ESCRIBURGO //// /// MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ Fué Juez de Paz, fundador de varias Ong´s y Presidente de Organizaciones empresariales y otras durante 30 años, entre otras cosas. Hoy es Mediador Profesional, diplomado en Responsabilidad Social Corporativa, y Patrón de la fundación ENTORNO SLOW. Tiene publicados seis libros...
Datos personales
- MIGUEL GALINDO SANCHEZ
- TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
- Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...
viernes, 23 de marzo de 2018
El Mirador 16 marzo 2018 "Poner el Trasero"
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...
30 AÑOS DE LA OPINIÓN
Este año de 2018
este periódico cumple 30 años que, si bien no es mucho, si lo comparamos con la
vida humana entonces es un lapso de tiempo más que respetable. Ángel Montiel
calculaba que era la mitad de su vida, y, prácticamente, casi toda su vida
profesional, y lo recordaba en un artículo coincidiendo con esta efemérides de
esta Opinión nuestra de cada día. Y lo cierto es que concede una perspectiva
sobradamente suficiente para analizar vivencias y experiencias. Al menos, desde
la existencia de cualquier persona, por supuesto.
Y es también lo que me pasa a
mí. Yo he envejecido escribiendo durante esos mismos treinta años desde esta
columna todas las semanas. Ininterrumpidamente. Nada más comenzar la vida de
este periódico yo empecé a enviar tímidos artículos esporádicos sobre la
política de entonces. Era la época del ocaso de Felipe González, y los primeros
escarceos de la corrupción en la democracia española, de la que el presidente
se enteraba por la prensa. Comparado aquello con lo de hoy, el nivel de aquella
porquería era una ingenuidad con respecto al
hedor insoportable que nos invade en la actualidad. Una nadería,
señoría… La basura y la suciedad que antes apenas ensuciaba por un hermano
sinvergüenza de Alfonso Guerra que se aprovechaba de la situación de su fráter,
hoy trufa las instituciones y gobiernos enteros. Nada que ver lo uno con lo
otro…
Fue entonces cuando Paloma
Reverte me propuso escribir una columnica semanal sobre temas empresariales,
dado que en aquel tiempo involucraba mi vida en la Coec hasta extremos
inconcebibles. Tenía más cargos que tiempo. Lo que ocurrió fue que le dije que,
si había de ser un columnista libre (sin emolumentos), mejor que mis temas
fueran igualmente libres. Y que pudiera escribir desde el Arco Mediterráneo
hasta el sexo de los ángeles. De todo y por todo. Y así fue. Directores como
Paloma, Cerón, (el actual aún me debe compartir un café, una caña, una
sentada), tantos otros a los que citarlos me ocuparía demasiado espacio, y el
mismo Ángel Montiel, con el que me une esa misma y vieja relación de tres
décadas, y al que aún molesto, y en el que me empleo, para que el trabajo no le
sea excesivamente liviano…
Uno de esos años, antes de la
mitad del camino andado, la emisora de Radio T.P. 87.7 Fm de mi pueblo, me
propuso hacer un programa y lanzar estos artículos al aire desde mi Mirador de
La Opinión, para ser comentados. Citando, como es natural, el periódico origen,
“como hacía Paco Umbral en Madrid con sus
crónicas del ABC”, argucia convencedora que usó el director de la emisora.
Y esto que ustedes leen adoptó una dimensión nueva, una doble naturaleza: la
radiofónica… Luego, después, vinieron esos Chispazos para los que me reclutó el
mismo Ángel, y, cuando el periódico se digitalizó, que es algo así como
adquirir valencia internetiana, igual me sumé con un Blog de columnista desde
cuyo Mirador en la nube, a veces conmigo en las nubes, sigo llegando a ustedes
todos los días…
O sea, que los treinta años que
este año cumple este periódico La Opinión, son también mis treinta cumpleaños
en mis más de setenta de rodaje por una vida que ya me vá restando fuelle y
capacidad disquisitiva y adquisitiva… Demasiada edad para volver a volar y
volver a valer. Ya solo quedan recuerdos compartidos y sueños perdidos, tiempo
empleado y un plan inacabado. Y una experiencia hecha de papel y tinta, como el
cuerpo y la sangre místicos, desde la que me he ido derramando cada semana,
cada día, de la vida a la que nació este periódico hace esas tres justas décadas.
