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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

viernes, 27 de octubre de 2017

El Mirador 27 octubre 2017

AQUEL QUE ESCRIBE


Aquel extraordinario hijo de carpintero también sabía escribir. Lo enseñarían en la escuela de la sinagoga de su pueblo, seguro… pero aquel Ieshua Bar Yousef, nazareno, sabía escribir. Claro que sabía escribir. Aunque los que han construido una religión de su mensaje liberador, de su filosofía universal, se hayan esforzado mucho en disimularlo, u olvidarlo, o esconderlo, cuando no negarlo abiertamente, diciendo que es que, en aquella época, existía la tradición oral, no escrita… Entonces, ¿el Talmud, o la Toráh, de dónde salen..?. Eso es una pamema. Si así fuera, no existirían los libros esenios, ni las crónicas de Flavio Josefo, ni ningún documento histórico de la época… ni siquiera las cartas de San Pablo. Ni tampoco los propios evangelios. Nada. Y es que eso no es así. No se sostiene. Claro que se escribía. Y lo que no tiene sentido lógico alguno, ni sentido común tampoco, es que el Cristo, que debía saber de sobrado que el legado oral muda y cambia, y se modifica y tergiversa su sentido original según va pasando de boca en boca, lo prefiriese al método más fiel y fiable que el legado escrito. Y aún y así… Nicea, por ejemplo, sabe mucho de falsificaciones en su I Concilio…

            Pero por supuesto que sabía escribir. Y lo hacía. Incluso tenemos el testimonio de un evangelista. Nada menos que San Juan. Y lo cuenta en una escena difícilmente superable en todo y por todo. Una multitud lleva ante Él a una mujer acusada de adulterio, y lo interpelan ladinamente: “En la Ley  (escrita, por cierto) nos mandó Moisés apedrear a estas mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?”. Él no les responde, atareado como estaba escribiendo en la tierra con su dedo. Este profeta, Jesús, más raro que un perro verde, no incita a la masa a hacer justicia, incluso parece ajeno a tal agravio social. Lentamente, mueve la cabeza, y, mirándoles a los ojos – no se dirige a la masa, si no personalmente a cada uno de ellos – les dice, “el que de vosotros esté libre de pecado, tire la primera piedra”… y siguió escribiendo con su dedo en la tierra… Como si nada.

            Ya daría yo un cachico de mi alma por saber lo que estaba escribiendo. Pero San Juan no lo aclara. Y si lo dijo, los eclesiales lo han borrado, omitido, desterrado y enterrado. Igual que los jetas exégetas cambian sin pudor el “estaba escribiendo” por el inócuo e inícuo “estaba dibujando”… Que ningún testimonio directo documental pueda estropearnos la interpretación dogmática del testimonio oral. Faltaría más, Tomás, que si no lo ves, no lo crees, joío… Y sí, así es, un servidor, como Tomás, me creo lo que veo… y lo que leo, más, mucho más, que lo que me cuentan. Y aún con eso, lo habré de leer de muchos puños, letras y fuentes. Pero una fé que se construyó a base de escritos y cartas (San Pablo escribió más que el encargado del registro civil), y que se diga que su Fundador no se fiaba de dejar nada por escrito, no es, precisamente, una garantía de fiabilidad. Y que luego se ordene y mande creer y adorar como verdad única lo que está en los escritos (ciertos escritos, claro) tras soltar el cuento de que Jesucristo fue un maestro oral, pues la verdad…

            Pero yo sigo enrocado en ese pasaje. No existe ningún aforismo que diga tanto con tan pocas palabras: “el que esté libre de culpa…”. Sin embargo, el aparato eclesiástico, que no didáctico, durante más de dos mil años se ha dedicado a capar mentes con la chirla de la culpa y el miedo. Con el mantra inquisidor del pensamiento impuro se han cargado hasta la imaginación… o es lo que han perseguido, al menos. Pero nadie está libre de culpa ni de pecado, nadie, y los inventores de ello menos que nadie, dado que están sazonados en el ánsia de los censores de interpretadores únicos de Dios.

