Datos personales

Mi foto
TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

domingo, 20 de diciembre de 2020

LA RADIOMARATÓN


Pues nada… cuando esto escribo acabo de llegar a casa de mi salida semanal por mi habitual programa de radio. Un programa radiofónico que llevo haciendo y desliando desde que Paco Umbral se murió, así que saquen cuentas ustedes mismos, porque el director de la emisora me susurró a la oreja que por qué no hacíamos nosotros lo mismo, pero sin el ABC ni RNE de por medio, solo nosotros… Y las costumbres acaban transformándose en leyes. Este año del turrón 2020, el más caro del mundo (en vidas por Cóvid), como reza su publicidad, es el Moët Chandón de los turrones, y la casual lotería del calendario navideño hace que coincida con el ya añoso, y lustroso (no de lustre, si no de lustros) RadioMaratón, de Cáritas, en mi pueblo, y al que me siento unido por la historia de sus orígenes, ya que no por otras cosas…

                Así que he llegado a mi hora, y he encontrado el dispositivo perfectamente engrasado y dispuesto. Los de la Radio, con todo el tinglado en ristre; los jóvenes voluntarios, pululando por la trastienda de las carpas, en el viejo ayuntamiento; una enorme jaula donde ir depositando las ofrendas en especies allí, ante el respetable, pero aún sin respetables; y una despejada plaza por delante y por ocupar… El arranque oficial, por parte parroquial y de la corte municipal, en sus marcas, atentos a tirar el cohete de salida, y las cadenas de televisión, comarcal y regional, atentas y dispuestas a recoger y transmitir el momento de bendición y arranque en el momento de sus informativos… Que comiencen los juegos…

                En medio de la mesa de las hechuras, como presidiendo las horas que aún han de transcurrir desde ese comienzo, una enorme hucha con una sedienta ranura dispuesta ante las mismísimas narices – como debe ser – a fin de recoger los óbolos en metálico de visitantes, cofrades y colaboradores invitados. “Prepárate, después de los concejales (y concejalas, claro) vamos nosotros”, me susurra la conductora del programa… “ya sabes que hoy, por su especial circunstancia, no habrá tiempo para los comentarios posteriores”, me advierte por si se me había olvidado… Una lástima – pienso – pues los comentarios son la sal de la salsa, mejor incluso que mi artículo, ya que, normalmente, sacan a relucir lo que mi columna no ha sido capaz de poner sobre el tapete… En fin, hacer las cosas en el exterior y en directo es lo que tiene, y algo hay que sacrificar en beneficio de lo más importante. En este caso, Cáritas, y su intento por arañar algo para los que más necesitan. Y este año, a los pobres se les suman nuevos pobres.

                …Y, encima, con las restricciones que nos impone una puñetera pandemia, ahora convertida en mazapandemia. Y es lo que intenta justificar una bienintencionada persona ante los medios venidos de fuera por la plaza vacía ante nosotros… “Este espacio, otros años anteriores, el pasado sin ir más lejos, estaba llena de gente, pero, claro, hoy, por lo que está pasando…”. Bendita sea. Porque yo, maldito soy, no pude/no quise evitar lanzar el comentario: “ya… pero las dos terrazas de los bares, a derecha e izquierda de la plaza, sí que están atestadas de personal…”. Y no me quito méritos: soy un borde integral.

                Los políticos se alargan antes de largarse en sus parlamentos (es lo normal en ellos) y mi intervención se retrasa media horica o así (no es mucho para ser políticos) y me apresto a recibir las oportunas preindicaciones… En el ínterin, cambio las siempre cordiales y escuetas salutaciones con párroco y autoridades varias, ya saben, “¿qué tal?.. ¡cuánto tiempo!.. será porque tú quieres…” y todo eso, y paso a cubrir mi turno. Ocupando mi posición, plis, plas, estamos en el aire…

                Suelto mi parida (lo publicado por este periódico el día anterior) como testimonio, eso sí, lo más sincero y leal de lo que soy capaz, y le imprimo el mayor sentimiento que puedo transmitir a lo que estoy diciendo. Lo que menos se puede hacer es sentir lo que uno dice, y yo me esfuerzo en ello... Echo un vistazo al frente, y plaza y jaula siguen vacías; del cortejo municipal no queda ni rastro… Hay, observo, una buena mujer atenta, no sé si escuchando, pero sí observando. Resulta ser la presidenta de la asociación de bolilleras, creo, que está esperando que yo acabe para ocupar mi lugar e incorporar su aportación… Es su turno.

