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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

viernes, 25 de mayo de 2018

El Mirador 25 mayo 2018 "ANIVERSARIOS (Por alusiones...)"

martes, 22 de mayo de 2018

CARNAVALANDIA



Algún día de Carnaval podías encontrarte por la calle algún fugaz y trémulo personaje travestido de su contrario, o solo que tapado, pasando corriendo ante ti haciendo aspavientos…¡¡Que no me conoces… que no me conoces!!.. Incluso, a veces, entraban en alguna casa de la vecindad con la misma gritona cantinela, e igual que entraban se marchaban con una ligereza pasmosa. Visto y no visto. Todo era acelerado y espontáneo, extraño, raro, como un fantasma más asustado que asustador, que aparecía y desaparecía, queriendo ser pero sin querer estar. Y es que esas manifestaciones estaban prohibidas en la dictadura franquista, y perseguidas por las fuerzas del orden, si bien en los pueblos más pueblos, como en el mío, esos días las ralas parejas de la Guardia Civil se dejaban ver poco, haciendo una relativa “vista gorda”. En consonancia con la escasez de libertades y de medios de la época, las furtivas, huidizas y solitarias “máscaras”, como se las llamaban, no llegaban a ser un disfraz, si acaso un paupérrimo, triste y miserable travestismo. La mujer se disfrazaba de hombre, el hombre de mujer, y el niño de niño, con alguna careta de cartón sujeta por una goma, que eso sí, eso estaba permitido entre la chiquillería.

            En las ciudades, simplemente no existían. Los carnavales eran una efemérides gris plomo, patéticas, silenciosas y silenciadas. Si acaso, en sotto voce, cuchicheando en régimen de estricta confianza, vigilando proximidades de reojo, se recordaba la festividad que era aquello, y la libertad (para unos), o el libertinaje (para otros) que eso suponía en los tiempos de la República. Y esos unos amagaban con amargura que “eran otros tiempos”, y esos otros largaban con frescura que “eran cosa de los rojos”. Y las lamentaciones y las justificaciones se escondían ambas bajo la misma losa de silencio, de miedo y de cautelosa prudencia… Pero las pocas, contadas, personas que se aventuraban a vestirse de espantapájaros y salir a gritar, como en una catarsis, ¡que no me conoces, que no me conoces!, o era un loco, o era un suicida, o era un valiente que desafiaba el toque de queda perpetuo que aquello suponía.

            Hoy, gracias a Zeus y todos los dioses olímpicos, es absolutamente al contrario. Los días, tímidos y espantadizos, de Carnaval, ya son los Carnavales, largos y plenos, libres e hinchados de hedonismo y negocio indisimulado. Libertarios y henchidos de narcisismo. Tonto el que salga de sí mismo. Una explosión de fiesta, color, ruido y consumismo… Al revés que entonces, ya no se quiere provocar ningún poder, si no imitarse en el alegre hacer. El simbolismo de la resistencia ha sido cambiado por el fanatismo de la experiencia. Lo que pasa es que las generaciones que mamamos aquella burda realidad valoramos lo que vemos en la actualidad. Y lo captamos como una conquista, mejor re-conquista, pero nunca como una exigencia, jamás como una necesidad satisfecha. El auténtico valor de las cosas siempre lo marca su carencia, no su abundancia, y la sociedad actual, si carece de algo, es de la medida de las cosas, de la educación del conocimiento, y precisa el testimonio fiel y fiable de los que vivimos aquella experiencia de censura brutal. Y lo necesitan como el comer.

            Estamos a punto de traspasar el patrimonio del poder, la cultura y el conocimiento a la snuevas generaciones. De hecho, ya se ha realizado el traspaso. Pero no les hemos transmitido lo más importante de todo: que el presente es un hecho conquistado, no un derecho consumado. Y que los hechos vienen, nacen y derivan, de otros anteriores. Y que el origen de lo que tenemos está en la historia de lo que no tuvimos. Y que si desconocemos su auténtico y exacto valor, lo perderemos de nuevo. Y es lo que va a ocurrir irremisiblemente en un futuro más o menos inmediato.

