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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

viernes, 14 de octubre de 2011

EMPRESA y RSC


Mi anterior sobre Responsabilidad Social Corporativa tuvo su eco. No mucho, la verdad, pero lo tuvo… Eso, ciertamente, me satisface, qué quieren que les diga… Aunque me rebatan aduciendo que las respuestas a las carencias sociales, fuesen éstas de la naturaleza que fueren, han de darlas los gobiernos, no las empresas. Al menos demuestra cierta inquietud, y además, encima, me da pié para seguir ahondando sobre ese tema, al tiempo que intento aclarar tales matices. Permítanmelo, pues, los que así piensan y así me la han hecho saber.
                   Efectivamente, es así tan solo porque así lo parece, pero, en el fondo, la realidad es que los gobiernos atienden tales necesidades – y otras – con los impuestos directos que recaudan de las empresas, de los obreros que mantienen tales empresas (todos), y de los indirectos por la fabricación y el tráfico de las mercancías que producen y mueven las mismas empresas. En definitiva, es de la empresa de donde sale la gasolina que mueve a la sociedad, y del compartir sus beneficios en forma de impuestos, el dinero con que el estado financia las respuestas a tales carencias. Es obvio. Por eso, las sociedades más evolucionadas disponen de leyes del mecenazgo a través de las cuales el gasto que las empresas realizan directamente mediante fundaciones en temas de mejoras sociales, se consideran íntegramente deducibles de sus impuestos. Porque, a la postre, lo que las empresas financian con su propia imagen se lo está ahorrando a la propia administración al no tener que gastar en lo que ellas cubren. Y, encima, además, sirve (a la empresa) de publicidad absolutamente positiva y cuasi que gratuíta. Eso es el sello RSC. Ni más, ni menos…
                   De hecho, se da el caso de corporaciones empresariales cuyo presupuesto es muy superior al Pib de muchos países. Incluso los presupuestos de las diez empresas más grandes del mundo es enormemente mayor al de la totalidad de los países de este mismo mundo. De ahí que existan dudas sobradamente razonables de gobiernos en la sombra que gobiernan a los propios gobiernos. Llamémosles lobbys, lobos, o mercados financieros. El caso es que del mundo de la empresa – también del oscuro mundo empresarial de cabrones y depredadores si así lo quieren – es de donde proviene la abundancia y la escasez, la hartura y la hambruna, el estado del bienestar y el del malestar, el progreso y el retroceso, e incluso si me apuran, la guerra y la paz… Y si afirmo que son los sistemas financieros los que, a la postre, quitan y ponen gobiernos, no falto a la verdad al asegurar que cada vez así lo cree más gente de todo pelaje. Y tantas personas no pueden estar equivocadas…
                   Por eso, inevitablemente, la importancia de las empresas es directamente proporcional a la influencia que ejercen en su entorno y en el gobierno de ese mismo entorno. Y la influencia que las multinacionales ejercen en las naciones, es, salvando tal proporción, el mismo que las muy conocidas empresas que todos conocemos y que no voy a nombrar, ejercen y/o pueden ejercer en las sociedades de los pueblos donde radican. Así que creo queda suficientemente razonado, cuando no demostrado, que la asunción por parte de los gobiernos de las obligaciones sociales, es, en cierta forma, porque ha sido delegada por el total del tejido empresarial, cuando no ejercido directamente por los que tienen poder de influenciar su territorio natural. Otra cosa muy distinta, si bien que deseables, es que esa influencia sea ciertamente responsable. Influencia y responsabilidad deben ir de la mano, como la proporcionalidad deber ir del brazo de la generosidad. Al final no deja de ser una inversión pura y dura. Lo que pasa es que se invierte en la solución de problemas y en mejoras de una sociedad que resulta ser nuestra propia comunidad de clientes, y que al ahorrárselo al erario público es justo que se deduzcan de los impuestos con que se mantienen tales servicios. Eso es tener influencia responsable, y es lógico que se reconozca y haga saber mediante, en este caso, el sello RSC
                   Y ese es, y no otro, el liderazgo social empresarial que un servidor predicaba en mi citado anterior artículo. Liderazgo de las pequeñas empresas, de las humildes pymes, de los que creen que poco pueden hacer, cundo, en realidad, lo pueden hacer todo, porque una multitud haciendo pequeñas cosas es hacer todas las cosas. Y eso es liderar el cambio social para mejorar un mundo que necesita de un buen lavado de imagen. Como lo necesita el empresario, no nos engañemos… Alguien muy cualificado me dijo: “En un futuro no muy lejano, las empresas que no sepan justificar su RSC, no podrán ser consideradas empresas, ya que el concepto de Empresa y el concepto de Responsabilidad Social, tarde o temprano, deberá ser el mismo concepto”… Pues queda todo dicho. Yo, por mi parte, confío en no tener que esperar sentado.

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