                Termino y me despido… Felices Pascuas a todos, pelad-Illa(s) que nos van a dar, y que la fuerza os acompañe…. Ignoro cómo, una vez pasada la jornada, terminó aquello, pero mi más fuerte y sincero deseo es que haya sido fructífero y que, como cuando los panes y los peces, lo poco haya bastado y sobrado… Antes de marcharme, me paro ante la ranura-boca de la enorme hucha, que me mira indiscreta, desafiante y hambrienta: “estréname, joer…”, parece decirme, así que le hago tragar mi para ella reservado billete. “Pá que te calles”, creo contestarle… Y recuerdo las últimas palabras de mi recién acabada intervención: “si supiéramos dar, no habría que pedir”, y me doy pena de mí mismo por ser como los demás.


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

https://miguel2448.wixsite.com/escriburgo

 


Un libro… una historia

 

                Me van a permitir ustedes, y el periódico que me acoge, la libertad de dedicar mi artículo de esta semana a la aparición del libro que, sobre la azarosa odisea bélica de mi padre, hemos escrito entre mi hermano y yo… Su título: El Teniente Galindo (biografía autorizada de un piloto de la república española), es como un acta notarial que da fe de su contenido. Mi hermano, Jesús, ha vertido en él todo su aporte de excelente documentalista que es, y buen selector fotográfico que ilustra la obra, y yo me he reservado la parte narrativa de la misma. El libro ha sido editado por PLANETA, bajo su sello Universo de las Letras, y, cuando esto se publique, ya se encontrará en nuestras librerías más cercanas, así como en toda la red de distribución de Planeta, a disposición de los lectores…

                Mi hermano y yo hubiéramos querido haber hecho una presentación oficial, en forma, como merecía la memoria de nuestro padre, y como merecen todos ustedes, los que lo conocieron, los que nos conocen, o los seguidores e interesados por nuestra historia más reciente, que nos forma y nos conforma a todos… Pero los idus del Cóvid han impedido nuestros buenos deseos. No obstante, sí que les anunciamos, mientras tanto, que una vez pasado este aciago trance que hace imposible que podamos reunirnos los amigos de esta causa, en el momento en que nos autoricen a juntarnos, trataremos de celebrarlo con un modesto acto, a pesar de que ustedes hayan –así lo espero- disfrutado con la lectura de este libro, que pone fin a una aspiración largamente anhelada y que pretendemos sea más conocida. Para nosotros será un honor y un privilegio poder agradecérselo, de una forma más personal, a cuantos lo deseen y tengan interés en asistir, por lo que lo comunicaremos a su debido tiempo.

                La narración está hilada en primera persona. Todo un riesgo y un atrevimiento por nuestra parte. Pero lo consideramos necesario para dar fuerza al relato, veracidad al personaje y rigor a los hechos. Cuando Jesús me dijo que era mejor encararlo de esa forma, debo confesar que se me aflojaron las piernas. Reconozco que contar con las tremendas experiencias vividas personalmente por mi padre narradas por él mismo, supone una ventaja, pero meterme en su piel, tratando de re-vivir y con-vivir sus sentimientos en unas circunstancias tan excepcionales, es todo un reto… y toda una osadía. Un reto del que no sé si habré salido bien librado. Eso se lo dejo a la subjetividad de ustedes, de los que lo lean y que se aventuren en las aventuras, valga la redundancia, de mi padre. Sí que les aseguro a ustedes, que me costó dominar muchas emociones, bastantes nudos en la garganta, y alguna que otra lágrima… Y tener que reescribir varias veces una palabra, una línea, un párrafo…

