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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

miércoles, 26 de noviembre de 2014

De lo divino y humano: AVISO A NAVEGANTES

De lo divino y humano: AVISO A NAVEGANTES: Nos encontramos a muy corta distancia de un año de intenso urnaje. Va a resultar apasionante, toda vez que se dirimen elecciones generales...

martes, 25 de noviembre de 2014

De lo divino y humano: QUERENCIAS

De lo divino y humano: QUERENCIAS: Mi padre en realidad nació a los doce años, al cuidado de una punta de cabras, cuando un avión le espantó los animales pero no los pensami...

CONFESIONES

El otro día ví un programa de televisión dedicado al cáncer. Y ví a una espléndida mujer hablando de su terrible experiencia de una manera que me impactó, de una forma que me desorientó. Estaba regando las macetas de su pequeño porche plácidamente, y, con un tono de voz sumamente apacible, casi dulce diría yo, contaba que las últimas pruebas médicas a las que se había sometido le daban unos pocos meses de vida. “La metástasis está muy extendida”, decía. “Quizá solo sean algunas semanas”, comentaba con total normalidad. “A veces – aseguraba – cuidando mis plantas, pienso que al comienzo del invierno habrá de podar los siempreverdes de los parterres así o asá, para que adopten determinada forma… mas, luego, me viene a la cabeza que ya no lo podré hacer… que ya no estaré aquí…” 


                Tampoco hay que ser muy sensible para que sientas estallar una burbuja de materia candente dentro de tu pecho. Te esperas cualquier estado de ánimo menos ese. Puedes explicarte a ti mismo la amargura, la desesperación, el abatimiento, la tristeza, la irascibilidad, incluso la ironía descarnada o la rabia… Pero no estamos preparados para ver a una persona afrontar su vida diaria, doméstica, rutinaria, a la vez y al mismo tiempo que también afronta su muerte inminente, con total y absoluta paz y aceptación, como lo más normal de cada día, como lo más natural del mundo…

                …Y es que, efectivamente, es lo más normal del mundo, porque lo más natural de la vida es la muerte, y a ella caminamos desde que nacemos. Pero no nos damos cuenta porque no queremos aceptar tal verdad natural, tal normalidad. Por eso, al encontrarte a una persona que mira de frente a la muerte con la misma naturalidad que encara a la vida, nos encoge y nos sobrecoge, y nos abruma… Tanto, que, íntimamente, no nos importaría cambiarnos por ella si con eso capturamos su espíritu y hacemos nuestra su alma grande, inmensa, libre, eterna… Es un momento de lucidez fugaz que nos confunde, una sacudida psíquica que nos lleva a otra realidad que no es nuestra realidad… ¿o acaso sí que lo es, pero no queremos reconocerla?..

                …Porque, si no estás ocupado en nacer, es que estás ocupado en morir, puesto que la vida es tan solo el paréntesis que hay entre ambas experiencias. Nada más. Un simple intermezzo. A esta magnífica mujer le ha llegado el momento de entenderlo en su más absoluta plenitud, y lo comprende con toda su amplitud. Sin dudas, sin zonas oscuras, sin esquinas… Puede que la vida no nos dé todo lo que le pedimos, pero es seguro que nos da cuánto necesitamos.

                Y son esas vivencias, aunque sea teletransportadas, las que merecen la pena vivirlas y compartirlas con los demás, con nuestros demás. Esa mujer la compartió conmigo, y con muchísimos que pudieron, quisieron y supieron conectar con ella, en ese momento único, cálido y silencioso, antes de morir la noche para hacerse día… exactamente igual que ella. Yo lo comparto aquí con vosotros, de la única forma que la providencia me ha dado saber hacerlo, aún a través de estas torpes y breves líneas. Siento que es mi obligación hacerlo. Porque una cosa es que me seduzcan y otra que me convenzan, y esas imágenes me convencieron. Brutalmente, pero lo hicieron. Y te ponen una verdad simple pero deslumbrante ante los ojos: la vida no es el hecho de nacer, si no la conciencia de haber nacido.

