Datos personales

Mi foto
TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

viernes, 31 de julio de 2020

VADE RETRO...


Cuando un exministro del interior de Rajoy, un Papa emérito, un presidente de católica universidad, y un obispo, hablan todos del maligno como de un cappo de la mafia, no se explica uno como no está en busca y captura, perseguido por la Interpol en todo el mundo conocido. Claro, a lo mejor tiene su madriguera en Saturno, y hasta que no se invente la policía interestelar montada en Star Treck no se le puede echar mano... Pero el caso es que el cornicéfalo éste, es aquí, en La Tierra, donde tiene predilección por actuar y cometer las más horribles acciones y llevar a cabo los más terribles delitos… Según el exministro rajoyano, Sr. Fernández Díaz, informado de muy buena tinta por el expapa Ratzinguer – fuentes más que fidedignas, como se podrá comprobar – el Demonio está detrás de todos los males que sacuden a España actualmente. Y eso, por su decidida alineación histórica (yo la llamo alienación) con la Santa (yo la llamo católica) Iglesia. Satanás quiere vengarse por todo ello.

                El levantino y levantisco obispo, que clama (espero que en el desierto) contra la obra diabólica que la ciencia atea y sin escrúpulos anda realizando en su investigación con células-madre, aún con la inamovible excusa de salvar vidas humanas… El dilecto y divino director de la católica university, que declama, vox et pópuli, que el demonio anda suelto y es el causante directo y único del azote coronavírico, del que se sirve Yahvé, ya ve, para castigarnos por nuestros inmensos pecados… ¡Arrepentíos, raza maldita, y volved vuestra faz a Dios!.. que, por cierto, es aquél nos, en nuestra asistencia divina, os decimos que es, y que a través de nos, recibiréis las instrucciones precisas para la salvación de vuestras almas, ya que es por nos y por nuestra intervención, a través de nuestros santos dogmas y por nuestra sola y única mediación, por quienes debéis dejaros guiar, amén.

                Así que Satán cabalga de nuevo, hoy más “espabilao” que nunca, haciendo de las suyas, que son de las nuestras al fin y al cabo, vuelto a la vida activa, como el Drácula de Bram Stócker, por el verbo amenazante y apocalíptico de toda esta interesada caterva de tiquismiquis inquisidores y tridentinos. Lo cierto es que si el diablo no existiera habría que inventarlo, pues es una herramienta tremendamente útil a la hora de justificar desmanes y, sobre todo, para amedrentar al personal… ¿Pero existe, tontolhaba, o no existe?.. La verdad es que la Iglesia, desde Juan XXIII acá, según qué Papa, ha intentado desmontar o reducir el invento – como el del infierno, ya más infiernillo que infierno -queriendo acercarlo más al terreno de las actitudes humanas que a las del propio personaje en sí mismo. Pero siempre ha habido papados y elementos curiales oscuros a los que no interesa en modo alguno que se descuajaringue la idea primigenia del diablo, que tan buenos resultados y frutos ha rendido al católico negocio de la Iglesia.

                Pues la realidad es que la figura de ese demonio es un excelente catalizador de todo lo malo (de lo que la sancta, claro, dictamina como malo) y de todo el odio que genera. Es el personaje perfecto para odiar, la figura digna de ser odiada a la vez que temida. Y además, justifica la idea de pecado – otra manipulación más – como nada ni nadie lo justifica, ya que es él quien lo motiva y el que (como el coronavirus) lo transmite. Se puede decir que, si no fuera por el puñetero demonio, los hombres, y mujeres, por supuesto, seríamos pan bendito… Ya tenemos, pues, a alguien suprahumano y semidivino al que largarles todas nuestras culpas. Todo perfecto. Pero el pecatus tuus pasa por mi “ego te absolvo”, eso que no se te olvide, majo… Que el manubrio de todo lo hemos de seguir manejándolo nos por los siglos de los siglos, otra vez amén. Al menos, mientras sigáis bailando al son de nuestra música. Y ahora, mirad, el Cóvid-19, no lo habéis desatado vosotros envenenando nuestro medio ambiente, atacando la naturaleza, y haciendo polvo mares y atmósfera. No. Ha sido cosa de Satanás que poseyó a un pangolín, que os enteréis, además – eso siempre – como instrumento de Dios para castigaros como merecéis, que ya no nos hacéis tanto caso como antes, joíos míos…