            Pero a lo que iba. Que un servidor tiene fijación – pecatum meum, culpa mea – por ese precioso y preciso pasaje, decía yo… Si lo que soltó aquel Hombre excéntrico y excepcional a aquella turba de hipócritas creyentes en la Ley (y no quiero señalar paralelismos, pero ahí están), fue mucho más que un pensamiento revolucionario y liberador, y perdonador… ¿qué era lo que con tanta dedicación escribía en el suelo?. Es una técnica misteriosa, elusiva, que utiliza el narrador para fijar la atención, pero nos quedamos sin saber el desenlace dejado en el mensaje escrito por el hombre que, según sus carceleros de imagen, no escribía… Y yo tengo mis sospechas. Jesús dejó escrito, con su dedo, en la arena, el nombre de una mujer.


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ – www.escriburgo.com – más, el viernes, 10,30 h. en  http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

lunes, 23 de octubre de 2017

EL ÚLTIMO VERANO


Todos los veranos no son iguales. O todos los veranos son iguales. Ambas afirmaciones podrían emplearse si nos fijáramos un poco y pensáramos otro poco. Según qué cosas, según por qué casos, según para qué seres, suceden acontecimientos, ocurren sucedidos, casi siempre únicos e irrepetibles, aunque no nos demos cuenta por su normalidad. Verano tras verano…

En mi porche, como cada verano, las golondrinas protagonizaron sus quehaceres bajo una de sus vigas más apartadas. Como cada primavera, llegó una de las hembras nacidas el verano anterior bajo la misma viga, y antes de elegir el lugar se afanó en elegir la pareja. Un macho con el que aparearse y con el que decidir en qué viga del lugar, o en qué extremo de la misma, situar su perpetuo ciclo, su eterno milagro de la vida. Tras señalar varios puntos e iniciar un enconado pulso con la señora de la casa, al final gana la golondrina hembra (es una lucha entre hembras de distinta especie) y con la brocha de su pico inicia el diseño del nido que lleva grabado en lo más profundo de su memoria genésica y genética. Y con un mínimo de trescientas idas y vueltas cada uno, ella y su pareja disponen de su hogar para el verano. Para ella será su segunda nidada, la primera como cría, la segunda como madre, y para ambos será la del último verano aquí, en mi porche. Quizá también la de su último verano...

Ella puso seis huevos blancos con tenues motas negras, minúsculas, y los dos, por turno riguroso, las incubaron. Entre maldiciones, pero sin llegar a mayores maldades, hubo que apartar alguna silla, reservar un espacio libre, y proteger su piso con algunas hojas de este mismo periódico. Las crías eclosionaron, nacieron al exterior, abrieron su pico y fueron alimentadas en mil viajes de a bocado por progenitor y viaje. Y abrieron su culo sacándolo del nido, y fueron excrementando en caída libre de las alturas al suelo. Al principio era carne rosada y desnuda, mientras sus deposiciones hacían blanco, bien en un centenar de inmigrantes naufragados en el Mar de Alborán, en una matanza de los del Isis en Siria, en una ocurrencia de Rajoy, o sobre el último eructo de Trump… Mientras las pequeñas golondrinas iban creciendo, el mundo iba andando, y las cosas y los casos iban pasando, y en ellas y en ellos se iban cagando.

Como algo ajeno, a la vez que próximo. Y en tanto los polluelos echaban su pluma, suave y esponjosa, y se asomaban, graciosos, al balcón de barro seco trabado con briznas de hierba en un perfecto adobe, a mirarnos desde sus alturas y a llamar a sus padres cuando tenían hambre, a saludar con sus gorjeos al amanecer y al atardecer de los días, y a seguir bombardeando desde sus pequeñas e incontinentes tripas el mundo en su pasar. Se cagaban en todo, indiscriminadamente, en un Maduro queriendo eternizar el chavismo, en los coqueteos de Pedro Sánchez con Podemos, en los integristas puigdemonitas, o en el último partido del siglo Barcelona-Real Madrid…

