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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

miércoles, 29 de agosto de 2018

PAN O BOLLOS





               Es muy conocido aquello de que, cuando María Antonieta preguntó asombrada, porqué de aquella gritería del populacho a las puertas de palacio, y le dijeron lo de “Majestad, es el pueblo, que protesta porque no tiene pan”, su contestación fue “pues si no tienen pan, que coman bollos”. Si aquello fue cierto, o se manifestó de otra manera, o fue simbólico, o no… la verdad es que coincide con otras manifestaciones en el mismo o parecido sentido – esta vez ciertas, por escritas – por ejemplo entre la correspondencia del último zar, Nicolás II y su esposa Elizabeth, que, mientras las mujeres de sus soldados que estaban muriendo en guerras absurdas contra Alemania o Japón, pedían pan para sus hijos en las calles de Moscú, éste escribía a la zarina de sus asuntos en campaña, como de que “el tiempo es bueno, aunque frio, pero ideal para la caza”. Es la lógica del poder absoluto ante una realidad que no existe porque no se reconoce su existencia.

                La historia nos cuenta que tanto Mª Antonieta y su real esposo, como Nicolás II y toda su familia, terminaron ejecutados, ajusticiados, o asesinados, por la misma plebe. Personalmente me decanto más por el asesinato que por la ejecución de una justicia ante la que nunca comparecieron ni fueron juzgados, pero los que escriben la historia (en ambos casos los herederos de los justicieros) siempre tienden a justificar lo que, en modo alguno, resiste ninguna justificación, aunque la merezca. Al menos, hoy en día, claro. Porque, aparte de ñoñas novelas históricas que últimamente tienden a aparecer, retratando como víctimas inocentes a los personajes que los descendientes de esa historia tacharon de verdugos, que tampoco es eso, tampoco… yo pienso que su culpabilidad es un tanto relativa.

                Y lo es porque esos personajes fueron formados, educados, dirigidos y robotizados para ser lo que eran y para ser como fueron. Ellos eran la realeza sobre el resto de la plebe, y su papel estaba muy por encima de vidas y circunstancias. Los motivos humanos, si acaecían por debajo de su nivel, no eran sus motivos. Los asuntos sociales o económicos, si sucedían por debajo de su estatus, no eran asuntos suyos, sino de otros altos lacayos a su servicio. Pero estaban en ese rol porque los había entronizado el propio Dios, la propia Iglesia, la propia Nobleza… y hasta la propia ciudadanía que los tenía por semidioses. Eran de una genealogía semidivina señalada “por la Gracia de Dios” para reinar sobre sus súbditos, y sus súbditos así lo creían, admitían e incluso defendían. Tan solo cuando dejaron de creer en su condición, la burguesía que antes se arrimaba al absolutismo en beneficio propio, se hizo popular y populista, y propició y se pasó a los que arrebataron el poder a sus ídolos.

                Pero los ídolos caídos no tenían culpa ninguna de ser ídolos. El mismo pueblo que los entronizó y los elevó al altar, luego los sacrificó en otro altar más igualitario. Eso es todo. Las revueltas suelen trastocar todo orden establecido, sin querer decir con esto que todo orden que se establezca sea justo. Si existe una revuelta es porque el orden que hay no es muy justo, y entonces se justifica la tal revuelta… Observen que la palabra “justificar” viene de “justicia”. Sin embargo, eso no quiere decir que los abatidos y ajusticiados no sean más culpables que el haber asumido, y haber sido sumiso, el anterior orden establecido. Solo sabían ser lo que eran, e incluso lo que la gente esperaba que fueran.

                Existe, sin embargo, una sutil diferencia con los líderes políticos y virreyes de partido político que hoy nos gobiernan, también en nuestro nombre. Y es que, si hoy se hace o se dice una barbaridad como la de “pues que coman bollos”, ya no es por la inocente supremacía e ignorancia de su cuna, sino por la maldad intrínseca de sus propósitos. Y si hay que falsear la misma historia, la verdad, la cultura, o lo que fuera, porque obedece a sus personales intereses, pues se hace, o se dice, y no hay más que hablar… Así tenemos a todo un Pablo Echenique que no se corta en sentenciar que “Aragón no es como Cataluña, porque no es una nacionalidad histórica”, quedándose más fresco que una lechuga el peazo burro éste. Falsea, pervierte, revierte y convierte la verdad en mentira, en embuste puro y duro. Porque es justo al revés, exactamente al contrario, que Aragón fue un reino histórico, e incluso de tal reino surgió y nació Cataluña. Nunca, jamás, como él lo afirma y asegura.

