RESTAR PARA SUMAR
El de Sentido Común no hizo precisamente cosquillas en el bureau de la ostpolitik ni en el del ostbank. No saben cuanto lo siento, coñe… Y eso que me fui a los altos órganos europeos por no molestar. Pero, joer, el dolor reflejo de la cabeza se sintió en los juanetes, hay que ver cómo somos… Y me dice algún uno que otro prójimo más o menos próximo que las cosas no son tan simples como yo las veo, ni tan fáciles como sumar dos y dos.
Pues no, maestro… Si yo no hablaba de sumar, si no de restar. Y si restamos tan solo que lo que malgastamos – que no en inversión, como se está haciendo – al final lo de las sumas vendrán por sí solas, y serán como una añadidura, que el añadir y el sumar ya saben que vienen de lo mismo. Como aquella bucólica parábola neotestamentaria de la advertencia que no seamos pajarracos y fuésemos como los pajaricos… y lo de las flores del campo y eso.
Y como yo me considero más un pájaro de cuentas, que no un pájaro de cuenta… como otros, pues eso mismo, que las echo, y así, en mi simpleza, posmesalen, leches… Miren vuecencias:
Si los políticos de toda laya, condición y color se ponen de acuerdo en bajarse sus retribuciones tal y como se las han bajado a los currantes y jubilatas, y lo hacen con la misma disposición, unanimidad y voluntariedad que utilizan para subírselas, y procuran que no exista una diferencia tan indecente entre un salario mínimo de 625 € al mes y una paga/diputado de 6.500 € en el mismo mes, for exaimple, pues ya es algo… Y si se obliga a los partidos de los políticos caídos en lesa corrupción a que devuelvan el dinero equivalente a los perjuicios causados al erario público, y lo agregan al anterior algo, la cosa ya va buena…
Si se eliminan la duplicidad de muchas administraciones públicas, suprimiendo organismos superfluos e innecesarios – versus diputaciones y senado – u otros puestos/gabelas de agradecimiento a los servicios prestados, y se va terminando con los cargos de asesores de confianza y parafernalia varia y variada, que haberla aysla, el monto añadido a la quita, ya deviene a ser de cierta importancia, ya…
Pero sigamos echando centimillos a la hucha, señorías mías… Si pusieran coto a los desmanes y atropellos de la jauría de empresas de telefonía, que ofrecen (y no me lo estoy inventando, chatos) los servicios más caros, con mayores agravios comparativos al usuario, y de la más baja calidad y con menores servicios de toda Europa, el bolsillo del consumidor lo notaría como agua de mayo, y así, la capacidad adquisitiva ciudadana subiría, y el déficit bajaría… No es ná, pero suma a lo anterior, y ya tenemos un pico más que regular…
Y ya puestos, si tuvieran los collondrones, la vergüenza torera y la dignidad más básica y elemental de hacer un plan para que la banca devuelva al erario público los miles de millones que han repelado de nuestros bolsillos para reflotar sus mafiosas economías y que sus directivos se forren a costa de empobrecer a toda la gente de su alrededor, en lugar de utilizarlo para activar la economía que ellos mismos frenaron, en vez de, encima, implantar sus abusivas comisiones por uso de sus servicios, por ejemplo… pues ni les cuento por donde andaríamos.
Añadan a todo este merder, por ponerle guinda a la pastelada, la decisión firme en rebajar un fraude fiscal que ya anda alrededor del 23% del Pib de este país (10 puntos por encima de la media europea), y si todavía no nos sobra pá una matanza de chino – de cerdo cochino – y trasegarnos unas morcillicas con nuestro buen vino de siempre, me la corto en corto…
Entonces, chachos, a ver si no salen las cuentas que yo aseguraba al principio. Sin necesidad de recortar la calidad de los servicios públicos, ni encerriscarse con los más pobres y los que menos se pueden defender, que es lo más fácil y lo que hacen siempre: Que pague el más débil, que el poderoso y el que gobierna se llevan a casa lo más magro del tocino mientras al desgraciado solo le dejan chupar corteza… Y sin que los altísimos y despejados próceres, a los que un servidor se refería en su anterior y criticado artículo, vengan a ponerse medallas y a descubrirnos las Américas. Lo que pasa es que, claro, echar cuentas justificando las del ladrón es tan difícil como un arte. El de los timadores mismamente.
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