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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

lunes, 24 de octubre de 2011

RESTAR PARA SUMAR


El de Sentido Común no hizo precisamente cosquillas en el bureau de la ostpolitik ni en el del ostbank. No saben cuanto lo siento, coñe… Y eso que me fui a los altos órganos europeos por no molestar. Pero, joer, el dolor reflejo de la cabeza se sintió en los juanetes, hay que ver cómo somos… Y me dice algún uno que otro prójimo más o menos próximo que las cosas no son tan simples como yo las veo, ni tan fáciles como sumar dos y dos.
Pues no, maestro… Si yo no hablaba de sumar, si no de restar. Y si restamos tan solo que lo que malgastamos – que no en inversión, como se está haciendo – al final lo de las sumas vendrán por sí solas, y serán como una añadidura, que el añadir y el sumar ya saben que vienen de lo mismo. Como aquella bucólica parábola neotestamentaria de la advertencia que no seamos pajarracos y fuésemos como los pajaricos… y lo de las flores del campo y eso.
Y como yo me considero más un pájaro de cuentas, que no un pájaro de cuenta… como otros, pues eso mismo, que las echo, y así, en mi simpleza, posmesalen, leches… Miren vuecencias:
Si los políticos de toda laya, condición y color se ponen de acuerdo en bajarse sus retribuciones tal y como se las han bajado a los currantes y jubilatas, y lo hacen con la misma disposición, unanimidad y voluntariedad que utilizan para subírselas, y procuran que no exista una diferencia tan indecente entre un salario mínimo de 625 € al mes y una paga/diputado de 6.500 € en el mismo mes, for exaimple, pues ya es algo… Y si se obliga a los partidos de los políticos caídos en lesa corrupción a que devuelvan el dinero equivalente a los perjuicios causados al erario público, y lo agregan al anterior algo, la cosa ya va buena…
Si se eliminan la duplicidad de muchas administraciones públicas, suprimiendo organismos superfluos e innecesarios – versus diputaciones y senado – u otros puestos/gabelas de agradecimiento a los servicios prestados, y se va terminando con los cargos de asesores de confianza y parafernalia varia y variada, que haberla aysla, el monto añadido a la quita, ya deviene a ser de cierta importancia, ya…
Pero sigamos echando centimillos a la hucha, señorías mías… Si pusieran coto a los desmanes y atropellos de la jauría de empresas de telefonía, que ofrecen (y no me lo estoy inventando, chatos) los servicios más caros, con mayores agravios comparativos al usuario, y de la más baja calidad y con menores servicios de toda Europa, el bolsillo del consumidor lo notaría como agua de mayo, y así, la capacidad adquisitiva ciudadana subiría, y el déficit bajaría… No es ná, pero suma a lo anterior, y ya tenemos un pico más que regular…
Y ya puestos, si tuvieran los collondrones, la vergüenza torera y la dignidad más básica y elemental de hacer un plan para que la banca devuelva al erario público los miles de millones que han repelado de nuestros bolsillos para reflotar sus mafiosas economías y que sus directivos se forren a costa de empobrecer a toda la gente de su alrededor, en lugar de utilizarlo para activar la economía que ellos mismos frenaron, en vez de, encima, implantar sus abusivas comisiones por uso de sus servicios, por ejemplo… pues ni les cuento por donde andaríamos.
Añadan a todo este merder, por ponerle guinda a la pastelada, la decisión firme en rebajar un fraude fiscal que ya anda alrededor del 23% del Pib de este país (10 puntos por encima de la media europea), y si todavía no nos sobra pá una matanza de chino – de cerdo cochino – y trasegarnos unas morcillicas con nuestro buen vino de siempre, me la corto en corto…
Entonces, chachos, a ver si no salen las cuentas que yo aseguraba al principio. Sin necesidad de recortar la calidad de los servicios públicos, ni encerriscarse con los más pobres y los que menos se pueden defender, que es lo más fácil y lo que hacen siempre: Que pague el más débil, que el poderoso y el que gobierna se llevan a casa lo más magro del tocino mientras al desgraciado solo le dejan chupar corteza… Y sin que los altísimos y despejados próceres, a los que un servidor se refería en su anterior y criticado artículo, vengan a ponerse medallas y a descubrirnos las Américas. Lo que pasa es que, claro, echar cuentas justificando las del ladrón es tan difícil como un arte. El de los timadores mismamente.

