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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

viernes, 31 de enero de 2020

El Mirador 31 enero 2020 "JUSTICIA O VENGANZA"

jueves, 30 de enero de 2020

LA MUERTE DEL COMERCIO




Lo he leído en la prensa últimamente: En cuatro años, nuestra Región de Murcia ha perdido más de quinientos comercios. Más de cien comercios por año. Una media brutal. Y preocupante, muy preocupante… Y esto con toda la alharaca de nuestras autoridades autonómicas sobre el crecimiento de los autónomos y el alborozo político-administrativo alrededor de la afiliación global a la seguridad social, y todo el cuento aprendido. ATA se lo achaca a la despoblación y al áuge de ventas por Internet. No dice nada, y esto resulta, al menos, muy curioso, de la proliferación de parques y grandes áreas comerciales a las afueras de las grandes ciudades. Quizá esta organización interpreta lo de su “despoblación” a las salidas puntuales pero generalizadas de los ciudadanos para comprar fuera, y no dentro de las poblaciones donde viven, y hasta quizá, de la que viven… Es que si no es así, no se entiende tal afirmación. Aquí no existe más despoblación que en las aldeas y pueblos pequeños, y los comercios es una sangría de cierres sin discriminación de número de habitantes. Sí, puede tener razón, y solo en parte, en lo de la compra on-line…

                En lo que existe una ceguera prácticamente absoluta es en el hecho de que los pueblos sin comercio empobrecen indefectiblemente. Primero acaba el comercio, y después acaba el pueblo. Si lo que se gana en él se gasta fuera de él, los recursos disminuyen paulatinamente, los impuestos municipales encogen y las prestaciones a la población disminuyen en la misma medida, calidad y porcentaje… ¿Cómo se puede mantener una administración local si sus propios funcionarios (y esto es un solo ejemplo práctico y gráfico) se gastan fuera del pueblo lo que ese mismo pueblo les ha pagado a través de sus impuestos?. Es pura matemática.. Por eso mismo sorprende la miopía de las administraciones locales ante tal circunstancia. Hay algunos ayuntamientos que se estiran más que otros, pero nada significativo. Apenas gestos para la galería y con que justificar una concejalía. Todas concebidas apenas para encalar la fachada de un edificio en ruinas. Poses y fotos, nada más. Pero ninguna se compromete seriamente a montar campañas de fidelización de la clientela de manera decidida y permanente. Ninguna mantiene ninguna acción decidida y definida que evite la evasión de la inversión – doméstica –  vital, del día a día… Ninguna dispone de ninguna herramienta activa encaminada en ese sentido…

                Los comercios locales, cada vez son más de supervivencia, y se abren y se cierran a un ritmo vertiginoso, como el pez que dá desesperadas boqueadas de aire. El empleo fijo y estable que proporcionaba, es cada vez más eventual y menos profesional. O eso, o mantener la respiración asistida con el propio dueño tras el mostrador hasta que se aburra. Ya saben, quinientos desaparecidos en los últimos 4 años, aquí mismo… Pero también el comerciante tuvo su oportunidad de usar las ventas en red a su favor, de profesionalizarse en lo suyo, de corporativizarse, de formar una red de ventajas insuperables en ninguna gran área ni superficie alguna, interasociándose y defendiendo sus intereses mancomunando fuerzas. No lo hizo cuando pudo hacerlo y se le ofreció. Lo despreció. Y ahora no genera recursos suficientes como para lograrlo, pues apenas su rendimiento ya mantiene el gasto. Tuvo su oportunidad y la tiró por la borda, es cierto… Pero eso ahora, en estos tiempos críticos, ya no puede hacerlo por sí solo. Y el que puede, se larga a otros lugares con mayores posibilidades… Hoy, solo su administración local puede salvar a su debilitado comercio, y, salvándolo, salvarse a sí mismo. O eso, o hundirse poco a poco con su propio debilitado y vulnerable pueblo en una espiral de gradual empobrecimiento.

