS


Visto con la suficiente perspectiva, tras los últimos atentados del Isis, y a pesar de que la comunidad árabe establecida en España se alineó con las manifestaciones en contra de los mismos, la xenofobia y la desconfianza han crecido en nuestro país de manera exponencial. Eso se nota. Se huele. Se adivina sin mucha dificultad. Tengo pocos amigos árabes, la verdad, pero los que mantienen mi confianza, o yo mantengo la suya, me dicen que ahora el rechazo lo notan mucho más que antes, que se les mira y se les trata con recelo mayor. Y que lo comprenden, pero no lo entienden. Y a esos pocos trato de explicarles la enorme diferencia cultural y de costumbres, a pesar de haber cohabitado durante ochocientos años en nuestra historia común. Y que cada pueblo ha evolucionado, y/o involucionado, política, religiosa y socialmente por separado durante otro mucho tiempo. Y ahora ya casi que ni nos conocemos. Y que las cosas son como son, aunque, con una mayor cultura por su, y nuestra, parte, no debieran ser así.

            Lo que ya no paso a tragar es cuando se quiere justificar todo, o condenar todo, en base a la religión. Tengo un Corán en casa, que me he leído un par de veces. Como tampoco me es desconocida la Torah, en la que se basa el judaísmo. Al igual que, por supuesto, estoy bastante familiarizado con La Biblia, donde nada tiene que ver el Antiguo con el Nuevo Testamento. Y en ningún texto de esos, en ninguno, en modo alguno está justificada la violencia, ni ninguna guerra santa, ni yihad, ni cruzada alguna. En absoluto. Toda esa mierda son interpretaciones interesadas para conseguir fines espurios de dinero y de poder. Una fe torcida que, inteligentemente vertida en un medio miserable e ignorante, produce cuanto fanatismo se necesita para convertirlo en terrorismo. Pero ninguna religión, ninguna, a lo largo de su historia, ha sido ajena a tal fundamentalismo.

            El mensaje del cristianismo, como el del islam, es un mensaje de paz (la palabra Islam significa Paz) y ha habido ejemplos sobrados de cristianos piadosos y solidarios, si bien el trasfondo de poder  en la Iglesia Católica está plagado de amoralidad, crueldad e inhumanidad. Si eludimos los prejuicios de lo políticamente, o religiosamente, correcto o incorrecto, nos encontramos con siglos en que la venerable institución prohibió traducir La Biblia al pueblo, se instauraron en su seno unos poderes inquisitoriales más propios del demonio que de Dios, ingresaron ingentes cantidades de dinero vía bulas, y de bienes raíces, y dudosos perdones y dudoso mercantilismo de favores se aliaron, y tuvieron ejércitos propios con los que masacraron pueblos enteros, sin distinción de sexo ni de edad; o las últimas alianzas históricas con los poderes más fácticos de las naciones más poderosas del mundo, que obstaculizaron cuanto pudieron el desarrollo social, cultural y científico (Galileo, Giordano Bruno, Miguel Servet…) y aún lo siguen haciendo entorpeciendo investigaciones médicas. Exterminaron razas y credos (guanches, indios, cátaros, albigenses…), justificaron la esclavitud, contemporizaron con el nazismo… relegaron a la mujer a lo que el islam hoy tiene relegadas a las suyas, y se fabricó un integrismo cristiano que nada tuvo que envidiar al integrismo islámico de hoy.

            Si las llamadas “religiones del libro” – judaísmo, islamismo y cristianismo – se investigaran según su historia, que no según sus dogmas, veríamos la cantidad de crímenes, abusos y despropósitos que en nombre de Yahvé, de Alá o de Cristo, se han llevado a cabo. Pero todas, todas, tienen sobre sus espaldas sus cazas de brujas y herejes, sus tribunales inquisidores, su colonialismo ideológico por la fuerza del terror y de las armas, y por el inmenso poder de sus cleros sobre las almas, y sus infinitamente más muertos a su cargo que mártires con los que justificarse… Que “en todas partes cuecen habas, y en mi casa a carretás”… como reza el refrán rumí, que es como los “moros” nos llamaban despectivamente a los cristianos cuando ellos estaban al mando, y que nosotros hemos heredado y adoptado.

            Porque sí, se las conoce, como digo, por “las religiones del libro”, pero el libro, sus libros, no son responsables de sus atrocidades y excesos, si no la religión, las religiones que lo han usado para justificar sus abusos. Ellas son las que han manipulado conciencias, no los libros, no el libro. Ellas son las que han dado al libro, a sus respectivos libros, las interpretaciones corrompidas que les han interesado para así mantener la ignorancia y la más pavorosa incultura al servicio del miedo, y nunca, jamás, lo han puesto al servicio de la razón y del desarrollo espiritual de sus puebl…Así que nadie me venga con cuentos, por favor… Y que cada cual se aplique los cuyos vía rectal, si es que puede…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php


lunes, 27 de noviembre de 2017

https://www.youtube.com/watch?v=mhijkSdcXa8

EL AGUA Y LA TIERRA


La única realidad como la copa de un pino es que no tenemos agua. Ni para beber. Los alcaldes se reúnen para ver qué pueden hacer con unas reservas hídricas que están a punto de agotarse. Y esta región, comparada con otras, aún tiene la enorme – aún costosa – ventaja de que es costera, y por desalación puede obtenerla del mar. Pero ya no es cuestión solo de la “pertinaz sequía” que decía aquel hacedor de pantanos. Aparte de un clima que va a peor en tal punto, y que apunta desgraciadamente a la liquidación del ya amortizado trasvase, es que la política hídrica de este estado es nefasta, funciona a bandazos, no según los intereses generales de un país, si no conforme a los intereses políticos de cada región. Eso, por un lado. Y por otro, una secular autosuficiencia por parte de los profesionales de uno de los sectores básicos de la región como es la agricultura, en no admitir que hay que abordar nuevas técnicas productivas. Desgraciadamente, nuestras dos únicos polos de vida: agrícola y turismo, necesitan el agua como base de su propio desarrollo y mantenimiento.