miércoles, 19 de octubre de 2011

SENTIDO COMÚN


Yo no soy economista, que conste… Solo dispongo de la invisible diplomatura por la World Dog University, y ya es bastante… Pero tal título es sobradamente suficiente para, al menos, poder aplicar el sentido común. Y el menos común de los sentidos clama a gritos verdades como pirámides. Y una de esas verdades es que, cuando los bancos fueron recapitalizados con dinero público, o sea, con dinero ciudadano, se les confió junto al compromiso de prestarlo a empresas y familias, a fin de reactivar la economía. Pero lo incumplieron… Adviertan que cuando ustedes incumplen su compromiso con ellos los dejan en cueros y en la calle, pero cuando ellos lo incumplen con ustedes, o con el irresponsable gobierno que le ha prestado el dinero de ustedes, no pasa absolutamente nada..
                   Bien, sigamos… Como, lejos de cumplir tal compromiso, ese mismo dinero lo gastaron en comprar deuda pública de esos mismos imprudentes países que luego tuvieron dificultades económicas, precisamente y entre otras cosas, por habérselo dado a ellos tan alegremente, pues esto mismo… que lo justo sería que ahora apecharan con las consecuencias en vez de querer acaparar – de nuevo – un fondo de rescate que debe ser destinado a aliviar la situación de esos mismos ciudadanos que se ven como se ven por culpa del incumplimiento de su compromiso de devolver tales fondos públicos al público… No sé si me he expresado con claridad. Con otras palabras: que los que han creado la crisis, la paguen, pero no las víctimas de sus manejos… Es lo justo, ¿o no..?
                   Y esto, que es de sentido común, de aplastante sentido común, parece habérsele aparecido recientemente como el prodigio de la vírgen de Calleja a los que viven del cuento político, a los preclaros y altísimos dignatarios europeos, como Durao Barroso, o la mismísima Angelina Jolí-nes Merkel. A la vejez viruelas… Ahora viene el uno a decir que habrá que pensar en proponer que los bancos rescatados tengan prohibido pagar dividendos y rentas vitalicias a sus Alí/Babás, y que si habría que imponer la Tasa Tobín, y que si tal y que si cual… Y la otra, que si la economía no crece, a lo peor es porque la UE ha obligado a sus socios a recortar demasiado, y que si esto y que si lo otro, porque (dixit) “… es lo que dicta el sentido común”. Etc… Y que por eso, entonces, pasa lo que pasa…
                   Y lo que pasa, claro, entre otras cosas, naturalmente, es que los recortes que imponen las políticas de control del déficit acaban por ahogar cualquier tipo de crecimiento, aumentando así el propio déficit. Cágate, lorito… Un país, un estado, una administración, que no invierte (hablo de invertir, no de derrochar) termina por destruir empleos directos e indirectos, rebaja sueldos, congela pensiones, condena a las empresas al cierre, echa el cerrojo al comercio, y, por ende, a la recaudación de impuestos… En consecuencia, el ahorro ciego e indiscriminado del estado lleva consigo, aparte la degradación de sus propios servicios y el derribo del bienestar de sus ciudadanos, a una radical paralización del consumo. Y un país que no consume, tampoco crece… Y esto, que parece una perogrullada, es mero sentido común.
                   Así pues, si resulta que nuestros eurolíderes, los elegidos entre los elegidos, los menos capaces entre los más incapaces, que piensan como los capazos, o sea, con el culo, ahora se les ocurre pensar – a buenas horas mangas verdes – y se les escurre discurrir, citando al sentido común, que no sé si usándolo… pues que dan ganas de borrarse uno de ser lo que es, sea esto lo que fuere…
                   Esta es la mediocridad que, instalada en los olimpos de las instituciones, nos gobierna. Nosotros, desde nuestra bajura, miramos encandilados a las alturas donde los dioses tejen nuestros destinos, y creemos que están allí por sapiencia y merecimientos. No es así. Son mortales elegidos – mal elegidos, visto lo visto – por nos y por ellos mismos de entre ellos mismos. Son solo privilegiados. Trepas de etiqueta noir... Y nosotros confundimos nuestra bajura con su bajuna. Eso es todo.
                   En menudas manos estamos, hermanos. La gran Almudena Grandes, decía en un artículo suyo que, tras aplicar un plan A que no ha funcionado en modo alguno, habrán de pensar en un plan B… Pues sí, Almudenica, sí, con B de burros.

