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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

martes, 27 de agosto de 2019

CRÓNICAS DEL ESTÍO




Escribo esto en plena canícula agostina, en el ecuador del veraneo, que no del verano. En unos días habrá empezado el desfile inverso, y la marea habrá retornado a sus bajíos del interior, y las playas quedarán liberadas del asalto por el asfalto… Unos cohetes más semaneros y habremos comenzado a declinar el verbo declinar (de declive). Así que cuando esto salga publicado será en ese tiempo de vuelta del tiempo, en que todos estaremos en otras rutinas que fueron antes, no distintas, pero sí distantes…

                Pero ahora mismo, los farenheits andan en plan achicharre y los organismos  funcionan al ralentí. Por lo menos el mío, que ya luce edad provecta. Y estoy leyendo los periódicos del día en el porche de mi casa-refugio, a esa hora en que las chicharras se desperezan, y me percato que, invariablemente, de un par de semanas acá, la prensa, que rellena páginas con el recurso de las crónicas playeras, solariegas y procesionarias, no falta un día en que algún colaborador más o menos conocido, más o menos famoso, más o menos espontáneo, tire de recuerdos y cuente los veraneos de su infancia. Ya saben ustedes, según la distancia, la generación y la querencia que se ponga en el confesionario. Que si los viajes a la playa con la familia, que si los juegos con los primos o sus eventuales amigos de verano azul (siempre habrá algún Chanquete en el pisto), que si la rutina de padres y abuelos, las aventuras de los más pequeños, que si las siempre recónditas y misteriosas siestas que dan paso a bulliciosas tardes y templadas noches de traca, baile y guirnalda. Que si el pasar de los días estivales y festivales…

                Todos ellos guardan una especie de hilo conductor común: la zona del paréntesis, igual en el campo, en la playa o en el pueblo familiar. Un paréntesis de muchas horas de luz donde existe un mundo en suspensión. No hay trabajo, no hay escuela, todo está pasado y parado, e incluso pensado… ya digo, el tiempo del paréntesis. La rotura de una rutina que se rellena con otras rutinas. Y aquí es donde entran todas esas crónicas modelo Miguel Delibes. Atrasadas o avanzadas según los tacos del almanaque que hayan pasado, pero muy parecidas, casi idénticas, en su estructura, cosida de añoranzas.

                Mis recuerdos, sin embargo, son distintos, algo bastante diferentes. Quizá por la cosa de la frontera… Sí, es que yo soy del otro lado, de los que ya estaban allí cuando todos llegaban, y de los que seguían allí cuando todos se marchaban. Yo no tengo crónicas que contar porque todo era la misma crónica, y era parte intrínseca e invisible de esa crónica. Los que nacimos y nos criamos, y crecimos, en la zona cero de los veranos propios y veraneos ajenos, no tenemos la misma perspectiva. Éramos… ¿cómo decirlo?.. los proveedores del relax (antes descanso) ajeno y anejo. Más que vivir, sobrevivíamos – aún se hace en cierta forma – a ello. Y de ello. Y por ello. Por eso, quizás, los de la costa somos gente fronteriza, que valoramos lo que llega de fuera adaptándolo a lo que nos condiciona desde dentro. Y también por eso, en esos casos visitantes se habla de vivencias, y en el de los residentes, claro, de vivencias y supervivencias. Y es que no puede ser lo mismo en modo alguno.

                No teníamos escuela, pero había, con muy pocos años en el Haber, que levantarse bien temprano. Nuestro padre ya había marchado a su trabajo, así que, tras un rápido desayuno, teníamos que ayudar a nuestra madre a abrir la caseta de la feria y disponer el género para el día. Sin pérdida de tiempo alguno, corríamos más que andábamos, a la oficina de Correos, desde donde acarreábamos varios viajes, cargando como escasos burros, todos los paquetes de prensa, diaria o semanal, que nos llegaba al quiosco de Murcia o de Madrid… Mi madre hacía los apartados y suscritos mientras nosotros nos afanábamos en preparar el reparto domiciliario y la probable venta de calle, entre dos enormes tablas cogidas con cuerdas. Aquello abultaba más que nuestros menudos cuerpos, pero aún y así, mi hermano y yo nos repartíamos medio pueblo cada uno. Y a pié, sandalia y gorra aguantábamos carga, ruta y solanero… ¿Cuántos años teníamos, Jesús..?. ¿Ocho, diez… quizá doce?..