                La diferencia con aquellos zares es que éstos sí saben que mienten y hacen mal a sabiendas. Sus intereses están ligados a la descomposición de todo Estado, a la disolución de lo constitucional, al desmembramiento del país, y entonces obran en consecuencia, y se alían, asumen y adoptan las estrategias de sus cómplices alimañas y sus sucias patrañas. Y si tienen que transmitir las mismas barbaridades, pues lo hacen… Aunque sepan, porque lo saben, que en esa Cataluña las gentes están a punto de salir a las calles en busca de pan. Ellos ya les tienen preparados los bollos.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

lunes, 20 de agosto de 2018

CELIBATOS


Hace unos días, compartiendo un café a cuatro bandas, relajados alrededor de una mesa entre amigos, alguno de ellos me lanzó un reto para nuestro programa radiofónico: “a ver cuándo os atrevéis los de La Pinza a parir un programa sobre el celibato, anda, tío…”. Y ahí mismo que se lió parda, tía Bernarda… Éramos cuatro gatos y cada gato miaba y meaba distinto. Si eso es así, ¿cómo será la que se puede liar a través de la radio?.. El uno decía que los curas debían casarse, como los anglicanos. El otro soltaba que el voto de castidad había que asumirlo, ya que formaba parte de la propia Iglesia. El tercero opinaba que al que le guste mojar el churro en el chocolate que no se meta donde no le llaman… Y el cuarto a espadas, o sea, yo mismo, que mi punto de vista es que el celibato, o cualquiera otra disciplina, debe ser voluntario, pero nunca, jamás, impuesto. Lo primero es respetable, lo segundo sería ir contra natura.

                Si examinamos la historia, lo cierto es que en las primeras comunidades cristianas, los que eran elegidos catecúmenos y/o sacerdotes de entre ellos, eran casados y tenían familia. Fue tres siglos después, cuando del cristianismo nació el catolicismo, en que se quiso hacer del sacerdocio una casta aparte, al modelo judío si bien éstos no solo podían, si no que debían, estar casados. Y dada la enfermiza misoginia de aquella primitiva Iglesia, en la que “la mujer es un ser débil e inconstante, físicamente inferior, puerta del infierno, y un hombre malogrado” (Sto. Tomás de Aquino), que se impuso el Pactum Virginatis (Concilio de Elvira) para todos aquellos curas que tenían “agapetas” o “subintroductas”, luego llamadas mancebas o barraganas, después simplemente amas… Pues lo cierto es que la primera mitad de ese catolicismo, ni el clero ni el papado se abstuvieron ni disimularon sus relaciones sexuales con todo lo que moviera culo. Hoy son más discretos, sí, pero también existen más desviaciones, ahí tenemos la vergonzosa plaga de la pederastia…

                Pero el punto álgido se alcanzó bien entrado el segundo milenio en que San Bonifacio clamaba contra los clérigos “que había cuatro, cinco y hasta siete concubinas en sus lechos por la noche”. Que hasta la priora de Santa María de Zamora (1.281) denunciaba las visitas de dominicos a las monjas en sus celdas del convento, “dó pasaban las noches holgando muy desolutamente”. Lo que ocurre es que hacía apenas un par de siglos que el Papa Sergio III y la Santa Sede eran manejados por la aristócrata romana y amante suya, Marotzia, y las cosas de palacio (Vaticano) iban despacio… Aún en el Siglo XIV se llegó a un cierto compromiso para que las mantenidas de los clérigos llevasen un prendedor de paño violeta para distinguirlas de las honestas damas, se comportaran con el debido recato en público, además de que el cura pagara un impuesto (pecunium) a la Iglesia por mantener moza favorecedora… Ítem más, la santa institución obligaba al sacerdote que “había tenido polución esa noche, a quejarse en la puerta del templo con grandes gemidos antes de entrar en ella”. De ahí el que llegara a decir misa “impóluto”, o sin polución.