                Lo que sí queremos hacer constar es que nos hemos esforzado, y mucho, en seguir una línea argumental y de los hechos estrictamente verídica e histórica. Nada se ha dejado al albur de la novelación ni del acaso. Absolutamente nada. Todo se sujeta fielmente a lo que ocurrió, cómo ocurrió, dónde ocurrió y cuándo ocurrió. El por qué ocurrió se lo dejamos a la reflexión final de cada cual. Hemos querido que el libro sobre las vivencias y experiencias de nuestro padre sea extrapolable a toda aquella generación que vivió, luchó y sufrió aquel tiempo terrible de guerras, por un lado y por otro. Y que sea un texto cabalmente histórico. Hemos contado con la inestimable colaboración de diversos historiadores y personajes que han querido aportar sus conocimientos y vivencias y de los que hemos podido entresacar una valiosísima información que nos ha servido para certificar determinados pasajes de esta historia, y a los que, desde aquí, se lo queremos agradecer de forma expresa. En definitiva, un pedazo de la historia dentro de la gran Historia… y exento de ideologías combatientes y condicionantes, pero no así de lealtades que honran a las personas que, como es el caso del biografiado, sufrieron las desdichas, no solo de una, sino de dos guerras.

                Precisamente por esto último, no es tampoco un libro del que se pueda extraer ningún sesgo político. No se ha querido torcer ni enderezar nada, pero sí que es un reconocimiento a la dignidad del ser humano en situaciones tan precarias y extraordinarias como las que tuvo que soportar nuestro padre y tantos otros como él. A final de tan terribles vivencias, en el crisol de la gente normal que las ha padecido, abrasada toda la ganga que causa tanto desastre, solo quedan las gemas de la paz, de la tolerancia, la convivencia y el perdón… sobre todo, en los que más han perdido, porque perder, lo que se dice perder, todos pierden en una guerra civil. Existen ganadores, pero no vencedores…

                En fin, todo esto, y puede que un poquico más, es y no es, el libro del Teniente Galindo, del que me he tomado el plácet para escribir esta columna de hoy, y que espero sepan los que me siguen disculparme, explicarse mis motivos, y aprovecharse de su contenido, si es que en algo les sirve a ustedes.

                Hace 85 años que sucedieron estos hechos. Toda una larga vida y algo más. Forman parte tanto de nuestra genética histórica como de nuestra genética de sangre. Eso es inevitable. Pero es una herencia que nos debe servir para aprender lecciones que nos ayuden a superarnos a nosotros mismos, y a ser mejores para no caer en los mismos y miserables errores… Lo intelectual debe superar lo visceral. Si así no fuera, no habríamos aprendido nada. Este es el mensaje, último y sucinto, que mi padre nos dejó a mi hermano y a mí. El colofón de toda una vida: la suya. Vivió el odio cainita con todas sus consecuencias, y terminó ahíto de sus frutos… Así nos lo transmitió, y así hemos querido transmitírselo a través de este libro.

                Ojalá y les guste… Será el mayor y mejor homenaje que podemos brindar, entre ustedes y nosotros, a toda aquella gente…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

viernes, 11 de diciembre de 2020

CRÓNICAS COVÍDICAS

 CRÓNICAS COVÍDICAS EN:

https://youtu.be/gLFSrM8V5OA

¿CARIDAD O JUSTICIA?..

 


Este año, mi día de programa radiofónico coincide con el Radio Maratón de Cáritas de mi pueblo. El director de la emisora, que colabora muy directamente en el evento, me insta a que participe haciéndolo mi tema de esta semana… Pero es que, además, no puedo olvidar, ni debo hacerlo, un par de circunstancias importantes que también coinciden: Una, que este Radio Maratón, ya instituído en el tiempo y en la efemérides navideña desde muchos lustros, fue plantado aquí por mi amigo y cura Antonio, aquel alcalde Pedro Jiménez que se involucraba hasta el tuétano en los requerimientos a todas sus relaciones, y un servidor de ustedes, que entonces peleaba en mil frentes… Y otra, que este año es un Radio Maratón muy especial, porque, precisamente, sobrevive y sigue haciéndose en “el año del cólera” (léase coronavirus)…

                En aquella primera ocasión, ¿veinticinco?, ¿treinta años?, ya expresé, no sin cierto escándalo por parte de algunos y algunas, que aquello no era cuestión de caridad, si no de justicia. O se interpretó mal, o no se quiso interpretar bien… Cuando se dice, desde instancias administrativas (y la administración de justicia es parte de la Administración) esa frase de que “aquí no estamos para hacer caridad”, dice bien, pero lo hace mal… y es precisamente por eso mismo por lo que existe Cáritas, y existen las Ong´s, o cuanto “sinfronteras” hay. Pero la verdad es que si existiese una auténtica Justicia – y lo dice quién, a la vez que director de Cáritas era también Juez de Paz – entre otras cosas, no habría necesidad de caridad alguna.

