Datos personales

Mi foto
TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

martes, 29 de marzo de 2016

ATEÍSMOS

                En la última, y ya afortunadamente pasada, Semana Santa, en la que, mientras se sacaban Cristos crucificados a la calle en festividades barrocas, en nuestras fronteras morían y desaparecían cientos, y sufrían miles, de accehomos, eccemujeres y eccniños, crucificados de verdad por nuestra insensible incoherencia, me vino a la memoria aquel sucedido al periodista Manuel Rivas en Irlanda, donde, ante su aseveración de “yo soy ateo”, le preguntaron, muy serios y circunspectos, “pero… ¿ateo católico o ateo protestante?”. Un matiz importante. Y me vino a la cabeza porque, en realidad, hay cientos de miles, millones, de católicos – y por extensión quizá también protestantes – que, a pesar de su confesada practicidad, son ateos sin ni siquiera saberlo. Y son ateos, precisamente, por creer en el dios equivocado. En el dios de la costumbre, de la tradición y del folklore, pero no en el auténtico, en el verdadero Dios, puesto que los verdaderos y auténticos Cristos los tenían (y aún los tenemos) en Idumei, no en nuestras plazas y calles, y están siendo colgados en la cruz todos los días. 


                Es la diferencia entre el Dios real y el dios virtual. Por eso mismo se puede ser ateo con respecto al primero aún siendo creyente y practicante de ritos con respecto al segundo. El solo hecho de justificar por encima de los refugiados a nuestro estatus de comodidad, seguridad y calidad de vida / y aquí van incluídos nuestras hedonistas procesiones y demás festejos / ya supone un acendrado ateísmo. Es más… yo diría que un ateísmo religioso, que sería la moderna forma de paganismo en España, quizá más proporcionalmente que en el resto de los países europeos, puesto que aquí se encadenan unas fiestas tras otras sin parar en toda nuestra geografía. Aquí se trabaja poco y se festeja mucho. Y todas y cada una de ellas siempre en honor de algún santo o santa,  virgen  o figura religiosa. El menú es inacabable. Pero el festejo, si se fijan, tanto en el fondo como en la forma, es mucho más idólatra que deólatra. La religiosidad idólatra existe, y el fervor idólatra, también. Y eso es un claro ateísmo.

                Yo no me considero ateo, pero sí gnóstico. Gnósis significa conocimiento, y aunque desconozco muchas, muchísimas más cosas que las que sé, sí que me esfuerzo por ser sensible a las diferencias. Y más cuando son tan flagrantes y es tan fácil distinguirlas. El gnosticismo, al fin y al cabo, es una sana costumbre de mantenerse alejado de las fés ciegas, de adquirir una sana distancia, de ponerse en perspectiva. Y ya se sabe que la perspectiva dá mayor realidad a lo que se vé a mayor distancia. Los árboles, fue dicho, no dejan ver el bosque. O lo que es igual, la lejanía te deja ver lo que en la cercanía eres ciego… Y no esgrimo este párrafo para justificarme de nada, ni mucho menos para situarme por encima de nadie, pues todo el mundo puede hacerlo, si no tan solo como intento de poner distancia con esa ceguera colectiva de los que están dispuestos a lapidar a todo aquel que no se integre en su ateísmo. Prefiero asumir esa incomodidad, no exenta por cierto de riesgo, a la comodidad de lo falso.

                Es algo así como lo de la Caverna, de Platón. La oscuridad es cálida, segura y acogedora, y se goza de compañía, mientras buscar algo de luz supone lo contrario, la frialdad, la incomodidad, la inseguridad y la soledad son tus únicas compañeras, e incluso serás atacado o desterrado. Por eso afirmo, como algunos pocos, y algunos otros que callan, que las más auténticas procesiones de Semana Santa de este año son las de los refugiados a las puertas de Europa. Y lo son, aunque allí no se hayan desplazado ninguna cofradía, ni hermandad alguna, ni se les hayan elevado ostentosos tronos, ni los hayan acompañado decenas de miles de penitentes ricamente ataviados, ni hayan sido escoltados por vistosos uniformes militares, muy marciales ellos, ni nadie haya peregrinado en ninguna operación salida para llenar sus tiempos, sus ocios y sus tripas, y sus móviles de vistosos selfies con que presumir a la vuelta… Los verdaderos dioses, al fin y al cabo, del más puro ateísmo católico… o protestante, es igual.