                Una de las cántigas del Arcipreste de Hita rezaba así: “Cartas eran venidas, dizen desta manera: que casado ni clérigo de toda Talavera / que non toviese manceba casada ni soltera / y aquel que la tuviese descomulgado era / Con aquestas razones que la carta dezía / quedó muy quebrantada toda la clerecía”. Incluso en el siglo XVII, ayer mismo, el viajero y autor Williams Jacobs, dejó escrito de su periplo por España, entre otras muchas ironías, lo que mucho veía: “Tanta gente de bonete, ¿dónde la mete? / por que dejar de meter, no puede ser”. Y todos los que peinamos canas, hemos conocido en nuestro propio tiempo, de sacerdotes, incluso muy buenos sacerdotes, con sus amas-esposas-madres de sus incluso buenos hijos…

                Así que a mis compadres tertulianos les diré (mejor desde aquí) que si La Pinza no se ocupara yo sí escribiera. Y aquí lo tienen bien cumplido. La Historia tiene eso, que podrá ser guapa o fea, triste o divertida, gustarnos o disgustarnos, pero la auténtica, la cierta y veraz, es como el algodón de Don Limpio, que no engaña. Y que no se pueden presentar las cosas que conforman la naturaleza del ser humano como innaturales, por el mero hecho de ser negadas. No tiene ninguna lógica ni base alguna. Una persona que desarrolla una sexualidad sana y responsable no tiene porqué ser un mal cura. Ni mucho menos. Puede que al contrario, sí: que se convierta en un monstruo depredador de monaguillos… Y yo me pregunto, ¿qué es peor?..

                Pero la Iglesia no va a dar su brazo incorrupto a torcer, no por el sexo en sí mismo, que no, que siempre se han apañado bien o mal, en su santa hipocresía. ¡Qué vá..!. Es porque, si admite lo uno, entonces ha de admitir a la mujer también como sacerdotisa, obispa, cardenala o incluso papisa. Esa es la cuestión, amigos míos, del café a cuatro... It ist the question.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

domingo, 12 de agosto de 2018

EL VERANO EN BICICLETA



Para Miguel Delibes, las bicicletas son para el verano. Al menos, así las tenía él clasificadas en la evocación de sus recuerdos. Y para mucha gente de muchas generaciones, sin duda que también es así, que las bicicletas están asociadas a los largos y cálidos veranos, a lo idílico, a las horas de luz y de ocio, al regalo de la vida placentera, o a las vivencias felices de los juegos, los amigos y los primeros amores. Estoy seguro de ello. Incluso aquel pastoso Verano Azul de aquel perdido Chanquete no se hubiera podido hacer sin bicicletas, y hoy no estaría instalado en el recuerdo de los que aún son jóvenes. Pero no siempre fue así. Las bicicletas también han sido para acudir al duro curro, en invierno y verano, en primavera y otoño, cuando no andando, y para buscarse la vida trayendo y llevando horas de fatiga, o arrimando tapahambres para la casa, o montando la industria de subsistencia encima de ella, de amolaor y paragüero, por ejemplo… Yo mismo he subido mucho en bicicleta, pero poco en verano, pues mis veranos, como los veranos de muchos otros, no eran para las bicicletas, si no para echar una mano…

          Porque las bicicletas, serán, o habrán quedado, para el verano, y así se eternizará en el imaginario colectivo. Vale. Pero si las bicicletas son para el verano, los veranos son para... ¿qué?. Acaso entonces los veranos sean para las bicicletas. Y todo quede encerrado en un bucólico bucle. Sin embargo, el verano es para mucho más. El verano es para parar el mundo y que se pierda en sus largos días, o incluso para perderse uno entre la multitud de los demás, o hasta para perderse en el interior de uno mismo. Lo malo de perderse dentro de uno es que te puedes encontrar y joderte el verano. Por eso se opta por perderse entre el gentío, pues es mejor atontarse que asustarse.