            Nuestros agricultores solicitan, por ejemplo, la apertura de 250 pozos de sequía, y el Ministerio, en un alarde, les avanza la de tres pozos que aportarán 14 m3, cuando el problema es de cientos de m3, ya que no es lícito hablar de miles, dada la escasez. Pero es que, tenemos en Torrevieja la desaladora más grande de España, con capacidad para 120 m3 anuales, y apenas llega a los 40 m3 de producción. Al igual que tenemos un par de plantas más, Águilas y Valdelentisco, con un rendimiento muy por debajo de sus posibilidades. Se puede aducir que el costo de la desalación encarece (de momento) la producción agrícola, y amenaza dispararla a precios incompetitivos, y es verdad, pero habría que recordar a la ministra Tejerina, que a lo mejor no lo sabe aunque su obligación sea saberlo, unos números muy simples y enormemente elementales: que con solo el 3% de agua de todo el país, esta región sobrepasa el 20% de las exportaciones de frutas y hortalizas de toda España. Eso son cifras. Que le pregunte a su “compa” el de economía. Existe además una Sentencia del Tribunal Constitucional que establece que “el agua es de todos los españoles, y ninguna comunidad puede apropiarse de la que pasa por su territorio”, y fue sobre una Ley de Aguas de Aragón un tanto inconstitucional, por cierto. Fallo que el gobierno incumple sistemáticamente, también por cierto…

            Pero, como decía, está también lo otro. Ya no se puede uno dormir en los laureles del riego por goteo. Aún hay que ahorras más agua, si es que se puede. Y poderse, se puede. Se llama Hidroponia, y será, más tarde o más temprano, la respuesta a la falta de agua, a los encarecimientos progresivos de la explotación, a la incidencia de las plagas, el agotamiento del suelo, a los nuevos países competidores que surgen… La hidroponía ya se hacía en el antíguo imperio romano, si bien siempre se ha mirado como un recurso de baja intensidad, cuyos costos hacían inviable la explotación intensiva. Pero existen las posibilidades de que sea distinto. En la actualidad se dispone de la tecnología necesaria para desarrollar esas técnicas en grandes invernaderos. Y es una técnica que puede llegar a un ahorro de agua de hasta el 80%, por un sistema de reciclado de la misma. Ocupa menos suelo sin merma de rendimiento; igual producción con un 70% menos de espacio. Ahorra un 25% de tiempo empleado, según el ciclo convencional. Puede llegar a ahorrar hasta un 90% del uso de abonos (industria a la que esto, por cierto, no le interesa) pero preserva el suelo cultivable sin degradarlo. Al ser un medio más tratable y controlable hay una menor incidencia de plagas uy enfermedades, y, por lo tanto, un mayor valor ecológico en el acabado final del producto,  entre otras ventajas.

            Se me dirá… y, si eso existe, ¿dónde, cómo, quién…?. Aquí hubo (aún anda por aquí) un especialista experto en estas técnicas, que una determinada Fundación empleó en desarrollar un modelo prototípico en Torre-Pacheco, y que se tuvo que abandonar por la torpeza de siempre y la falta de apoyo e interés. Se hizo para que fuese una especie de Centro de Investigación y Desarrollo en la materia, un punto de referencia en formación, información y asesoramiento para los agricultores, pero el desinterés, la desidia y la habitual yoyalosétodo que nos caracteriza provocó que aquello se perdiera. Una pena. Una verdadero y auténtica lástima… Pero las soluciones existen, y quien las busca las encuentra. Tenemos la tierra, tenemos el clima, pero no tenemos el agua… Pues tengamos, al menos, imaginación, ¿O no?..


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

lunes, 20 de noviembre de 2017

LO QUE SEA, SERÁ...


Al norte de San Diego, en EE.UU., está plantado el Instituto Salk. Quizá que no le diga nada el nombre de esta institución, pero es el centro de estudios biológicos más prestigioso e importante del mundo. Y allí, en el Laboratorio de Expresión Genética, ejerce su cátedra desde 1.993 un español muy cercano a nosotros, pues es nacido en Hellín, pegadico a la región de Murcia, y su nombre aparece de vez en cuando en los medios de comunicación, la última vez, recientemente, en Agosto, que es cuando leí aquesto que escribo hoy – permítanme el juego de palabras y palabros y sus nombres – y se llama Juan Carlos Izpusúa.

            Y se asomó a los medios haciendo público uno de los avances científicos más importantes del siglo. Que un equipo de investigadores ha logrado corregir copias de genes erróneos en embriones humanos. En Román paladino, algo que puede evitar el desarrollo de enfermedades hereditarias (eso significa “genes erróneos” en el argot científico) en esos mismos seres humanos. Y lo dice con pleno conocimiento de causa, ya que él mismo forma parte de ese proyecto. Y lo explica. La vida en nuestro planeta está formada por la combinación de solo cuatro letras, A, C, G, T, si bien una sola célula humana tiene 3.200 millones de esas letricas. Una variación (error) mínima, en el “alfabeto” de una célula es lo que da lugar a enfermedades congénitas, o genéticas… “Lo que hemos hecho – dice – es corregir un error de cuatro letras mal escritas en una célula, y con ello eliminamos una dolencia hereditaria que puede llevar a la muerte de ese ser humano”.

            Acojonante, doña Violante… Y nuestro gobierno, atacando la carrera de letras en los planes de estudio, y despojándola de sus principales valores, cuando en vez de ciencias o letras deben de ser ambas dos, chaval… El de Albacete asegura que, a medio/largo plazo, las enfermedades de transmisión hereditaria podrían llegar a ser erradicadas del mapa genético de las personas. Ni más, ni menos. Y lo dice así, sin despeinarse. Falta el seguir desarrollando este descubrimiento hasta poder trasladarlo a la clínica cotidiana de los pacientes.

