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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

jueves, 31 de enero de 2019

IGNORANTE INGRATITUD


                El otro día hicieron una encuesta entre universitarios a pie de campus, y no tenían, por lo general, la más mínima noción de nuestros políticos, actuales ni pasados, ni de cargos, ni partidos, ni de la actual realidad política y social. Mucho menos, con cierta perspectiva histórica. Nada, cero patatero. Solo están en “sus” cosas, y en “sus móviles”. Para qué ocupar la memoria mental teniendo a mano el Ipad, contestaba al respecto un experto… Muchos dirán, o diremos, que la juventud carece de la más básica cultura política e histórica, por supuesto que de toda perspectiva histórica, y a lo mejor es verdad. Pero, cuidado, no echemos toda la carga de esa irresponsabilidad sobre los hombros de los jóvenes en su totalidad, y guardemos una buena parte para el común de los adultos. Es muy posible que nos sorprendamos no muy agradablemente. Quizá incluso que ingratamente.

                Si nos preguntásemos a nosotros mismos quién es Herzog, casi seguro que muchos dirán que un artista, un político, un futbolista, o novelista, o cualquier otro ísta, alemán. O, por lo menos, extranjero. Si aclaramos que su nombre completo es Andrés Herzog, con suerte tendremos algunos que se acerquen al caliche diciendo que es un político español que les suena a más o menos reciente, aún sin saber situarlo con exactitud. Unos pocos nos dirán que, efectivamente, fue el último parlamentario de la desaparecida UPyD… Pero casi nadie recordará que fue el político más honesto, leal e íntegro que se haya dado en la camada de ningún partido actual conocido hasta la fecha. Las encuestas de entonces ponían a Andrés Herzog como el político más valorado, así como también a Rosa Díez. Por eso mismo no los votamos. Valoramos su valía, sirva la redundancia, pero no queremos gente así en nuestro negocio. En este país de acémilas y acemileros somos así.

                Este hombre se recorrió el mapa él solo, pidiendo la desaparición de los privilegios tributarios, los forales, la igualdad lingüística en las comunidades mal-llamadas históricas, las competencias estatales en materia de Educación y Sanidad, controles serios y efectivos contra la corrupción, el cambio de la Ley Electoral, listas abiertas… y como era un señor inteligente además de honrado, desinteresado y valiente, pedía lo mismo en Barcelona, que en Madrid, que en Euzkadi, que en Galicia o Andalucía, sin cambiar su discurso bajo ningún concepto. Eso solo lo hace un político cabal, íntegro y discreto que, por puñetero pundonor y en solitario, se querelló contra Rato, por el escándalo de las tarjetas Black (al que ahora le ha salido su condena de 106 años e ingresado en prisión) destapando también la desvergüenza de PP, Psoe, IU, CC.OO., UGT… que participaron con igual fruición en aquel el atraco y robo formal. Naturalmente, le insultaron llamándolo oportunista, le amenazaron con arruinar su carrera política… y, como es lógico en esta España ruín y mía, en esta España cainita y nuestra, lo lograron. UPyD desapareció del mapa político, y Herzog abandonó la política… ¿o debemos mejor decir que la política lo abandonó a él?.. Lo que sí es cierto es que todos lo traicionamos.

                Yo no sé si es nuestra naturaleza, trilera y navajera, de sacrificar a los mejores de nosotros condenándonos así a nosotros mismos. Como la historia zen de aquel escorpión que picó a la vaca que lo estaba ayudando a cruzar el río, a pesar de que, al matar a la res, se ahoga él mismo. Cuando el bovino le preguntó, moribundo, el porqué, contestó aquello de “va en mi naturaleza”… Puede que en este país seamos de la naturaleza del escorpión. O puede ser también que seamos como Jekill y Hyde, mártires a la vez que monstruos. Igual que el mito de Jano. Las dos caras. Somos lo uno y su contrario a la vez. Nos declaramos animalistas, pero hacemos el animal en cada fiesta. Y los matamos en nombre de esa fiesta. Somos tremendamente religiosos, pero reventamos 1.500 caballos en breve tiempo en la muy “cristiana” romería del Rocío. Bestias abusando de bestias. Somos demonios vestidos de franciscanos. Y tan felices, satisfechos y contentos…

                No hace mucho, me encontré un artículo suyo perdido por ahí, a merced del oleaje de Internet. Ví su firma, y me dio una enorme tristeza. “Los miserables y las tarjetas Black” lo titulaba. En él se preguntaba con amargura el por qué ni los políticos, ni los ciudadanos, ni los medios de comunicación, ni nadie, ha recordado ahora quién, qué partido, y cómo y de qué forma y manera, se puso aquella querella. “El mismo stablishment miserable que decidió colonizar las Cajas y repartirse sus Consejos de Administración como los ladrones de Alí Babá, sigue muy vivo, y sigue en el poder”. Él lo llama “hipocresía social”.