            Solo hagan una simple prueba. Pregunten a un chaval, a cualquier joven, si saben lo que es una dictadura. Si conocen quién fue, o lo que fue, Franco. Pregúntenle sobre nuestra guerra civil, o más fácil aún, sobre nuestra posguerra… Y verán, verán lo que contestan. Y es que ni siquiera sus jóvenes profesores han recibido el acervo testimonial del conocimiento que puede explicar su actual presente, del que gozan sin ninguna responsabilidad. Lo cierto es que ondean banderas republicanas sin saber siquiera lo que fue la República. Mucho, muchísimo menos, lo que es una monarquía parlamentaria. Y hablan de cuota de libertades sin conocer el significado de Libertad. Y desconocen más cosas, muchas más cosas, que dicen conocer… Pero en su autosuficiencia creen que saben, y eso es lo que enseñan, y eso es lo que transmiten: una ignorancia ilustrada, un carnaval eterno y feliz… ¡¡ Que no me conoces… que no me conoces!!..

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

viernes, 18 de mayo de 2018

El Mirador 18 mayo 2018 "CON TODOS MIS RESPETOS"

sábado, 12 de mayo de 2018

PORQUILANDIA



El pasado 27 de Febrero, aquí, en nuestras costas murcianas de Cabo de Palos, uno de los grandes cetáceos que se debaten entre la desaparición o la supervivencia, el cachalote, para los entendidos Physeter Macrocephalus, vino a morir bajo el faro. Se ve que prefieren la calidez de nuestras aguas y la luz de nuestros cielos para despedirse de la vida. De una vida animal que la existencia del hombre ha convertido en una mala vida para ellos. Seis toneladas de peso y diez metros de longitud de carne viva varadas por la agonía. Una auténtica brutalidad, por no llamarlo asesinato, puesto que solo el ser humano es el único responsable de ello.

            Cuando esto ocurre, y ocurre mucho, demasiado, siempre se dan las mismas explicaciones en todos los casos: desorientación. El especimen quedó varado en la costa al desorientarse, y murió por asfixia y los efectos del calor, al quedar expuesto a los rayos del sol, que resecó su piel deshidratada, etc., etc… Invariablemente. Se ve que es la etiqueta-tipo para despachar el suceso en una esquina de los medios de comunicación. Un suceso, por cierto, que se va repitiendo cada vez más, en las costas del mundo entero, si bien en las del Mediterráneo, en nuestro Mare Nostrum de las cien culturas, ya es preocupante. Es esa una explicación manida que también sirve para tapar la conciencia social y/o personal durante el tiempo que dura el caso en nuestra memoria superficial. Hasta la próxima, en la que se diga más de lo mismo. Y suma y sigue…

            Lo que no suele publicarse es la información a posteriori. Una vez que se le hace la autopsia – si se le hace – a esos grandes peces que llamamos injustamente suicidas, nos encontramos con una realidad que nos interpela directa y personalmente a todos los ciudadanos del mundo desarrollado (materialmente desarrollado, claro, que no moralmente). En el caso de nuestro amigo el de Cabo de Palos, los forenses extrajeron de sus intestinos una bola de treinta kilos de basura plástica, cubos, sacos de rafia, bolsas de prolipopileno, un bidón, algún zapato, y un montón de deshechos, que le provocaron una peritonitis aguda. La causa real de su muerte, entre atroces sufrimientos. Esa es la auténtica razón, que debería avergonzarnos hasta volver nuestras conciencias del revés, si es que nos la encontramos… la conciencia, digo. La agonía de esos magníficos animales es inmensa, cuando no mueren vilmente envenenados por los productos químicos, que también, aparte de la basura, vertemos al mar con total y absoluta impunidad.