Después, gradualmente, la nueva generación de pollos va dejando de marcar las noticias y sucedidos con sus acertadas cagadas, desproporcionadas a sus cuerpos, por cierto, y es porque ya practicaban la salida del nido a la viga vecina, o al árbol más cercano, el vuelo corto que cada vez se iba alargando un poco más, bajo la atenta vigilancia de los padres y su animosa invitación al riesgo, girando alrededor de ellos. Ya solo algún esporádico excremento sobre algún hecho a tener en cuenta señalaba el fin próximo de la estadía en el nido. Que si aumentan los okupas de casas vacías, que si el Mar Menor está sin estar en sí, que si los agricultores se ciscan en la ministra Tejerina por sus retorcidos falseamientos y sus agravios comparativos…


Como dije al principio, todos los veranos son iguales a la vez que distintos. Tan idénticos y diferentes a la vez, que nada cambia aun siendo todo nuevo. Para los miradores, las noticias de un verano son ajenas a los de otros, pero las golondrinas siempre vienen cada verano a hacer su nido en el mismo sitio, a nacer a sus polluelos en el mismo lugar que nacieron ellos, y a soltar el lastre de su estómago en el mismo suelo, sin importarle lo que se anuncia en el papel que cagan… Como siempre. Sin embargo, para esas golondrinas que vienen a hacer su nido y a nacer su nidada, todo es principio, porque es su primera vez, tanto para los que crían como para los criados, que descubren un mundo nuevo y viejo a la vez. Un mundo del que pasan y en el que se cagan a poco que se lo pongas bajo sus culos. Mirando a las golondrinas no sé qué realidad es real, si la suya o la nuestra. Quizá las dos… Y, sin embargo, el mundo seguirá siendo  mientras sigan las golondrinas…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / viernes 10,30 h -  http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

domingo, 22 de octubre de 2017

El Mirador 20 octubre 2017

viernes, 13 de octubre de 2017

...PROCESIONEMOS PUES


Por un articulico publicado en el Blog de este mismo periódico (Romeriología) me llovieron críticas por un tubo. Cercanas y lejanas, caían como chuzos de punta. Y eso que describía hechos sin nombrar nada. Pero, claro, no hizo falta. Todo el mundo sabía a lo que me estaba refiriendo, y los justicieros de lo más sagrado y los escuderos de la tradición sacudieron bien sacudido el polvo de mi badana. Bien hecho. Si de lo que se trata es de no buscarle cinco patas al gato, entonces es lógico que me zurren, y merezco cuanta estopa me sea dada, pero si de una opinión se trata, y no exenta de bases históricas, entonces, amigo mío, con todos los respetos que ustedes no han tenido para conmigo, pero me lo voy a permitir, ya lo creo que sí…

                El grueso de los dardos iban apuntando a “cuanto de sagrado hay”, y a lo “de toda la vida”, que, como irredento hereje, tengo la osadía de poner en entredicho. Pero poner en entredicho no supone cargarse nada sagrado, ni mucho menos de toda la vida, si nos atenemos a los hechos históricos, naturalmente. Primero, porque no tiene nada de sagrado, y segundo, porque tiene un nacimiento concreto que costó mucho derramamiento de sangre establecerlo, por lo que de sacro y eterno lo que cada cual quiera otorgarle, pero no lo que realmente tiene. No sé si me explico…

                Los primeros siglos del cristianismo primitivo fueron iconoclastas por naturaleza y costumbre, y transcurrieron fieles a su origen judáico, sin veneración alguna de imágenes. Sencillamente, no las necesitaban. Adoraban un Dios-Padre tan íntimo y oculto como su anterior Jehová. Solo cuando el cristianismo se convirtió en catolicismo, o sea, en una religión de estado, oficial, de la mano de Constantino, tuvo que vérselas con una surtida imaginería competencial de dioses paganos, Mitra, Zeus, Artemisa, Isis, Cibeles… que venían de los panteones egipcio, heleno o babilónico reconvertidos en romanos. Ante lo que, o bien por imitación, o bien por asimilación, o bien por ambas cosas, tras el Concilio de Nicea (313 d.J.), se empezó a abrir la mano y a coquetear con toda esta cuestión – por otro lado, una industria rentable y floreciente – de la imaginería.