                No espero, ni tampoco lo persigo, convencer a nadie de nada. Ya digo, solo compartir un impacto, un choque… nada. Al fin y al cabo, la gallina no es mas que la manera que tiene el huevo de reproducirse a sí mismo. También puedes construir la frase al revés, el resultado es exactamente igual… Pero, sí que me van a permitir la osadía de hacerles una confesión, de atreverme a decirles algo en lo que sí creo: No somos seres humanos teniendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales teniendo una experiencia humana.


viernes, 21 de noviembre de 2014

A UNOS Y A OTROS

A cuenta de algún chispazo mío publicado en estas páginas y/o algún otro algo aparecido en mi Blog de este mismo periódico sobre ciertas políticas municipales, he cosechado distintos frutos, diferentes apreciaciones de según dónde venía la pedrada. Es natural. Y perfectamente lógico. No es lo mismo subir a coger brevas que bajar de la higuera a recibir palos. No es igual ir montado que llevar a cuestas. Por eso las opiniones, por fuerza, han de ser diferentes.
 
                Así pues, por un lado, los aludidos no acusaron bien las críticas. Por supuesto que no. Tampoco esperaba yo lo contrario. Me llegó un poco de todo. Un detallado surtido de amables etiquetas que van desde derrotista hasta ignorante pasando por la de vengativo. Bueno… cualquier cosa, menos ciego, digo yo… Porque hay que estar muy ciego como para no ver lo que resulta tan evidente como inocultable, y es la clara y meridiana sensación de pujanza y decadencia de un pueblo. Pujanza que uno ha vivido y experimentado, sentido y disfrutado, y la patética decadencia que se advierte, resalta y se nota, y se padece hoy. Cuando salgo a pasear sus calles, sus barrios, y cada vez se cuentan más casas vacías, más comercios cerrados, más naves abandonadas… me acuerdo de Detroit. La historia de un declive.

                Y los declives pueden obedecer a muchas causas, pero todas tienen el mismo efecto: el empobrecimiento de la población. Por eso, las medidas a tomar pueden ser complejas, de acuerdo, y difíciles, vale, pero nunca, jamás, se combate la pobreza añadiendo más pobreza. La anemia no se cura recetando ayuno, sino todo lo contrario. La atonía no se resuelve subiendo impuestos, si no al revés, bajándolos. Y si la pobreza persiste, porque no es coyuntural si no de facto, lo menos que se puede hacer es repartirla entre caballo y caballero, y no que el primero está cada vez más flaco y tenga que soportar al segundo cada vez más orondo, porque su bocado es del cada vez menos pienso que le toca al primero.

                Luego, por otro lado, están los ciudadanos que declaran estar hartos. Y que me dicen, y me cuentan, y me escriben y describen los cada vez más deteriorados servicios que recibe, la cada vez mayor inseguridad que sufren y el cada vez mayor afán recaudatorio que soportan. Y me preguntan abiertamente qué hacer y cómo hacerlo, y me piden que escriba sobre ello, y esas cosas… Mas yo solo tengo una sola y única respuesta: Movilización ciudadana. Pero no la algarada, el disloque callejero o la asonada, ni hablar, hablo de un movimiento ciudadano organizado, responsable e inteligente, con estrategias y objetivos. La concienciación ciudadana es el primero de ellos y el más importante de todos.

                Ya sé que no es fácil. Pero tampoco es difícil. La sociedad es la suma de los ciudadanos, y si los ciudadanos no suman nada la sociedad vale cero. Es la única vía, el único medio. La ciudadanía ha de asumir la responsabilidad de la que se le ha despojado y ella misma ha rehusado a cambio del dame pan y dime tonto. Tiene que expresar, fuerte pero ordenadamente, su opinión. Ha de exigir, con todo el respeto del mundo, que se le tenga respeto a ella también. Y su voz debe ser escuchada por los que viven tan requetebien siendo sus administradores.