                Yo también lo llamo ignorancia social, incapacidad social, incultura social, impudicia social, ineptitud social… todo eso y algunas cosas más. No solo somos olvidadizos, o de cabezas vacías, como achacamos a nuestros desinformados y desformados jóvenes, también somos irresponsables y desagradecidos. Perfectos pulgones de nuestras abejas reinas. Ciegos que nos lamemos las heridas que nosotros mismos nos infligimos… Y tontos útiles que desperdiciamos nuestro voto tirándolo en las alcantarillas.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radio

viernes, 25 de enero de 2019

El Mirador 25 de enero 2019 "EL PROPOSITO"

viernes, 18 de enero de 2019

El Mirador 18 de enero 2019 "LAS PALABRAS"

EL PROPÓSITO



Me pasé toda la noche con tres palabras martilleando en mi cabeza. No sabes de dónde puñeta vienen, ni por qué esos tole-toles fijos y cansinos. Pero ahí están. Imagino que eso le sucederá a todo el mundo. Lo de que, sin comerlo ni beberlo, se te instale en el coco un nombre, una frase, un tono, una musiquilla olvidada, un sonsonete, un dalequetepego, y se pasa un tiempo más o menos largo acompañándote en tus quehaceres y rutinas cotidianas, hasta que parece agotarse por sí solo… Pienso que es algo común en las personas, aunque ignoramos los motivos y la mecánica que desencadena el asunto.

                Pero decía que eso, que se me quedaron colgando de las telarañas oníricas tres palabras: “Queda poco tiempo”… Parece una película de Hickoks mismamente, ¿verdad?. Pero es que fue ese, y no otro, el mensaje. A lo largo de la primera parte de la mañana, me iba preguntando invariablemente: ¿a quién le queda poco tiempo?, ¿a algunos?, ¿a todo el mundo en general?, ¿a mí solo?.. sin poder obtener respuesta, y seguida de otra no menos follonera e inquisidora: ¿poco tiempo para qué?.. Así, hasta que el molesto repiqueteo se fue evaporando con el primer sol del día, hasta disminuirse en la nada del olvido. Pero el olvido no es la nada, sino solo una tenue niebla que cubre las cosas. Por eso, cuando recibí un whastshaps de alguien que me recordaba algo empezando por un “no hay tiempo para…”, me retomó la plomiza manía con nuevos bríos, y ya molesta pesadumbre. La pedrada fue cuando, en mi diario ejercicio andariego de media mañana, a la altura de una antigua ermita, llenando las damajuanas en una fuente, un viejo le gritaba a una joven un “que no queda tiempo”. O eso fue lo único que conservé, claro y nítido, del aviso, o lo que fuera.

                Si esto quiere decir algo, o no quiere decir nada, yo no lo sé, ni tampoco me preocupa mucho si es un aviso de alguna dimensión perdida que tenga algún parentesco conmigo. Si así fuera, ya volverá a llamar, si es que es algo importante… pero sí que se me quedaron de rondón un par de preguntas:  ¿para qué leches no queda tiempo?, y ¿a quién o a quiénes no les queda ese dichoso tiempo?.. Son tres palabras que llegan sin folleto de instrucciones de uso, por lo que no puedo saber para qué son ni para quién son, aunque yo sea el aparente receptor… Sin embargo, lo que sí se me desliza en mi red neuronal, agazapándose en su circuito, es la consecuencia, o posible consecuencia, de ese… digamos recordatorio (lo prefiero a la palabra advertencia). Y es esa pregunta dual que el ser humano lleva grabadas dentro desde que su presencia forma parte de este mundo: ¿por qué y para qué estamos aquí?..