                Desde que falleció ahogado el niño Aylan Kurdi, más de 500 han muerto en esta auténtica Pasión, y más de 10.000 han desparecido, secuestrados para Dios (el de verdad) sabe qué fines… Y los que están con ellos, y no procesionando precisamente, no sé qué clase de ateos serán, pero seguro que creen en el Auténtico Dios, y no en el falso…

jueves, 10 de marzo de 2016

PERSPECTIVA

Nunca debemos perder la perspectiva. Y cada generación tiene la suya propia, que le es inherente… Por eso hay que juzgarla con y desde sus propios matices, aún asumiendo lo tremendamente difícil que eso es para los de la mía, por ejemplo… Y es que los de mi generación tendemos a fijarnos casi más en las formas que en los contenidos, y menos en los porqués de tales formas o modos. Y que no sean las adecuadas no quiere decir que no lleven razón en lo que quieren decir, aunque nos disguste, y a mí también, las maneras de protestar y exponerlas.
 
                Un caso muy ilustrativo de esto ha sido el de la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, 26 añicos, a la que se le ha juzgado por un delito contra los sentimientos religiosos, y se le ha condenado (¿?)… Hace cuatro años, antes de entrar en política, se metió con otros activistas en la capilla de la Complutense, con las tetas al aire, y llevando una pancarta del anterior Papa con una svástica pintada. De hecho, no se ha juzgado a Rita, si no a casi toda una generación: la suya. Dice, y no sin razón, que el pasado tiempo lo ve como un capítulo de su vida agotado y que la agota, pues intuye una voluntad política y clara encaminada a utilizar estos actos, a usarlos contra ellos, y a que no se olviden… Y es verdad. Estamos juzgando una tontería. Lo que de joven se ignora es que hasta de nuestras tonterías somos responsables. La ley de causa y efecto, que debería de enseñarse en los institutos y universidades. Y que no podemos evadirnos de las consecuencias de nuestros actos por muy idiotas que estos sean..

                …Porque si de algo debería juzgarse es del mal gusto, de la zafiedad, de la peor educación, de la insolencia, del pésimo estilo, de arrogancia juvenil (esto jode un montón) de provocación estúpida, de ignorancia supina… Pero eso es mucho menos grave que lo que se intenta denunciar de un pontífice que tapó cuanto pudo los casos de pederastia y el lavado de dinero negro de las mafias a través de una banca vaticana, por poner tan solo que un par de ejemplos donde el nuevo Papa ha metido lejía y estropajo. Lo que les pasa a estos jóvenes que nos irritan es que han llegado un poco tarde a la protesta y un poco pronto a la política. Y no tienen margen de maniobra. Entonces, los carcamales que ocupan los tronos por derecho adquirido a base de manipular las instituciones del Estado, de producir, ocultar y defender corrupciones internas, de utilizar el más descarado nepotismo, y las puertas giratorias para robar y enriquecerse, van y ponen el grito en el cielo, y se rasgan sus manchadas vestiduras, porque no es que exista su pecado mortal, si no el venial de los jóvenes gilipollas que han perdido las maneras y se pintan solos para escandalizar a los bienpensantes y mejorsintientes ciudadanos. Y las viejas buenas maneras rezumantes de mierda e hipocresía acusan con su sucio dedo a las nuevas malas formas recién aterrizadas….

                Lo que digo: cuestión de perspectiva. Porque, paradójicamente, estos jóvenes tan agresivamente revolucionarios son hijos de la acomodada clase media alta, que no han sufrido la más mínima carencia, sino que, al contrario, han disfrutado de lo que ninguno de sus antecesores tuvo. Que han nacido y crecido en un régimen de libertades, de protecciones sociales, e incluso disfrutan de un privilegiado puesto funcionarial conseguido por las oportunidades de su clase y casta. O sea, que no… Pero, sin embargo, utilizan un modelo artificial y artificioso, decimonónico, copiado de los antiguos daguerrotipos de la lucha de clases, de diseño, pose y posturaje de puñonalto. Un alucinado disfraz de algo que jamás han vivido, ni sufrido, ni conocido, ni experimentado, y que pertenece a la historia de conquista de unos derechos que ellos ni siquiera se han molestado en agradecer a sus antecesores, pero que aún se permiten en alzarse en “liberadores” de lo que ya nos liberamos nosotros…