                Casualmente, nuestro itinerario clientelar era justamente el escenario de los que escriben sus crónicas felices de vivencias que leo hoy, aquí, bajo el estiaje de este año, ya mayor, ya viejo, sí, ¿para qué leches disimularlo?.. Llegábamos con el Madrid, el ABC, el Informaciones o el Pueblo, Línea o La Verdad… mano extendida en busca del par de perragordas, y allí estaban ellos, esos críos dichosos, jugando, bañándose, disfrutando tal y como cuentan, y que te miraban con la extrañeza propia de un niño que mira a otro sin entender por qué ni para qué está allí… ¿Quién entonces se lo iba a explicar a ellos o a nosotros?.. La amabilidad de la tarde era regresar del reparto a mediodía, procurarse un baño rápido justo para comer y, pasados los peores soles, atender tras el mostrador de la barraca a los clientes vespertinos. Ese era el espacio tranquilo…Hasta las necesidades orgánicas había que atenderlas fuera del habitáculo donde se nos veraneaba, dado que no disponía de aliviadero, y mi abuela alquilaba la casa por habitaciones, con derecho a cocina y retrete. Como todos los de la parte adentro de la frontera… Pero no es lo mismo veranear que vivir del veraneo. No es igual veranear que ser veraneado...

                No es una crítica, ni un lamento, ni un quejío… Tan solo la constatación de una realidad distinta a la que se cuenta. De una cara diferente de la misma moneda, de otras historias dentro de las mismas historias. Los veranos azules que vivieron nuestros hijos en la tele, y los que hoy leemos publicados por los que los escriben en los periódicos, existieron porque también existieron los otros, y fueron hechos realidad por la realidad de esos mismos otros…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

jueves, 22 de agosto de 2019

SEGÚN EL INTERÉS...




…Te quiero, Andrés. Hace unas semanas tocamos en el programa radiofónico de La Pinza el tema… por cierto que enormemente controvertido, del Derecho a la Vivienda, los Desahucios, los Okupas, y todo eso… Contertulios invitados y muy capacitados, y contertulios nominados (pero sin nómina) por fijos, tuvimos tela que cortar. De hecho el programa – Radio T.P. / Facebook Life – se quedó corto. Sobró materia y faltó tiempo. E, inevitablemente, quedaron cosas en el tintero por sacar. Rondó el millar de seguidores, por si quieren ustedes saberlo.

                Sí… El Derecho a la Vivienda lo recoge la Constitución. Cierto. Pero no es un Derecho Fundamental, como son los Derechos Humanos, por ejemplo. Aquí, en España, naufraga con respecto a otras naciones europeas que sí que procuran en su legislación que las viviendas tengan un fin social más que especulativo. Es cierto que las leyes se esfuerzan por proteger los derechos de los propietarios y usuarios en lo posible, si bien que frenado por la lentitud del tiempo de los procedimientos. Eso es verdad. Pero la culpa no es de las leyes ni de la Justicia, si no de los escasos medios con que nuestros gobiernos dotan para la administración de esa justicia (somos los últimos de Europa en dotación de jueces por número de ciudadanos, por si no lo saben). Y… por otro lado, está el comportamiento servil de nuestros políticos hacia bancos y sistemas financieros y de especulación. El dinero es poder, y se ejerce en la política de amos y siervos. Luego, por otro lado, la propia irresponsabilidad y desidia de una ciudadanía roma, que se queja pero que no actúa, y que, además, participa en las corruptelas del sistema, según sus privados intereses…

                Efectivamente, sé lo que he dicho porque tengo motivos para saberlo. No niego que existan alquilantes víctimas de alquiladores profesionales de la estafa, pero supone un 20% aproximadamente de todo lo que se cuenta y se dice. En mis 20 años de Juez de Paz, del 60 al 70% de las denuncias interpuestas por impago, se exigía que la ley actuase con la contundencia debida, pero sin un contrato estrictamente legal, por el simple hecho que se cobraba en negro. Eso, entre otras cosas que este corto espacio no permite exponer. La solución es bien simple: al igual que la contratación de un trabajador ha de pasar por la estructura de la Seguridad Social, el de un alquiler debería pasar por el control de una Agencia Nacional que proporcionara garantías y seguridades a las partes. No pasaría lo que está pasando.
             
