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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

viernes, 25 de junio de 2021

PROGRAMA DE RADIO.- TOMEMOS CONCIENCIA

 Mi programa de radio semanal... Tomemos conciencia:

https://youtu.be/tY_ksCWrrDU

sábado, 19 de junio de 2021

CARLOS SAURA Y LA GUERRA

 

C.SAURA Y LA GUERRA



Le he leído una entrevista (EP 31/5) a nuestro universal director de cine Carlos Saura, que está rodando un documental sobre el arte y un par de cortos sobre la guerra civil… Sobre ésta, dice: “he vivido la guerra y me da terror que haya otra en España”… Sus recuerdos de niño no son nada buenos, como relata… hijo de un funcionario de la República, vivió bombardeos, muerte, gente y familias deshechas, delaciones y venganzas… es lógico que se le escape: “me da miedo el clima pre-bélico que, a veces, se respira en este país, la polarización…”. Es muy natural. Y hasta lógico.


Afortunadamente, yo no viví, como él, la guerra… Mi generación es la inmediatamente posterior a ella: la de los años cuarenta y cincuenta, la de la posguerra… Saura vivió la causa, yo viví las consecuencias, los efectos. No es mi interés establecer comparaciones, ni paralelismos, ni nada de nada, solo intentar analizar las diferencias entre sus temores y los míos (hablo de los de mi generación) respecto al mismo tema. Él vivió el preámbulo de muerte y destrucción de algo que existía, y yo me encontré los restos de esa aniquilación, de algo que yo no llegué a conocer. Yo viví la escasez, el oscurantismo, la persecución, la prisión y los fusilamientos; el miedo y las amenazas, desde la pérdida de la libertad condicionada que había a la condenación eterna al fuego del infierno.


Quizá esa, pequeña o grande, no lo sé, diferencia, sea lo poco que nos separa en nuestros temores y miedos… Él tiene terror a la vuelta de una guerra en España, y mi horror es a la vuelta a una dictadura… Cada cual teme su supervivencia… Y sí, ambos vemos señales, parecidas, que traducimos a recuerdos indeseables, y nos producen inquietud y desasosiego, pavor - como a los críos sus sueños terroríficos – y es que estamos viviendo, o soportando, una degradación política, una mediocridad de dirigentes, unas malas formas y peor educación, una falta de principios, una violencia tal, que no había sido vista en los cuarenta años de democracia que nos dimos tras los otros cuarenta de dictadura… Entonces, claro, pensamos que hemos involucionado, y que estamos volviendo a los tiempos oscuros y viles de la pre-guerra, a los mismos comportamientos, cainitas, los mismos partidos extremos de ideologías extremas repartiendo odio y resentimiento…


… Pero yo no creo (para ser exacto, no quiero creer) que retrocedamos al punto de una guerra civil, como teme don Carlos, ya que – eso creo – no se dan las mismas disposiciones, ni históricas, ni sociales, ni económicas, ni tampoco de conocimientos y formación, aunque se vea tan poca formación y tan poco conocimiento… Lo que no se tiene es educación, pero eso es otra historia. Entonces, los jóvenes eran presa fácil de idealismos interesados, bien por salir del hambre y la miseria, o bien para mantener los privilegios, y hoy, no es así, al menos con aquella intensidad. Hoy prima el hedonismo generalizado, no el idealismo, y eso es otra cosa, un problema distinto, una aspiración diferente… Por otro lado, el ejército guarda un perfecto y exquisito equilibro constitucional. Un factor importante, que antes no existía…


La gente, hoy por hoy, estamos más por salir todos juntos de la amenaza común de la pandemia que por otros rollos bélicos que, sabemos muy bien – o eso espero – que no arregla nada que no se pueda componer a través de las urnas… Y pienso que la Historia nos habrá enseñado algo, por poco que sea, claro. Y esto es lo que yo creo, a nivel de opinión personal, que no otra cosa…


Y aquí, en lo de la personal opinión, es donde mis dudas me dan miedo, y donde se luce el jopo de mis inseguridades… Porque, vamos a ver, todo esto es en el supuesto de que el fanatismo, el fundamentalismo, el extremismo, no existan en suficiente potencia y cantidad como para alimentar suicidas populismos… Pero, en definitiva, ¿existen, o no?.. Seamos objetivos: los perros ladran voces que nos recuerdan amenazas pasadas, eso es cierto. La cuestión es: ¿están dispuestos a morder hasta las últimas consecuencias, o es tan solo que una táctica intimidatoria para llevar a las ovejas a lo que creen su redil?..