viernes, 14 de octubre de 2011

EMPRESA y RSC


Mi anterior sobre Responsabilidad Social Corporativa tuvo su eco. No mucho, la verdad, pero lo tuvo… Eso, ciertamente, me satisface, qué quieren que les diga… Aunque me rebatan aduciendo que las respuestas a las carencias sociales, fuesen éstas de la naturaleza que fueren, han de darlas los gobiernos, no las empresas. Al menos demuestra cierta inquietud, y además, encima, me da pié para seguir ahondando sobre ese tema, al tiempo que intento aclarar tales matices. Permítanmelo, pues, los que así piensan y así me la han hecho saber.
                   Efectivamente, es así tan solo porque así lo parece, pero, en el fondo, la realidad es que los gobiernos atienden tales necesidades – y otras – con los impuestos directos que recaudan de las empresas, de los obreros que mantienen tales empresas (todos), y de los indirectos por la fabricación y el tráfico de las mercancías que producen y mueven las mismas empresas. En definitiva, es de la empresa de donde sale la gasolina que mueve a la sociedad, y del compartir sus beneficios en forma de impuestos, el dinero con que el estado financia las respuestas a tales carencias. Es obvio. Por eso, las sociedades más evolucionadas disponen de leyes del mecenazgo a través de las cuales el gasto que las empresas realizan directamente mediante fundaciones en temas de mejoras sociales, se consideran íntegramente deducibles de sus impuestos. Porque, a la postre, lo que las empresas financian con su propia imagen se lo está ahorrando a la propia administración al no tener que gastar en lo que ellas cubren. Y, encima, además, sirve (a la empresa) de publicidad absolutamente positiva y cuasi que gratuíta. Eso es el sello RSC. Ni más, ni menos…
                   De hecho, se da el caso de corporaciones empresariales cuyo presupuesto es muy superior al Pib de muchos países. Incluso los presupuestos de las diez empresas más grandes del mundo es enormemente mayor al de la totalidad de los países de este mismo mundo. De ahí que existan dudas sobradamente razonables de gobiernos en la sombra que gobiernan a los propios gobiernos. Llamémosles lobbys, lobos, o mercados financieros. El caso es que del mundo de la empresa – también del oscuro mundo empresarial de cabrones y depredadores si así lo quieren – es de donde proviene la abundancia y la escasez, la hartura y la hambruna, el estado del bienestar y el del malestar, el progreso y el retroceso, e incluso si me apuran, la guerra y la paz… Y si afirmo que son los sistemas financieros los que, a la postre, quitan y ponen gobiernos, no falto a la verdad al asegurar que cada vez así lo cree más gente de todo pelaje. Y tantas personas no pueden estar equivocadas…
                   Por eso, inevitablemente, la importancia de las empresas es directamente proporcional a la influencia que ejercen en su entorno y en el gobierno de ese mismo entorno. Y la influencia que las multinacionales ejercen en las naciones, es, salvando tal proporción, el mismo que las muy conocidas empresas que todos conocemos y que no voy a nombrar, ejercen y/o pueden ejercer en las sociedades de los pueblos donde radican. Así que creo queda suficientemente razonado, cuando no demostrado, que la asunción por parte de los gobiernos de las obligaciones sociales, es, en cierta forma, porque ha sido delegada por el total del tejido empresarial, cuando no ejercido directamente por los que tienen poder de influenciar su territorio natural. Otra cosa muy distinta, si bien que deseables, es que esa influencia sea ciertamente responsable. Influencia y responsabilidad deben ir de la mano, como la proporcionalidad deber ir del brazo de la generosidad. Al final no deja de ser una inversión pura y dura. Lo que pasa es que se invierte en la solución de problemas y en mejoras de una sociedad que resulta ser nuestra propia comunidad de clientes, y que al ahorrárselo al erario público es justo que se deduzcan de los impuestos con que se mantienen tales servicios. Eso es tener influencia responsable, y es lógico que se reconozca y haga saber mediante, en este caso, el sello RSC
                   Y ese es, y no otro, el liderazgo social empresarial que un servidor predicaba en mi citado anterior artículo. Liderazgo de las pequeñas empresas, de las humildes pymes, de los que creen que poco pueden hacer, cundo, en realidad, lo pueden hacer todo, porque una multitud haciendo pequeñas cosas es hacer todas las cosas. Y eso es liderar el cambio social para mejorar un mundo que necesita de un buen lavado de imagen. Como lo necesita el empresario, no nos engañemos… Alguien muy cualificado me dijo: “En un futuro no muy lejano, las empresas que no sepan justificar su RSC, no podrán ser consideradas empresas, ya que el concepto de Empresa y el concepto de Responsabilidad Social, tarde o temprano, deberá ser el mismo concepto”… Pues queda todo dicho. Yo, por mi parte, confío en no tener que esperar sentado.

lunes, 10 de octubre de 2011

¿QUIÉN SE ATREVE..?


