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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

sábado, 27 de junio de 2020

LO DE HOY SUCEDIÓ AYER

El Gobierno permitirá incorporar inmigrantes y parados al campo ...
A veces hay que hablar de lo que tanto se habla, aunque no se quiera oír. Es un ejercicio de equidistancia y de equilibrio, por lo tanto, de justicia. Aquél viejo aforismo de “para hablar hay que conocer”, ha desaparecido en el fárrago del “popularismo” actual – permítanme el término – y ya se hace sin saber, e incluso sin querer saber, que es lo peor, pues querer confundir verdad con falsedad, no es muy recomendable a nivel moral, ni, a la larga, a nivel material tampoco, aunque, a veces, cínicamente, se “venda” lo contrario…

                Hace menos de medio siglo, los árabes que asomaban por aquí eran esporádicos, y venían solos, como de avanzadilla, buscando un medio de vida que en su tierra no encontraban, y si lo encontraban, y podían conservarlo con cierta seguridad, luego ya veríamos qué. La agricultura era el sector productivo cuya mano de obra los estaba esperando: necesitada, barata, entregada, menos exigente y condicionada que la autóctona… sin problemas ningunos. La simbiosis fue tan favorable que el efecto llamada, si bien tímido e irregular al principio, no se hizo esperar. Venían solos o en grupos a trabajar, sin excesivas condiciones de acogida… El primer gobierno socialista quiso poner cierto orden en lo que se estaba yendo de las manos, así que dictó algunas normas, hizo cumplir las leyes de contratación: había que enviar ofertas de trabajo previas para que pudieran venir, y lanzó la Guardia Civil a los bancales en labores de inspección, pidiendo papeles… Avisos, levantada de actas, sanciones, estampidas de ilegales por los barbechos… era el pan de cada día.

                La reacción de la empresa agrícola, importante, sectorial y conservadora, no se hizo esperar. A esos intereses no interesaban dichas condiciones, y las quejas y las presiones obtuvieron sus frutos: se dio luz verde a un sistema guardado en los cajones de la administración durante largo tiempo: se autorizarían las ETT (Empresas de Trabajo Temporal). Entonces yo militaba en la pomada de la Coec, y nuestra territorial pachequera llegó a acoger la Confederación Regional de las mismas. Un negocio en áuge. Aquello parecía ser el bálsamo de Fierabrás. Yo llegué a confesarle a Julia, mi secretaria, que entonces (ayer) traían soluciones, y en el futuro (hoy) traerían problemas… El sistema anterior, el emigrante venía en descubierta, visitaba finca a finca, patrón a patrón… “ven dentro de un par de semanas, que tengo que cortar el melón, y a lo mejor…”. En el actual, se dirige a las Ett las demandas y necesidades de mano de obra de toda la región, y los mandan aquí o allí dónde se necesitan cuando se necesitan. Para el patrón, que antes debía presentar en la Delegación de Gobierno tantos contratos de tal duración solicitando esa mano de obra responsabilizándose de la misma y de sus condiciones de estancia, ahora solo tiene que dirigirse a la Ett y pedir lo que necesita para cuando lo necesita, sin mayores responsabilidades. Ni punto de comparación tanto para unos como para otros. Cómodo y sin riesgo… Y empezó a funcionar el invento.

                El resultado lógico fue el asentamiento de esa mano de obra importada en las ubicaciones de los centros de contratación, y, en consecuencia, las posteriores reagrupaciones familiares, a la que cualquier ser humano tiene derecho, por cierto, en cualquier país civilizado no esclavista. En principio, vale… Pero a toda acción sigue una reacción: “esto ya no es gentilandia, esto es morolandia”, o “nos van a invadir”. La población autóctona empezó a rebelarse contra los resultados de este modelo. Vale que vienen para trabajar nuestros campos y que nosotros vivamos de la riqueza producida (Pib), pero es que llenan nuestras calles, traen sus costumbres, montan sus tiendas y talleres, y, lo que es peor, no se adaptan a nuestra cultura… Un rechazo que no tiene en cuenta que vienen a ocupar los puestos de trabajo que nosotros no queremos, si bien aquí, es la administración la que ha fallado rotundamente no condicionando la radicación a planes de integración, con formación de cultura española, planes de seguimiento, etc… al fin y al cabo, el Islam de uso, como el Cristianismo de uso, si bien que ninguno de los dos son los auténticos, porque ambos son intolerantes, pero tampoco es que tengan los mismos valores…