                Me sueltan los más exaltados que hace falta algún gamon-algo, ya me entienden… Pero tampoco es eso, aunque sí que es envidiable su capacidad organizativa, de convocatoria, de solidaridad en equipo, de esforzados voluntarios… Pero siempre es mejor un puñetazo en la mesa que un puñetazo en la cara. Siempre. Una resistencia unida, aunque pasiva, concienciada y concienciadora, siempre obtiene mejores frutos que la violencia descontrolada. A mí nunca me encontrarán con lo segundo, pero siempre contarán conmigo en lo primero.


                Así que ésta es mi respuesta. A los unos y a los otros. Sé que es jodido pronunciarse, y asumo lo que se arriesga en estos casos. Pero en los malhadados tiempos que corren, el esconder la voz es una cobardía que no podemos permitirnos.

viernes, 14 de noviembre de 2014

¿PODEMOS..?

“El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto”. Esta frase que ha popularizado Pablo Iglesias, porque puede el tío… no la popularizó él, si no Marx. Y si no fue así exactamente, la recuerdo muy, pero que muy parecida. No me gustan los que parafrasean sin citar al parafraseado, al menos en principio. Es como tomar prestado sin permiso del prestador, como tomarse el derecho de uso sobre algo que no es suyo, no sé… Pero es que, encima, yo creo que el citar a don Karl tiene la virtud de espantar a la caballería rusticana, como regalarle perdigones a los que nos tiran a dar. Incluso si quiso agradar a sus neoavanzados aplaudidores, echó mano de un recurso trufado de naftalina caducada que ya suena a coco desdentado. Enternece pensar que aún hay jóvenes reencarnados de los sesenta. Poca historia deben saber y mucha histeria deben tener.

                No obstante, hace su papel, y hace lo que sabe, lo más dignamente que sabe. Debe tener muy claro Pablico que se ha metido en el pelotón de cabeza gracias al rebufo de los de delante. No tiene que olvidar que es depositario del rebote nacional. Y que el soufflé tanto puede subir de golpe como bajar de golpe también. Por lo que debe administrar con sabiduría, tacto, perspicacia y delicadeza lo que le han concedido los hados del cabreo nacional graciosamente, porque la más mínima metedura de puñonalto y se ve otra vez solo con sus cuatro marxistoides desfasados jaleándole, ya que la inmensísima mayoría de los que le han votado no son de tal cuerda ni de lejos, y solo lo han hecho porque un día se le escurrió de la coleta lo que todos los españoles estábamos esperando oír por parte de alguien.

                Últimamente, creo apreciar que ha corregido un tanto su arrebatado discurso, y que es un poco más prudente, y que algunas de sus iluminadas propuestas se han apeado de la briosa jaca, sin duda porque se ha dado cuenta de la inoportunidad e imposibilidad manifiestas de llevarlas a cabo sin que el mundo se descojone de risa. Pero eso casi que son cosas normales. En los novatos, la ideología suele darse de leches con el idealismo. Luego, cuando se crece, y se madura, eso se pasa, y el pragmatismo acaba por imponerse. A veces, incluso demasiado. No obstante, considero muy bueno que los partidos corrompidos por el poder y el cinismo prepotente sientan la inseguridad del aliento fresco en sus cogotes de lagartos. No es nada malo. Qué vá…

                Pero tiene el peligro de la indefinición. No basta con decir que hay que desfenestrar a la casta, y clamar contra ella. Hay que explicar sosegadamente lo que hay que hacer, cómo y cuándo, a fin de ir poniendo los fundamentos políticos legales y sociales para regenerar lo viciado y que la casposa casta no vuelva a aparecer nunca jamás. Hay que decir con claridad meridiana de qué forma controlar los abusos y de qué manera mejorar la democracia. Qué mecanismos hacen falta desarrollar para que la vida pública sea la que marque la vida política, y no al revés. Cómo hacer para que el político dependa y sirva del y al ciudadano, y no al contrario…