                Pero el mal es la contraposición del bien, como Satán es la contraposición de Dios. Exactamente igual que el frío al calor, la luz a la oscuridad, la tristeza a la alegría, el dolor al placer, la belleza a la fealdad, o la suerte a la desgracia… Precisamos polarizar todo lo negativo en el Demonio para poder experimentar todo lo positivo en la figura que nos han creado de Dios. Así Dios encarna todo lo bueno, como Lucifer todo lo malo. Sin embargo, todo es Dios. Nosotros nos movemos en un sistema binario, en una dimensión de percepción dual, donde lo uno no puede existir sin su contrario, ya que ambos dos forman parte de la misma naturaleza, e incluso de la misma Unidad… Los dos son uno solo, y ninguno puede obrar por separado del otro, ya que ambos son lo mismo…

                Bien… Ahora, los Torquemadas y Jeremías pueden llamarme sacrílego cuántas veces les apetezca. Y me pueden excomulgar, si quieren, ya que no mandarme a la hoguera, gracias a Dios… De acuerdo, vale… Pero es que no entiendo cómo han podido hacer comprender a su grey el misterio de la Santísima Trinidad, por ejemplo, el del tres en uno, y le andan escamoteando exactamente el mismo principio del dos en uno, esto es, el dualismo divino del bien y el mal. Hay que reconocerles que son unos excelentes trileros, sí señor… Y encima rizan el rizo llamando al Demonio diablo, cuando la propia semántica de su palabra, del griego Di-ablo, lleva el origen “di” como señal de su dualidad… al igual que con la palabra Di-os, con todos mis respetos…

                Respeto que es lo que a éstos les falta para con todo el resto del mundo que no vive de ni en sus cuentos, y que no piensa como ellos. Pero, en fin, la tolerancia no suele ir de la mano de la religión. Al menos no de ésta. Debe ser cosa del demonio…

               

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo


sábado, 25 de julio de 2020

LA REALIDAD


Un conocido mío, hindú él, (no se extrañen, en mi pueblo hay muchos), que dice que sigue mi programa en la emisora de radio, un día me aborda con una pregunta que me descolocó: si yo creía en la doctrina de la reencarnación. Entre ustedes y yo, no me explico por qué atraigo a este tipo de pájaros, la verdad, solo que yo sea más raro que ellos, claro, pero eso, solo ustedes que me siguen, están en disposición de saberlo… La cuestión es que, tras pensármelo, le contesté que si él lo creía, no importaba lo que opinase yo, puesto que cada cual se crea su propia realidad, o algo muy parecido… Y como se quedó también un poco en suspenso con mi respuesta, le aclaré que yo no negaré nunca ninguna posibilidad, siempre que no ataque la más básica y elemental lógica, y aún y así, siempre existirán fundadas dudas razonables… Pareció conformarse con ello, asintió con la cabeza, sonrió, y me dijo que eso era muy sensato, le dí las gracias, y seguimos hablando de otras cosas…

                Se lo crean o no, por extraño que pueda perecer, a mí me ocurren estos casos. Si son extraños o no, supongo que dependerán de lo que les suela ocurrir a los demás, naturalmente. Pero eso es algo que, como comprenderán, yo lo ignoro. Y lo que se entiende como normal o no, es algo tan evasivo como unas arenas movedizas, porque, con sinceridad, ¿qué es la normalidad?.. un concepto etéreo que varía según cambiamos nuestra propia realidad, por dar la misma explicación que le di al amigo hindú… Y porque es el único ejemplo, en el que, en ese sí que sí, yo creo profundamente: cada cual crea aquello en lo que cree. Y eso lo hacemos, tanto individualmente, como todos, colectivamente, en conjunto, lo que llamamos “sociedad”, según tendencias, dogmas o creencias, independiente de la falsedad o veracidad de los mismas. Y cada cual, o cada grupo, se fabrica su propio cielo o su propio infierno, según su propio credo…