                Pregunta de doble hélice que el hombre genérico (hombre y/o mujer) lleva haciéndose y dándole vueltas decenas de miles de años, sin obtener una respuesta precisa ni concreta, pero sí que cientos de teorías posibles y plausibles. En fin… Yo digo que cuando ocurre una cosa así es porque la humanidad aún no está madura para que tal respuesta le sea dada encontrarla. Porque esa es otra, no lo duden un solo momento, los humanos no inventamos absolutamente nada, tan solo lo descubrimos. Pero es que, además, encima, lo descubrimos porque nos lo tropezamos por el camino… es como si hubiese sido puesto allí para que nos lo encontremos. Si bien, cuando estamos capacitados para entenderlo, para comprenderlo… Por eso lo “vemos” y no pasamos de largo…

                Y es precisamente este detalle el que me lleva a creer, o a lo mejor no es lo que creo, si no lo que pienso – no es exactamente lo mismo -, que el qué, el por qué y el para qué, se contestan con, y residen en, una sola y única palabra: El Propósito… Y que el Propósito es el motivo original y fundamental de que estemos aquí, haciendo no sé qué puñetas que estamos haciendo, dentro de una extraña existencia que se nos ha dado vivir, en un jodido mundo que se nos ha puesto por montera, porque parece que no entendemos, o que él, el mundo, no nos entiende a nosotros. Aunque, nos jorobe o no, el mundo y nosotros seamos la misma cosa.

                Así que sí. Pienso que la humanidad toda tiene un Propósito Universal. Pero también, y esto es lo más importante, porque cada ser humano tiene un Propósito Personal que llevar a cabo en esta vida. Un objetivo, uno de los “Trabajos de Hércules”. Es que, si no, a ver qué sentido tiene nacer para morir. Ninguno. Tiene más sentido morir para nacer, piénsenlo… De ahí lo del Propósito. Porque sería absurdo que el propósito fuera la muerte. Lo lógico de un propósito es la vida. Por lo tanto, nacemos para morir, y morimos para vivir. Eso sí que tiene sentido, lo otro no lo tiene… Ahora bien (y esto es la pregunta del millón) ¿cuál es el propósito de cada cual?.. ¿Cuál es Mí propósito?.. Ni zorra idea, compadres… y si lo intuyo, me lo guardo, creo que sabrán comprenderme… La pista es que se trabaja para un objetivo común, pero con propósitoss personales. Cada uno tendrá que encontrarlo por sí mismo y en sí mismo… y quizá para sí mismo también.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php