                …Y también, también los habitantes de esos pueblos tienen su parte de responsabilidad en esta muerte de quinientos comercios que empobrecen el entorno en el que viven y del que viven como vecinos. Deberían tener conciencia que, si gastamos fuera del entorno el dinero con que se pagan los impuestos que mantienen nuestros servicios, la decadencia de la que luego, eso sí que sí, tanto sabemos quejarnos, estará producida por nosotros mismos. En realidad, son acciones compulsivas de consumismo puro y duro, que, fuera de nuestro contexto, son a la vez acciones irracionales contra nuestro propio hábitat urbano y de residencia. Solo hay que aplicar la lógica y el sentido común. Y acordarnos de la regla de tres. La prosperidad de una comunidad se hace efectiva cuando la riqueza que genera se comparte dentro de la misma, pues su efecto se multiplica, pero cuando se reparte y dispersa fuera de ella, el efecto divisor interno es destructivo...Nunca ha sido lo mismo compartir que repartir. Existe una enorme diferencia en su naturaleza.

                Y esa campaña de concienciación urbana y ciudadana (y educación) también es deber y obligación directa de esos Ayuntamientos que están asistiendo a la pérdida de su potencia comercial y de sus propios recursos en una lenta agonía que no parece tener fin… Bueno, sí ,algún día lo tendrá. Si vamos restando más que sumando, en algún momento veremos nuestras calles vacías (aunque nuestros bares estén llenos). Y cuando las calles de un pueblo estén vacías de contenido, que solo queda el continente sin vida, ese pueblo habrá muerto como tal, y se habrá convertido en otra cosa. De momento, nuestra velocidad de crucero supera las cien tiendas muertas por año… aquí, en nuestro solar. Enhorabuena a todos, por todo. 
         
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

viernes, 24 de enero de 2020

El Mirador 23 enero 2020 "RÉQUIEM POR EL CÍRCULO"

miércoles, 22 de enero de 2020

JUSTICIA O VENGANZA




Alguien dijo alguna vez que la justicia es la forma más refinada de la venganza, la manera más civilizada de asegurarse que quien la hace la paga… Y, aunque esto último no siempre funciona, dado que, si bien es cierto que la justicia es igual para todos, no es menos cierto que no todos somos iguales ante la justicia, hay que reconocer que, en cierta forma, y con todos los matices habidos y por haber, la justicia, en el fondo, no es otra cosa que un ajuste de cuentas, calibrado y meditado, pesado y pensado, sí, llamémosle venganza justiciera, o justicia vengadora, pero así es… Lo que pasa es que la definición de venganza tiene una connotación muy negativa en nuestra sociedad cristianoccidental, y la de la justicia parece que se justifica mejor, pues, si se fijan ustedes bien fijado, justificar y justicia vienen de la misma raíz: lo justo, si bien hemos hecho de ellas conceptos distintos, ideas diferentes…

                ¿Podemos decir, entonces, que justicia es una venganza justa?.. Es posible que sí. Vale, ¿y qué es lo que distingue de una venganza a secas de una vergonzante venganza?.. Pues quizá que el método. Y el método ha evolucionado mucho a lo largo de las civilizaciones. Hemos pasado del “ojo por ojo y diente por diente” de la Ley de Talión a un extenso Código Civil y Penal con el desarrollo de grandes garantías jurídicas y procesales, pasando por un Código de Hammurabbi, en un intento histórico de establecer leyes y normas racionales entre el delito y su venganza, e incorporando por el camino un perfeccionado Código Romano que fue un salto evolutivo y cualitativo en la aplicación de las leyes. Cierto y verdad. Y muy positivo para la humanidad. Pero, con todo, no deja de ser una especie de usted no puede, no debe, vengarse. Nosotros le vengaremos de manera justa, medida y comedida, loable y responsable… Al fin y al cabo, como decía aquel del principio, una forma educada, refinada y civilizada de vengar el delito en nombre de la sociedad, pues si se falta a un solo miembro de esa sociedad se falta a toda la sociedad entera. Por eso hay que juzgarla bajo las normas, y las leyes, y los códigos, de la Justicia.