                En la Historia Comparada de las Religiones se afirma que la reencarnación es una creencia mucho más antigua que las modernas conocidas como “las religiones del libro”, por lo que la católica, ante la posibilidad de una mejora por errores cometidos en la vida, sin más penas que revivir experiencias correctoras, frente a la suya de castigo eterno (infierno) por el pecado, tuvo que inventarse la doctrina del perdón de tales pecados a través de la confesión, por supuesto que filtrada por el chamán, que es el que ostenta el poder de los dioses, y un purgatorio que es la gatera de escape, porque si no, se quedaba sin clientela. Ya que una doctrina basada en el temor, la amenaza y el castigo, no resulta precisamente muy lógica. Si Dios ha creado al hombre para que la inmensa mayoría fracasen en una vida de segundos comparada con la vida del resto de la creación, y se condenan por toda la eternidad restante, ¿cuál es entonces el propósito?.. Sencillamente absurdo.

                Pero como de lo que se trata es de la obtención del poder, y el poder se logra con el control del miedo, pues se monta un chiringuito en que el invento del pecado (error) se pasa por el instrumento del perdón de Dios (sacerdote), y así, de esa forma, aunque Dios no necesita de intermediarios, tienes la oportunidad de salvarte. Pero como la gente entendió que, mira qué bien, yo peco, me confieso, y hasta la próxima prójima, pero si no dispongo de un cura a mano, entonces, ¿qué?.. la Iglesia se sacó del sacro saco el negocio de las indulgencias, o sea, usted me paga por adelantado por sus pecatus tuus, y luego ya nos encargaremos de sacarlo del purgatorio a base de misas y novenas. Y eso funcionó de maravilla durante siglos, y la caja no paraba, cling, cling, de sonar, desde las fortunas de los nobles a las calderillas de los villanos… En la actualidad todo parece estar en revisión, los paradigmas se tambalean, y las gentes, salvo un aún un muy buen residual que cree a pies juntillas lo que le echen si viene por la boca de mitrado, el resto está más pronto a creer en otras idolatrías consumistas, hedonistas y festivas, que les bailan el agua a sus intereses... El caso es que el negocio no pare.

                Y en eso mismo es en lo que estamos. El personal pone su fe, como el ave pone sus huevos, en muy diversos nidos, y vive aquello en lo que cree como una realidad: la suya. Pero no es “la” realidad. La realidad real es que incluye todas las realidades posibles que el ser humano pueda fabricarse a sí mismo para su propia evolución, o involución. Desde las acertadas a las desacertadas (nosotros aún vivimos el coletazo de la adoración a Dios a través de los ídolos que nos fabricamos y sacamos a hombros). Si a nosotros nos vale, a lo auténtico de lo que llamamos Dios también le vale, aunque lo le sirva para otra cosa que mondarse a reír con las ideas que tenemos sobre Él. Nos hemos fabricado la idea del pecado, de la muerte, de los dogmas – algunos de ellos disparatados – como unas muletas con las que nos valernos, sin ver que nos sirven de poco durante muy poco tiempo, y que, al final son nuestro principal estorbo, pues confundimos a Dios con las muletas, y entonces adoramos las muletas, y la sacamos en procesión… Están hechas con la madera del Tótem, no con el espíritu del verdadero Dios.

                Muchos de los que me lean esta semana pensarán que a qué viene toda esta reparandoria, y no se lo reprocho en modo alguno. Incluso es posible que el periódico que me da asilo me mande a tomar el viento fresco al faro más cercano. Pudiera ser… Pero es que es una oportunidad que me ha brindado la preguntica del shing este para recordar cierto tipo de verdades eternas que hemos olvidado, y compartirlas con ustedes, aún a riesgo de repulsa general. No crean que no comprendo que se puedan sorprender. Entiendo incluso que hasta pueda incomodar, cuando no asustar un tanto. Sin embargo, si a algunos pocos les sirve para abrir la mente a realidades más profundas, igual les sirve de ayudica para no angustiarse demasiado con las realidades presentes. Éstas autorealidades valen tan poco que desaparecerán y cambiarán por otras: las que nosotros queramos que sean… Que sigamos errando o empecemos a acercarnos, depende de nosotros mismos… Otra cosa, ya es otra cosa.