                Pero fue en el 723 cuando una parte de los obispos iconoclastas originales, abanderados por la predicación de Serantípico de Laodicea, quisieron poner freno a lo que consideraban una corrupción de las enseñanzas puras. Se basaban en el Deuteronomio: “No construirás ídolos, ni imagen alguna de lo que hay allá arriba en el cielo, ni de lo que está aquí abajo sobre la tierra”. Los emperadores de Constantinopla, en un principio dijeron que bueno, pos fale, pos m´alegro, como el Maki Navaja, e incluso León III, dos años después, se declaró contrario a venerar imágenes, y dictó algunas disposiciones al respecto. Pero la oposición de los monasterios que comerciaban con ellas y obtenían pingües regalías de los fieles devotos, propiciaron sublevaciones populares que fueron sangrientamente reprimidas. Y empezó el follón…

                …Y se mezcló la política, porque la iconoclastia provocó graves enfrentamientos entre el Imperio Bizantino y la Iglesia de Roma. Y se lió parda. Tanto, que durante 120 años nada menos hubo guerras, golpes de estado, rebeliones, invasiones, secuestros, extorsiones, asesinatos, persecuciones y venganzas por esta causa. Y es tan larga la cronología de sangrientos sucesos (y tan poco cristiana) que no cabría su exposición en este corto espacio. Baste decir, para terminar esta crónica, que la emperatriz Teodora, con la aprobación del Papa, convocó el Concilio de Constantinopla, donde deponen por la fuerza al Patriarca iconoclasta Grammático, imponen a Metodio, y el Sínodo proclama solemnemente el culto a las imágenes, y donde hubo tradición, pues ahora hay traición, y al que se mueva se le fusila. La economía y la política (la religión es eso mismo) fueron intereses más poderosos que los puramente filosóficos o espirituales. Las ideologías se amasan con los dos primeros, al fin y al cabo…

                Y esa es la puñetera historia y la puñetera verdad. Y eso es lo que pasó, como pasó y por qué pasó. Hasta hoy. Lo demás, es lo que escribí en mi articulillo de referencia. A la gente se nos mueve por símbolos, por escenografías de masas, desde el principio de los tiempos. El calificarlas de ídolos o de sagradas imágenes tan solo depende del lado ganador desde donde se mire. Y si al personal se le dice que arre, el personal arrea. Y hacer correr más tinta, sí, pero hacer correr más sangre, pues como que no... Y mucho menos la mía…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php


domingo, 8 de octubre de 2017

BANDERAS Y MERCADO


Todo es lo que parece, pero nada es de donde parece ser. Lo cual debería movernos a pensar que el valor se lo damos nosotros, aunque por sí mismo no lo tenga. Es el valor de una creencia costumbrista, postiza, folklórica, impulsiva, tradicionalista y edulcorada por décadas y décadas de repetir el mismo mantra, la misma jaculatoria, el mismo credo en una misma letanía. Pero es lo que hay. Y es lo que funciona. Por eso bebemos vino de Rioja que son caldos de Jumilla, comemos pimientos de Padrón que son del Pilar de la Horadada, melones de Torre-Pacheco que son de Cuenca, o saciamos nuestra sed con agua de Lanjarón que es del pantano del Cenajo… Pero esto funciona hasta con el patriotismo, mejor dicho, patrioterismo, o cualquier otro sentimiento alienante…

                Sigamos con los ejemplos. Ejemplos reales de realidades reales. Aquí no hay la más mínima fantasía, nada de inventado. Una bandera española en la fachada del Congreso de los Diputados, en Madrid. Otra bandera catalana en la balconada del Palau del Govern, en la Plaza Sant Jaume, de Barcelona. Bueno, pues con un alto, altísimo índice de posibilidades, ambas dos están fabricadas en China. En la industria más prolífica y barata del mundo. Envasadas por modelo, calidad y tamaño en packs de 100 y en containers de 1.000, por manos de niños explotados, mujeres infravaloradas u obreros que trabajan los “ideales entrapados” de todo el mundo en jornadas de 14 y 16 horas ininterrumpidas, a cambio de jornales de auténtica miseria. Luego serán enviados a lugares desde donde serán distribuidos a diferentes centros comerciales, más o menos exclusivos, que los cederán a tiendas detallistas, que a su vez los venderán a los patriotas que los usarán como elaboradas en la más entrañable querencia. Elaboración propia, les dirán. Made in patria querida…