                Otra cosa, naturalmente, es que existan leyes justas o no, eso depende de los legisladores y de los políticos, y estos últimos últimamente dejan mucho que desear. Por eso que una cosa son las Leyes y otra cosa es la Justicia, y de ahí que la justicia no siempre sea justa (la justicia de un estado dictatorial es más injusta que la de un estado democrático, por ejemplo) aunque siempre sea “la justicia” de ese país… Resulta curioso, e incongruente, que en un régimen democrático sus ciudadanos puedan criticar la justicia, y opinar libremente de la “injusticia de la justicia”, y sin embargo, en uno dictatorial no puedan hacerlo porque “su justicia” no respeta el libre derecho de opinión. O sea, una justicia más justa es cuestionada, y una justicia más injusta es aceptada precisamente por la falta de libertad… Es justo lo que estamos viendo en el contrasentido del problema catalán: que los separatistas hacen verdaderos esfuerzos por transmitir al exterior y demostrar que la justicia española es dictatorial y vengativa, perseguidora de los derechos humanos, y el resto de los españoles nos quejamos de que la justicia no se comporte precisamente así mismo, tal y como ellos la pintan… Porque, en realidad, es una justicia que respeta los derechos y las garantías procesales en lo posible, o, al menos, se esfuerza en ello… Y, sin embargo, dos partes de la misma sociedad la vemos de forma opuesta y contraria en sí misma, y en ambos casos la criticamos… Deberíamos pensar en ello.

                Pero hay una forma superior de justicia, reconocida por la Onu desde 1.947, impartida por toda la UE y naciones americanas y anglosajonas – menos aún en países a la cola, como el nuestro – y en todas las sociedades avanzadas y desarrolladas, y es la Mediación… Y es una forma superior de justicia porque no hace falta hacer justicia. Precisamente. La justicia se establece para castigar el delito, y la Mediación trabaja para que no se cometa tal delito. Si funciona como justicia restaurativa en la resolución de conflictos, no se llega a delinquir, y la justicia, entonces, sirve para sancionar el arreglo, no ningún agravio. Solo a través de la Mediación se obtiene el acuerdo. Cuando no existe, es cuando hay que acudir a la justicia, para que vengue a la víctima en su victimario…

                Los Mediadores Profesionales se ocupan de esas cosas avalados por el propio Ministerio de Justicia. Primero, alivia a los supercargados jueces y juzgados, y segundo, se trasciende en la evolución de la justicia, haciéndola innecesaria para la resolución previa del conflicto. En una palabra, deja a la justicia que castigue los crímenes, mientras los conflictos se solucionan por Mediación… Existen miles, cientos de miles, de conflictos, domésticos, personales, empresariales, familiares, sociales, laborales, económicos, etc., cotidianos, que se convierten en miles, cientos de miles, de pequeñas o medianas venganzas al ser judicializados. Y la venganza sigue siendo ruin cuando ruines son los motivos, por mucho que denunciemos. A lo peor, precisamente por eso, porque antes de intentar arreglar nos aprestamos a vengar, preferimos denunciar antes que mediar… Buscamos el castigo, no la solución, y eso no deja de ser una venganza, por muy justa que ésta sea… Al final de todo, tan solo se trata de hablar. Tan simple como eso.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

viernes, 17 de enero de 2020

El Mirador 17 enero 2020 "BOLULANDIA"

jueves, 16 de enero de 2020

RÉQUIEM POR EL CÍRCULO




Hace no demasiado tiempo, una mañana sonó mi teléfono. Era un consultor (así se autodefinió) de la Editorial Planeta, y me solicitaba un rato de mi tiempo para hablar conmigo y cambiar impresiones. Temiendo, ya saben, que fuera un artificio para endilgarme una enciclopedia, intenté averiguar el contenido de tal conversación conmigo. Recién que la editora había adquirido el Círculo de Lectores, y el pájaro consultor éste sabía más de mí que yo mismo: que había sido librero, que escribía artículos en la prensa, que me habían editado dos o tres libros, y que constaba como socio destacado del Círculo (lo de “destacado” me barrunto que es un lametón directo al ego), y que, como tal, quería saber mi “valiosa” (otro lametón) opinión, etc., etc., etc… Y cual no fue mi sorpresa – desconfiado que soy – que sí, que el tal consultor tan solo quería consultarme sobre el servicio que prestaba el Círculo de Lectores, su estructura, qué quitaría o qué añadiría, mi opinión al respecto. Así que compartimos una hora de charla y café en el bar de la esquina, e tutti contenti

