VOTEMOS DEMOCRACIA
Hace exactamente
cien años, en 1.915, Kafka escribió su más conocido libro: La Metamorfósis… Bueno,
lo cierto y verdad es que él tituló su más famosa obra como La Transformación,
lo que pasa es que su primer editor, aprovechándose que el bueno de Franz no
iba a poner muchas pegas, pues necesitaba la pasta como el comer… mejor dicho,
para comer, pues metamorfoseó a su vez el título y lo transformó a su gusto.
Sea como fuere, significan lo mismo. Igual dá lo uno que otro, si bien un siglo
después lo de transformarse nos suena más a travestismo que a otra cosa, y es
así como reversible. No metamorfosearse, que es como darse uno mismo el
cambiazo. Y aunque sea mucho cambio el de un hombre en cucaracha, no se nos
olvide que hay muchas cucarachas humanas en este mundo…
Bueno… que no quiero hablar de
esto. Solo de la metamorfosis en sí, del transformismo. España es una
democracia joven, comparada con nuestros vecinos y socios europeos. Y fue el
producto de una cuidada y delicada operación de cambio de sexo de una dictadura
a una democracia. El país se nos durmió cafre y se despertó doncella. Pero los
cirujanos tuvieron a bien cuidado transformarnos en una democracia tutelada.
Nada de segundas vueltas, nada de cuotas de participación, ni de representación,
nada de listas abiertas… nada de muchas cosas. Cuando el pueblo se eduque y
madure, y se acostumbre a un sistema democrático, entonces, quizá… se dijeron a
sí mismos.
Pero han pasado muchas décadas y
el pueblo ni está educado, ni ha madurado, ni se ha educado como debiera en el
manejo de una democracia abierta… ¿Culpa del pueblo?. No. Culpa de unos
políticos a los que no les ha convenido formar al ciudadano, a fin de poder
controlarlo y no soltar ni compartir el “manípuli” del poder. Así que han
construido unos partidos políticos fortificados como castillos (quizá de aquí
viene casta) que fagocitan todo el juego democrático en su propio, único y exclusivo
interés. Son espacios acotados y cerrados del que emanan listas, nombres,
directrices, puestos, nombramientos, estrategias… para alcanzar el gobierno, y
luego hacer lo mismo desde el gobierno para aposentarse en el poder. Y legislan
sin consultar, no para servir, si no para servirse, no para dar control a la
ciudadanía, si no para controlarla ellos. Y han acumulado tanto poder en todo
este tiempo de metamorfoseada democracia, que se han corrompido, pues sabido es
que el poder corrompe, y cuanto más absoluto es, más absolutamente corrompe… Y
de aquí el actual estado generalizado de corrupción que supura el sistema en
España.
Así
que para eliminar la corrupción hay que aplicar el modelo contrario al que lo
ha provocado, y que se está usando hasta ahora. Hay que repartir el poder,
desmenuzarlo, desconcentrarlo, extenderlo, compartirlo, consultarlo… ¿Con
quién?, pues con quién lo ha otorgado: con el pueblo, con los ciudadanos. Es de
pura lógica y sentido común. Naturalmente, los partidos viejos que se han
construido a su alrededor una fortaleza egocéntrica e inexpugnable en el tiempo
de tutelada democracia no van a abandonar sin resistencia sus costras de
ventajas, trampas y privilegios. Solo los nuevos pueden ser permeables en un
principio y mostrar aperturas que en los viciados son cerraduras. Hay que
descubrirlo en sus programas y votar solo a aquellos que están dispuestos a
compartir su poder con el propio pueblo, a compartir responsabilidades, a no
hacer y deshacer sin consultar con quién les ha puesto allí, a dar protagonismo
a quién únicamente puede y debe ser protagonista. Como por ejemplo, cambiando
el cómputo electoral, adoptando el sistema de listas abiertas, facilitando los
comités de participación ciudadana, etc, etc., etc… Lo demás iría llegando por
inercia.
¿Qué
esto es una utopía?, ¿Qué es imposible?.. ¿Quién lo dice..?. En mayor o menor
grado, en todas las democracias avanzadas existe. El modelo más participativo y
representativo es el de Suiza. Se llama democracia directa, o democracia
abierta. Todo lo contrario a la nuestra, que es indirecta y cerrada. Lo que
pasa es que se necesita la implicación del ciudadano desde el principio hasta
el final. El pueblo que no es capaz de gobernarse a sí mismo está condenado a
caer en manos de malos gobernantes. ¿Acaso no es lo que pasa aquí?.. Así que
pensémoslo cuando vayamos a enterrar nuestra confianza en una urna. Un voto no
es un permiso para hacer lo que quieran, si no un encargo, un mandato, una
órden concreta que debe ser vigilada día a día. No regalemos lo que es nuestro
a nadie. No prevariquemos con nuestro derecho... Y, por favor, queridos,
votemos democracia, no mangancia.
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