C H I N O S
Lo cierto y verdad es que los chinos, en su mayoría, son amables y correctos, y con un estimable arsenal de recursos personales, avalados quizá por su naturaleza innata de comerciantes. Pero, aunque son tantos, no son tontos. Ni mucho menos. Uno que me considera amigo me decía: “sabemos que los españoles nos tenéis como enanos canijos que trabajamos como ídem apenas que por la sopa. Que no salimos a divertirnos ni a nada. Que apenas nos tiramos chinitas porque la tenemos pequeña. Que nos cocinamos a nosotros mismos cuando morimos…”. Pero el aguantar todo eso forma parte del trato, me cuenta. Nosotros, prosigue, “pensamos que vosotros sois unos laowais (extranjeros) un poco presuntuosos y un algo tontos. Fáciles de engañar. Muy vagos. Que os endeudáis hasta la coleta por tener mucho más de lo que os ganáis con vuestro trabajo…”. No anda muy desencaminado el jodío chino, no…
Y, lo cierto, aparte las leyendas urbanas que se cuentan y se cantan, es que el chino prospera porque mantiene un sistema ancestral de hacer comercio. Muy parecido, por cierto, al que practicaban nuestros abuelos. Forman una comunidad endogámica que no recurren a la financiación bancaria para nada. Se prestan el dinero entre ellos mismos y sin intereses. Hoy por ti, mañana por mí. No fían, y compran todo al contado. Venden con un estrecho margen y no valoran las horas echadas en el mostrador. Guardan el dinero en casa hasta poder enviarlo a China por sus mensajeros de confianza o poder ingresarlo en “su” banco. De ahí que ahora se están cebando en el asalto y robo a sus casas y domicilios. Regentan sus negocios en familia en rigurosos turnos laborales: padre, madre, hijos, parientes… Y se apoyan unos a otros en negocios que se hacen interdependientes porque no existe competencia entre ellos si no mutua colaboración. ¡Ah..! y pagan escrupulosamente todos sus impuestos en España, menos el Iva que no existe en China, claro… Lo que corre por ahí es, en verdad, un cuento chino.
En eso, tampoco son como nosotros. Como explica el catedrático J. Pavón, “los chinos crean empresas chinas que emplean a chinos para vender productos chinos que compran en China fabricados por chinos. En cuanto a los beneficios obtenidos (esto, sí, de colocarlos a españoles) los ingresan en bancos chinos”. Eso hace que sus divisas se disparen. Y hace también que el ICBC – Industrial & Commercial Bank off China – sea el más grande y próspero de todo el mundo. Todo depósito es en metálico, contante y sonante…
Es el caso que los chinos, que ya alcanzan el 25% de las altas de autónomos de extranjeros en España, es el único segmento que ha mantenido un crecimiento constante e imparable en la creación de pequeños negocios comerciales en estos tiempos de crisis en que los autóctonos caemos como moscas. Aún y pagando, repito, los mismos impuestos. La diferencia está en la filosofía del trabajo, de la competencia y del rendimiento. Y en un espíritu de mínima exigencia y máximo sacrificio que nosotros desterramos hace cientos de años. Eso es todo. Y eso no es ilegal. En modo alguno…
Hasta en el asunto de las mafias por traslado de ilegales a nuestro país son algo diferentes. Apenas son 40.000 de todo el colectivo chino los que son ilegales. El menor porcentaje, con diferencia, de todas las etnias extranjeras. Los intermediarios mafiosos los pasan a través de Rusia, vía Polonia. Una vez aquí, sus organizaciones clandestinas les dan trabajo en explotaciones ilegales y les facilitan techo y comida hacinados en también habitáculos ilegales – mi interlocutor me habla de sus tiempos en que fue cucaracha china – hasta pagar su deuda de 10 o 12.000 euros que vale el introducirlos en España. Pero después, en un par de años como mucho, quedan en absoluta libertad para autoemplearse a su antojo, arreglar sus papeles, o vivir según su voluntad. Sin más presiones, ni coacciones, ni chantajes por parte de la organización mafiosa que lo trajo.
Alejandro Garrido, experto asesor en economía china, lo hace patente en una frase: “ Los chinos en España trabajan mucho para ganar poco. Pero mueven muchísimos millones de euros, y cada vez disponen de un mayor peso económico en la sociedad. La venida del ICBC a España no es ni un capricho financiero ni una gabela política, si no el pragmatismo chino en su más pura definición”… Pragmáticos, impenetrables, con gran sentido de la amistad y con muy buen humor… “Vosotros jugáis mucho a los chinos – me dice el que se dice mi amigo, siempre sonriente – y, algún día, nosotros jugaremos a los chinos con vosotros”… Pues oye, mira… tres con las que saques.
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