Yo no lo sé, ni tampoco puedo saberlo a ciencia cierta… Ni Carlos Saura puede garantizar nada a nadie. Tan solo, ser sinceros y transmitir sus temores en calidad de testigo principal: “he vivido una guerra civil en España, y es terrorífico”, y quien quiera saber, que le pregunten a él y a otros, o a mí y a otros, por sus consecuencias, si es que quieren oír lo que se debe escuchar… Escuelas, institutos, universidades, son foros de enseñanza y de concienciación donde no se enseña ni se conciencia nada sobre esto, pero donde se debería estar haciendo… ¿O es que esto entra también en un pinparentalismo inquisitorio y descalificador?.. Es que esa es otra…


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viernes, 11 de junio de 2021

PARADOJAS - interesante programa de radio

 https://youtu.be/7VnKx_Auo50


EQUIDISTANTES

 

Es una palabra ésta, la equidistancia digo, que se ha puesto de moda. Todo el mundo presume de ser equidistante, pero no es cierto. Al menos, totalmente… En tiempos polarizados como los que vivimos, es muy difícil practicar una buena equidistancia… Yo, por ejemplo, lo intento, pero no sé si lo logro. Independiente de mis tendencias políticas y/o ideológicas, me esfuerzo por distanciarme de ellas, y juzgar por igual a los de un lado u otro, sin dejarme llevar. Y aún y así tengo mis serias dudas, si he de ser sincero… El escenario en el que nos movemos es un “si no estás conmigo, entonces estás contra mí”, y las inevitables ideas son cada día más belicosas, de tal modo, que nos distanciamos de los contrarios y justificamos a los propios con la misma cerrilidad y entusiasmo, y esto es todo lo contrario a la práctica de la verdadera equidistancia.

 La equidistancia auténtica está en comerse una tortilla de patatas… Es posible que el agricultor patatero sea un “solasol” explotador de inmigrantes, o no. Que el granjero criador de gallinas sea un redomado socialista de “toa” la vida; que el transportista de los productos esté a la izquierda de Stalin; que el mayorista que los comercia sea del PP duro o maduro, o incluso, si no la cocina usted, que el cocinillas del bar donde se la cepilla sea un separatista de tomo y lomo… Cualquier combinación es perfectamente posible. Pero nosotros paladeamos la jugosa tortilla de patatas ejerciendo la más perfecta equidistancia con todos y cada uno de los agentes que han intervenido en el susodicho plato. Es que ni nos preocupamos… 

…No así en cualquier otro lance de nuestra existencia, en que boicoteamos y/o llamamos al boicot general contra cualquier sujeto, por ejemplo, por magnífico artista que sea, por haber intentado sobrepasarse con alguna fémina; o borramos de los anales a cualquier genio de la literatura universal porque en un pasaje de sus obras llama negro a un negro; o condénese y niéguese a tal o cual, por muy premio Nóbel que sea, por ser un tanto homófobo, tal que así; o que nadie mire, hable, trate, lea, y todo el mundo de la espalda a esta persona, a pesar de sus magníficas aptitudes, por una equivocada actitud… Sean cuales fueran los atributos que alguien atesora en materia de arte, ciencia, medicina, cineasta, cantante, escritor o lo que fuese, han de ignorarse y enterrarse todos sus méritos, porque tiene un baldón en la inquisición de lo políticamente correcto. Hay que ajusticiarlo públicamente… Sin embargo, mientras nos metemos entre pecho y espalda la suculenta tortilla de patatas, no le miramos el carnet de identidad al que ha batido los huevos. ¿A que no..?. 

Sabemos que las ideas políticas o del nuevo puritanismo dictatorial y obsesivo no se comen, que son como las setas, que si no las conoces y te equivocas pueden matarte… Pero, en general, podríamos decir que sí que sí, que a la hora de comer, o nos mostramos perfectamente equidistantes, o la indigestión la tenemos garantizada… También, también nos mostramos equidistantes cuando algo nos lleva al hospital y estamos jodidos: que nos dá igual lo que sean el/la especialista que nos trata, los enfermeros que nos cuidan o los/las auxiliares que nos procuran el bienestar… En muchísimo mayor grado somos equidistantes si estamos esperando un órgano que ha de salvarnos el pellejo. No conozco un solo caso que se muestre condicionado por ser el donante de izquierdas, derechas, abusador, misógino, homófobo, sexista o racista. Para nada… 

De lo que se deduce que practicar la equidistancia, o no, más que una cuestión de conciencia, como debiera ser, es una cuestión de conveniencia… Aunque lo hagamos inconscientemente, vale, que sí, que precisamente por eso mismo. Pero que, más que un acompañamiento en nuestra vida, es un apañamiento… Un aquí sí, aquí no, según mi personal interés en cada momento. Y eso es, precisamente, lo que deberíamos hacernos mirar. 

Porque, en realidad, la equidistancia es una ley geométrica, euclidiana por más señas, según la cual, es el principio de armonía que mantiene en pie cualquier construcción u obra… Ejemplo: si no hubiera equidistancia entre los elementos de la cúpula de la Basílica de San Pedro, ésta se desmoronaría sobre fieles, curia y Papa que estuvieran debajo, por muy sagrada protección que éstos disfruten. Lo único sagrado ahí es su hechura, el que las medidas sean equidistantes entre sí…