En un seminario sobre Responsabilidad Social Corporativa en la Upct, me decía por videoconferencia D. Luís Sulla, desde la Universidad de Córdoba, Argentina, que “esta crisis mundial no está provocada por un problema financiero, si no por un problema ético”. Y lo cierto es que puso  el dedo en la llaga. Falta de ética ciudadana, en nuestra codicia por una desmedida rentabilidad de nuestros ahorros, invirtiéndolos en fondos especulativos y no en productivos. Falta de ética en los sistemas financieros, que han explotado tal codicia en beneficio de sus muy altos ejecutivos ladrones. Falta de ética en los gobiernos, que han cubierto tan monumental vergüenza con dinero público, medios ajenos de los cuales eran administradores y garantes. Falta de ética de esos mismos bancos, que ahora compran deuda pública a esos mismos gobiernos a un 6 y 7% cuando obtienen los fondos del BCE en un 1%. Falta de ética porque estamos haciendo entre todos un mundo donde valoramos más el egoísmo que la solidaridad. Pero, claro, si no sabemos lo que es la ética…
Por eso necesitamos un cambio de paradigma como el comer. Y ese cambio puede liderarlo el mundo de la pequeña y mediana empresa a través de la quizá única pero óptima herramienta de que dispone: la Responsabilidad Social Corporativa. Una herramienta que no solo es un código de buenas prácticas en cuanto a un trato honrado, leal, justo y responsable para con empleados, clientes y proveedores, si no que vá mucho más allá adentrando su acción en el propio tejido social: labores de mecenazgo, cooperación al desarrollo, altruismo, acciones filantrópicas y de sensibilización cultural, apoyos a iniciativas medioambientales, fomento de una sociedad ecológica…
Imposible, me diran. Una pyme no tiene capacidad para hacer eso… Falso. Es perfectamente posible. Para esto mismo están las fundaciones. Para que cualquier empresa pueda ser RSC. Es la palanca que mueve los olvidados principios de responsabilidad y los convierte en valores de colaboración y de ética social. Y es que las leyes de responsabilidad social de hoy no son, ni más ni menos, que las normas básicas éticas de ayer. Se trata de recuperar esos mismos principios, nada más… Unos principios que se aprendieron en la antigua escuela de la vida y que hemos ido dejando de lado en la actual vida de las escuelas. Que habrá que volver a enseñarlos en la escuela… otra vez. Si antes un lechero no bautizaba la leche que vendía no era por obligación legal, si no por imperativo moral. Pues de eso mismo se trata.
La RSC supone un cambio de cultura en la manera de hacer negocios desde una perspectiva ética. Una nueva forma de diálogo y entendimiento entre la empresa y la sociedad a la que sirve y de la que vive. Un compromiso de transparencia, colaboración y solidaridad con el entorno donde se desarrolla su actividad. La cuestión es que la ética no debería abrirse camino a través de leyes, si no desde la voluntariedad. Es triste que se haya tenido que legislar para la no discriminación, la conciliación laboral, la transparencia en el servicio o el respeto al medio ambiente, cuando son valores que van más allá de la pura obligatoriedad legal, ya que deberían ser conceptos asumidos por la buena conciencia. Es la diferencia entre la norma y la ética, entre lo moral y lo legal, entre lo que está bien y lo que está mejor…
La crisis económica en la que nos debatimos debería suponer un punto de inflexión y de reflexión en la cultura económica de la que hemos alimentado la insolidaridad y la competitividad más brutal, ilógica y deshumanizada. La sociedad no aguanta mucho más. Y si la empresa, que es el motor de la economía, del empleo, del consumo y del progreso humano, no adopta una nueva educación orientada hacia la responsabilidad social, se cosechará fracaso tras fracaso.
Este servidor de la pluma y de ustedes, al filo ya de su inevitable jubilación profesional, se ha hecho – lo han hecho, perdón – Consultor en RSC, vía Global Reporting Initiative, ahí es ná por si les pica la curiosity. A la vejez, viruelas… Y me he puesto y dispuesto a colaborar con una fundación que intenta integrar el negocio (el de ustedes, que ya no el mío) con la ética común, ayudando a los que están más necesitados de que les echen un par de manos, que con una no es suficiente… Es una cuestión de arrimar el hombro a la vez que a uno le guardan la espalda. Buena simbiosis, a fé mía… Aunque me pille con la fecha de caducidad a punto de cubobasura. Que nunca es tarde si la dicha es medio buena. Así que algún otro caerá sobre este tema… Pero no esperen ustedes a ello. Si les interesa, me tienen a su disposición… ¿Se atreve alguien..?