            ¿Se lo imaginan?. Yo, sí. Un servidor, de no haber nacido tan pronto, leches, no padecería una serie de puñeteras dolencias que me han jodido durante toda mi vida, alguna de las cuales, encima, las he transmitido a mis pobres hijos, que se acordarán de su padre cada vez que, a un mal suponer, tengan un cólico nefrítico. Pero si mis nietos, a un buen suponer, pueden hacer que mis bisnietos no saquen ninguna puñetera tara de este aquejado antepasado, pues, óigan, que lo daré por muy bien servido… Todo sea por la descendencia, por lejana que me quede. Lo único que me joroba es estar sufriendo malengües que ya sé que tienen una solución que a mí no me va a llegar. Esto es como sufrir dolor de muelas y estar todos los dentistas de vacaciones.

            Sin embargo, hay personas fanáticreyentes por ahí, que desean implantar prohibiciones falsamente éticas en las investigaciones genéticas. Perversos y tenebrosos fundamentalistas del dolor humano. Prefieren que muera gente, antes de un posible, y recalco lo de posible, mal uso de tales avances. Es como condenar por anticipado a los millones de vidas que ha salvado el láser, porque antes desarrollaran la bomba atómica. No se fabriquen martillos, pues con él se puede matar a alguien. Todo es cuestión de cultura, educación y conciencia, pero no de oscurantismo, no sé si me explico… es un atraso como lo de las transfusiones de sangre, por parte de algunos otros iguales.

            No obstante, y a pesar de ello, tanto mi personal opinión como la de esos salva-almas, resultan absolutamente irrelevantes. La historia de la humanidad, si enseña algo, es que, con el transcurrir del tiempo, nuestros baremos éticos y morales, sean bajo dogma o no, mutan, y cambian, igual que lo hace nuestro ADN, a pesar de los siniestros frenos. Hay muchas cosas que ayer eran “éticamente reprobables”, e inaceptables para la moral antañona, y que hoy suponen un enorme avance para el progreso de esa misma humanidad, formando ya parte esencial de nuestras vidas. Así que lo que tenga que ser, será, a pesar nuestro y vuestro…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php


martes, 14 de noviembre de 2017

LADRAR Y LADRONEAR


Aquel trincamiento, ya casi olvidado, creo que interesadamente olvidado por cierto, de Angel Mª Villar, mandatario máximo del máximo organismo del panycirco español, solo puso de manifiesto lo que saben hasta los memos más memos de memolandia: que el fútbol está podrido. Hace más de dos años que la Fiscalía estaba siguiendo los chanchullos y metemanos de este tipo apoltronado, hasta que, ante la posibilidad de que saliera por patas con su zagalón a colocar sus asentadores – y ponederas – en un paraíso fiscal, decidió mandarle a la UCO a hacerle un registro y ponerlo a buen recaudo preventivo. La cosa era tremendamente simple y copypegada de los grandes ladrones oficiales de los máximos organismos futboleros del mundo y de país tercermundicorruptos, como es el nuestro por mal ejemplo. Y es, ni más ni menos, que establecer una red de corrupción donde, a cambio de favores, se captaban voluntades, y a cambio de voluntades, se captaba el dinero.

                En el mundo del fútbol, como digo, eso es pan comido. Está chupado. Y lo está, porque todo funciona así, a base de corruptelas, de defraudaciones y desvíos, de mierda financiera y moral. Desde el mejor pagado futbolista al más poderoso directivo, pasando por, y llegando a, los que chupan rueda en este invento. En la investigación sobre lo de Villar ha pringado hasta Murcia, ya ven la potencia futbolística… “Ha entrao el de Murcia (…) son votos compraos, apoyos compraos… decir amén por llevarse unos dineros”, es parte de una grabación pillada a un par de pillastres, perdón, dirigentes, implicados en la trama. Pero es que, al igual que se compran votos, también se compran (o se venden) partidos, y/o lo que haga falta. El que no lo ve, es, porque está ciego, o porque quiere estarlo, naturalmente…

                Pero esto, en España es normal. Y resulta natural porque la ciudadanía de este país accede, ampara, justifica, transige, defiende y participa en toda esta basura chanchullar de hecho y por lo derecho. E ir contra todo un pueblo es tremendamente difícil. Aquí, un ayuntamiento le quita la ayuda a un C.F. y la gente se tira a la calle y cuelga al alcalde por sus haches, acho… A pesar de que subvencionar a un club privado con dinero público es un delito, a parte de una inmoralidad. El sucio y turbio, y bienmanejado y manipulado, patrioterismo, no nos deja ver la honestidad ni el juego limpio… Luego, eso también, ese personal igual protestará porque su hijo no recibe las prestaciones educativas que necesita, o porque le han dado seis meses de lista de espera para operarse una hernia, pero es incapaz, absoluta y totalmente incapaz, de ver y reconocer que esos servicios públicos han sido mermados para emplear sus posibles en adormideras y en el pesebre nacional.

                El colmo lo vemos en esta comunidad, no hace mucho, cuando aparece en los medios de comunicación todo un señor presidente de toda una poderosa entidad formativa privada, que mantiene equipos deportivos punteros, pues es una manera legítima de reducir impuestos y hacerse una impagable publicidad, y amenaza a la administración con retirar tales equipos de las competiciones si no recibe subvenciones. Está pidiendo a gritos, con luz y taquígrafos, que a su empresa privada se le inyecten dineros públicos, por el solo hecho de llevar el nombre del lugar. Aun sabiendo que es un delito, aparte de una desvergüenza. Sin embargo, todo se aprecia conforme a la más absoluta normalidad. Las cosas son así, y así quedan. Que yo soy seguidor de este o aquel equipo, y me importa una leche los modos y las formas. Además, eso nos pone en el mapa, y mueve la economía (ya sabemos qué economía) y que talycual, como decía aquel mothonarable Jesús Gil…