            Yo creo que estos fantásticos peces se resisten a morir en el mar, su medio natural, y vienen a hacerlo ante nuestros ojos, por una sola y única razón. Para gritarnos en nuestras narices la culpabilidad de ese crimen. El fondo marino tapa ya demasiada irresponsabilidad por nuestra parte, y es hora de salir a tierra para mostrarnos las consecuencias de nuestros actos. De nuestros malos actos. Por eso no quieren morir en su cuna, en su mundo, y saltan al nuestro, a escupirnos con su último y silencioso aliento que están muriendo por culpa de nuestra necedad. Ahítos de la basura con que estamos envenenando su hábitat, de la porquería indegradable que vertemos en los mares de todo el mundo, en todas nuestras playas a las que acudimos miserable e irresponsablemente a llenarlas de basura.. Pero nos están diciendo mucho más que eso además. Salen a gritarnos que ellos forman parte de nuestra propia cadena alimenticia, y que nosotros igual nos estamos envenenando y muriendo con ellos. Igual que ellos. Tan burros somos…

            Hay una cuestión que pasamos por alto. Del mar nació toda la vida existente en este planeta, y del mar puede venir la muerte a todo lo que en este planeta existe. Incluido nosotros. Lo hemos convertido en un estercolero pútrido que no hace más que vomitar su exceso de residuos plásticos. Ya existen verdaderos continentes flotantes que son basureros puros y duros. El más extenso de todos ellos (y se forman continuamente) se encuentra en el Pacífico Norte, y se extiende entre Hawai y California. Está formado por unas 100.000 toneladas de desperdicios plásticos, redes, cacharrería mecánica y electrónica, juguetes, ropas, y hasta mobiliario… y un enorme pavimento de caucho y microplásticos que genera una sopa envenenadora que llega a todas partes por las corrientes marinas. En el Atlántico Norte y en el Pacífico Sur se están generando dos nuevas macroislas de esta monstruosidad. Nuestro propio Mediterráneo, el Mar entre Tierras de Estrabón, cada día se parece menos a un mar y más a un basurero…

            Nuestras tripas, como las de esos grandes cetáceos que se varan en nuestras playas, se están convirtiendo en plástico, contaminando nuestro organismo. Hay cuerpos de voluntarios que, en una sola y muy turística playa, recogen en un solo día más de cien mil bastoncillos de plástico, miles y miles de bolsas, y botellas, y envases de plástico, y deshechos mil… Así tratamos lo que usamos, incluída nuestra propia naturaleza. Tras envenenar la atmósfera cada puente con un vertido brutal de catorce millones de tubos de escape, nos aposentamos en las playas para envenenarlas igualmente. El fenómeno turístico y consumístico crea nuestra propia mierda, en la que nos enterramos nosotros mismos, lentamente… ¡Ah!, ¿Que no se habían dado cuenta?.. ¿Es que no se han percatado que hasta los propios discursos de los políticos son de plástico?.. ¿No?.. Pues sí, fíjense bien, son de plástico desechable. Como nuestra cultura, nuestra educación, nuestro ocio, nuestra forma de vida, nuestro todo…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

viernes, 11 de mayo de 2018

El Mirador 11 mayo 2018 "RELICIENCIA"

lunes, 7 de mayo de 2018

PATRIAS



Las patrias, las naciones, los países, no son fenómenos ni estados naturales. Mucho menos eternos. Aunque se derrochen ingentes esfuerzos en dar una imagen por la que afirmen que merece la pena matar o morir, montar guerras, exigir sacrificios y fabricar mártires que la justifiquen. Todo lo contrario, son hechos circunstanciales y artificiales motivados por intereses políticos, económicos, sociales, culturales, que… además, son cambiantes a lo largo de la historia. Los países, en realidad, aparecen y desaparecen, se fusionan o son absorbidos, se mueven según las élites que manejan el mundo, y son, en definitiva, un producto maleable de la evolución (o involución) humana. Lo que pasa es que llevan adherido un mucho de emocionalidad y emotividad, de acciones y reacciones venales, de visceralidad, en suma. Casi siempre motivada por un origen más o menos inventado, más o menos creído por adaptado, más o menos inyectado en la más primaria y tierna educación…