Mi visión es la misma que la de Montiel, salvando las distancias de las
habichuelas, claro. Y suscribo desde aquí todos y cada uno de sus sentimientos
vertidos y escritos en su columna de referencia. Ambos hemos crecido, madurado
y envejecido desde estas páginas…
Así que hoy, desde aquí, quiero
felicitar a La Opinión y a mí mismo, si ello es posible. Al periódico por su
cumpletacos, y a mí mismo por el privilegio que me ha supuesto mantener con
todos ustedes, los que me siguen, los que me leen bajo esta letra impresa de
este siempre mismo diario, un contacto plácido y fluído, y participado, amable
y entrañable, y espero que amigable. Treinta años dan para muchas bienvenidas y
despedidas, y quiero aprovechar la efemérides para agradecer y recordar en la
memoria a todos aquellos que leyeron estas columnas hasta su propio final. A
cuantos ya nos esperan en otras realidades. Y a cuantos son, y han sido, fieles
a este escribidor y a este periódico. Lo que viene después, ya lo veremos…
Porque no sé cuánto tiempo aún
seguiremos aquí, juntos desde el principio. ¿Quién puede saberlo?.. Nadie puede
asomarse a los espejos de nadie, ni en aguas ajenas sumergirse. Pero hay que
agradecer el camino que se anda en compañía, y hemos de valorar el tiempo del
espacio compartido, como un tesoro irrepetible e inestimable. Y justo eso mismo
quiero transmitir hoy, aquí, en este lugar común y añejo, en este sitio de
todos… Esta es la idea.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ /
El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...
miércoles, 21 de marzo de 2018
RE-CONOCER-SE
Entré por el
extremo de la calle que linda con el mar, y me quedé quieto en la acera de la
derecha, con la espalda pegada en la pared, como un viejo pasquín a punto de
ser arrancado por la ventolera de los días. Frente a mí estaba la casa donde
nací, donde nacimos, mi hermano y yo. Y donde crecimos los primeros años. Y
donde empezó nuestra crianza de cuerpo y andanza del alma. Y me quedé
suspendido del espacio y del tiempo, como se quedan los recuerdos nonatos, que
viven en el limbo de las cosas vírgenes, y afloran de pronto, sin quererlo ni
proponerlo, para olvidarlos inmediatamente y que no pierdan su pureza… Y me
sentí como un fantasma de lo que fui, sin saber si era yo real o tan solo que
una proyección de la primera vida que habitó en mí. Y, por un momento, un
instante fugaz, ví a los amigos de arriba, con los que jugábamos y nos
comunicábamos a través de nuestro patio, y de su terraza con celosía. Y ví a
los vecinos del otro extremo de la calle en sus idas y venidas. Y me ví a mí
mismo correr por la playa que fué, como en un fogonazo de luz oscura.
Luego, se pregunta uno qué de mí
había latente en aquel crío de breves años, o qué de aquel chiquillo puede
quedar en mí, que estoy mucho más cerca de la gatera de salida que de aquella
lejana entrada que apenas ya recuerdo. Y si la recuerdo, viene contaminada por
una existencia que la deforma groseramente, y la trae a la memoria de manera
dudosa. Lo mismo que uno se pregunta también porqué queda en un olvido latente,
y para qué nos sirve, si es que vale para algo… E intuyo que sí, que tiene tiene que servir de algo.
Que la vida de una persona no es
como un plan de pensiones, que se calcula según los últimos equis años
cotizados, si no que el plan de la existencia personal es calculada toda la
vida vivida, con mayor valor la primera parte que la última si cabe.
Porque
toda la vida vivida, valga la redundancia, la abundancia y la importancia, es
demasiado valiosa como para olvidarla, por mucho que nos empeñemos en creer que
somos seres anodinos e imperceptibles. Toda una vida cotiza por toda esa misma
vida, no por una parte de ella. Y quizá ahí esté el nudo gordiano del asunto.
Que olvidamos toda aquella parte que consideramos insignificante y recordamos
todo aquello que calificamos de importante. Así mismo funciona la memoria
selectiva. Pero es posible que nos estemos equivocando. Y que le estemos dando
un valor sobredimensionado a lo que, en realidad, no lo tiene: a nuestros
logros profesionales, nuestros hechos sociales de los que nos sentimos tan
orgullosos, nuestros hitos y nuestras hazañas, y proezas relevantes… y que por
eso no recordamos todo lo que no le damos importancia, aunque la tenga tanto o
más aquello que olvidamos. Si bien yo, personalmente, creo que no recordar no
es olvidar. Que podemos no recordar, pero la memoria de la vida no olvida. Que
queda todo grabado en algún pliegue de la misma, en algún rincón de la mente,
en alguna esquina del espíritu, o en alguna nube del alma.