domingo, 13 de enero de 2019

DEL AMOR Y LA AMISTAD


                La conductora de mi programa de radio me pide que escriba algo sobre alguno de sus temas favoritos. “Del amor y la Amistad, por ejemplo”… me dice. Casi nada. Para mí, desde luego, es uno de los más difíciles sobre los que tratar. Primero, porque son temas tan traídos y llevados, que suelen estar trufados de tópicos y lugares comunes, y yo odio los tópicos típicos. Segundo, porque fuera de eso, es un camino difícil de transitar, lleno de trampas y de vueltas y revueltas. Tercero, porque me siento un tanto incómodo, puesto que se arriesga a cierta vulnerabilidad. Y cuarto, porque da la sensación de repetitividad. Pero a Micaela no puedo negarse ese capricho.
                Y digo que me suena a repetitivo, porque creo recordar que sobre la amistad he escrito más de uno, y de dos, y lo tengo suficientemente tratado… Pero es que, sobre el amor, no has escrito ninguno, majo, me susurra mi buscalíos interno. Y no, es cierto, pero es que… ¿acaso no es lo mismo amor que amistad?.. Pues puede que no, que no lo sea. O puede que sí, que lo sea. O que ambas cosas a la vez, participando una de otra en según en qué porcentaje… Y que eso sea, precisamente, lo que se te pide que intentes aclarar, si es que te atreves, naturalmente… Y ya tenemos el reto montado. Yo, desde luego, no lo sé muy bien. Pongo mi dialéctica al servicio de mis elucubraciones, y eso me suele proporcionar cierta ventaja. Pero solo es eso. Soy un poco trilero con las palabras y me aprovecho de ellas, sinceramente. Válgaseme pues mi sinceridad de excusa, y mi reconocimiento como perdón.
                Solo sé que la raíz semántica de AMor y AMistad es la misma. Sin embargo, el origen latino, amare y amicus, no aclara otra cosa que lo que ya sabemos: dos significados distintos para un mismo concepto. Es algo así como la santísima dualidad, con perdón… Aunque, miren ustedes, en confianza, yo creo que en realidad es también una trinidad. Una sola realidad en tres definiciones distintas. Y es que ahí falta una, y es el odio. Si analizamos la cosa en profundidad, habremos de admitir que el odio no es más que un amor torcido. No sentido, si no resentido… Ustedes saben que utilizamos la palabra Amor tanto para definir la entrega y el sacrificio como para expresar el deseo posesivo. Una entrega siempre es generosa, nunca mezquina, pero el deseo suele ser egoísta, y tiene poco de generosa entrega. Es como el reflejo negativo del amor en un espejo. Aparentemente iguales, visualmente idénticos, una imagen duplicada, pero invertida. La una genera cariño incondicional e incondicionado, y la otra, si no se satisface, odio. Son las dos naturalezas del amor. La de Dios y su Diablo (diablo viene de doble), por lo tanto, la de Dios y su Doble.
                Por eso nos resulta más fácil tratar de la amistad que del amor. Porque la amistad es un pariente cercano del amor, una gradación, que nos permite establecer infinitas escalas. Es parte del amor, puesto que significa querencia, cercanía, reconocimiento… como los parámetros de amor fraterno, filial, etc. Y lo mismo que los dividimos y subdividimos, según nuestro apego a las cosas, a los animales, incluso a los gustos y aficiones, todo está incluido en el concepto general del amor: atracción.
                Solo cuando atañe entre personas se nos complica el protocolo. Entonces hemos de concluir qué de afecto, qué de apego, qué de deseo, qué de amistad, en cada relación… ¿dónde termina el amigo y empieza el amante?. Y entonces es cuando aparece, aún intuyéndolo desde la escala más baja, el concepto de amor absoluto. Sería más justo preguntarnos a nosotros mismos: ¿qué porcentaje de amor absoluto estoy sintiendo en esto o aquello..?. ¿o con esta o aquella persona?. Porque la medida física del amor (y el amor es un sentimiento, un don divino) es el grado de atracción o repulsión que sentimos hacia algo o alguien… Sí, también de repulsión, que es una cara del odio, no se olvide…
                Y aquí abriríamos una nueva faceta del amor: el material. Y tendríamos que admitir que funciona el mismo principio que con el odio y/o repulsión: que la mezquindad o el egoísmo es la antítesis refleja del amor… ¿Qué eso no es amor, pues es lo contrario al amor?.. A ver, ¿se puede fabricar algún contrario de algo sin su original?. No. No se puede hacer frío sin calor, ni el calor sin frio. Habremos de convenir con la mística, que Dios es amor e hizo el mundo de Sí mismo, por lo que todo se mueve por el mismo principio. Vale. De acuerdo. Conforme… Pero admita que antes de que Dios ejerciera la atracción como motor (amor) tuvo que provocar la expulsión de Sí mismo como expansión (teoría del Bing Bang) porque nada se puede reunir sin estar previamente separado, como nada se puede separar sin estar antes unido… Que cada cual saque sus propias conclusiones. Yo espero haber cumplido…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php


viernes, 11 de enero de 2019

El Mirador 11 de enero 2019 "LA BIBLIA"

jueves, 3 de enero de 2019

LAS PALABRAS



Que somos los tontos de las palabras ya lo sabía yo hace tiempo. Nos encadenamos a una moda de idiotas donde nos inventamos una palabra nueva para definir otra que hemos etiquetado de malsonante u ofensiva, que, a su vez y en su día, ya la cambiamos por otra con la que arrancó la rueda. Sin darnos cuenta cabal que ninguna palabra resulta difamante ni malsonante. Ninguna. Solo resulta ofensivo el sentido que le damos, independiente a la palabra que elijamos como sustitutiva. Un excelente artículo de A. Grijelmo lo ha puesto sobre la mesa de manera genial.