 

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo

sábado, 18 de julio de 2020



El ser humano es un cuerpo y aquello que lo ocupa. Aparentamente es un valor absoluto, pero no es así. Es una trinidad. Un vehículo animado, un pneuma-alma que lo mueve, lo anima, y una inteligencia, el ego, el yo, la mente que lo empuja y el espíritu, que lo rige, lo conduce, y que se reconoce a sí mismo como una entidad única, un “yo soy el que soy”, o mejor, un yo soy quién soy. A partir de ahí, hay miles de millones de entidades autoconscientes como él que conforman todo el género humano, y que, a su vez, también conforman, entre todos, el mundo. Y lo conformamos porque proyectamos nuestro yo-soy-yo de cada uno fuera de cada cual para contactar, comunicarnos, relacionarnos e interactuar en la construcción (o en la destrucción) de ese mismo mundo… Confío que esta premisa que nos introduzca en el tema de hoy, aunque pueda estar equivocada, que puede ser, pero, al menos, intente aclararla.

                Lo único que deseo comunicar es que cada “yo soy” vive dentro de su cuerpo, y que su cuerpo es solo su apariencia, y a veces, ni eso. La cara, o los modales (de modo) no siempre son el espejo de alma alguna. Vivimos dentro de lo que entendemos por “nosotros”, pero actuamos fuera de lo que entendemos por ese mismo “nosotros”, y lo que es peor, construimos en el exterior antes de construirnos a nosotros mismos en nuestro interior. Y nos sale lo que nos sale, una castaña, y encima nos convertimos en seres infelices y siempre insatisfechos, culpándonos unos a otros, y responsabilizando a los demás de nuestras propias culpas. Y construimos, sí, es cierto, pero destruimos tanto o más, porque nuestras obras son erróneas, fruto del pensar y valorarlo todo erróneamente… Por supuesto, podrán, o no, estar de acuerdo con esta manera de ver las cosas, son muy libres, y tienen todo el derecho del mundo, claro. Pero deberíamos examinarlas internamente antes de opinar sin pensar…

                Por ejemplo: ¿Apariencia o excelencia?, ¿qué es lo que realmente buscamos y nos interesa realmente?.. ¿conseguir el conocimiento, o que la gente crea que poseemos tal conocimiento?. Son dos cosas distintas y hasta opuestas… ¿Quiero saber, en realidad, o solo obtener un título que diga que sé?.. Es muy diferente. Tan falsa hemos construido esa realidad, que las sociedad humana se mueve y obra por títulos, diplomas, papeles, certificados, doctorados, másteres, documentos que certifiquen (no que garanticen) nuestros saberes, y priorizamos las titulaciones sobre el propio conocimiento. Quién lo hace al contrario, el que ama el conocimiento sobre las evaluaciones y evaluadores, es el auténtico sabio, el verdadero rabbí. Por eso mismo son tan escasos, porque no tienen que demostrar nada con nada, fuera de sí mismos. Y entonces se les conoce, aunque jamás se les reconoce.

                La calidad se demuestra sola y a sí misma sin necesidad de etiqueta externa. Si esa calidad hay que adquirirla falsificando, o pagando, con dinero o favores, la obtención de títulos que le certifiquen, no hay empacho en hacerlo, y lo que es peor, toda la sociedad se inclina sobre ese papel antes que sobre la (falsa) calidad que suscribe, porque se ha perdido la capacidad de distinguir un documento de una cualidad. Y entonces, los seres humanos funcionamos al revés de toda lógica… Si, por ejemplo, existe un excelentemente demostrado por sus conocimientos y prácticas, buen médico, salvando vidas y curando personas, y no tiene credenciales, se le encarcela por falsario, pero a un inepto mandapíldoras de vademécum, si tiene papeles, se le justifica casi que cualquier desmán o mediocridad. No me estoy inventando nada y ustedes lo saben. Esto está pasando todos los días. Y ocurre en cualquier plano del saber. Si no tiene título, es un fraude. El documento está por encima del conocimiento.