                La justicia del mundo, o en el mundo, es como un departamento estanco, que funciona con principios profesionales del Derecho y funcionariales. Son leyes, normas y reglamentos, no sentimientos. Y este sentimiento último es la dimensión que le falta, precisamente. A veces también son dogmas en la religión, que se convierten igualmente en normas y leyes. Sin embargo, no hablamos de un oficio, si no de un sentimiento del ser humano que, el que no lo tiene, es un humano a medio ser… La cosa es sencilla: cuando Jesús hablaba de “Los Justos” no se refería, en modo alguno, a los jueces, ni a los dignatarios de su época, ni tampoco de esta época, por supuesto. Él los nombraba Justos porque obraban según la justicia del Padre, no la justicia del hombre, o sea, según el Espíritu, no según el cerebro, que es para determinar las leyes y supuestos, o para castigar delitos y agravios… Hablamos de “justos” en otra dimensión (superior) de la Justicia. Por eso digo que si la justicia (minúscula) hiciera Justicia (mayúscula) no haría falta hacer caridad.

                Y da la puñetera casualidad que Jesucristo lo puso muy fácil. Tan extremadamente fácil que hasta hace daño entenderlo: La Justicia – caridad – empieza y termina en los más débiles y necesitados de todos, en los que pasan hambre y sed… de esa Justicia precisamente: la suya, no la nuestra: Los refugiados entre nosotros… ¿cómo se puede hablar de justicia ante la existencia a nuestras puertas de campos de concentración?.. de personas que son desahuciadas de sus casas y tirados a la calle porque no pueden pagar el alquiler… o pagan o pasan hambre. De ancianos que mueren de frío porque no pueden permitirse comprar la electricidad con que calentarse. De niños, el 30% en España, que en vacaciones, sin comedores escolares, no tienen cómo alimentarse… En la galopante desigualdad y pobreza en nuestro país… En tres palabras: los más débiles.

                ¿Queréis ser Justos?.. luchad por ellos, a favor de los más pobres, nos dijo el nazareno aquel. No permitáis la pobreza ni la necesidad, luchad contra la desigualdad. Sed compasivos entre vosotros y con vosotros, pero sed Justos con los más débiles que vosotros. No consentid que nadie de vuestra comunidad pase necesidad, pues eso no es justicia, ni tampoco caridad… Se cuenta que en las primeras comunidades cristianas la gente compartía, nada era de nadie y todo era de todos. No era por caridad, era por un principio de justicia… humana y divina.

                Aquellas comunidades se hicieron pueblos, los pueblos crecieron en ciudades, las ciudades formaron países… Las necesidades de los pobres sobrepasaron a los ciudadanos de esos países… “yo no puedo solucionar eso”, nos dijimos a nosotros mismos, eso es cosa del Estado… Y lo que debió ser un principio de Justicia Universal quedó en bienintencionados parches, o en bienaventurados grupos de personas y organizaciones que intentan paliar, aún muy levemente, la injusticia de la pobreza, procurando hacer lo que deben hacer esos mismos Estados.. “Cuidad de los más pobres, los más débiles, los más necesitados” fue la única petición que el Maestro nos dejó dicha. La única válida.

                Pues bien, lo que hoy se hace en nuestro pueblo es lo poco de eso mismo que nosotros podemos hacer. Para solucionar el problema de la pobreza en los países y en el mundo no podemos hacerlo compartiendo, si no votando, presionando a nuestros gobernantes y dirigentes, eligiendo a los más justos (aquí es donde hemos de ubicar esos Justos de las Escrituras), y estamos aún muy lejos de elegir a los que piensen en los más necesitados antes que en su propia paga…Pero paliar en lo posible la desigualdad y la pobreza, y la necesidad de nuestros convecinos, de nuestros próximos prójimos, sí que alcanza con nuestra solidaridad personal, con el hecho de compartir, con el acercamiento a los más débiles… Fíjense que prójimos viene de próximos, y que hermanos viene de cercanos. La justicia está igual en las actitudes para con esos próximos que no son de nuestro color, de nuestra cultura o de nuestra fe. También la caridad, también… y hablo de actitudes, no de aptitudes.