                Pero meten miedo con eso, y desconciertan y atemorizan a los de mi generación, e incluso a mí mismo, porque desconocen lo que nosotros ya sabemos, y eso nos produce inguietud, desazón y desconfianza. Lo que pasa es que ellos lo saben, y no les importa, más bien al contrario… Es posible que sea una táctica provocadora, puede ser… Pero están creando una resistencia contraria a las simpatías que suscitaron en sus días de acampadas ciudadanas, y es que no saben que, sutilmente, están siendo ocupados y utilizados precisamente por los que intentan combatir… Y que muy bien podemos convertirnos en casta luchando contra la casta. Es una lección que aún tienen que aprender. Como un día nos ocurrió a todos…

lunes, 7 de marzo de 2016

INGRATOS

Las hemerotecas deberían avergonzar a este país. A todos, tanto por acción como por omisión. A todos los políticos de todos los pueblos, y a todos los ciudadanos de esta España mía, esta España nuestra… Porque somos tremendamente olvidadizos, y muy dados a contemporizar y no arriesgar, y por eso mismo, irresponsablemente injustos. Nos convertimos en besaculos o en dispensadores de los poderosos y los corruptos, o tendemos a mirar para otro lado, en la misma medida que igual olvidamos y despreciamos a los que hacen lo que deben, a los valientes que denuncian y se las juegan ante todos, a los que cumplen con su conciencia, a los verdaderos, los auténticos adalides de la sociedad. La ingratitud y la mala memoria es la meretriz con la que amasamos nuestra historia. Quizá por eso hemos de repetirla tantas veces… 


                No recordamos a nuestro “nomber one” lanzar piropos a un señor de las islas, condenado por robar cuanto le vino en gana, o su amiguísimo Bárcenas, o sus laudes y loores a doña Rita, la cantaora, o sus “de mayor quiera sr como tú” a Camps, o sus más recientes “te quiero, Alfonso, te quiero, coño…” al fautor de los últimos latrocinios falleros y fuleros. La gran traca. Un señor de señores que se ha confesado públicamente admirador de sus cuates más casposos por mafiosos, que han ido cayendo uno tras otro, y aún seguirán cayendo, en manos de la justicia. Pero ese mismo y desidioso ejemplo de sucio consentimiento, se ha venido repitiendo desde las alturas del estado al último edil del último pueblo, pasando por casi todas las comunidades autónomas. Y hemos sido tan burdamente tolerantes con los poderosos corrompidos como ruinmente desagradecidos con los humildes y anónimos héroes…

                Porque de estos también hay unos cuantos, olvidados y arrinconados. Hubo un joven concejal que, asqueado por la corrupción que veía en su ayuntamiento, hizo algo asombroso: infiltrarse en una de las más grandes tramas nacionales de corrupción. Cientos de documentos recopilados y casi veinte horas de conversaciones grabadas enviaron a docenas de elementos a la cárcel y puso a temblar a la cúpula de su partido. Estoy hablando de la trama Gürtel. Esta persona pudo haberse marchado a casa, o, simplemente, mirar para otro lado, o participar de las migas del botín, pero no hizo nada de eso. Se complicó la vida durante años por intentar limpiar la suciedad. Nadie, absolutamente nadie, le ha dado las gracias. Un funcionario de urbanismo de una de las ciudades más podridas de España, donde sus políticos ni lo disimulaban y el dinero sucio corrió durante décadas, acudió a la comisaría y destapó una trama de corrupción de 2.500 millones de euros. Estoy hablando de Marbella. A este hombre, no solo no lo premiaron por su acción, ni lo ascendieron, ni se lo agradecieron, sino que lo trasladaron de puesto como un castigo, y quedó apestado. También pudo quedarse tranquilo, igual pudo no haber querido hacer nada. Pero lo hizo…

                Igual que una ingeniera de caminos y puertos, trabajadora de una empresa pública en la que se percató de los raudales de dinero corrupto que, aparte del agua, igual corrían por sus entresijos. Pudo cerrar los ojos y poner la mano, hacerse la tonta y conservar su puesto, y su tranquilidad. O apuntarse a los despojos. Pero tampoco lo hizo. Lo que hizo fue denunciar el mierdario. Estoy hablando de lo más reciente, de Aquamed. El premio por ser honrada fue el acoso laboral, primero, y el despido, después… A ninguno de ellos se le ha reconocido nada, ni se les ha condecorado, ni se les ha homenajeado, ni se la ha puesto una placa con su nombre, ni se ha dado conocimiento público de su honestidad ni su civismo. A ninguno… Más bien todo lo contrario.