miércoles, 5 de octubre de 2011

C H I N O S


Lo cierto y verdad es que los chinos, en su mayoría, son amables y correctos, y con un estimable arsenal de recursos personales, avalados quizá por su naturaleza innata de comerciantes. Pero, aunque son tantos, no son tontos. Ni mucho menos. Uno que me considera amigo me decía: “sabemos que los españoles nos tenéis como enanos canijos que trabajamos como ídem apenas que por la sopa. Que no salimos a divertirnos ni a nada. Que apenas nos tiramos chinitas porque la tenemos pequeña. Que nos cocinamos a nosotros mismos cuando morimos…”. Pero el aguantar todo eso forma parte del trato, me cuenta. Nosotros, prosigue, “pensamos que vosotros sois unos laowais (extranjeros) un poco presuntuosos y un algo tontos. Fáciles de engañar. Muy vagos. Que os endeudáis hasta la coleta por tener mucho más de lo que os ganáis con vuestro trabajo…”. No anda muy desencaminado el jodío chino, no…
                   Y, lo cierto, aparte las leyendas urbanas que se cuentan y se cantan, es que el chino prospera porque mantiene un sistema ancestral de hacer comercio. Muy parecido, por cierto, al que practicaban nuestros abuelos. Forman una comunidad endogámica que no recurren a la financiación bancaria para nada. Se prestan el dinero entre ellos mismos y sin intereses. Hoy por ti, mañana por mí. No fían, y compran todo al contado. Venden con un estrecho margen y no valoran las horas echadas en el mostrador. Guardan el dinero en casa hasta poder enviarlo a China por sus mensajeros de confianza o poder ingresarlo en “su” banco. De ahí que ahora se están cebando en el asalto y robo a sus casas y domicilios. Regentan sus negocios en familia en rigurosos turnos laborales: padre, madre, hijos, parientes… Y se apoyan unos a otros en negocios que se hacen interdependientes porque no existe competencia entre ellos si no mutua colaboración. ¡Ah..! y pagan escrupulosamente todos sus impuestos en España, menos el Iva que no existe en China, claro… Lo que corre por ahí es, en verdad,  un cuento chino.
                       En eso, tampoco son como nosotros. Como explica el catedrático J. Pavón, “los chinos crean empresas chinas que emplean a chinos para vender productos chinos que compran en China fabricados por chinos.  En cuanto a los beneficios obtenidos (esto, sí, de colocarlos a españoles) los ingresan en bancos chinos”. Eso hace que sus divisas se disparen. Y hace también que el ICBC – Industrial & Commercial Bank off China – sea el más grande y próspero de todo el mundo. Todo depósito es en metálico, contante y sonante…

                       Es el caso que los chinos, que ya alcanzan el 25% de las altas de autónomos de extranjeros en España, es el único segmento que ha mantenido un crecimiento constante e imparable en la creación de pequeños negocios comerciales en estos tiempos de crisis en que los autóctonos caemos como moscas. Aún y pagando, repito, los mismos impuestos. La diferencia está en la filosofía del trabajo, de la competencia y del rendimiento. Y en un espíritu de mínima exigencia y máximo sacrificio que nosotros desterramos hace cientos de años. Eso es todo. Y eso no es ilegal. En modo alguno…

                       Hasta en el asunto de las mafias por traslado de ilegales a nuestro país son algo diferentes. Apenas son 40.000 de todo el colectivo chino los que son ilegales. El menor porcentaje, con diferencia, de todas las etnias extranjeras. Los intermediarios mafiosos los pasan a través de Rusia, vía Polonia. Una vez aquí, sus organizaciones clandestinas les dan trabajo en explotaciones ilegales y les facilitan techo y comida hacinados en también habitáculos ilegales – mi interlocutor me habla de sus tiempos en que fue cucaracha china – hasta pagar su deuda de 10 o 12.000 euros que vale el introducirlos en España. Pero después, en un par de años como mucho, quedan en absoluta libertad para autoemplearse a su antojo, arreglar sus papeles, o vivir según su voluntad. Sin más presiones, ni coacciones, ni chantajes por parte de la organización mafiosa que lo trajo.

                       Alejandro Garrido, experto asesor en economía china, lo hace patente en una frase: “ Los chinos en España trabajan mucho para ganar poco. Pero mueven muchísimos millones de euros, y cada vez disponen de un mayor peso económico en la sociedad. La venida del ICBC a España no es ni un capricho financiero ni una gabela política, si no el pragmatismo chino en su más pura definición”… Pragmáticos, impenetrables, con gran sentido de la amistad y con muy buen humor… “Vosotros jugáis mucho a los chinos – me dice el que se dice mi amigo, siempre sonriente – y, algún día, nosotros  jugaremos a los chinos con vosotros”… Pues oye, mira… tres con las que saques.