              Los veranos son para huir del amogollonamiento de la ciudad y caer en el amogollanamiento de las playas. Para vivir y sufrir una fiesta en cada pueblo, una verbena cada semana, una barbacoa cada día, cohetes a cada hora y música alta y gritos a cada minuto. Los veranos son para que cada par de metros cuadrados de arena acojan a media docena de cuerpos jubilosos y sudorosos, y que cada aparcamiento se lo disputen cuatro coches. Los veranos son para que unos pueblos se vacíen y otros se llenen. Y para que en los que se vacían, te pares a hablar con la gente que queda, sin prisas, con la misma calma chicha que el verano te inyecta en vena, y tratéis de la vida, de la amistad y la vecindad, de los achaques que ha sufrido y de los nietos que le han nacido, o de los parientes y amigos que se le han ido. Que esa es otra… los veranos son tiempo también para despedir amigos, para llorarlos con calma y recordarlos en el alma, despacico y a bonico,  en la serenidad de los días que amanecen pronto y oscurecen tarde…

                Los veranos para unos es no parar quietos, juntarse aquí o allá casi frenéticamente, como si fuera el último estío del mundo, la piscina, la paella parentelar, cumpleaños en verano, que son más que los que suman todos juntos el resto del año, llevar y traer críos de allá para acá y de acá para allá, los conciertos y los desconciertos, y las quedadas, el no dormir en las noches por el bochorno, el cansancio o los ruídos del veraneo, más que del verano… Como los veranos para otros es de lectura y cultura, o de botijo y siesta, de burlar los calores del mediodía para abrazar luego la silla en la calle al fresco de la anochecida, compartiendo conversación y rescatando historias con los vecinos que hacen un casino de las aceras. Los veranos son para encontrarme con mi amigo Moncho a media mañana, que me cuenta que su familia lo ha condenado a playa este año, pero él se viene al pueblo cada día con cualquier excusa, a respirar la paz y la tranquilidad que allí no encuentra, y que luego se vuelve al martirio pero sabiendo que mañana regresará con algún que otro encargo que sabrá buscarse… Los veranos son para ir a hacer una gestión a tu ayuntamiento y encontrártelo lleno de ventanillas vacías, o para hablar con la policía de tu pueblo, tranquilo y despacio, de cosas varias, sin que a éste le suene el walkman ni mire la hora en su muñeca, y que parece que está de guardia precisamente para eso, para hablar con la gente. O los veranos son para tener la idea de irte a tomar una cerveza en el chiringuito de la playa más próxima y que allí, peleando codo con codo contra otros hombros con hombros, tener que vértelas con la policía de allí, llamada para tener la guerra en paz… que no la fiesta en paz.

                Los veranos son todo eso y mucho más. Y los veranos están hechos tanto para disfrutarlos como para soportarlos, o tanto para sufrirlos como para vivirlos. Al igual que las bicicletas están hechas para escribir un buen libro, hacer una excelente película, o montar una serie de éxito para la tele. Todo en verano, desde el verano, por el verano, para el verano y sobre el verano. Que no decaiga el verano. Por eso mismo se dice que las bicicletas se hicieron para el verano. Porque tanto los veranos como las bicicletas son descapotables…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php


martes, 7 de agosto de 2018

MEDIADORES (en Torre-Pacheco)


Bueno… pues ya soy Mediador Profesional, como le gusta al profesor que nos ha impartido el curso que nos definamos, pues dice, y puede que no le falte razón, que cualquier persona que medie entre cualesquiera que disputen puede ser mediador ocasional, pero no profesional, y que jugar a ser mediador no es serlo, si no simularlo. Y que los que tratan entre lo social, lo cultural o lo que fuese, son eso, tratantes, pero no mediadores, como se jactan de serlo… Es posible que sí, que así sea, pero me da un poco como de vergüenza andarme con ésas, cuando he estado veinte años mediando como Juez de Paz entre mis vecinos como mediador circunstancial, que tampoco profesional… Y, aun sabiendo (lo sé ahora, claro) que no es lo mismo, que no es ni remotamente igual, me da la sensación, el pudor si quieren, de acusar de intrusismo a los que solo les mueve la buena voluntad… bueno, a veces también la legítima subsistencia. Pero ya sé que no se puede ejercer la medicina sin ser médico, la abogacía sin ser abogado o la psicología sin ser psicólogo, tan solo que con su más o menos acertada disponibilidad. No obstante, me siento como ser oficial después de haber sido furtivo…