                Y esa es la cuestión. Que, al final, el Villar y sus cuarenta ladrones, y cuanto mangante se esconde y medra en este cuento y de este cuento, en vez de ser alimentados, costeados y subvencionados por los que les gusta el fútbol, que me parecería muy bien, nos cuesta a todos de nuestros bolsillos y necesidades. Incluso de los que no somos ni creyentes, ni practicantes ni seguidores. Y eso es tremendamente injusto, qué quieren que les diga…
                 


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

jueves, 2 de noviembre de 2017

MOGOLLÓN TOURIST


Un familiar próximo, amigo de escaparse en vacaciones con sus hijos, no a las playas, ni a las grandes urbes, si no, por el contrario, a la naturaleza, a los parques más aparentemente inaccesibles y/o retirados del mundanal trasiego, me contaba este año al volver de “los montes Pirineos que nos separan de Francia…”, que aquello parecía el asalto a la verja de la virgen del Rocío, mismamente, o marismamente… Que incluso para visitar ciertos lugares recomendados por su salvaje belleza, había colas inacabables a fin de pasar por el torno de control. Que la avalancha de personal era ya apabullante… Y no puedo dejar de recordar, con ellos de niños en un viejo Diesel Supermitafiori, que renqueaba a cada cuesta, atravesando la acojonante, solitaria y estrecha carretera pirenáica con el fondo musical de Las Walkirias a todo trapo entre las imponentes cumbres…

            Y soy consciente de que en estos casos suele producirse una dicotomía de difícil solución. Por un lado, todo el mundo tiene derecho a disfrutar del espectáculo que brinda la naturaleza por sí misma en algunos sitios privilegiados, y no va uno a aspirar la exclusividad de tal disfrute. Pero, por otro, hemos de reconocer que donde hay masificación no hay naturaleza que valga, puesto que la naturaleza deja de ser natural cuando se llena de gente. Es como aquello de los árboles, que no dejan ver el bosque, pero peor, porque el aluvión de personal no deja ver ni el bosque ni los árboles. Así pues, resulta un tanto complicado conciliar ambas cuestiones: la del derecho universal a gozar de lugares y/o parajes, urbanos o naturales, y la del derecho natural de que el patrimonio de la humanidad sea preservado de esa misma humanidad y cuidado por esa misma humanidad.

            De ahí que, últimamente, estén aflorando autorizadas voces de alarma. Praga, Venecia, Amsterdam, Palma, París, Roma, Barcelona… que están advirtiendo seriamente sobre que el turismo masivo causa más daño que beneficio a medio y largo plazo. No es solo lo que se estropea o destruye, es que, en el caso de las ciudades, afecta gravemente al hábitat y al equilibrio social, laboral y económico de sus ciudadanos, incluso en cuanto a la prestación de los servicios públicos, y de las condiciones de vida de sus propios funcionarios que han de ejercerlos y mantenerlos. En pocas palabras, es un modelo que está dejando de ser sostenible. Lo que pasa es que si ese desequilibrio, ese desajuste, empieza a producirse también en – valga la redundancia – los entornos naturales por naturaleza, el problema adquiere síntomas de pandemia. Sea como fuera, habrá que comenzar a obrar en consecuencia.

            Y si todo el mundo tiene el derecho a hacer turismo, pero el amogollonamiento de turistas perjudica el entorno tanto o más que aumenta la imposibilidad de gozarlo realmente (está claro que es directamente proporcional la masificación con la inutilidad), la cuestión está entonces en el sistema que hace que todo el mundo salga a la vez disparado a los mismos lugares en las mismas fechas. Es un problema de lógica. De sentido común. Otra cosa es conseguir encontrar los medios y la fórmula más apropiada. La actual, desde luego, es desastrosa y depredadora. Llega un “puente”, y los aborígenes se echan por millones a pegarse trompazos en las carreteras y topazos en los lugares comunes. Llegan las vacaciones, y España se ve invadida y doblada en número de habitantes durante meses. Los mismos meses, las mismas gentes, los mismos sitios…

            No soy yo el indicado para mostrar soluciones, aunque se me escurra alguna que otra. Ni soy experto, ni cobro por ello, ni me la doy de ello, ni los profesionales me dejarían hablar tampoco. Pero sí que puedo opinar. Y opino que los que se consideran tales expertos es el momento adecuado para demostrar que lo son. Los expertos están para los retos, y éste lo es, y muy gordo. Están para solucionar problemas, no para incrementarlos. Y si no reconocen lo que está pasando, entonces es que no son los expertos que dicen ser, o que solo ven la parte económica del problema, no la visión global del mismo… Así, que se pongan a trabajar en ello, ¿no?..


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador  – los viernes a las 10,30 h. en: http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

viernes, 27 de octubre de 2017

El Mirador 27 octubre 2017

AQUEL QUE ESCRIBE


Aquel extraordinario hijo de carpintero también sabía escribir. Lo enseñarían en la escuela de la sinagoga de su pueblo, seguro… pero aquel Ieshua Bar Yousef, nazareno, sabía escribir. Claro que sabía escribir. Aunque los que han construido una religión de su mensaje liberador, de su filosofía universal, se hayan esforzado mucho en disimularlo, u olvidarlo, o esconderlo, cuando no negarlo abiertamente, diciendo que es que, en aquella época, existía la tradición oral, no escrita… Entonces, ¿el Talmud, o la Toráh, de dónde salen..?. Eso es una pamema. Si así fuera, no existirían los libros esenios, ni las crónicas de Flavio Josefo, ni ningún documento histórico de la época… ni siquiera las cartas de San Pablo. Ni tampoco los propios evangelios. Nada. Y es que eso no es así. No se sostiene. Claro que se escribía. Y lo que no tiene sentido lógico alguno, ni sentido común tampoco, es que el Cristo, que debía saber de sobrado que el legado oral muda y cambia, y se modifica y tergiversa su sentido original según va pasando de boca en boca, lo prefiriese al método más fiel y fiable que el legado escrito. Y aún y así… Nicea, por ejemplo, sabe mucho de falsificaciones en su I Concilio…