                A cada paso desde que la bandera sale de manos que no saben ni sienten ni les importa, más que las monedas que el destajo les procura para tapar el hambre, ese trapo de colores va sumando valor pecuniario, y dejando buenas rentas a los intermediarios comerciales, en igual proporción que va sumando también un valor adquirido de pertenencia a algo que igual rentúa buenos intereses a sus intermediarios políticos que los explotan, hasta llegar, en consumo masivo y desaforado (el mejor de los negocios para todos, fabricantes, comerciantes, políticos y agitadores) a una explosión de irreprimibles emociones provocadas e inducidas, en las espaldas de hombres y mujeres, ancianos y niños, perros y gatos, abducidos y reducidos, donde esa tela coloreada que ha dejado excelentes beneficios subiendo su miserable costo de origen, se convierte en un símbolo por el que estarán dispuestos a morir o a matar (es un decir) o, al menos, nos da derecho a disfrazarnos de patriotas, y a que algunos alguienes muevan nuestras emociones según a ellos les convenga. Y las usamos para inmolarnos en el martirio, o para manipular emociones, o para montar un circo muy bien traído y muy bien falseado... Aunque luego nos equivoquemos y nos vedemos la mano contraria a la masacrada por los "“ideales”… Esta es la cuestión: los ideales. Reales, falsos o inyectados en vena, pero la bandera made in china se convierte, se transforma, en ideal sagrado. Como el agua lo hizo en vino.

                Se me dirá que ahí está la cosa. Que de la bandera es el símbolo lo que cuenta, no su manufactura, y que eso, macho, acho, es sagrao… Y yo no lo negaré nunca. Como es sagrao creer en que el vino que uno bebe es de La Rioja, aunque no lo sea. Cada cual es muy libre de atarse a sí mismo al dogma que le plazca, tío… Pero un símbolo hecho con sudor, dolor, sangre, sacrificio y sufrimiento, como la bandera constitucionalista que tejió Mariana Pineda, contiene en sí misma todo el potencial y significado del ideal que transmite, y lo otro, lo quieran o no, no contiene nada, aunque alimenta una cadena de intereses concretos y marcados desde el principio, no sé si he sabido explicarme, maestro liendres… Que sí, que el pimiento se compra como de Padrón, pero se vende del Pilar. Y nunca ha sido lo mismo, ni jamás lo será, vender que comprar…. ¿me entienden?..

                Miren. Existe una norma de mercado, casi que una ley, que dice que lo poco encarna su valor y eleva su calidad y su cualidad, y lo mucho abarata ese valor y baja en igual proporción esa calidad y esa cualidad. Pues eso mismo. Cuando hay que hacer banderas masivamente, en proporciones desaforadas, en China, para que salgan a cuenta de vestir enormes parafernalias, se abarata el valor y el valer de esas mismas parafernalias. El mejor aliado y socio de la producción de banderas son los populismos. Jamás se vieron más banderas gamadas que en las calles de la Alemania nazi. Sin embargo, ¡oh misterio!, cuando terminó aquella sangrienta fiebre, resulta que nadie, nadie, pero nadie, en Alemania, había sido nazi… La exacerbación de los ánimos es el mejor caldo el cultivo para el negocio de la banderas, tanto el que las fabrica, como para el que las suscita. Aunque sean banderas de la China vendidas como melones de Pacheco. Que tales “melones” se tragan igual que las ruedas de molino.


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. en http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

lunes, 2 de octubre de 2017

JUDAS

               

 En mi artículo sobre LAS COSAS COMO FUERON, donde hacía una somera historia de la deriva del cristianismo oficial hacia el catolicismo, y donde me permitía, a muy grandes rasgos, claro, tratar sobre los evangelios gnósticos, y poner como ejemplo el de Judas – bien se me podía haber ocurrido otro – dije al terminar que, si alguien quería saber más sobre el mismo, que me lo hiciera saber, y si no, pues nada, que a otra cosa, mariposa, pensando que quién iba a ser el loco de participar en mis locuras. Pues bueno, algunos pocos me e-mailaron que les gustaría, otros menos me lo hicieron saber por teléfono o por calle, y alguno hubo que me envió el recadico con un familiar próximo. Así que, si el periódico me lo permite, a esa selecta minoría va dedicado el de hoy.