                Lo que intento con estos ejemplos, no es poner en cuestión el concepto de legalidad o ilegalidad, que legitimidad o ilegitimidad es otra cosa, otro concepto, no, pues lo normal es una especie de Cánon impuesto por una determinada manera de pensar. Lo que quisiera es llamar la atención sobre el cambio de valores que hacemos entre apariencia y excelencia. Ponemos delante la primera sobre la segunda porque, - y esto está sobradamente demostrado –, entre la deidad y el ídolo adoramos el ídolo, y eso es porque al perder la capacidad de reconocer y apreciar lo importante, preferimos un sucedáneo, lo accesorio ante que lo auténtico, que es mucho más cómodo de llevar…

                Y esto ocurre igual en otros muchos casos y cosas: preferimos las normas a lo correcto, el premio a la ética, el poder a la integridad, el logro a la serenidad, el beneficio a la conciencia… y de los que se puede escribir un buen montón de artículos… Artículos que dudo mucho que se me pidan, por cierto. Pero en los que se demostraría indefectiblemente lo que decía al principio: que nos afanamos por la apariencia externa antes que por la excelencia interna, y claro, al estar la primera levantada con planos defectuosos, tarde o temprano todo se nos derrumba. Los valores auténticos existen, o no existen, en el interior, y nosotros los buscamos fuera antes que encontrarlos dentro. Y así todo… Nuestras fés están hechas de signos, ritos, dogmas, palabras, poses y apariencias, todo pura manifestación externa, que no se corresponde con la solidez que supone encontrar lo que se busca dentro de nosotros. Fue lo más importante que dijo el Nazareno en su Evangelio. Pero nosotros, la sociedad entera, se rige justo por todo lo contrario. A las obras y consecuencias me remito, maestro..

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo

sábado, 11 de julio de 2020

EL NOMBRE DE LAS COSAS



Cuentan las más antiguas escrituras de la humanidad, que cuando Dios tuvo acabado el Edén e hizo el contrato de alquiler al ser humano y humana, los llamó (en ellas habla del hombre solo, pero, en fin, yo me lavo las manos…) para que le pusiera nombre a todo lo creado, pues así – eso dice la cosa – les daría vida, y comenzarían a existir como almas vivientes. Ya saben que al principio fue el Verbo, la palabra. El nombre, pues, es vital para entendernos y entenderse, y para que cada invento se ajuste al nombre otorgado… Bien hasta ahí. Lo que pasa es que luego, más tarde, tuvo que haber algún problema técnico en el mecanismo humano, que falla más que una escopeta de feria, algún desajuste, cuando lo de la Torre de Babel o por ahí, dado que, desde entonces, aquí nadie se pone de acuerdo en nada, nadie se entiende con nadie, y el diálogo de sordos es continuo y constante… Aquí, en nuestro país, ya ni le cuento…

                Ahí tienen a un Torra, por ejemplo, al que visitó antes de la pandemia el ya desangelado y descongelado Sánchez, dispuesto a descongelar igualmente las relaciones y engrasar las instituciones (25 millones a la sardanesa Colau para que Barcelona vuelva a ser la capital cultural, entre otras dádivas a la Generalitat), y el Quim dale que te dale con que el Mediador aquel de marras, ¿se acuerdan?.. es necesario para la mesa de diálogo. Y, claro, ha de ser nombrado por ellos, ni siquiera consensuado… y eso es cambiarle el nombre al choto, pues entonces ya no es un mediador. La Mediación se basa en tres premisas: Voluntariedad de las partes, Independencia del mediador, y Confidencialidad. Sí o sí. En el momento que dice que es obligatorio, falta a la primera condición, pues ya no existe voluntariedad. Si es nombrado por una de las partes, se falta a la segunda, pues ya no existe imparcialidad. Y la tercera, la de la confidencialidad, dudo que exista en ausencia de las otras dos… O sea, eso no es un Mediador ni de coña. Será otra cosa, un director de escena, un amenizador, un presentador, un domador, un payaso… Pero nunca, jamás, un Mediador. Sépanlo ustedes que me leen…

                Por esas mismas fechas se recorrió España durante un par de semanas un relator de la Onu, metido en un informe sobre extrema pobreza y derechos humanos. Anduvo por todo el país viendo, preguntando, hablando con la gente, mirando y tomando nota. Y se ve que lo llaman relator porque relata cuanto tiene ante sus narices, claro, aunque a nosotros nos suene más lo de narrador, contador, incluso chivato. A mí, por su papel, veo que encaja más lo de informador, lo de inspector, pues viene a eso mismo, a examinarnos cómo estamos aquí en esas materias. Y la verdad es que no salimos muy bien parados que digamos. En su informe, Philip Alston, que así se llama el hombre, dice muy clarito y con sus nombres, que aquí “existe una extrema desigualdad, y que se ha fallado con los más débiles”. Y sostiene que los niveles españoles de pobreza no se corresponden con el poder económico del país. “España es el cuarto país más rico de la UE. Se puede hacer mucho para corregir estas enormes diferencias. Pero han decidido no hacerlo”. Más claro, imposible. Y añade: “los políticos españoles, de todos los partidos e idearios, han fallado a los más pobres y han ido solo que a su interés”. Lo del relator será o no confuso, pero el tipo sí que ha llamado a las cosas por su nombre.