            Pero por supuesto que sabía escribir. Y lo hacía. Incluso tenemos el testimonio de un evangelista. Nada menos que San Juan. Y lo cuenta en una escena difícilmente superable en todo y por todo. Una multitud lleva ante Él a una mujer acusada de adulterio, y lo interpelan ladinamente: “En la Ley  (escrita, por cierto) nos mandó Moisés apedrear a estas mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?”. Él no les responde, atareado como estaba escribiendo en la tierra con su dedo. Este profeta, Jesús, más raro que un perro verde, no incita a la masa a hacer justicia, incluso parece ajeno a tal agravio social. Lentamente, mueve la cabeza, y, mirándoles a los ojos – no se dirige a la masa, si no personalmente a cada uno de ellos – les dice, “el que de vosotros esté libre de pecado, tire la primera piedra”… y siguió escribiendo con su dedo en la tierra… Como si nada.

            Ya daría yo un cachico de mi alma por saber lo que estaba escribiendo. Pero San Juan no lo aclara. Y si lo dijo, los eclesiales lo han borrado, omitido, desterrado y enterrado. Igual que los jetas exégetas cambian sin pudor el “estaba escribiendo” por el inócuo e inícuo “estaba dibujando”… Que ningún testimonio directo documental pueda estropearnos la interpretación dogmática del testimonio oral. Faltaría más, Tomás, que si no lo ves, no lo crees, joío… Y sí, así es, un servidor, como Tomás, me creo lo que veo… y lo que leo, más, mucho más, que lo que me cuentan. Y aún con eso, lo habré de leer de muchos puños, letras y fuentes. Pero una fé que se construyó a base de escritos y cartas (San Pablo escribió más que el encargado del registro civil), y que se diga que su Fundador no se fiaba de dejar nada por escrito, no es, precisamente, una garantía de fiabilidad. Y que luego se ordene y mande creer y adorar como verdad única lo que está en los escritos (ciertos escritos, claro) tras soltar el cuento de que Jesucristo fue un maestro oral, pues la verdad…

            Pero yo sigo enrocado en ese pasaje. No existe ningún aforismo que diga tanto con tan pocas palabras: “el que esté libre de culpa…”. Sin embargo, el aparato eclesiástico, que no didáctico, durante más de dos mil años se ha dedicado a capar mentes con la chirla de la culpa y el miedo. Con el mantra inquisidor del pensamiento impuro se han cargado hasta la imaginación… o es lo que han perseguido, al menos. Pero nadie está libre de culpa ni de pecado, nadie, y los inventores de ello menos que nadie, dado que están sazonados en el ánsia de los censores de interpretadores únicos de Dios.

            Pero a lo que iba. Que un servidor tiene fijación – pecatum meum, culpa mea – por ese precioso y preciso pasaje, decía yo… Si lo que soltó aquel Hombre excéntrico y excepcional a aquella turba de hipócritas creyentes en la Ley (y no quiero señalar paralelismos, pero ahí están), fue mucho más que un pensamiento revolucionario y liberador, y perdonador… ¿qué era lo que con tanta dedicación escribía en el suelo?. Es una técnica misteriosa, elusiva, que utiliza el narrador para fijar la atención, pero nos quedamos sin saber el desenlace dejado en el mensaje escrito por el hombre que, según sus carceleros de imagen, no escribía… Y yo tengo mis sospechas. Jesús dejó escrito, con su dedo, en la arena, el nombre de una mujer.


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lunes, 23 de octubre de 2017

EL ÚLTIMO VERANO


Todos los veranos no son iguales. O todos los veranos son iguales. Ambas afirmaciones podrían emplearse si nos fijáramos un poco y pensáramos otro poco. Según qué cosas, según por qué casos, según para qué seres, suceden acontecimientos, ocurren sucedidos, casi siempre únicos e irrepetibles, aunque no nos demos cuenta por su normalidad. Verano tras verano…

En mi porche, como cada verano, las golondrinas protagonizaron sus quehaceres bajo una de sus vigas más apartadas. Como cada primavera, llegó una de las hembras nacidas el verano anterior bajo la misma viga, y antes de elegir el lugar se afanó en elegir la pareja. Un macho con el que aparearse y con el que decidir en qué viga del lugar, o en qué extremo de la misma, situar su perpetuo ciclo, su eterno milagro de la vida. Tras señalar varios puntos e iniciar un enconado pulso con la señora de la casa, al final gana la golondrina hembra (es una lucha entre hembras de distinta especie) y con la brocha de su pico inicia el diseño del nido que lleva grabado en lo más profundo de su memoria genésica y genética. Y con un mínimo de trescientas idas y vueltas cada uno, ella y su pareja disponen de su hogar para el verano. Para ella será su segunda nidada, la primera como cría, la segunda como madre, y para ambos será la del último verano aquí, en mi porche. Quizá también la de su último verano...

Ella puso seis huevos blancos con tenues motas negras, minúsculas, y los dos, por turno riguroso, las incubaron. Entre maldiciones, pero sin llegar a mayores maldades, hubo que apartar alguna silla, reservar un espacio libre, y proteger su piso con algunas hojas de este mismo periódico. Las crías eclosionaron, nacieron al exterior, abrieron su pico y fueron alimentadas en mil viajes de a bocado por progenitor y viaje. Y abrieron su culo sacándolo del nido, y fueron excrementando en caída libre de las alturas al suelo. Al principio era carne rosada y desnuda, mientras sus deposiciones hacían blanco, bien en un centenar de inmigrantes naufragados en el Mar de Alborán, en una matanza de los del Isis en Siria, en una ocurrencia de Rajoy, o sobre el último eructo de Trump… Mientras las pequeñas golondrinas iban creciendo, el mundo iba andando, y las cosas y los casos iban pasando, y en ellas y en ellos se iban cagando.

