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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

domingo, 20 de diciembre de 2020

LA RADIOMARATÓN


Pues nada… cuando esto escribo acabo de llegar a casa de mi salida semanal por mi habitual programa de radio. Un programa radiofónico que llevo haciendo y desliando desde que Paco Umbral se murió, así que saquen cuentas ustedes mismos, porque el director de la emisora me susurró a la oreja que por qué no hacíamos nosotros lo mismo, pero sin el ABC ni RNE de por medio, solo nosotros… Y las costumbres acaban transformándose en leyes. Este año del turrón 2020, el más caro del mundo (en vidas por Cóvid), como reza su publicidad, es el Moët Chandón de los turrones, y la casual lotería del calendario navideño hace que coincida con el ya añoso, y lustroso (no de lustre, si no de lustros) RadioMaratón, de Cáritas, en mi pueblo, y al que me siento unido por la historia de sus orígenes, ya que no por otras cosas…

                Así que he llegado a mi hora, y he encontrado el dispositivo perfectamente engrasado y dispuesto. Los de la Radio, con todo el tinglado en ristre; los jóvenes voluntarios, pululando por la trastienda de las carpas, en el viejo ayuntamiento; una enorme jaula donde ir depositando las ofrendas en especies allí, ante el respetable, pero aún sin respetables; y una despejada plaza por delante y por ocupar… El arranque oficial, por parte parroquial y de la corte municipal, en sus marcas, atentos a tirar el cohete de salida, y las cadenas de televisión, comarcal y regional, atentas y dispuestas a recoger y transmitir el momento de bendición y arranque en el momento de sus informativos… Que comiencen los juegos…

                En medio de la mesa de las hechuras, como presidiendo las horas que aún han de transcurrir desde ese comienzo, una enorme hucha con una sedienta ranura dispuesta ante las mismísimas narices – como debe ser – a fin de recoger los óbolos en metálico de visitantes, cofrades y colaboradores invitados. “Prepárate, después de los concejales (y concejalas, claro) vamos nosotros”, me susurra la conductora del programa… “ya sabes que hoy, por su especial circunstancia, no habrá tiempo para los comentarios posteriores”, me advierte por si se me había olvidado… Una lástima – pienso – pues los comentarios son la sal de la salsa, mejor incluso que mi artículo, ya que, normalmente, sacan a relucir lo que mi columna no ha sido capaz de poner sobre el tapete… En fin, hacer las cosas en el exterior y en directo es lo que tiene, y algo hay que sacrificar en beneficio de lo más importante. En este caso, Cáritas, y su intento por arañar algo para los que más necesitan. Y este año, a los pobres se les suman nuevos pobres.

                …Y, encima, con las restricciones que nos impone una puñetera pandemia, ahora convertida en mazapandemia. Y es lo que intenta justificar una bienintencionada persona ante los medios venidos de fuera por la plaza vacía ante nosotros… “Este espacio, otros años anteriores, el pasado sin ir más lejos, estaba llena de gente, pero, claro, hoy, por lo que está pasando…”. Bendita sea. Porque yo, maldito soy, no pude/no quise evitar lanzar el comentario: “ya… pero las dos terrazas de los bares, a derecha e izquierda de la plaza, sí que están atestadas de personal…”. Y no me quito méritos: soy un borde integral.

                Los políticos se alargan antes de largarse en sus parlamentos (es lo normal en ellos) y mi intervención se retrasa media horica o así (no es mucho para ser políticos) y me apresto a recibir las oportunas preindicaciones… En el ínterin, cambio las siempre cordiales y escuetas salutaciones con párroco y autoridades varias, ya saben, “¿qué tal?.. ¡cuánto tiempo!.. será porque tú quieres…” y todo eso, y paso a cubrir mi turno. Ocupando mi posición, plis, plas, estamos en el aire…

                Suelto mi parida (lo publicado por este periódico el día anterior) como testimonio, eso sí, lo más sincero y leal de lo que soy capaz, y le imprimo el mayor sentimiento que puedo transmitir a lo que estoy diciendo. Lo que menos se puede hacer es sentir lo que uno dice, y yo me esfuerzo en ello... Echo un vistazo al frente, y plaza y jaula siguen vacías; del cortejo municipal no queda ni rastro… Hay, observo, una buena mujer atenta, no sé si escuchando, pero sí observando. Resulta ser la presidenta de la asociación de bolilleras, creo, que está esperando que yo acabe para ocupar mi lugar e incorporar su aportación… Es su turno.

                Termino y me despido… Felices Pascuas a todos, pelad-Illa(s) que nos van a dar, y que la fuerza os acompañe…. Ignoro cómo, una vez pasada la jornada, terminó aquello, pero mi más fuerte y sincero deseo es que haya sido fructífero y que, como cuando los panes y los peces, lo poco haya bastado y sobrado… Antes de marcharme, me paro ante la ranura-boca de la enorme hucha, que me mira indiscreta, desafiante y hambrienta: “estréname, joer…”, parece decirme, así que le hago tragar mi para ella reservado billete. “Pá que te calles”, creo contestarle… Y recuerdo las últimas palabras de mi recién acabada intervención: “si supiéramos dar, no habría que pedir”, y me doy pena de mí mismo por ser como los demás.