                Pero la necesidad obliga, aunque esto no llegue a reconocerse nunca. Nos quejamos de su presencia, pero nosotros mismos les alquilamos nuestras anteriores casas, que dejamos por otras mejores. Nos quejamos de que están copando el comercio, pero les alquilamos nuestros bajo y locales. Nos quejamos de que nos están invadiendo, pero le cedemos nuestro espacio recobrando el importe de lo que se han ganado trabajando nuestros campos. Mantienen el tipo de nuestro Pib, pero no los queremos a nuestro lado. Y es que aquí nadie “invade” a nadie, simplemente unos se retiran y otros ocupan los espacios abandonados. Alquilando, traspasando, comprando… lo que un día explotábamos nosotros, tras venir a realizar los trabajos necesarios y básicos que nunca quisimos para nosotros. Solo es la vida andando.

                Se marcharán de aquí algún día que ya no los necesitemos en nuestras explotaciones agrícolas, que se reducirán ostensiblemente, ténganlo por seguro. Entonces ellos tampoco nos necesitarán ya a nosotros… Y nos quedaremos con todas nuestras casas, locales, bajos y cosas, vacías, como espacios desdentados. Ellos necesitan trabajar, y nosotros necesitamos que trabajen para y por nosotros… Pero todo lo que pasa hoy tuvo su historia ayer. Lo que ocurre es que nadie aprende de nada.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

sábado, 13 de junio de 2020

D E CA D E N C I A


                Uno de mis últimos artículos de antes de la pandemia, “La Muerte del Comercio”, después emitido en programa de radio, tuvo su secuela. Tampoco mucha, la verdad, pero sí más que la media de lo que suelo escribir. No sé si les tocó de cerca a lo que queda de clientela, no al resto, y, por supuesto, a los propios comerciantes, (a los políticos, si les rozó, no se dieron por enterados), o qué pasó, pero me dieron cera por un tiempo. Y digo cera, porque, inusualmente, en tal tema todos estaban de acuerdo con una exposición de las causas en esa columna a la que aludo. No es normal tal coincidencia, ni mucho menos, pero en esto suele darse, y pienso yo que eso será por algo… Sin embargo, no encaja con que el fenómeno de la decadencia y caída libre se siga dando si la ciudadanía así lo reconoce y el comercio así lo padece. Y aquí, me pierdo. Si la gente lo sabe, lo entiende y lo asume, y sigue largándose a comprar fuera, entonces es que está conforme con el deterioro de los pueblos en los que viven, y muchas veces, de los que viven. Y todos asumen, o no, la responsabilidad en el hundimiento de lo que fue un Titánic y apenas ya es una balsa de palos…

                En esos días, uno de los comercios más decanos y arcanos de aquí, una joyería de mucho lustre y muchos lustros, tantos que ya forma parte de la historia comercial del pueblo, puso el cartel anunciando el cierre por jubilación. Otro más de los que siempre estuvieron ahí, “de los de toda la vida” que no encuentra a nadie de sus generaciones posteriores como antes ellos si relevaron a sus padres. Un hueco más en las calles más céntricas, cada vez más huérfanas de todo. Y no puedo evitar hacerme una pregunta: ¿qué hace que un comercio de esa solera, con una clientela hecha de décadas de buen servicio, tan conocido y avalado, tenga que cerrar porque no encuentra a nadie que se lo quede?.. Y no ha sido, ni será, el único. Si los comercios pioneros y de cartel arraigado, los que han sido punto de referencia en lo suyo, con un prestigio y una clientela hechos, han perdido el tirón y ya no son atractivos para su traspaso, se debe a alguna causa concreta…

                Y la causa está en que tales poblaciones antaño prósperas están cayendo en un período de decadencia tal, que hasta sus comercios señeros tienen que cerrar, y los efectos de esas causas vienen encadenados unos con otros, como una cadena de despropósitos, fallos y errores de óptica en su momento. Cuando se está dando este fenómeno de franca decadencia y los propietarios de los bajos de una determinada zona antes puntera, se empeña en mantener unos alquileres de antigua pujanza y no acordes con los tiempos actuales, lo único que logran es empeorar más la situación. Por un lado, están impidiendo la reactivación comercial de la zona, colaborando a deprimirla, y por otro están desvalorizando su propiedad a pasos agigantados, pues nadie va a invertir en un lugar vacío de todo. O sea, que obtienen todo lo contrario a lo que desean. Quieren mantener un status que se ha perdido, y en vez de recuperarlo, lo hunden aún más. “Prefiero tenerlo desocupado”, se ufanan en declarar, y no se dan cuenta, o sí, que eso le quita más vida que le dá. A la calle, al barrio, e incluso al pueblo donde residen tales propiedades.