Como algo ajeno, a la vez que próximo. Y en tanto los polluelos echaban su pluma, suave y esponjosa, y se asomaban, graciosos, al balcón de barro seco trabado con briznas de hierba en un perfecto adobe, a mirarnos desde sus alturas y a llamar a sus padres cuando tenían hambre, a saludar con sus gorjeos al amanecer y al atardecer de los días, y a seguir bombardeando desde sus pequeñas e incontinentes tripas el mundo en su pasar. Se cagaban en todo, indiscriminadamente, en un Maduro queriendo eternizar el chavismo, en los coqueteos de Pedro Sánchez con Podemos, en los integristas puigdemonitas, o en el último partido del siglo Barcelona-Real Madrid…

Después, gradualmente, la nueva generación de pollos va dejando de marcar las noticias y sucedidos con sus acertadas cagadas, desproporcionadas a sus cuerpos, por cierto, y es porque ya practicaban la salida del nido a la viga vecina, o al árbol más cercano, el vuelo corto que cada vez se iba alargando un poco más, bajo la atenta vigilancia de los padres y su animosa invitación al riesgo, girando alrededor de ellos. Ya solo algún esporádico excremento sobre algún hecho a tener en cuenta señalaba el fin próximo de la estadía en el nido. Que si aumentan los okupas de casas vacías, que si el Mar Menor está sin estar en sí, que si los agricultores se ciscan en la ministra Tejerina por sus retorcidos falseamientos y sus agravios comparativos…


Como dije al principio, todos los veranos son iguales a la vez que distintos. Tan idénticos y diferentes a la vez, que nada cambia aun siendo todo nuevo. Para los miradores, las noticias de un verano son ajenas a los de otros, pero las golondrinas siempre vienen cada verano a hacer su nido en el mismo sitio, a nacer a sus polluelos en el mismo lugar que nacieron ellos, y a soltar el lastre de su estómago en el mismo suelo, sin importarle lo que se anuncia en el papel que cagan… Como siempre. Sin embargo, para esas golondrinas que vienen a hacer su nido y a nacer su nidada, todo es principio, porque es su primera vez, tanto para los que crían como para los criados, que descubren un mundo nuevo y viejo a la vez. Un mundo del que pasan y en el que se cagan a poco que se lo pongas bajo sus culos. Mirando a las golondrinas no sé qué realidad es real, si la suya o la nuestra. Quizá las dos… Y, sin embargo, el mundo seguirá siendo  mientras sigan las golondrinas…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / viernes 10,30 h -  http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

domingo, 22 de octubre de 2017

El Mirador 20 octubre 2017

viernes, 13 de octubre de 2017

...PROCESIONEMOS PUES


Por un articulico publicado en el Blog de este mismo periódico (Romeriología) me llovieron críticas por un tubo. Cercanas y lejanas, caían como chuzos de punta. Y eso que describía hechos sin nombrar nada. Pero, claro, no hizo falta. Todo el mundo sabía a lo que me estaba refiriendo, y los justicieros de lo más sagrado y los escuderos de la tradición sacudieron bien sacudido el polvo de mi badana. Bien hecho. Si de lo que se trata es de no buscarle cinco patas al gato, entonces es lógico que me zurren, y merezco cuanta estopa me sea dada, pero si de una opinión se trata, y no exenta de bases históricas, entonces, amigo mío, con todos los respetos que ustedes no han tenido para conmigo, pero me lo voy a permitir, ya lo creo que sí…

                El grueso de los dardos iban apuntando a “cuanto de sagrado hay”, y a lo “de toda la vida”, que, como irredento hereje, tengo la osadía de poner en entredicho. Pero poner en entredicho no supone cargarse nada sagrado, ni mucho menos de toda la vida, si nos atenemos a los hechos históricos, naturalmente. Primero, porque no tiene nada de sagrado, y segundo, porque tiene un nacimiento concreto que costó mucho derramamiento de sangre establecerlo, por lo que de sacro y eterno lo que cada cual quiera otorgarle, pero no lo que realmente tiene. No sé si me explico…

                Los primeros siglos del cristianismo primitivo fueron iconoclastas por naturaleza y costumbre, y transcurrieron fieles a su origen judáico, sin veneración alguna de imágenes. Sencillamente, no las necesitaban. Adoraban un Dios-Padre tan íntimo y oculto como su anterior Jehová. Solo cuando el cristianismo se convirtió en catolicismo, o sea, en una religión de estado, oficial, de la mano de Constantino, tuvo que vérselas con una surtida imaginería competencial de dioses paganos, Mitra, Zeus, Artemisa, Isis, Cibeles… que venían de los panteones egipcio, heleno o babilónico reconvertidos en romanos. Ante lo que, o bien por imitación, o bien por asimilación, o bien por ambas cosas, tras el Concilio de Nicea (313 d.J.), se empezó a abrir la mano y a coquetear con toda esta cuestión – por otro lado, una industria rentable y floreciente – de la imaginería.