                Eso se ve en detalle cómo que ellos se suben su ya inflado sueldo de políticos un 2%, mientras el ya menguado de pensionistas lo suben un 0´9%. Un ejemplo de una desproporción avergonzante si tuvieran vergüenza, claro. A los más altos le suben más del doble que a los más bajos… ¿acaso no debería ser al revés?.. Pues esto es tan solo que un detalle entre muchos otros. Para combatir la desigualdad que tenemos, el desequilibrio y las diferencias que abren una brecha cada vez mayor y más profunda, por pura lógica nivelatoria y compensatoria debería de ser al contrario: el mayor porcentaje de subida para los más bajos, y el menor para los más altos. Pero aquí, no, aquí se usa la injusta proporción, no la justa proporción, el quítale al pobre y dale al rico…

                Pero lo que acojona de verdad es ver calladitos a los de arriba los pobres del mundo, en pie famélica legión”, participando y aprovechándose de tal injusticia social, cuando, al menos lo que venden, es que están ahí justo para combatir eso mismo… Lo que ilustra son esos revolucionarios puñoalcistas y de bolsillo ancho, provistos de catecismo comunista pero de espíritu pancista: dáme lo gordo pá mí, y a los más débiles lo flaco, que ellos ya están acostumbrados al hambre y yo no, que vengo de funcionariao del estao… Igual que los de derechas a los que tanto critican por exactamente lo mismo. No hay diferencia alguna entre ambos, salvo la pose y la etiqueta. Por eso yo digo a los apocalípticos que rasgan que esta coalición de izquierdas nos va a llevar a la fin del mundo, que no… Que los imitan tan bien, que parecen ellos mismos. Lo que pasa es que no se miran al espejo. Y es que igual llevan al nombre cambiao

               
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

sábado, 4 de julio de 2020

LA HISTORIA Y LA HISTORIETA




                Aquel distribuidor de libros era “socialista histórico”, o así mismo se autodenominaba él en aquella época, a caballo entre el tardofranquismo y unos socialismos de distinta fábrica y condición, que pugnaban entre ellos por coger sitio de cara a la inminente normalización política por llegar a nuestro país. Luego, con el tiempo, fue el de aquel joven galgo de Suresnes, Felipe González, el que trincó la liebre, con el enorme alborozo de todos los que por el régimen estábamos etiquetados, por casta y familia, como de izquierdas. Los “históricos”, representados por el intelectual Tierno Galván, fueron luego asumidos, consumidos y aparcados por una tercería en pujanza, mientras al buen profesor lo aparcelaron – por no decir emparedaron - en la alcaldía de Madrid… Pero esto son solo datos para los que no vivieron aquella época y me sigue enredados entre estas líneas. El caso, lo importante, es que la izquierda volvía a respirar y a participar en la apertura hacia la democracia. Lo demás, era secundario…

                Aquel personaje del que hablo, Miguel Doblado se llamaba, tenía la librería en la Plaza de Santa Ana, de Murcia, pegada a Santo Domingo, en un cuasi-rincón de la misma. Y desde allí vendía a su clientela, y distribuía a los pueblos de la región, y se jugaba el tipo trayendo de editoriales mexicanas o argentinas, títulos y autores aún prohibidos por la censura franquista. Losada en Argentina, Kier en México D.F., preveían a lectores liberados en España de libros de León Felipe, García Lorca, Salvador de Madariaga, Miguel Hernández, Jesús Torbado, Aranguren, y tantos otros (también autores extranjeros, claro…). Según me contaba, en estricta confidencialidad entonces, naturalmente, algunos les venían disfrazados con tapas de falsas Biblias, Catecismos,  obras de aquella Formación del Espíritu Nacional, u otras admitidas por la censura, que dentro encerraban la literatura prohibida y perseguida, la no autorizada, la auténtica, la cultura verdadera y primigenia, con mayúsculas, la parte del saber y del sabor escondido, el conocimiento secuestrado…