                Las cruciales diferencias entre una sociedad mafiosa y una democrática es que en la primera hay clanes, castas, chantajistas y chivatos, y en la segunda hay normas, rectitud, vergüenza y denuncias. En la primera hay oscuridad, miedo y ocultamiento, y en la segunda claridad, valentía y libertad… En la primera no reconocen nada, y olvidan tanto lo bueno como lo malo, mientras que en la segunda, por el contrario, no solo saben reconocer ambas cosas, y distinguirlas, sino que también saben recordarlas. Según esto, deberíamos plantearnos con toda la sinceridad de que seamos capaces, a cuál de las dos creemos pertenecer, y qué es lo que pensamos hacer al respecto…


martes, 1 de marzo de 2016

REGIONANIMISMOS

Parece ser, o eso se rumorea al menos, que se está gestando un partido de corte regionalista en Murcia. No sería el primer intento, si bien es posible que, desde las actuales circunstancias, esta vez el intento cuajara. Yo no me considero partidario de las formaciones políticas que pueden devenir en nacionalismos corraleros que terminan mirándose su propio ombligo. Nunca me han gustado. Sin embargo, reconozco su relativa utilidad. Desgraciadamente, esta región nuestra ha padecido el resultado de los regionalismos ajenos y su influencia desde  el centralismo en sus propias carnes, fuesen las siglas que fuesen las que estuviesen en Madrid, sin distinción alguna. Todas han maltratado desde el gobierno a sus pupilos murcianos por igual, en beneficio de otras fuerzas regionalistas foráneas. Es triste reconocer su necesidad por las regalías que obtienen de los partidos que castigan a sus propios, pero así son las cosas en la política española.


                Murcia no es una región de fuerte sentimiento regionalista. Lo prueba el hecho simple y simplón de que toda una región confunde su personalidad con la de su capital, cuando la realidad es que un murciano es mucho más que un huertano. Algo más variado y múltiple. Sí… lo sé, esto puede parecer una simplicidad, pero lo simple siempre demuestra lo complejo. El que ahora pueda tener cierto sentido el que la maceta del regionalismo político no se seque, se debe quizá a los dudosos tiempos de indefinición territorial que vivimos.

                El abanico parlamentario que parece dibujarse facilita otras visiones distintas, otras concepciones diferentes. Si persiste el actual modelo, un partido de sentimiento regional no desdice del resto, visto lo visto. Otra cosa es si se avanza en el modelo confederal de Estado. Si Murcia termina por ser una pequeña nación federada es un tanto absurdo que tenga a su vez un partido de corte ombliguero, salvo que el federalismo sea histórico y constitucional (muchísimo más real que el político) y solo lo conformen los siete reinos institucionales de nuestro escudo nacional, que son los que formaron la unidad de España, en cuyo caso Murcia sería una región del histórico reino de Aragón, y entonces, sí que necesitaríamos un cantonalismo trompetero que anunciase que somos herederos políticos de Antonete Gálvez…

                Por cierto, que si así se llevara a cabo, podríamos ser, como Gran Bretaña, otro Reino Unido II europeo...Mola… En Eurovisión tendrían que distinguir entre Royaume Uní Brithis y Royaume Uní Spanish… thri point. ¡Qué ilu, MariPilu..!. Y es que, bromas aparte, el estado federal que propugna el Psoe como solución al problema territorial que tiene nuestro país no es, en absoluto, una mala idea. Más bien lo contrario, se darían las máximas competencias a todos por igual, sin agravios comparativos de comunidades históricas, puesto que todas serían históricas. Sin discriminaciones de tipo histórico. Café para todos. El problema, si acaso, estaría en que 17 estados de entidad artificial y artificiosa sería un auténtico disparate, una asanada. Como lo es ahora. Lo lógico, lo de sentido común, lo razonable, es que sean los históricamente auténticos.

                Entonces sobrarían 10 comunidades, entre ellas la propia Catalunya, que volvería a la corona de Aragón, que es la verdadera historia. Pero como son como son, yo propongo que se le cambie el nombre por Catalagón, y que conserven cuanta estelada, barrada, burrada o burretina… perdón, barretina y butifarra quieran, y que se hermanen la Montse y la Pili, pues, a la postre, Virgen, como madre, más que hay una…


                Y entonces, sí, desde estas tierras mursiyanas arrebatadas a la corona mora de Graná, como el que tenía un tío allá, quizá que un PRM tenga algún sentido y pueda servir de algo, como partido charnego reivindicativo… O si las cosas siguen como están, que nos tratan como al tontolpueblo, pues también, pero, de momento, yo creo que lo prudente es esperar a ver cómo leches se va a organizar el circo. Si a todos los animales nos dan agua, pos fale, pero si nos burrean, como ahora y siempre, pues en vez de maullar como gatos habrá que rugir como leones…. Vamos, digo yo.