Y
si eso fuera así, y yo creo que así es, algo ajeno a lo que podemos pensar lo
está valorando mientras nosotros solo valoramos una vana y vanidosa parte. Y lo
digo porque no hay nada inútil en la naturaleza de las cosas y de los casos.
Absolutamente nada. Y si hemos vivido más de lo que recordamos, y todo es por
algo sin que nada sobre en ninguna existencia, es por alguna causa y motivo que
quizá nosotros no llegamos a comprender.
El
principio es escandalosamente simple: Si nada existe por nada ni para nada,
solo viviríamos aquel tiempo que consideramos digno de recordar. El resto sería
superfluo, y moriríamos el resto. Pero ya digo, nada hay de superfluo en la
economía natural. Nada. La cuestión entonces es que ignoramos los qués, los
porqués y los cómos… Quizá algún día de los principios de la humanidad lo
supimos, y, al igual que gran parte de nuestra vida actual, también lo
olvidamos. Puede ser que algún día de algún futuro de esa humanidad lo volvamos
a saber, recordándolo de nuevo. Es posible que llegada nuestra última hora lo
recuperemos todo, y entonces sepamos las causas y los motivos de lo que hemos
soslayado.
Las
religiones procuran no abrir esa puerta totalmente, manteniéndola cerrada solo
lo suficiente como para hacer depender a las personas de las interpretaciones
de sus iglesias. Una puerta entornada es peor que una puerta cerrada. Solo
atisbas lo justo como para confundirte, y lo bastante como para no dejar
ejercer a la imaginación. Y así te mandan al limbo nada más nacer…
Así
que yo me quedé allí, donde empecé en este artículo, un tiempo impreciso, como
alelado, colgado de mí mismo y de una dimensión conocida por desconocida.
Intentando rescatar lo que he perdido de mi yo perdido. Queriendo saber lo que
supe y ya no sé… Y luego me fui de aquel lugar donde empecé el primer día de mi
vida. Y me marché con la sensación de un vacío lleno de vivencias que ya no
conozco porque no me reconozco… Y me pregunto si acaso me he conocido a mí
mismo alguna vez.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...
viernes, 16 de marzo de 2018
El Mirador 16 marzo 2018 "La Moral"
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...
martes, 13 de marzo de 2018
LOS ÁRBOLES DEL EDÉN
En el Génesis
Bíblico existe un poco de confusión narrativa en cuanto a un cierto, o ciertos,
árboles, de los que la exégesis cristiano/católica ha venido en llamar El
Jardín del Edén. Se habla de un Árbol de la Vida, pero también se habla de un
Árbol del Conocimiento, así como de un Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal…
No me atrevo a asegurar si es el mismo árbol con tres nombres distintos, o si
son tres árboles diferentes, cada cual con su propio nombre. También puede
ocurrir que sea una metáfora que quiere decir que son tres árboles nacidos de
una sola raíz, o sea, son tres pero son el mismo… como esas higueras que nacen
alrededor de la higuera principal, ya saben, son distintos árboles de un solo
árbol, como la cosa y el caso de la Santísima Trinidad pero miles de años antes
que lo (re)inventado por San Agustín. O lo que sea...
Bueno… dirán que esta semana me ha
dado por el forestal sagrado. Y no es eso. Como tampoco es la interpretación
que mi antiguo amigo Medina Precioso, exrector, expolítico y exconsejero, pero
siempre escritor, y que me ha inspirado en su último libro sobre la dimensión
paranormal bien entendida y que él le otorga. Pero, si acaso, solo coincido con
él en una pequeña, pero importante, parte. Y no por disidencia, entiéndanme, si
no por mi falta de conocimientos con respecto a los suyos.
Para mí, esos árboles incluyen en sí
mismos al ser humano que fue creado para habitarlos – o para que los árboles
habiten en él – que es el símbolo de morar en el jardín (Edén) donde estaban
plantados. Lo asimila a sí mismos. O también al revés, el ser humano creado y
parido implementa esos árboles a sí mismo. Los asume. Los hace suyos y los
incorpora a su propio ser. El árbol, o árboles, del mito del Génesis es una
enseñanza exotérica, o sea, una historia, un cuento, una narración externa,
hacia fuera, para conocimiento general y masivo de la gente. Pero la relación
con el ser creado es una enseñanza esotérica, o sea, escondida, interna, hacia
dentro, para conocimiento personal, privado e íntimo, de cada ser humano.