   Lo del fenómeno okupa va parejo a esa propia indefinición. En la mayoría de los casos se produce por la actuación irresponsable de los bancos y/o de los propios propietarios. Los primeros, al propiciar el hecho inmoral de tirar a una familia a la calle por no poder pagar y negarse a negociar una solución, para luego dejar la propiedad abandonada a su suerte, a beneficio de los primeros okupas que le echen mano. Debería existir una ley sancionadora y punitiva a tal respecto. Y los segundos, porque prefieren tapiar la vivienda antes que dedicarla a alquiler social, porque no pagan lo que ellos estiman. En ambos casos prefieren tenerla sellada a pesar de los cientos, miles, de personas que no tienen un techo bajo el que vivir. Esto, se diga lo que se diga, es una indecencia social, propiciada también por la falta de una legislación reguladora. Los okupas aparecen porque existe esta anomalía, al igual que la gusanera se produce cuando hay putrefacción. Si no existiese este fenómeno tampoco existirían los okupas. En parte al menos, este hecho es como una penitencia buscada por nuestra propia insolidaridad y egoísmo.

                Y ya digo que sé de lo que estoy hablando. Pertenezco a una Fundación de recuperación humana y que precisa de viviendas para personas que las necesitan. Viviendas sociales con alquileres sociales para una labor social con el aval de la propia Fundación. Si algún propietario tiene una vivienda en las condiciones descritas, que se ponga en contacto conmigo. Obtendrá un modesto beneficio y la seguridad que precisa. Y colaborará en una gratificante labor social… No saben lo decepcionante que es ver cientos de viviendas tapiadas a cal y canto, averiguar que en la realidad concreta no existen, pero escuchar las quejas cuando se las okupa, y encima tener que decir a las personas que las necesitan para poder ganarse la vida modestamente, que no hay un techo digno que poder alquilarle…

                Luego está la enorme deshonestidad de unas administraciones locales que, en vez de promover todas esas viviendas sociales, por el contrario, se dedican a liquidarlas a los llamados “fondos buitre” para que especulen, sin atisbo de conciencia alguno, con ellas. El caso de Madrid con Ana Botella fue mediático, pero, de tapadillo, se está llevando a cabo en muchos sitios sin la más mínima vergüenza… ¿La culpa?.. La culpa, sí, es de una clase política apandadora que solo se ocupa y preocupa de su propia nómina. De acuerdo. Pero los auténticos responsables – o irresponsables – somos los votantes que los hemos puesto ahí. Y somos culpables con ellos porque los elegimos pero no les exigimos, no los controlamos, no les pedimos cuentas, no nos organizamos en grupos de presión y/o de opinión, o de actuación… Más bien, al contrario, llegamos con ellos al pacto del mafioso: yo te dejo en tus trapacerías, y tú déjame en las mías… Así que sí, vale, bien, conforme, cada cual opine según su conciencia e intereses personales, claro, pero la de los intereses colectivos y sociales que los resuelva Papá Noël.
               
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

miércoles, 14 de agosto de 2019

+ SUELDO, - POLITICO




No ha mucho que se constituyeron los Ayuntamientos recién elegidos, y lo primero que resolvieron los nuevos ediles fueron sus sueldos. “Prioridad uno”, como me pusieron en mi informe médico para operarme, recientemente… Antes que nada de nada. “Por la señal…” que no falte tiempo para ello. Y nada de la subida del Ipc. Un caso real y concreto de un edilario como ejemplo y sin decir nombres: 10% de subida para el alcalde, 33% de subida en asistencia a plenos y comisiones de gobierno, 40% de subida en los sueldos de los concejales, un 100% de subida en la asistencias a juntas de gobierno… Y dicen y cuentan y aseguran que son los que menos cobran de la Comarca de la Tierra Media. Los otros, creo entender que serán por el estilo, pero me soplan que aún se han subido más…

                Quiero dejar claro, antes de seguir por estas trochas, que no estoy en contra en que a los políticos se les compense por el servicio público prestado y sacrificado a sus propios trabajos. En absoluto. Todo lo contrario, estoy a favor de ello… Pero sí que me permito discrepar en los modos y en los fondos. En las formalidades y en las cantidades. Me decía un amigo, que un buen gestor es pagado por el empresario que lo contrata en lo que vale. Y eso es muy cierto. Pero el paralelismo resulta falso, si no tendencioso. Primero, porque un empresario busca a los mejores en su caso, y lo ficha si está dentro de sus posibilidades, y aquí no es tal, y ni siquiera existen profesionales en lo suyo. Y segundo, ningún empleado se asigna el sueldo a sí mismo, si no quién lo contrata. Lo de la empresa es una oportunidad, o no, y lo de la política es un chollo…