            Han pasado unos pocos años, y, recientemente y de sopetón, la Editorial Planeta ha trincado el Círculo de Lectores que intentó reflotar y salvar, y que durante tantas décadas de historia prestó un servicio inestimable de vulgarización de la lectura, y, por lo tanto, de la Cultura, con C mayúscula. Y cuando digo lo de vulgarización no me lo confundan con vulgar, si no con lo de extender, que nada de vulgar tiene el llevar esa cultura puerta a puerta y a domicilio de cada persona amiga de los libros. No ha sido suficiente. El cierre viene acompañado en el tiempo del último informe Pisa, en que su ya repetitivo aviso de déficit de comprensión lectora con respecto a nuestros estudiantes, este año nos han puesto un par de banderillas de alarma extrema a tal respecto. No hay pues que buscar excusas al fracaso del Círculo en las manidas explicaciones del auge de los libros digitales, que es verdad pero no la verdad. No. En este país existe un déficit cultural congénito y cabalgante, que hace que la gente no lea. Y punto pelota. Y eso es un estrepitoso fracaso de nuestros sistemas educativos y entidades municipales culturales, ya de paso, que confunden cultura con folklore…

            Una de las cosas que le aconsejé transmitiera a aquel consultor, fue que el Círculo debía de armar un “cuerpo” de Agentes Culturales locales, comprometidos con la cultura, al margen de los comerciales, que fueran una especie de activistas culturales, que fomentaran charlas, conferencias, talleres de lectura y escritura, foros de opinión, y toda actividad cultural, que el Círculo podría patrocinar. Que podría ofrecer su colaboración a los Patronatos Municipales, en fin… Y eso, publicidad efectiva y barata aparte, por un solo y único motivo: si el sistema educativo no mide el hábito de la lectura, del cual se mantiene el Círculo de Lectores, habrá que actual sobre las bases de tales hábitos… Si nadie riega esas plantas, no esperemos recoger fruto alguno de ellas. Hay que sembrar cultura si queremos recoger (o vivir de) la cultura… A Planeta le faltó visión. Es una poderosa Editorial que acoge primeras plumas, y tiene a su servicio a prestigiosos autores, y mantiene enormes tiradas de ejemplares, y su negocio está asegurado porque sus ventas son mundiales, se producen en muchos países, pero el Círculo de Lectores es (era) otra cosa. Y solo vivía de aquí

            El Círculo se basaba en un consumo interno, nacional, concreto, y doméstico… Y su clientela, entre la que me contaba, como los viejos dinosaurios, estaba formada por lectores de generaciones ya adultas y talluditas, que son (somos) los que aún conservamos el hábito de la lectura, porque las nuevas generaciones, y cuanto más nuevas peor, ya apenas leen, cada vez menos… “Poco y mal”, me confiesa un profesional de la docencia y de la decencia, que no siempre van en todos los casos juntos ambos conceptos y unidos los dos, y el reconocerlo, es muestra de doble vitola…

            Mi parecer personal es que al Círculo de Lectores lo hemos matado entre todos y él solico se ha muerto. Se ha muerto de inanición, casi que de asco. Y, por supuesto, de abandono… Como en la muerte de César, todos hemos aportado nuestro puñal… La empresa, por su visión mercantilista y cortoplacista, y sus ruines planteamientos. Las administraciones nacionales, regionales, o locales, por encerrarse en estructuras folkloriculturales sin ver lo que resulta evidente. Los profesionales del ramo por adaptarse y adoptar mezquinos sistemas educacionales. Los paterfamilias por estar más en el hedonismo y consumismo que en la formación intelectual. Y todos los que cebamos este estado de cosas por nuestra propia comodidad e inmovilismo. Pero esto es lo que tenemos, y así son las cosas… Creo que fue Benedetti quien dijo que “el pueblo que no lee es un pueblo que se suicida. Pues si eso es así, el cierre del Círculo de Lectores es como abrir la espita del gas. Aunque esto a la gente le da igual, porque al personal inculto poco le importa la cultura… Pero unos cuantos te echaremos de menos… D.E.P.

           
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php /