                Pero fue en el 723 cuando una parte de los obispos iconoclastas originales, abanderados por la predicación de Serantípico de Laodicea, quisieron poner freno a lo que consideraban una corrupción de las enseñanzas puras. Se basaban en el Deuteronomio: “No construirás ídolos, ni imagen alguna de lo que hay allá arriba en el cielo, ni de lo que está aquí abajo sobre la tierra”. Los emperadores de Constantinopla, en un principio dijeron que bueno, pos fale, pos m´alegro, como el Maki Navaja, e incluso León III, dos años después, se declaró contrario a venerar imágenes, y dictó algunas disposiciones al respecto. Pero la oposición de los monasterios que comerciaban con ellas y obtenían pingües regalías de los fieles devotos, propiciaron sublevaciones populares que fueron sangrientamente reprimidas. Y empezó el follón…

                …Y se mezcló la política, porque la iconoclastia provocó graves enfrentamientos entre el Imperio Bizantino y la Iglesia de Roma. Y se lió parda. Tanto, que durante 120 años nada menos hubo guerras, golpes de estado, rebeliones, invasiones, secuestros, extorsiones, asesinatos, persecuciones y venganzas por esta causa. Y es tan larga la cronología de sangrientos sucesos (y tan poco cristiana) que no cabría su exposición en este corto espacio. Baste decir, para terminar esta crónica, que la emperatriz Teodora, con la aprobación del Papa, convocó el Concilio de Constantinopla, donde deponen por la fuerza al Patriarca iconoclasta Grammático, imponen a Metodio, y el Sínodo proclama solemnemente el culto a las imágenes, y donde hubo tradición, pues ahora hay traición, y al que se mueva se le fusila. La economía y la política (la religión es eso mismo) fueron intereses más poderosos que los puramente filosóficos o espirituales. Las ideologías se amasan con los dos primeros, al fin y al cabo…

                Y esa es la puñetera historia y la puñetera verdad. Y eso es lo que pasó, como pasó y por qué pasó. Hasta hoy. Lo demás, es lo que escribí en mi articulillo de referencia. A la gente se nos mueve por símbolos, por escenografías de masas, desde el principio de los tiempos. El calificarlas de ídolos o de sagradas imágenes tan solo depende del lado ganador desde donde se mire. Y si al personal se le dice que arre, el personal arrea. Y hacer correr más tinta, sí, pero hacer correr más sangre, pues como que no... Y mucho menos la mía…

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domingo, 8 de octubre de 2017

BANDERAS Y MERCADO


Todo es lo que parece, pero nada es de donde parece ser. Lo cual debería movernos a pensar que el valor se lo damos nosotros, aunque por sí mismo no lo tenga. Es el valor de una creencia costumbrista, postiza, folklórica, impulsiva, tradicionalista y edulcorada por décadas y décadas de repetir el mismo mantra, la misma jaculatoria, el mismo credo en una misma letanía. Pero es lo que hay. Y es lo que funciona. Por eso bebemos vino de Rioja que son caldos de Jumilla, comemos pimientos de Padrón que son del Pilar de la Horadada, melones de Torre-Pacheco que son de Cuenca, o saciamos nuestra sed con agua de Lanjarón que es del pantano del Cenajo… Pero esto funciona hasta con el patriotismo, mejor dicho, patrioterismo, o cualquier otro sentimiento alienante…

                Sigamos con los ejemplos. Ejemplos reales de realidades reales. Aquí no hay la más mínima fantasía, nada de inventado. Una bandera española en la fachada del Congreso de los Diputados, en Madrid. Otra bandera catalana en la balconada del Palau del Govern, en la Plaza Sant Jaume, de Barcelona. Bueno, pues con un alto, altísimo índice de posibilidades, ambas dos están fabricadas en China. En la industria más prolífica y barata del mundo. Envasadas por modelo, calidad y tamaño en packs de 100 y en containers de 1.000, por manos de niños explotados, mujeres infravaloradas u obreros que trabajan los “ideales entrapados” de todo el mundo en jornadas de 14 y 16 horas ininterrumpidas, a cambio de jornales de auténtica miseria. Luego serán enviados a lugares desde donde serán distribuidos a diferentes centros comerciales, más o menos exclusivos, que los cederán a tiendas detallistas, que a su vez los venderán a los patriotas que los usarán como elaboradas en la más entrañable querencia. Elaboración propia, les dirán. Made in patria querida…

                A cada paso desde que la bandera sale de manos que no saben ni sienten ni les importa, más que las monedas que el destajo les procura para tapar el hambre, ese trapo de colores va sumando valor pecuniario, y dejando buenas rentas a los intermediarios comerciales, en igual proporción que va sumando también un valor adquirido de pertenencia a algo que igual rentúa buenos intereses a sus intermediarios políticos que los explotan, hasta llegar, en consumo masivo y desaforado (el mejor de los negocios para todos, fabricantes, comerciantes, políticos y agitadores) a una explosión de irreprimibles emociones provocadas e inducidas, en las espaldas de hombres y mujeres, ancianos y niños, perros y gatos, abducidos y reducidos, donde esa tela coloreada que ha dejado excelentes beneficios subiendo su miserable costo de origen, se convierte en un símbolo por el que estarán dispuestos a morir o a matar (es un decir) o, al menos, nos da derecho a disfrazarnos de patriotas, y a que algunos alguienes muevan nuestras emociones según a ellos les convenga. Y las usamos para inmolarnos en el martirio, o para manipular emociones, o para montar un circo muy bien traído y muy bien falseado... Aunque luego nos equivoquemos y nos vedemos la mano contraria a la masacrada por los "“ideales”… Esta es la cuestión: los ideales. Reales, falsos o inyectados en vena, pero la bandera made in china se convierte, se transforma, en ideal sagrado. Como el agua lo hizo en vino.

                Se me dirá que ahí está la cosa. Que de la bandera es el símbolo lo que cuenta, no su manufactura, y que eso, macho, acho, es sagrao… Y yo no lo negaré nunca. Como es sagrao creer en que el vino que uno bebe es de La Rioja, aunque no lo sea. Cada cual es muy libre de atarse a sí mismo al dogma que le plazca, tío… Pero un símbolo hecho con sudor, dolor, sangre, sacrificio y sufrimiento, como la bandera constitucionalista que tejió Mariana Pineda, contiene en sí misma todo el potencial y significado del ideal que transmite, y lo otro, lo quieran o no, no contiene nada, aunque alimenta una cadena de intereses concretos y marcados desde el principio, no sé si he sabido explicarme, maestro liendres… Que sí, que el pimiento se compra como de Padrón, pero se vende del Pilar. Y nunca ha sido lo mismo, ni jamás lo será, vender que comprar…. ¿me entienden?..