El Árbol de la Vida es la dotación
que recibimos al nacer a este mundo. El ser genético (párense a pensar que
Génesis viene de genes, como Adán viene de Adn), la herencia adquirida y
transmisora, nuestros instintos, tendencias, impulsos, afán de supervivencia y
mejora, nuestra base negativa y positiva aportada por la evolución de nuestros
ancestros… El Árbol del Conocimiento se nutre y crece de eso mismo, de los
conocimientos adquiridos a través y en el transcurrir de esa vida, nuestras
experiencias, los aportes sociales, familiares, culturales, lo que se nos
adhiere a lo largo de la existencia. Es como la savia que nutre y fertiliza y
acompaña al Árbol de la Vida… Y luego está el Árbol de la Ciencia del Bien y del
Mal, la síntesis de la vida y del conocimiento, la consecuencia y la conciencia
extraídas de ambos dos, el culmen de la semilla que hace nacer el Árbol de la
Vida más la savia que alimenta al del Conocimiento, o sea, los frutos por los
que nos conocerán, la responsabilidad de adquirir el conocimiento de la ciencia
del bien y del mal, esto es, el buen o mal uso que hagamos de esos frutos.
Solo así se entiende ese mandato
divino de “no comerás de los frutos del
Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal”, chaval… El adquirir el
conocimiento sobre el bien y el mal es lo que nos diferencia del resto de los
animales de ese puñetero jardín que no “comieron” del mismo. El Hombre Adán lo
“comió” y recibió (el Conocimiento) por y a través de la Mujer Eva, y, a partir
de ahí, viene nuestra evolución por ese conocimiento, asumiendo la
responsabilidad de nuestros actos, a diferencia del resto del zoo… “Con tu pan
te lo comas”, vino a decirnos Yahvé con aquello de ganárselo con sudor, sangre,
dolor y lágrimas… Pero en modo alguno es una maldición, como pretende colarnos
la religión, si no como la consecuencia del inmenso regalo del conocimiento (la
conciencia de sí mismo), una luminosa e impagable oportunidad del… “seréis como dioses”, achacado
malintencionadamente a la culebra satánica, o lo que es igual, ser los Hijos de
Dios más próximos a Él al compartir parte de su entendimiento, responsabilidad
y sabiduría… aunque estemos lejos de ello y nos cueste trabajo entenderlo, aún
más llegar a asimilarlo.
¿Comprenden sus eminencias
reverendísimas por dónde van los tiros?.. Así que no hagamos más los burros y
comportémonos de una p… vez como los seres humanos que somos. Yo creo que ya vá
siendo hora. Pues eso mismo digo…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...
viernes, 9 de marzo de 2018
¡¡ NUEVA IZQUIERDA... AR !!
El
sol apretaba desde las primeras horas de la mañana. Y desde esas primeras horas
de la mañana, en que un vaso de leche con cuatro galletas nos espabilaba a mi
hermano y a mí, tras calzarnos, camisa, “Meyba” y sandalias de goma, en el
dormitorio común de aquel habitáculo común que era la caseta de feria, y bajar
la empinada escalera de madera hasta la improvisada cocina, trastienda y
despacho, comenzaba nuestra jornada de cada día, de cada verano, de cada vida
de niñez nuestra. Había que salir corriendo a la oficina de Correos, a esperar
a la cochambrosa y renqueante Tomasa, aquel coche de madera, trufado de gente
en su interior y cargada de valijas en su exterior. Paquillo, su conductor y
servidor, trepaba a sus lomos y nos tiraba las sacas, que trasladábamos tirando
de ellas hacia dentro, en una especie de tomaydaca con los carteros.