                La imagen de los pueblos – cada cual compare el suyo - cada día que pasa es más lamentable, y a no ser atractivos para abrir negocios, como antes lo era, e incluso los que quedan en ellos, cada día tienen menos valor para cualquier inversor. De los tiempos de pujanza que recuerdo ya no queda ni la sombra. Es un reflejo pálido de una época que fue floreciente, en el que era admirado y envidiado en su comarca. Los cierres, los huecos, los vacíos, cada vez encogen más el alma. Los clientes huyeron de su comercio incluso antes de ello (de hecho, forman parte del motivo), el comercio entonces huye de su pueblo, y los responsables, todos, huyen de sí mismos… pero un pueblo muere cuando el comercio muere, eso es algo sobradamente demostrado.

…Porque, al fin y al cabo, ¿quiénes son los responsables?.. Ya lo dije en ese artículo de referencia: somos todos, nadie escapa a la responsabilidad por la decadencia de un pueblo en ese mismo pueblo. Unos comercios que saben llorar pero no luchar, unos ciudadanos que saben quejarse pero no comprometerse, unas administraciones que saben medrar pero no solucionar… Cuando esos responsables políticos ven suicidarse a un pueblo sin mover un dedo en rescatarlos de su abandono, están suicidando también a su propia administración que vive de ellos… Dejación, impotencia, ineptitud, miedo, parálisis, cobardía, quizá de todo un poco. Dinamizar un pueblo que decae a ojos vistas supone autoremangarse y batirse en muchos frentes a la vez, no dejar escapar nada, pues en tales circunstancias hay que sumar más que restar. Y, sobre todo, evitar la sangría y el goteo. Hoy en día, una concejalía debe ser mucho más que un sueldo.

                Si de este artículo, al igual que del otro, se hace un programa radiofónico también (que no sé, no sé…) y merece la misma contestación que su hermano, el de la Muerte del Comercio, y obtengo la misma aquiescencia que en aquel obtuvo en su día, entonces habré de entender que sí, que vale, que bueno, pero que solo yo le doy la importancia que los demás no le dan, porque, a lo peor, ya no la tiene. Ni siquiera los que cobran y viven de sus impuestos se preocupan…
               
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo



sábado, 6 de junio de 2020

ERNESTO CARDENAL



Permítanmelo, por favor… Como no pude hacerlo en su día por el advenimiento del coronavirus, déjenme que el de esta semana lo dedique para despedirme de Ernesto Cardenal, al que considero un amigo, camarada, hermano, cura – que no sacerdote – confesor y confidente, a pesar de no conocernos personalmente… bueno, una vez, hace 25 años más o menos, apareció por Murcia para dar unas conferencias, y lo vi a distancia, y lo escuché en la cercanía, y lo sentí en la intimidad, y lo reconocí con respeto. Solo eso. Bastante. Lo suficiente… Ahora ha cambiado de morada, a los 95 años de edad. No ha muerto, ha cambiado de domicilio. Porque para este hombre no existe la muerte, si no el cambio, ni para los que comparten su Dios cósmico y universal tampoco. Y no, no teman, que no son conocimientos, si no sentimientos. No es cuestión de comprender, ni de saber, ni de entender, tan solo de sentir. Solo los dogmas se aprenden, las verdades se sienten…

                A Ernesto Cardenal se le ha conocido por muchas cosas. El padre de la Teología de la Liberación, sacerdote y cura, ministro de cultura durante el sandinismo (cuando Ortega dejó de lado a los pobres convirtiendo el régimen en dictadura, Cardenal defendió la justicia enfrentándosele), poeta, filósofo, escritor, pensador, premio Príncipe de Asturias de Poesía, varias veces nominado para el Nóbel de Literatura… y nicaragüense sentido y confeso. Nunca, jamás, abandonó su tierra ni a los suyos, a los pobres, los humildes, aún poniéndose delante de los poderes políticos absolutistas, e incluso de la propia Iglesia. Y no es que su valentía le viniere de su ordenación, a fin de glorificar iglesia alguna, no, si no de su fé… pero no confundamos fé con dogma, no en su caso. Su fe estaba más allá de la Iglesia, del dogma, incluso de sí mismo. Su Dios no es el dios convencional del catecismo. Su dios es un Dios universal que nos contiene a todo lo creado al mismo tiempo que Él mismo es contenido en todo lo creado… No un demiurgo que crea un mundo y lo coloca frente a él como un jarrón, para recrearse en lo hecho: he aquí mi obra… No. En el Dios de Cardenal, la obra no es externa a su creador, la obra ES su creador, y el Creador es en Sí mismo su propia obra. Ambos, Creador y Obra, se contienen mutuamente y son uno solo.