                Tienen que explicar de forma seria, clara y serena una reforma de la Ley de Partidos y de su Financiación. Decir en qué vá a consistir los cambios necesarios en la Ley Electoral. Si proponen modificar la Constitución, exactamente en qué, porqué y para qué. Han de matizar muy clarito esa confusa y revoluta filosofía asamblearia y cómo organizarla institucionalmente desde las propias administraciones locales, que es su órden básica natural, hasta llegar al estado. En suma, han de demostrar que van en serio, siendo serios.


                Yo creo que lo peor que le puede pasar a Podemos y a los españoles es que ganen. Deben quedarse un tiempo en la trastienda, observar, aprender, madurar, organizarse y clarificarse ellos mismos, y designar objetivos concretos, plausibles, asequibles y realizables, y el modo de lograrlo. Y explicarnos, explicarnos muy bien explicado, y explicarse entre ellos mismos. Les hace falta. Nos hace falta a todos. Mucha falta… Porque ya nos hemos cansado de confiar en gente que, prometen y hablan mucho, pero solo abusan, se forran y nos toman el pelo.

martes, 11 de noviembre de 2014

QUERENCIAS

Mi padre en realidad nació a los doce años, al cuidado de una punta de cabras, cuando un avión le espantó los animales pero no los pensamientos, y se prometió a sí mismo mandar sobre la máquina y el aire, y no sobre el ganado y la tierra… Mi hermano comenzó a desgranar la azarosa, y asombrosa, vida de mi padre, piloto de la República Española. Motivo: los actos celebrados en Los Alcázares por el centenario del Arma de Aviación.
 
                Fue recorriendo punto por punto, fecha por fecha, con detalle, con rigor y con amor, con mimo, su entrada al ejército, su primer y tan deseado contacto con los aviones, primero como soldado, en labores de mantenimiento, luego como cabo, en aquella primitiva Escuela de Combate y Bombardeo Aéreo, su encomiable esfuerzo en autoformarse, sus cursos, su primer ascenso, su primer puesto a bordo de aquellos legendarios aeroplanos, el de ametrallador. Su ilusionado, enorme, inmenso deseo de cumplir su sueño: pilotar, tener alas propias, gobernar el aire, ya estaba más cerca. Cuatro Vientos, una enfermedad mortal le echó un pulso a su impulso, pero el segundo fue más fuerte que el primero… Francia, curso de pilotos de caza. Por fin… Luego, vendría lo peor.

                Cuando la vida de tu padre la oyes por boca de tu hermano, es tu propia sangre que te habla desde muy lejos, pero escuchas desde muy cerca. Y ya no eres tú. Es un bloque, un todo de tres personas, no una sola. Notas que algo forma parte de ti como si tú mismo fueras parte de la historia con el propio narrador… La guerra “incivil”, como la llamaba mi padre, reclamó su inhumano tributo de vidas y sueños jóvenes. Y los suyos se ahogaron en ella. Termina su formación y comienzan los destinos. Horror, sangre y destrucción. Frente del Norte, tres y cuatro batallas diarias a cielo abierto, su primer y desigual combate de un pobre “chato” con los primeros Messersmith alemanes. David y Goliat – apostilla mi hermano -, son diezmados, y van cayendo como moscas. Allí alcanza los galones de sargento, allí cae su jefe de escuadrilla, y allí lo nombran a él jefe de la misma y lo ascienden a teniente… El Teniente Galindo también es derribado, malherido, y echo prisionero por los Flechas Negras italianos. La República comunica a sus padres su muerte, y comienza el luto…