            Hace poco más de un milenio, España como tal no existía, por ejemplo. Si acaso, el primer esbozo de nación fue cuando una monarquía, escasa y belicosa, pero la parte quizá más rica y poblada de lo que era la península meramente geográfica, Castilla, decide unirse con otra de menor identidad pero no menos importante: Aragón. Esa interesada fusión refuerza un sentido inicial de pertenencia a algo fuerte, poderoso y potente. Luego vendrá, el descubrimiento de América, la alianza con los Absburgo… La Corona inicia guerras expansionistas y se va generando alrededor de todo esto una solidaridad entre los súbditos con la ayuda de un poderoso coagulante: la religión, siempre muy interesada en sacar buen tajada de todo. Todo forma identidad. La de una monarquía católica. Esa religión castiga a los que no se unen a, o se apartan de, esa idea, con la Inquisición como herramienta, y el estatuto nacional de la limpieza de sangre. Ya está el plantel en la maceta, y la unidad de las tierras conquistadas como abono. Sin embargo, aún no se tiene sentido ni sentimiento de Nación hasta que no se produce la controvertida, pero famosa y muy manipulada y utilizada, Guerra de la Independencia…

            He intentado esbozar muy esquemáticamente, con apuntes someros, la esencia de una nación, de un país, como el nuestro. Así se formó la idea de España. Apenas cuatro días con pasado mañana, si lo comparamos con el curso de la historia y con el transcurso del tiempo. Y no cabe la menor duda que dentro de otros mil años, o menos por lo acelerado de los acontecimientos, igual que entonces se hizo, se puede deshacer, o modificar, o convertirse en otra cosa, o irse a hacer puñetas. Pero es que esto ocurre igual en todos los países del mundo. Los mapas políticos (que no los físicos) cambian en cientos de años, o incluso en décadas, con una enorme rapidez y facilidad. El mapa político que yo estudié en mi escuela, de Europa, no tiene nada que ver con el que estudian mis nietos. Apenas media docena de esos países permanecen, e incluso ellos han cambiado sus fronteras. Y dentro de otra generación, con el proyecto de la UE en marcha, ese mismo mapa no se va a parecer en nada al actual, posiblemente.

            Todo es cambiante, nada permanece. La misma España, en el siglo XIX, ayer mismo, llegó a tener tres banderas, un par de himnos y media docena de fiestas nacionales. Y en el XX sufrimos una guerra civil ganada por los sublevados que impuso una dictadura de tipo nacional-católica-conservadora, del tipo y corte de la monarquía absolutista de Fernando VII (una vuelta atrás en la historia) cargándose todo lo avanzado en los fugaces gobiernos de la República, y excluyendo a media España, a la que llamaban, curiosamente, la anti-España. Pero la estabilidad de los sistemas políticos son lo suficientemente frágiles porque dependen de circunstancias sociales, económicas y geopolíticas que los modifican. Por eso mismo que todo cambia y nada permanece eternamente. Y por eso sorprende la cortedad de miras de aquellos partidos y formaciones políticas que se resisten a actualizar, cambiar y optimizar la herramienta que adapta los estados y los países a esos tiempos cambiantes: La Constitución… Aquí, en España, por no salirnos de nuestro modelo, hay que adaptar el estado autonómico a la realidad de casi medio siglo después. Eso supone transformar un texto que va muriendo, en una letra viva y útil para otros cincuenta años más, al menos…

            Los episodios del País Vasco, o lo de Cataluña, o los que puede estar larvandose en otros lugares y/o comunidades españolas, pueden acelerar un cambio brutal del esquema político por el que nos hemos regido hasta ahora. Y puede hacerse bien, o puede hacerse mal. Desde una Federación de Estados Ibéricos, incluyendo a Portugal, a un desmembramiento ruinoso y suicida. Todo es posible. Todo. La historia enseña a quién quiere aprender de ella que no existe nada fijo ni absoluto. Nada. Y que fomentar los patriotismos y patrioterismos puede producir los efectos contrarios a los que se buscan. Es mucho mejor educar para enseñar a la gente a saber tener los pies en el suelo. Y el personal que no quiera aprenderlo, que se busque la vida por ahí, pero que no nos la complique al resto…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

viernes, 4 de mayo de 2018

El Mirador 4 mayo 2018 "El Bien, El Mal..."