                …Una muy bien pagada salida para buscarse un buen remunerado pan. Quizá por eso, precisamente, la política ya no suele servir a la comunidad, y sí va siendo servirse a sí mismo de la comunidad, salvo muy honrosas, claro, que las hay, excepciones. Una profesión excelentemente pagada. Y aquí está el fallo: que no debería ser una profesión, sino una vocación, y se ha convertido en un banderín de enganche de cualquier partido para hacer carrera de y en la política, y en la enorme mayoría de las veces, sin la debida preparación, ni más mínimos supuestos de garantía y corresponsabilidad que luego avale lo que cobra con lo que deslía. Ya saben el dicho que corre por ahí: ¿no tiés ná?.. pos métete en la política

                Yo, si me permiten opinar, prefiero el modelo suizo, que evita que existan personas mediocres e incompetentes medrando de grandes sueldos. Se les abona una nómina lo suficientemente modesta y discreta como para compensar la dedicación sin llegar a ser una solución económica que esté por encima del espíritu de servicio a la comunidad. Una estricta compensación por los servicios a la ciudadanía, sí, pero una solución como medio de vida, no. Algo de lo que pueda resultar prescindible en cualquier momento, y no que resulte imprescindible para poder vivir desahogadamente, no sé si me explico, tío Perico… Miren, el actual Juez de Paz – y así me tiré yo más de 20 años – desarrolla un cometido mucho más importante que la nominilla de gastos que le pagan por ello. Ni siquiera compensa en lo más mínimo, pero el espíritu de tal servicio público no está condicionado por tan miserable paga. Es tan solo que un ejemplo que ilustra lo que quiero decir.

                Naturalmente, toda esa reflexión vá en contra de los intereses de los políticos que disponen de buenas pagas y regalías por desempeñar sus respetables cargos. Soy consciente de ello, y lo siento… pero me limito a expresar el pensamiento de una inmensa cantidad de ciudadanos, aunque no lo digan, que ven que sus problemas se complican y ralentizan, la vida pública se enrarece y distorsiona, la vida política se convierte en un campo de batalla donde se disputan cargos y puestos, con la cantinela de representar y servir al pueblo, un pueblo del que en realidad se están sirviendo de sus votos… Es, en definitiva, el negocio de las urnas.

                Reconozco que este artículo me va a procurar más enemigos y antipatías dentro del gremio, que simpatías y amigos. Me arriesgo a ello. Lo que pasa es que esto es materia opinable, y como tal, abierto a la opinión pública. De hecho, debería ser esa misma opinión pública la que sancionara los sueldos de sus administradores, cosa que no es así. El administrador paga al obrero, pero ¿quién paga al administrador?, en este caso él se paga a sí mismo con el dinero de sus administrados… Pero de eso los políticos no tienen culpa ninguna, pues es del público que no se ocupa de lo público… Y tan es así, que debería existir una ley por la que ningún alcalde o concejal pudiera cobrar por encima de la media de lo que cobran los habitantes del pueblo que les paga. Sería lo justo y lo proporcionado, por no decir otros adjetivos que pudieran sentirse como ofensa. Que yo no quiero ofender a nadie. Otra cosa muy distinta es que alguien se me ofenda personalmente, claro, eso resulta inevitable. Pero, creo que en esto, como en otras cosas y casos, debería existir la proporcionalidad, porque cuando no existe, es que algo no va bien…

                Por supuesto, eso no lo va a solucionar ningún otro político de escala superior, pues tampoco le conviene a él. Existen alcaldes de ciudades que se han encasquetado sueldos superiores al del propio presidente de gobierno, sin que el de éste sea nada desdeñable tampoco. Como hay presidentes de comunidades con sueldos continentales. Cuando los obreros se ponen la paga a sí mismos sin consultar a los que los contratan, que es lo que suele pasar, es  justo lo que se está haciendo mal… Así que nadie va a limitar el de nadie porque no le limiten el suyo. No lo esperen. Solo la voz ciudadana puede conseguir algo… Digo yo que será cuestión de conciencia, no sé… “No, no es eso…”, me sopla un compañero, “…es solo cuestión de vergüenza”…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php