Nosotros mismos abríamos las sacas,
sacábamos los voluminosos paquetes de periódicos. Los de Murcia: La Verdad y
Línea. Los de Madrid: el propio Madrid, Informaciones, Marca, Arriba, Ya, ABC…
todas las revistas y semanarios nacionales, Dígame, Sábado Gráfico, Primer
Plano, Ruedo… Los apartábamos del resto de la correspondencia, los cargábamos a
nuestras espaldas de la manera mejor distribuida, práctica e ingeniosa sobre
nuestros menudos cuerpos, y los trasladábamos como pequeños ponis a la caseta,
donde se destapaban, y tras nuestra madre apartar y hacer los suscritos,
sacábamos la prensa al mostrador para su venta. Los suscritores se dividían en
dos apartados. Los que pasaban por el quiosco y los que había que llevarlos a
domicilio, a su vez dividido en dos sectores: uno a cargo de mi hermano, y otro
a mi cargo. Se nos había confeccionado una especie de legajo gigante de madera
y cuerdas para su transporte, que colgábamos de nuestros escasos hombros, tras
disponer el recorrido por orden de reparto y disponer todo su volumen entre las
dos tablas. Sabíamos que si nos dábamos prisa al principio, disminuiría la
carga, las cuerdas dejarían de clavarse por el peso, y el resto sería más
liviano…
La casa, en primera línea de playa,
de fachada blanca bañada de luz solar, era luminosa y espaciosa por dentro.
Desde el umbral de la puerta, hasta donde se me permitía entrar, se vislumbraba
un interior animado, relajado y fresco. Entre amplias ventanas abiertas
correteaba un aire que hacía bailar cortinas blancas como las velas blancas de
los blancos balandros. El señor, entronizado en un sillón de caña ante una
mesita baja repleta de fruta, mudo, ciego y distante, buscaba en un monedero
las dos perras gordas del valor del periódico, que depositaba en la bandeja que
una criada de cofia blanca e inmaculado delantal blanco le tendía disciplente…
El ABC, que yo cambiaba en la bandeja por las perras gordas que ofrecía la
sirvienta… Una niña de mi edad, ojos grandes y claros, azul mar, azul cielo,
cabello rubio como el sol, flotaba alegre como un ángel despreocupado,
mirándome de hito en hito, como a un ser extraño en su presencia.
…Y, lo cierto y verdad, es que, los
de mi edad al menos, hemos sido como presencias extrañas en tiempos extraños.
Si bien que normales en una época de posguerra, de vencedores y vencidos, de
carencias y de supervivencias, de tenerse la vida ganada y de tener que ganarse
la vida… Yo diría que eran tiempos necesarios, dada la época y las
circunstancias. Hoy, que nos la cogemos con papel de fumar (la vida), y nos la
fumamos solo con lo políticamente correcto, juzgaríamos la situación como una
explotación infantil, y de unas vergonzosas diferencias sociales. Sobre todo si
viene el juicio de esas nuevas castas de izquierdas de jóvenes políticos que ni
han vivido aquello, ni conocen las causas, y lo que es peor, ni siquiera les
importan. Los que hoy compran su estudiada ropa informal de diseño, de
importada e impostada zoología izquierdista, en boutiques de Coronel Tapioca, y
su concepción de justicia social está mamada y sacada de una familia de clase
media acomodada que les ha procurado un puesto de funcionario trufado de
privilegios y dotados de buena paga.
Cuando se trata de comerse el hambre
de cada día, se podrá hablar de injusticia social, pero no de explotados
menores que la necesidad les empuja a colaborar con sus padres. Como en
Venezuela, ya que hablamos de hambre,
carencias y necesidades… e injusticias sociales. Y aunque sea, lo confieso, un
ejemplo con mala leche… Pero es que es lo que defienden estas nuevas
izquierdas, precisamente… Y es que los que vivimos aquella experiencia, ya
parte de nuestra existencia, sabemos
valorar mejor que ellos, muchísimo mejor, lo que cuesta esa justicia social que
nuestros jóvenes exigen como un derecho, y nuestros políticos exhiben como un
trofeo… Y la mucha o poca justicia social que existe hoy, ni los unos la han
ganado ni los otros la han merecido. Y es que, para valorar lo que se tiene,
antes hay que carecer de ello.
Por eso nuestras jóvenes
izquierdas no saben administrar un capital que no se han ganado, y que manejan
demagógicamente sin saber el valor que tiene. Como tampoco saben qué hacer ni
cómo con la herencia histórica que tan inconscientemente se han autoadjudicado.
Solo saben de estampas, de gestos y de posturas. Como aquel señorito del ABC…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ /
El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...
El Mirador 9 marzo 2018 "SEX o no SEX"
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...
viernes, 2 de marzo de 2018
El Mirador 2 marzo 2018 "De la Amistad"
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)