                Hace siglos, la palabra “niña”, o “muchacha” se contaminó por el significado de hembra utilizada para el placer, sustituyéndola la sociedad patricia romana por un definitorio “mujer pública”, luego “meretriz”, que después, con el paso del tiempo, también se consideró ofensiva, cambiándola por el latín “putta”, más biensonante entonces, y ahora considerada malsonante… Los antaño “países subdesarrollados”, los cambiamos en su momento por “países del tercer mundo” , o “tercermundistas”, para, ahora, inventarnos lo de “países en vías de desarrollo”. Todo es un bobo eufemismo practicado por bobos. Una vieja estupidez que no hemos sabido superar… Por cierto, que “viejos”, sonaba mal y se cambió por “ancianos”, que ha vuelto a sonar mal, y ahora nos llamamos la chorrada de la “tercera edad”, que, al igual que sucedió con el “tercermundismo”, también será tachada de ofensiva con el tiempo… Ya lo verán.

                Al principio de la democracia, las divisiones en los partidos políticos se llamaban “facciones”, que, como sonaba a fascismo, se mudó a “tendencias”, que, como sonaba a tendencioso, se cambió a “corrientes”, que, como sonaba a cosa corriente y si valor, ahora se habla de “nuevas sensibilidades”… Cretinismo en estado puro. Por cierto que, hablando de “cretinos”, hace luengo tiempo se cambió a “mongólicos” por lo de la similitud en las facciones con esta raza. Vale. Pero como mongoloide se consideró ofensivo por eso mismo, se inventó lo de “subnormales”, para, años más tarde, como su uso cargó el vocablo, hubo que traspasarlo a “retrasados”, que, de ahí se pasó a “deficientes”, luego “insuficientes”, más luego “discapacitados psíquicos”, para llegar al recién inaugurado “síndrome de Down”, que, no lo duden, quedará igualmente estigmatizado en unos años…

                Pero es que con las taras físicas, igual llevamos un carrerón. Donde empezamos sustituyendo “tullidos” por “lisiados”, luego saltar a “inválidos”, después a “minusválidos”, más tarde “disminuidos físicos”, ahora “discapacitados”… de momento. Y es que somos tan memos que no sabemos separar lo que es lo definitorio de lo ofensivo. Nosotros mismos, que no las palabras que usamos, las cargamos con un significado insultante del que ellas carecen por completo. Y así, las usamos y las tiramos hasta que se descarguen de la basura con que las hemos contaminado, y volvamos a utilizarlas como inventadas de nuevo para definir lo mismo con lo que no sabemos cumplir. El ser humano fue dotado con el don del habla, pero dudo que lo fuera con el de la inteligencia, dado lo que hay… Y pasan perogrulladas como las que intento exponer en éste mi artículo de hoy. Y es que, a esas palabras, no es que las mal-usemos, es que las mal-intencionamos, que no es igual…

                Porque… ¿se han fijado en los distintos, incluso opuestos, significados con que entendemos las mismas y exactas palabras?.. Miren, como ejemplo, “conquistador”, definido como héroe o como genocida, según de lado del que se mire. O cómo al que mata por una disciplina, se le dice “soldado” o “terrorista”… Díganme también quién es “víctima” o “verdugo”, según para quienes… ¿Y mártir?.. O el homónimo de “patriota”: ¿idealista, romántico, héroe, fascista..?. Podríamos seguir sumando conceptos como Libertad, Democracia, Pueblo, Caudillo, España o Catalunya, lealtad, traición…

                Y yo es que no creo en lo de la confusión de lenguas que cuenta la Biblia que ocurrió cuando lo de la Torre de Babel, de que fuera así, de golpe y porrazo, en que cada nido de piojos saltara hablando un idioma distinto… Ni hablar (y nunca mejor dicho). Lo que yo pienso es que cada saco piojero, eso sí, empezó a darle un significado diferente a cada una de sus palabras comunes. Que comenzaron a otorgar distintas definiciones a las que siempre tuvieron las mismas palabras. Ese sinsentido sí que tiene más sentido. Tan es así, que aún estamos sin saber qué jodido ladrillo usar para ponerle nombre a la torre. La Historia nos dice que el nombre de Babel viene de Babilonia, y seguro que es verdad. Pero, dado lo que hay, no es menos cierto que igual puede venir de Blá, blá, blá…

                Porque la inconsistencia humana a la hora de poner nombre a todo lo creado – Génesis dixit – se está demostrando palpablemente en la también definición de lo “políticamente correcto”, que resulta ser un reconocimiento, una confesión, de que somos incapaces de entender correctamente la política. Incluída la política de las palabras, que no deben ser politizadas, naturalmente… 
 
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php