                Yo solo era un humilde enlace con algunos lectores. Una especie de correo del zar, un Miguel Strogoff de poca monta y ninguna chicha, pero con lo que se montaba un modesto, si bien eficaz, servicio de reparto de libros. Oficialmente manteníamos nuestra cuenta abierta de clientes en paquetes por correo oficial y facturación normal… Los otros, en una Montesa que me dejaba un amigo, y haciéndome el viaje de ida y vuelta por los Puertos de San Pedro, Sucina, carretera poco frecuentada entonces por aquella Guardia Civil, permitía llegar a puerto seguro los libros que luego pasaban a manos de mis clientes-amigos, más de lo segundo que de lo primero, así como a los lectores avisados. Aún viven algunos de aquellos ávidos espíritus, a los que me une un hermanamiento muy próximo, único, cercano y especial, que podrían aseverarlo… Incluso, en mi primer pueblo de origen, donde entonces vivía aún soltero, en una casa destartalada y sin acabar que se nos dejaba, organizábamos los domingos por la tarde sesiones de lectura de esos y otros libros cuestionados – La máscara de la carne, de Maxence Van der Meersch, por ejemplo – mientras fuera, la benemérita rondaba la calle por algún por si acaso, o por algún soplo, que de todo había… Ese, y no otro, fué la primera especie de “círculo de lectores” que , junto con otros, conocí…

                Que el hasta hace poco reciente Círculo de Lectores haya muerto por inanición, por falta de lectores, y sin estar prohibidas ninguna de sus lecturas, en comparación y contraposición a lo de entonces, solo tiene sentido en su más profundo sinsentido. Porque supone el más flagrante contrasentido… Cuando no había libertad, ni medios, ni posibilidades, ni facilidades, ni nada, para adquirir cultura y conocimientos, se luchaba y se arriesgaba por ella, aún clandestinamente. Hoy, que existe esa libertad, medios, facilidades y posibilidades para acceder a ello, entonces lo despreciamos, le escupimos, la ninguneamos, pasamos totalmente de eso… Lamentable.

                Pero aún es más lamentable que a esos Miguel Doblado se les niegue su aportación a la historia de la cultura de este país, enterrándolos en el silencio, y no se les reconozca el riesgo que corrieron defendiendo la libertad de esa misma cultura. Es mejor arrinconarlos en los pliegues del tiempo, y más cuando de su figura no pueden aprovecharse ninguna de las ideologías que hoy dicen representar a aquellas otras que fueron barridas junto a estos auténticos, no digo héroes (por lo usado, abusado y subvalorado de esta palabra) pero sí digo guerrilleros, francotiradores, a los que ya nadie recuerda ni nadie ha otorgado el más miserable reconocimiento a su, valerosa y valiosa, aunque no valorada, aportación. Cero. Como si no hubieran existido. Ni por parte de ninguna autoridad cultural, ni de su ideología política, ni siquiera por los que nos vimos beneficiados, en alma y en espíritu, por el riesgo que corrió… Solo si aún queda por acá alguno que, como yo, si voy a la capital y paso por allí, miro a lo más recoleto de la plaza de Santa Ana, y recuerdo, me acuerdo, y homenajeo en lo más íntimo, a aquel hombre, en aquella época, por aquellas cosas que pudieron ser, y aquellos casos que se malograron…

                Y es que existe el interés político, pero no la sensibilidad política. Por eso dudo mucho, y lo repito tanto, que se conserve la pureza de la ideología política. ¡qué va..!. Se conserva la etiqueta, el exterior, las ferias (pose y selfie) del libro, el continente y no el contenido… postureo, clisés y fotos sepia que, de vez en cuando, se sacan para airearse y justificarse, pero de las que escamoteamos los personajes de entonces para no tener que vernos retratados en los sainetes de hoy. Para no sentirnos incómodamente interpelados por defender (y cobrar de) culturas que son subculturas, porque las de verdad interesan bastante poco… Aquello fue lo que hubo, y esto es lo que hay…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php