                Es tu misma voz hermana la que habla a tus propias entrañas. Una ola amarga va subiendo del estómago a la garganta, lentamente, y se agarra a ella como una soga áspera y cortante, y te la aprieta… A los seis meses, la Cruz Roja Internacional avisa a mis abuelos que está vivo. La contienda fratricida ha de segar aún sus últimas vides de vidas, y ambos bandos se las canjean como peones de guerra. Mi padre lo es por un piloto nacional, al que la historia posterior, acabada la guerra, aún volverán a cruzarse sus caminos como vencedor y vencido… Exhausta de sangre, la guerra acaba con la victoria de un hermano sobre otro hermano. Pero el mío sigue con voz, temblorosa y firme, su narración, mirándome con una misma y única mirada… Barcelona, restos del ejército derrotado pasan los Pirineos a pié al amargo exilio. Mi padre, entre ellos, roto, quebrado, descansa vencido en la noche en un cementerio, Colliure, entre los muertos, donde con la claridad del día le hacen ver que ha dormido junto a la tumba de un ilustre compatriota tan exiliado como él mismo: Antonio Machado… Campos de refugiados, hambre, frío, penalidades, sufrimiento…

                Mi hermano sigue enviándome el mismo silencioso mensaje con los ojos del cuerpo atado a los ojos del alma. Una lágrima se rompe dentro del pecho, y otra, y otra más… Estalla la Segunda Guerra Mundial. Mi padre se enrola en servicios de apoyo a la Francia ocupada en un batallón inglés aliado. Cuando éstos embarcan en Dunkerke, queda sobre las arenas de la playa. Los alemanes lo hacen prisionero, lo visten con uniforme inglés y lo filman para su propaganda nazi. Luego lo suben a un tren con rumbo al campo de exterminio de  Mauthaussen. Pero el ángel del destino lo espera en la frontera española, donde es desviado a los campos de concentración franquistas. Periplo hasta la Línea de la Concepción. Allí salva el pellejo por… ¿cuarta vez ya?, al enseñar idiomas a los hijos del comandante del campo… Es condenado por “auxilio a la rebelión armada”… pero ¿quiénes se rebelaron contra quiénes, si no sus condenadores, se pregunta… La cárcel: Burgos, Salamanca, Alicante… libertad condicionada. Vuelve a su pueblo y se enamora perdidamente de mi madre, viuda por cierto, de otro piloto… Posguerra pura, cruda y dura. Paz con poco pan y muchas penas... Solo a su fin, en su vejez, el ya casi póstumo reconocimiento: Coronel Galindo… del Ejército del Aire.

                Dos horas para toda una vida. Varias anécdotas sazonándola, y muchas fotos ilustrándola, y cantidad de documentos probándola, y un río de su sangre pulsándola… nietos, bisnietos, mi hermano como su fiel relator, yo como leal receptor… Somos testimonios empequeñecidos y vivos de una existencia apasionantemente dolorosa y dolorida de una persona que tan solo deseaba ser gente normal y de paz, pero que se vio envuelta en un torbellino de locura y odio, del que salió sin la más leve mancha de resentimiento, para, al final,  terminar siendo nuestro padre. Eso es todo.


                Yo, a veces, miro al cielo, y veo erizarse el suelo de montañas, y veo las montañas erizarse de bosque, y veo un “chato” caer en picado envuelto en humo negro, y veo a mi padre mirar a la muerte de cara y reclamarle con rabia una nueva vida…

jueves, 6 de noviembre de 2014

SOCIEDAD MUTANTE

Zygmunt Bauman es el sociólogo más actual de referencia. Con sus noventa años a cuestas se ha convertido en el analista más lúcido de la postmodernidad. Es un pensador requerido por las principales universidades europeas para dar conferencias sobre un concepto suyo que ha impactado en todo el mundo: el de la sociedad líquida. O así, al menos, la llama él. Desde su casi medio siglo de edad afirma que “es posible que ya estemos en medio de una revolución”.