                No es nada extraño que el Papa Juan Pablo II humillase su mansedumbre y lo amonestara públicamente en 1.983, suspendiéndolo de su sacerdocio “ad divinis”… No era por ninguna teología que liberara a pobre alguno, aunque también, un poco, sí. Era porque su pensamiento trascendía y superaba, por acertado, el de la propia Iglesia, por falseado. Hasta que el actual Francisco lo liberara del anatema cobarde, Ernesto Cardenal pasó más de 35 años suspendido como sacerdote, que no como cura… Ad Divinis, ante la divinidad, si bien no sabemos qué demonio de divinidad, pues aquello no fue otra cosa que el catolicismo excomulgando al cristianismo.

                Sí, perdonen, excúsenme, pero fue exactamente eso mismo: en la condena de Woijtyla a Cardenal asistimos a la condena del cristianismo por parte del catolicismo, puesto que mi admirado y admirable camarada Ernesto comulgaba en las fuentes más puras, genuinas y auténticas del inconfundible (aunque sí falseable) mensaje cristiano… Por cierto, y haciendo una parte o inciso – a ver si algún alguien me puede recoger o informar dónde adquirir su famoso Evangelio de Solentiname, que escribió allí, en ese pequeño archipiélago del Gran Lago de Nicaragua -. Lo he buscado por todas partes, y nada, o soy un zote, o está “agotado y no reeditado”, o “desclasificado”, o “perdido y desconocido”, que son las modernas etiquetas empleadas en vez de “censurado”, que sería lo más acertado por aceptado. Es lo mismo que ocurre con la Teoría Cristocéntrica del Universo de aquel Jesús Hurtado, cura malagueño, o con las obras de Max Heindel, o con la posiblemente próxima, también de Ernesto Cardenal por cierto, “Canto Cósmico”, que es el canto y encanto por todo cuanto existe…

                Muchos lo conocían como “el poeta del universo”, y es que le venía como anillo al dedo, la verdad… Yo, por mi inescondida admiración ante su figura, me leía cuanto aparecía de él en los periódicos, desde su más que humilde, pobre, retiro. En una entrevista de las últimas que le hicieron los de El País, decía que él hacía “poesía científica”, pues se basaba en lo que llamaba “hacer oración desde los libros científicos” (se estaba refiriendo, muy concretamente, a la física quántica), y se refería a ella – a su poesía y a la ciencia – como “veo en ello lo que algunos ya reconocen como las huellas de Dios en su Creación”…

                Pero no fue siempre solo un místico visionario. También fue un místico activo y comprometido. Quiso fundar la utopía humana de Solentiniame, el aún no estrenado cristianismo, pero la dictadura sangrienta de Somoza destruyó la comunidad, sus poetas y pintores se hicieron guerrilleros, y él se dedicó a defender a los perseguidos y acosados, aún viendo la propia mano de “su” Iglesia en la represión y la violencia contra “sus” propios pobres… Sin embargo, y a pesar de todo, el exteriorismo con que quiso caracterizar su obra, no se contagiaba, no llegaba. Era puro interior. Demasiado suyo. Fácilmente transmisible pero difícilmente entendible. Hablar de la lucha a ras de tierra y del Dios en las estrellas – no de la estrellas, cuidado – es un prodigio pendiente de un milagro: que lo entiendan y lo comprendan.

                “Somos polvo de estrellas”, dejó escrito… Sí, lo somos. Como somos las mismas estrellas, el mismo universo, y el mismo Dios. Estamos hechos por Él, de Él y con Él, y la razón y sentido de todo, como dijo el Nazareno aquél, es que no hay que buscarlo en templo ni sacerdocio alguno, si no dentro de uno mismo… Descansa en paz, amigo mío…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
miguel2448.wixsite.com/escriburgo