                …En fin, hoy se celebra en mi pueblo un Radio Maratón de una Solidaridad que debería ser todos los días del año para poder así convertir la Caridad en Justicia… Y yo no puedo sustraerme este día en hacerme, y hacerles a ustedes, estas reflexiones. Porque me lo han pedido y porque lo he sentido. Nadie tendría que pedir si nosotros supiésemos dar…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ  https://miguel2448.wixsite.com/escriburgo

/ viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

sábado, 5 de diciembre de 2020

REFLEXIONES COVÍDEAS

 


…Pues resulta que tenemos la Navidad encima, y yo con estos pelos. Y sin que ponerme. Pero no es eso lo peor, amigo y amiga mío y mía, es que tampoco sé dónde ponerme. Si aquí, allá o acullá… Este año el Coronavirus parece venir a recordarnos una lección olvidada en el tiempo, y es que el misterio de la Navidad nada tiene que ver con el montaje consumista, hedonista y populista, festero, chamarilero y populachero, por la que la conocemos. Y viene el jodido virus éste a susurrarnos a la oreja que el lanzarnos a todo eso es jugarse el pellejo y jugarnos el de nuestros prójimos más próximos, que allá nosotros con lo que entendamos por responsabilidad… Y que este año se nos brinda la oportunidad de soltar lastre al que nos hemos atado, y nos paremos a pensar – si no nos vá la hernia en ello, claro – recapacitar, reflexionar, lo que es la genuina y auténtica Navidad, y en lo que lo hemos convertido. Lo que pasa es que ya no sabemos celebrar la otra, ni dónde ni cuando la perdimos…

                De momento (estoy convencido de ello) mandaremos las recomendaciones sanitarias a tomar el relente a la esquina de enfrente, pues ¿cómo no voy yo a cumplir con la sagrada juntaera con la familia y allegados a los que tanto quiero? (una forma de amarse es arriesgarse los unos a los otros)… Uno me decía el otro día: “Acho, ¿no es cierto que para que la pólice entre en mi casa ha de ser con una órden judicial?.. Pues más vale que la traiga esta Nochebuena”… Estos son los propósitos. No sé si unos pocos, unos regulares, o unos muchos propósitos, pero me temo que va a ser la tónica cuasi-general, dadas las circunstancias… Y las circunstancias no son otras que hemos bajado de nivel extremo a nivel grave y ya nos creemos con el derecho social y personal a relajarnos hasta el extremo de hacer el idiota congénito, que, por otro lado, es lo nuestro… Pues bien, pues bueno, pues vale, pues nosotros mismos…No se me escapa que los seres humanos somos seres sociales por naturaleza. Y que nos vemos compelidos a socializar nuestras relaciones en gran medida. Y lo he de reconocer, no lo voy a criticar. Incluso forma parte intrínseca del carácter mediterráneo (y qué le voy a hacer, yo soooy del Mediterraaaneo), y de todos los países, España el que más. La medida la da en que somos los que tenemos el mayor número de bares del mundo entero. Y eso es por algo.

                La cuestión que yo me planteo es la siguiente: Admitido que los meridionales llevamos en la genética la relación interpersonal, el roce, el compartirnos nosotros mismos, el interactuar a nivel ombliguero, estrechamente, no en el “a ver si quedamos”, si no en el “a ver si quedamos y nos las tomamos”…Bien, vale, es casi un instinto. Pero mi pregunta es: ¿acaso no tenemos también el instinto de supervivencia?.. ¿Alguien se ha preguntado cual de los dos instintos es más fuerte y arraigado en nosotros?.. Hace poco leí un estudio de investigación serio y fiable: el porcentaje de contagio entre personas departiendo y/o comiendo o bebiendo, que bajan las elementales pautas de seguridad, es de un 64%... O sea, cada vez que compartimos riesgo alrededor de un velador, estamos jugando a la ruleta rusa. Pero es que, además, lo sabemos y nos importa un sanparapapucio…

