SENTIDO COMÚN
Yo no soy economista, que conste… Solo dispongo de la invisible diplomatura por la World Dog University, y ya es bastante… Pero tal título es sobradamente suficiente para, al menos, poder aplicar el sentido común. Y el menos común de los sentidos clama a gritos verdades como pirámides. Y una de esas verdades es que, cuando los bancos fueron recapitalizados con dinero público, o sea, con dinero ciudadano, se les confió junto al compromiso de prestarlo a empresas y familias, a fin de reactivar la economía. Pero lo incumplieron… Adviertan que cuando ustedes incumplen su compromiso con ellos los dejan en cueros y en la calle, pero cuando ellos lo incumplen con ustedes, o con el irresponsable gobierno que le ha prestado el dinero de ustedes, no pasa absolutamente nada..
Bien, sigamos… Como, lejos de cumplir tal compromiso, ese mismo dinero lo gastaron en comprar deuda pública de esos mismos imprudentes países que luego tuvieron dificultades económicas, precisamente y entre otras cosas, por habérselo dado a ellos tan alegremente, pues esto mismo… que lo justo sería que ahora apecharan con las consecuencias en vez de querer acaparar – de nuevo – un fondo de rescate que debe ser destinado a aliviar la situación de esos mismos ciudadanos que se ven como se ven por culpa del incumplimiento de su compromiso de devolver tales fondos públicos al público… No sé si me he expresado con claridad. Con otras palabras: que los que han creado la crisis, la paguen, pero no las víctimas de sus manejos… Es lo justo, ¿o no..?
Y esto, que es de sentido común, de aplastante sentido común, parece habérsele aparecido recientemente como el prodigio de la vírgen de Calleja a los que viven del cuento político, a los preclaros y altísimos dignatarios europeos, como Durao Barroso, o la mismísima Angelina Jolí-nes Merkel. A la vejez viruelas… Ahora viene el uno a decir que habrá que pensar en proponer que los bancos rescatados tengan prohibido pagar dividendos y rentas vitalicias a sus Alí/Babás, y que si habría que imponer la Tasa Tobín, y que si tal y que si cual… Y la otra, que si la economía no crece, a lo peor es porque la UE ha obligado a sus socios a recortar demasiado, y que si esto y que si lo otro, porque (dixit) “… es lo que dicta el sentido común”. Etc… Y que por eso, entonces, pasa lo que pasa…
Y lo que pasa, claro, entre otras cosas, naturalmente, es que los recortes que imponen las políticas de control del déficit acaban por ahogar cualquier tipo de crecimiento, aumentando así el propio déficit. Cágate, lorito… Un país, un estado, una administración, que no invierte (hablo de invertir, no de derrochar) termina por destruir empleos directos e indirectos, rebaja sueldos, congela pensiones, condena a las empresas al cierre, echa el cerrojo al comercio, y, por ende, a la recaudación de impuestos… En consecuencia, el ahorro ciego e indiscriminado del estado lleva consigo, aparte la degradación de sus propios servicios y el derribo del bienestar de sus ciudadanos, a una radical paralización del consumo. Y un país que no consume, tampoco crece… Y esto, que parece una perogrullada, es mero sentido común.
Así pues, si resulta que nuestros eurolíderes, los elegidos entre los elegidos, los menos capaces entre los más incapaces, que piensan como los capazos, o sea, con el culo, ahora se les ocurre pensar – a buenas horas mangas verdes – y se les escurre discurrir, citando al sentido común, que no sé si usándolo… pues que dan ganas de borrarse uno de ser lo que es, sea esto lo que fuere…
Esta es la mediocridad que, instalada en los olimpos de las instituciones, nos gobierna. Nosotros, desde nuestra bajura, miramos encandilados a las alturas donde los dioses tejen nuestros destinos, y creemos que están allí por sapiencia y merecimientos. No es así. Son mortales elegidos – mal elegidos, visto lo visto – por nos y por ellos mismos de entre ellos mismos. Son solo privilegiados. Trepas de etiqueta noir... Y nosotros confundimos nuestra bajura con su bajuna. Eso es todo.
En menudas manos estamos, hermanos. La gran Almudena Grandes, decía en un artículo suyo que, tras aplicar un plan A que no ha funcionado en modo alguno, habrán de pensar en un plan B… Pues sí, Almudenica, sí, con B de burros.
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