En los seres humanos actúa exactamente igual: si no somos equidistantes entre nosotros mismos, con cuántos, y con cuánto nos rodea, nos derrumbaremos interiormente y desconfiaremos unos de otros. La equidistancia debería ser un ejercicio de obligada enseñanza en escuelas e institutos: exteriorizar, relativizar, ponerse en la piel del otro, mirar en la distancia, juzgar con perspectiva… Todo eso significa equidistar. Y, el caso, es que nos iría mejor, mucho mejor, en todo: en política, economía, justicia, sociedad, educación… incluso en salud. Criaríamos en nuestras entrañas menos odio y menos mala leche, que son sentimientos nocivos que enturbian nuestra salud y nuestra inteligencia… Pues el peor enemigo de la equidistancia es lo de “es de los míos”, o “no es de los míos”… Ya me entienden ustedes.-

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viernes, 4 de junio de 2021

PARADOJAS

 



En el mundo de las paradojas está la clásica de Teseo, que ya volvió tarumba a Platón, Plutarco, Heráclito, e incluso al más moderno Hobbes… Según la leyenda griega, Teseo volvió a Creta con su grupo de atenienses en un barco de 30 remos, y cuentan que aquella nave duró muuuucho tiempo. Calculen ustedes que Demetrio de Falero, que escribió sobre el prodigio, fue un tipo real que vivió sobre el II A.C., mientras nuestro Teseo fue un mito al que se le atribuye la fundación de la mismísima Atenas… O sea, un porrompompero de tiempo.

El truco se ve que estaba, según los pensadores e investigadores, en que los puñeteros griegos aquellos, allí donde se picaba un tablón, ahí mismo que lo cambiaban por uno nuevo… Claro, tabla a tabla, palo a palo, listón a listón, podían reponer todo el maderamen del barco, “ad eternum”… Y aquí es donde salta y donde nos salta la paradoja: que entonces ya no sería el mismo barco. Ya no sería el tan celebrado barco de Teseo aquel, el original, el auténtico, sino que sería una copia… fiel, pero copia al fin y al cabo, del mismo, un duplicado, y, con el tiempo, un bis de un bis de un bis… Queda su forma, su estructura, su diseño, sí, vale, pero ya no ES el barco del jodido Teseo, sino un barco COMO el de Teseo. No es igual, no, no es lo mismo…

Pero es que, si se fijan, si piensan las cosas bien pensadas, eso mismo ocurre con nuestro propio cuerpo, con nuestro propio barco, con nosotros mismos: que los átomos y células de nuestro organismo, las que conforman todas nuestras tablas y tejidos, los cambiamos periódicamente cada cierto y corto espacio de tiempo. Conforme se van gastando y jorobando, la naturaleza (los marinos de Teseo) se encargan de reponer los tablones de nuestra estructura… Lo que pasa es que, animales al fin que somos, no nos identificamos a nosotros mismos por nuestros materiales, si no por nuestra forma, pero la información – genética – que nos diseña desde el principio sigue siendo la misma. No somos cabras, si no humanos, por muy cabrito que se sea…

Lo que pasa con nosotros es que el hipocampo, que genera nuevas neuronas y demás, también va tirando a viejo. Y llega un momento en que el “autoreciclaje” deja de ser satisfactorio, y es cuando el barco de Teseo se va a pique… Dicho de otra forma: nuestra máquina de hacer listones se vá jodiendo, y los nautas no hemos aprendido aún a fabricar listones por nosotros mismos. Y el que fabricó la máquina, no nos dio el libro de instrucciones… Pero todo se andará, no se preocupen que llegará un día…

Mas todo esto no es nada nuevo. En realidad es más vejo y antíguo que el propio barco de Teseo, o que el que inventó al propio Teseo… Se llama entropía, y el mundo entero, todo el universo creado y por crear, funciona por movimiento entrópico, esto es: todo lo que nace, ha de morir, todo lo que tiene un principio, ha de tener su final, eso sí, vuelve a nacer con otra forma, distinta manera, nuevas características, desde la energía que liberó al desaparecer. O sea, que todo se renueva constantemente… Einstein diría que son las continuas bodas de la masa (materia) y la energía. Y así será hasta que la máquina de hacer tablones disponga que así sea…

¿Estás hablando de la resurrección, joío?, me dirán… No. Hablo de la renovación, de la transformación material, fórmica, estructural, pero de la consciencia, me lo reservo. Uno tiene conciencia de sí mismo aquí y ahora, y más que de QUIÉN es, su conciencia es de QUÉ es… Y es, precisamente, ese QUË lo que se va a hacer leches, “de polvo vienes, puñetero…”; pero el QUIÉN no es material, por lo que esa consciencia no se ajusta a las mismas leyes de la naturaleza entrópica. No es tablón alguno del barco de Teseo… “Yo soy EL que soy”, no “yo soy LO que soy”, le fue dicho al Moisés aquél… Hay una diferencia.

…Y no cruzaré una línea que, esa sí, de momento sobrepasa el límite de la Ciencia pura y dura, de todo lo demostrable… Aunque uno suponga, con mayor o menor acierto, con más lógica que fé, dentro de un sentido común, que, aun siendo el menos común de los sentidos, porque aquí cada cual tiene el suyo, al menos tiene cierta lógica… No me digan que no.

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PROGRAMA RADIOFÓNICO

 Mi interesante programa de radio de esta semana:

https://youtu.be/MGkx1v75HIo