                Por eso que lo de la batalla planteada por el sector hostelero-y-yo-el-primero está fundamentada sobre estrategias falsas… No es que los bares tengan la culpa de nada (solo es el lugar, no el acto) por supuesto que no son culpables. No. Es que los bares trabajan con material de riesgo, viven de manejar un producto altamente peligroso: sus clientes. Porque el peligro no está en los establecimientos en sí mismos, ni en sus terrazas y hogazas, ni en sus medidas sanitarias o lo que sean éstas, ni en sus protocolos, se cumplan o no. El peligro está en el comportamiento de su clientela. En la gente. En nosotros. En las personas que acudimos allí y nos relacionamos de la forma en que lo hacemos, como si nada de esto fuera con nosotros… Cuatro, seis o diez, junticos, desenmascarillados, riendo, gritando, comiendo y bebiendo…

                Y no… no me demonicen tampoco. Lo hacemos todos, viejos, maduros, adultos, jóvenes y odiolescentes, aunque estos últimos sectores, por lógica casi natural, sea la edad más celebrada pero menos cerebrada. Absolutamente todos en su justa proporción. Luego está lo otro, la otra cara de la moneda, lo anecdótico si quieren, aunque para mí no lo sea… Les pongo un ejemplo gráfico, si vuecencias me lo permiten: Paso por una plaza donde un par de bares han acomodado sus servicios al “para llevar”. Sirven a través del exterior, y los consumidores se las toman como pueden, y donde pueden, y como quieren… en un banco público de la plaza, muy junticos, apoyados en el toldo de lo que fue una terraza, dejando los cafés en la pila de mesas y sillas arrinconadas, otros tantos a pié, firme el ademán, charleteando entre ellos… De pronto, llega un equipo de Swafts municipal, tris, tras, nadie se mueva cagondié… Y multan al hostelero que estaba sirviendo tras su ventana de Santa Ana… por la actitud que mostraban sus clientes en la calle… Esto es; si yo estoy sin mascarilla y sin distancia de guardar con otro prójimo, pum, se me cae el pelo, pero si sostenemos en la mano una taza, el pelo se le cae al del bar…

                De momento, hoy por hoy, las vacunaciones serán y se harán efectivas a partir del verano (no la bola interesada y largada por los políticos de 1º de año). La casi plena inmunidad poblacional se logrará en el 2022, con suerte, y, mientras tanto, habremos de convivir y sortear un virus que ha venido para quedarse entre nosotros, porque no es un invento chino, si no una de las consecuencias directas del cambio climático, ya prácticamente irreversible. Este, y no otro, es el planteamiento, nos guste o no nos guste, lo aceptemos o no lo aceptemos… “Y el virus se hizo carne y habitó entre nosotros”, parafraseando a S. Juan con todos los respetos.

                Así que, al final de todo, la única realidad que nos queda, será el número de muertos, el número de personas con secuelas, y la devastación de recursos públicos, sanitarios y económicos, que esto nos deja… Y la único que tenemos que hacer nosotros es estar en uno de los dos bandos: contra la pandemia o a favor de la pandemia. Basta con hacer lo que debemos, o hacer lo que no debemos. Es así de fácil. Elijamos pues en qué lado estamos, y obremos en consecuencia.

                Pero, joer, no nos hagamos trampas a nosotros mismos diciéndonos que los niños no cuentan en los “númerus cláusulus”, ni que, llegadas estas fechas, los amigos y parientes se convierte en convivientes. Es tan burdo como absurdo… Se nos dá muy bien armar el Belén. Así que montémoslo, y pidamos a los Reyes Magos, como final de nuestras pantagruélicas fiestas, los tres tradicionales regalos que más vamos a necesitar: cordura, mesura y cultura, que lo demás, como nos dijo el del pesebre cuando se hizo mayor, se nos dará por añadidura

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

viernes, 4 de diciembre de 2020

Programa de Radio Semanal

 

Os recomiendo el programa de radio de esta semana. Tema: JESÚS

https://youtu.be/MzQyLFnxp50