                Y habla de sociedad líquida para definir el actual momento de la historia, en que las realidades que parecían sólidas por haber sido heredadas de nuestros abuelos y padres, se han licuado, mejor liquidado, en unas pocas décadas. El concepto de trabajo, de matrimonio, de moral, de información, de comercio, de seguridad,  de política, de tantas otras cosas, ha dejado de ser estable. Lo que parecía casi eterno e inamovible, hoy es tan fugaz y pasajero que los esquemas, las escalas de valores, todo, ha de revisarse de forma continuada, de manera circunstancial, casi que huidiza. Y, si nos ponemos a pensarlo detenidamente, no le falta razón. Mi representación gráfica sería una espiral en la que viajamos hacia el centro del torbellino, y donde cada giro, cada vuelta, es más corta y a acelerada que la anterior. La cuestión es: al final de esta gran revolución formada de cada vez más contínuas y pequeñas revoluciones, ¿a qué tipo de mundo, a qué modelo de sociedad, nos lleva..?

                Cada vez somos más conscientes de la precariedad. Lo empleos son de una asombrosa flexibilidad y por eso las arcáicas estructuras sindicales no pueden mantenerse en su obsoleta rigidez. Simplemente, consumen demasiados recursos cada vez más precarios también. A la volatilidad de los modelos y tipos de trabajo solo se puede hacer frente con la rapidez en la adaptación a nuevos esquemas. Es lo que vemos en la calle, en los mercados, allá donde miremos. Y es el miedo actual y el temor, casi terror, que tenemos. Todo es tan cambiante, tan mudable, que nos volvemos demasiado pronto en prescindibles. Y si no somos educados en ser cambiables, entonces seremos intercambiables.

                Existe un pasado demasiado reciente en que los analistas nos hablaban de una orgía de consumo, donde la gente podía gastar un dinero inacabable, con un crédito cuasi ilimitado, porque el sistema proveía cada vez de mayores ingresos, más capacidad de ocio, más seguridad y bienestar. Casi que nos vendieron el mítico motor de movimiento contínuo. Pero esto también se ha licuado en una rápida vuelta de esa espiral que nos arrastra a su vórtice. Los gobiernos están atrapados entre dos poderosas fuerzas: la financiera y la del electorado. Si se vencen a la primera, la segunda creará nuevas opciones y perderán sus privilegios, y si se vuelven a la segunda, los mercados mirarán a otros sitios, y la economía, y la bolsa, quebrarán. La democracia es audaz y se arriesga, pero el dinero es cobarde y huye.

                Y eso mismo, y no otra cosa, es lo que reflejan las estructuras políticas,  la organización de los partidos,  los propios políticos, incluso las mismas ideologías. La corrupción generalizada es la consecuencia de la falta de idealismo en las distintas opciones y siglas, y en las de los valores al servicio del bien común. La corrupción es el virus, el microorganismo encargado de liquidar los sistemas podridos y enfermos que tan solo generan vicios caducos que ya no pueden mantenerse a sí mismos. Solo se cavan su propia fosa. Como las fuerzas sindicales, que ya solo subsisten para ser subvencionados en su inútil automantenimiento.

                Ante este derrumbe de corrompidos valores, aparecen esos movimientos al margen de no sé bien que aparente renovación, con aires de reforma, quizá de un poco, o un mucho, anticuada reforma. Podemos y cía no son más que un efecto rebote. Algo se hunde y a algo hemos de aferrarnos. Vemos a lo viejo hacer auténticos esfuerzos por mostrarse como nuevo, pero se le nota demasiado que son los mismos. La confianza tiene poco recorrido, y ya es tan efímera como esa sociedad líquida que preconiza el joven anciano Bauman… Mucho me temo que así es. Tan solo espero, y confío, en que, en ese agujero negro, también desaparezcan los parásitos.