                Sin embargo, lo importante no es mi caso, ni mi persona. Lo importante es que nuestro pueblo, Torre-Pacheco, es posiblemente el primero de esta región (y me aseguran a la oreja que uno de los primeros de España también) en tener un equipo de Mediadores Profesionales multidisciplinar, preparados, reglados y reconocidos por el Ministerio de Justicia, y capacitados para actuar en conflictos en y desde sus respectivos sectores profesionales: funcionarial, empresarial, judicial, policial, vecinal… según y conforme a lo que marca y dispone la Ley de Mediación en España. El cómo se ha conseguido aquí no es el caso (cualquier municipio que disponga de voluntad y arrestos podría hacerlo, y aquí estoy a su disposición). El caso es que su administración local, ahora debe responder correspondiendo. Y si este ayuntamiento supiera jugar sus cartas, y por aquello del refrán del que el que primero da, ventaja que lleva… hoy tiene los triunfos en la mano para adelantarse como punto de referencia comarcal – soñemos que regional – en materia de Mediación. Y permítanme que por prudencia no diga más, y me quede aquí…

                La Mediación ya ha sido definida por la ONU y la propia UE como “herramienta principal para lograr e impartir una Cultura de Paz”. España, como siempre, va atrasada y a remolque en lo avanzado por el resto de países occidentales, sobretodo anglosajones, y sorprendentemente incluso algunos sudamericanos, como Argentina, que nos da sopas con onda. Pero Bruselas ya ha dictado su Fiat en Europa, y nuestro Consejo General del Poder Judicial se ha puesto manos a la obra. Faltan los otros, los de siempre, los que van por detrás de las necesidades de su ciudadanía. Y lo de la Cultura de Paz (reminiscencia globalizada de los Juzgados de Paz, si bien que centrada en el principio de evitar el delito actuando sobre el conflicto) no es, en modo alguno, ninguna exageración. Ya existen en los Tribunales Superiores de Justicia, al igual que los equipos de Abogados de Oficio, también los de Mediadores de Oficio. Los jueces apoyan decididamente la Mediación Intrajudicial a falta de que se extienda y se generalice la Mediación Extrajudicial, como solución al colapso, lo oneroso, y las carencias del sistema para tener que atender lo que no es de su estricta naturaleza. Y eso aparte de las características ajenas al proceso judicial y que hacen único al sistema de Mediación: Voluntariedad, Imparcialidad y Confidencialidad. Y dónde, en su discrecionalidad, al no producirse el delito, no existe penalización ni castigo.

                Un buen amigo mío, excelente profesional del Derecho, y co-alumno del curso, ilustró la Mediación insertándola en la propia Historia de la Justicia. Yo, con su permiso y abusando de su bonhomía, también lo acepto y lo adopto. Y dice que, en el principio de la humanidad, los neandertales organizados medían su justicia en relación con la defensa de sus asentamientos, su caza, su tribu, su subsistencia. Garrotazo y tentetieso a quien ose tocarme el oso… Con el nomadismo, se instituyó el régimen yahvídico (por Yahvé), el díos de su pueblo elegido que castigaba al mismo severamente si no seguían sus normas a través de sus líderes naturales. Después descubrimos el Código de Hammurabi, el ojo por ojo y diente por diente. Más tarde nos vino el Derecho Romano, que se encargó de racionalizar las leyes en un corpus elaborado y depurado que nos llega a nuestra misma actualidad… Y que hoy se establece un paso más adelante: la prevención del propio delito a través de la Mediación. La paz del acuerdo en vez del castigo por la falta… En fin, los Mediadores.

                …Nuestra sociedad necesita la Mediación, pero no lo sabe. Ni siquiera sabe lo que es un Mediador, mucho menos Profesional. A una parte de la Administración le interesa proseguir con el estatus de la ignorancia: ignorar y hacer que se ignore es lo más cómodo para gobernar. Pero antes o después, la ciudadanía despertará, y preguntará, y se informará, y exigirá responsabilidades… siempre y con todo pasa lo mismo. Y siempre pasa igual porque aquí es lo normal. La cuestión está en prepararnos o en descuidarnos… Ahora toca mover ficha al edilario, seor Macario…
               
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.ph