                Miren. Existe una norma de mercado, casi que una ley, que dice que lo poco encarna su valor y eleva su calidad y su cualidad, y lo mucho abarata ese valor y baja en igual proporción esa calidad y esa cualidad. Pues eso mismo. Cuando hay que hacer banderas masivamente, en proporciones desaforadas, en China, para que salgan a cuenta de vestir enormes parafernalias, se abarata el valor y el valer de esas mismas parafernalias. El mejor aliado y socio de la producción de banderas son los populismos. Jamás se vieron más banderas gamadas que en las calles de la Alemania nazi. Sin embargo, ¡oh misterio!, cuando terminó aquella sangrienta fiebre, resulta que nadie, nadie, pero nadie, en Alemania, había sido nazi… La exacerbación de los ánimos es el mejor caldo el cultivo para el negocio de la banderas, tanto el que las fabrica, como para el que las suscita. Aunque sean banderas de la China vendidas como melones de Pacheco. Que tales “melones” se tragan igual que las ruedas de molino.


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lunes, 2 de octubre de 2017

JUDAS

               

 En mi artículo sobre LAS COSAS COMO FUERON, donde hacía una somera historia de la deriva del cristianismo oficial hacia el catolicismo, y donde me permitía, a muy grandes rasgos, claro, tratar sobre los evangelios gnósticos, y poner como ejemplo el de Judas – bien se me podía haber ocurrido otro – dije al terminar que, si alguien quería saber más sobre el mismo, que me lo hiciera saber, y si no, pues nada, que a otra cosa, mariposa, pensando que quién iba a ser el loco de participar en mis locuras. Pues bueno, algunos pocos me e-mailaron que les gustaría, otros menos me lo hicieron saber por teléfono o por calle, y alguno hubo que me envió el recadico con un familiar próximo. Así que, si el periódico me lo permite, a esa selecta minoría va dedicado el de hoy.

                Y digo que podía haber puesto cualquier otro ejemplo, el de Tomás, el de Felipe, el de María, el de La Verdad, etc., y no el de Judas, porque éste es el último descubierto, reconocido e investigado, y, por lo tanto, el que aún está en fase de estudio, y un pelín verde comparado con el resto de sus hermanos que ya están suficientemente desarrollados y editados. Pero, en fin, procuraré cumplir mi compromiso lo más dignamente posible, ya que me ofrecí a ello, si bien que advirtiendo eso mismo, que este último, conocido documental e históricamente por los expertos como el Código de Tchacos, es el papiro más recientemente aparecido de todo el corpus de textos evangélicos etiquetados como gnósticos.

                La traducción completa del texto recuperado es aún parcial, pero pone de claro manifiesto que la relación entre Jesús y Judas (algunos investigadores lo sitúan como hermano carnal) era estrecha, íntima y profunda, y sus enseñanzas  dirigidas a él, de naturaleza tan fuera de lo común que no se corresponde en modo alguno con la figura que se nos pretende “colocar” desde los canónicos. Tan es así, tan distintos son, que parecen casi que opuestos, sin por ello pretender dogmatizar, como hace la iglesia institución, sobre cuáles son los verdaderos o cuales los falsos. Solo deseo informar y aclarar, nada más, y si digo que son absolutamente distintos es porque se contradicen en lo esencial, aun complementándose en lo anecdótico.

                En el mencionado Evangelio, Jesús pide a Judas que lo ayude a liberarse de su propio cuerpo de carne diciéndole “sacrificarás el hombre que me viste”, haciendo alusión a la diferencia entre Hijo de Dios e Hijo del Hombre cuyas imágenes tanto utilizó a lo largo de su vida pública. Judas fue como una especie de colaborador necesario para que Cristo pudiese cumplir con el Legado del Padre. A Judas se le pidió la parte más ingrata, la más dolorosa y la más inicua de todas: asumir el papel de traidor, sin serlo. Y eso es difícil, muy difícil, sin tener una preparación, un conocimiento y una sabiduría superior a la de los demás Y para eso, Judas fue seleccionado del resto para que Jesús pudiera sacrificarse por el mundo… Judas dice a Jesús: “Maestro, ¿será que mi semilla está bajo el control de los jueces?”. Jesús le responde, “Vamos, que yo seré glorificado, pero tú serás agraviado cuando veas que el Reino llegue a su generación”. Cuando Judas escuchó esto, le dijo a Jesús, “¿Qué bien es el que he recibido por el cual tú me has apartado de esta generación?”. A lo que Jesús respondió: “Tú te convertirás en el décimo tercero, y tú serás maldecido por las demás generaciones. Pero tú regirás sobre todos ellos, y en los últimos días ellos te maldecirán por tu ascenso a la generación bendita”… Y Jesús le dijo: “Vamos, que yo te enseñaré acerca de secretos que ninguna persona ha visto antes…”.

                El Evangelio de Judas sigue desvelando parte de esos secretos (de Jesús a Judas) “Por ellos que existe un ilimitado Reino, cuya extensión ninguna generación de ángeles ha visto”. Y le sigue instruyendo sobre cosmogonía, sobre la creación del hombre, sobre ángeles y gobernantes (semidioses), sobre el destino del mundo, y sobre su propia misión (traición), prometiéndole, “Pero tú los adelantarás a ellos, te quitarás la ropa por mí y te sacrificarás por mí. Ya tu trompeta ha sido levantada, tu rabia ha sido encendida, tu estrella ha mostrado sus brillantes y tu corazón ha sido (…)”.

                Y este “tú te adelantarás a ellos” me obliga a recordar lo de “los últimos serán los primeros” que sí reconocen y recogen los canónicos. Y aquí, me pregunto, ¿quiénes son los últimos?,  ¿los que dictan normas y dogmas desde sus solios y palacios, los que se autodesignan como únicos intérpretes, o el que ha sido escupido, execrado y anatemizado por todos ellos?.. Que cada cual se responda a sí mismo según su propia conciencia.   


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