                Y digo que podía haber puesto cualquier otro ejemplo, el de Tomás, el de Felipe, el de María, el de La Verdad, etc., y no el de Judas, porque éste es el último descubierto, reconocido e investigado, y, por lo tanto, el que aún está en fase de estudio, y un pelín verde comparado con el resto de sus hermanos que ya están suficientemente desarrollados y editados. Pero, en fin, procuraré cumplir mi compromiso lo más dignamente posible, ya que me ofrecí a ello, si bien que advirtiendo eso mismo, que este último, conocido documental e históricamente por los expertos como el Código de Tchacos, es el papiro más recientemente aparecido de todo el corpus de textos evangélicos etiquetados como gnósticos.

                La traducción completa del texto recuperado es aún parcial, pero pone de claro manifiesto que la relación entre Jesús y Judas (algunos investigadores lo sitúan como hermano carnal) era estrecha, íntima y profunda, y sus enseñanzas  dirigidas a él, de naturaleza tan fuera de lo común que no se corresponde en modo alguno con la figura que se nos pretende “colocar” desde los canónicos. Tan es así, tan distintos son, que parecen casi que opuestos, sin por ello pretender dogmatizar, como hace la iglesia institución, sobre cuáles son los verdaderos o cuales los falsos. Solo deseo informar y aclarar, nada más, y si digo que son absolutamente distintos es porque se contradicen en lo esencial, aun complementándose en lo anecdótico.

                En el mencionado Evangelio, Jesús pide a Judas que lo ayude a liberarse de su propio cuerpo de carne diciéndole “sacrificarás el hombre que me viste”, haciendo alusión a la diferencia entre Hijo de Dios e Hijo del Hombre cuyas imágenes tanto utilizó a lo largo de su vida pública. Judas fue como una especie de colaborador necesario para que Cristo pudiese cumplir con el Legado del Padre. A Judas se le pidió la parte más ingrata, la más dolorosa y la más inicua de todas: asumir el papel de traidor, sin serlo. Y eso es difícil, muy difícil, sin tener una preparación, un conocimiento y una sabiduría superior a la de los demás Y para eso, Judas fue seleccionado del resto para que Jesús pudiera sacrificarse por el mundo… Judas dice a Jesús: “Maestro, ¿será que mi semilla está bajo el control de los jueces?”. Jesús le responde, “Vamos, que yo seré glorificado, pero tú serás agraviado cuando veas que el Reino llegue a su generación”. Cuando Judas escuchó esto, le dijo a Jesús, “¿Qué bien es el que he recibido por el cual tú me has apartado de esta generación?”. A lo que Jesús respondió: “Tú te convertirás en el décimo tercero, y tú serás maldecido por las demás generaciones. Pero tú regirás sobre todos ellos, y en los últimos días ellos te maldecirán por tu ascenso a la generación bendita”… Y Jesús le dijo: “Vamos, que yo te enseñaré acerca de secretos que ninguna persona ha visto antes…”.

                El Evangelio de Judas sigue desvelando parte de esos secretos (de Jesús a Judas) “Por ellos que existe un ilimitado Reino, cuya extensión ninguna generación de ángeles ha visto”. Y le sigue instruyendo sobre cosmogonía, sobre la creación del hombre, sobre ángeles y gobernantes (semidioses), sobre el destino del mundo, y sobre su propia misión (traición), prometiéndole, “Pero tú los adelantarás a ellos, te quitarás la ropa por mí y te sacrificarás por mí. Ya tu trompeta ha sido levantada, tu rabia ha sido encendida, tu estrella ha mostrado sus brillantes y tu corazón ha sido (…)”.

                Y este “tú te adelantarás a ellos” me obliga a recordar lo de “los últimos serán los primeros” que sí reconocen y recogen los canónicos. Y aquí, me pregunto, ¿quiénes son los últimos?,  ¿los que dictan normas y dogmas desde sus solios y palacios, los que se autodesignan como únicos intérpretes, o el que ha sido escupido, execrado y anatemizado por todos ellos?.. Que cada cual se responda a sí mismo según su propia conciencia.   


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