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

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Un libro… una historia

 

                Me van a permitir ustedes, y el periódico que me acoge, la libertad de dedicar mi artículo de esta semana a la aparición del libro que, sobre la azarosa odisea bélica de mi padre, hemos escrito entre mi hermano y yo… Su título: El Teniente Galindo (biografía autorizada de un piloto de la república española), es como un acta notarial que da fe de su contenido. Mi hermano, Jesús, ha vertido en él todo su aporte de excelente documentalista que es, y buen selector fotográfico que ilustra la obra, y yo me he reservado la parte narrativa de la misma. El libro ha sido editado por PLANETA, bajo su sello Universo de las Letras, y, cuando esto se publique, ya se encontrará en nuestras librerías más cercanas, así como en toda la red de distribución de Planeta, a disposición de los lectores…

                Mi hermano y yo hubiéramos querido haber hecho una presentación oficial, en forma, como merecía la memoria de nuestro padre, y como merecen todos ustedes, los que lo conocieron, los que nos conocen, o los seguidores e interesados por nuestra historia más reciente, que nos forma y nos conforma a todos… Pero los idus del Cóvid han impedido nuestros buenos deseos. No obstante, sí que les anunciamos, mientras tanto, que una vez pasado este aciago trance que hace imposible que podamos reunirnos los amigos de esta causa, en el momento en que nos autoricen a juntarnos, trataremos de celebrarlo con un modesto acto, a pesar de que ustedes hayan –así lo espero- disfrutado con la lectura de este libro, que pone fin a una aspiración largamente anhelada y que pretendemos sea más conocida. Para nosotros será un honor y un privilegio poder agradecérselo, de una forma más personal, a cuantos lo deseen y tengan interés en asistir, por lo que lo comunicaremos a su debido tiempo.

                La narración está hilada en primera persona. Todo un riesgo y un atrevimiento por nuestra parte. Pero lo consideramos necesario para dar fuerza al relato, veracidad al personaje y rigor a los hechos. Cuando Jesús me dijo que era mejor encararlo de esa forma, debo confesar que se me aflojaron las piernas. Reconozco que contar con las tremendas experiencias vividas personalmente por mi padre narradas por él mismo, supone una ventaja, pero meterme en su piel, tratando de re-vivir y con-vivir sus sentimientos en unas circunstancias tan excepcionales, es todo un reto… y toda una osadía. Un reto del que no sé si habré salido bien librado. Eso se lo dejo a la subjetividad de ustedes, de los que lo lean y que se aventuren en las aventuras, valga la redundancia, de mi padre. Sí que les aseguro a ustedes, que me costó dominar muchas emociones, bastantes nudos en la garganta, y alguna que otra lágrima… Y tener que reescribir varias veces una palabra, una línea, un párrafo…

                Lo que sí queremos hacer constar es que nos hemos esforzado, y mucho, en seguir una línea argumental y de los hechos estrictamente verídica e histórica. Nada se ha dejado al albur de la novelación ni del acaso. Absolutamente nada. Todo se sujeta fielmente a lo que ocurrió, cómo ocurrió, dónde ocurrió y cuándo ocurrió. El por qué ocurrió se lo dejamos a la reflexión final de cada cual. Hemos querido que el libro sobre las vivencias y experiencias de nuestro padre sea extrapolable a toda aquella generación que vivió, luchó y sufrió aquel tiempo terrible de guerras, por un lado y por otro. Y que sea un texto cabalmente histórico. Hemos contado con la inestimable colaboración de diversos historiadores y personajes que han querido aportar sus conocimientos y vivencias y de los que hemos podido entresacar una valiosísima información que nos ha servido para certificar determinados pasajes de esta historia, y a los que, desde aquí, se lo queremos agradecer de forma expresa. En definitiva, un pedazo de la historia dentro de la gran Historia… y exento de ideologías combatientes y condicionantes, pero no así de lealtades que honran a las personas que, como es el caso del biografiado, sufrieron las desdichas, no solo de una, sino de dos guerras.

                Precisamente por esto último, no es tampoco un libro del que se pueda extraer ningún sesgo político. No se ha querido torcer ni enderezar nada, pero sí que es un reconocimiento a la dignidad del ser humano en situaciones tan precarias y extraordinarias como las que tuvo que soportar nuestro padre y tantos otros como él. A final de tan terribles vivencias, en el crisol de la gente normal que las ha padecido, abrasada toda la ganga que causa tanto desastre, solo quedan las gemas de la paz, de la tolerancia, la convivencia y el perdón… sobre todo, en los que más han perdido, porque perder, lo que se dice perder, todos pierden en una guerra civil. Existen ganadores, pero no vencedores…

                En fin, todo esto, y puede que un poquico más, es y no es, el libro del Teniente Galindo, del que me he tomado el plácet para escribir esta columna de hoy, y que espero sepan los que me siguen disculparme, explicarse mis motivos, y aprovecharse de su contenido, si es que en algo les sirve a ustedes.

                Hace 85 años que sucedieron estos hechos. Toda una larga vida y algo más. Forman parte tanto de nuestra genética histórica como de nuestra genética de sangre. Eso es inevitable. Pero es una herencia que nos debe servir para aprender lecciones que nos ayuden a superarnos a nosotros mismos, y a ser mejores para no caer en los mismos y miserables errores… Lo intelectual debe superar lo visceral. Si así no fuera, no habríamos aprendido nada. Este es el mensaje, último y sucinto, que mi padre nos dejó a mi hermano y a mí. El colofón de toda una vida: la suya. Vivió el odio cainita con todas sus consecuencias, y terminó ahíto de sus frutos… Así nos lo transmitió, y así hemos querido transmitírselo a través de este libro.

                Ojalá y les guste… Será el mayor y mejor homenaje que podemos brindar, entre ustedes y nosotros, a toda aquella gente…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

viernes, 11 de diciembre de 2020

CRÓNICAS COVÍDICAS

 CRÓNICAS COVÍDICAS EN:

https://youtu.be/gLFSrM8V5OA

¿CARIDAD O JUSTICIA?..

 


Este año, mi día de programa radiofónico coincide con el Radio Maratón de Cáritas de mi pueblo. El director de la emisora, que colabora muy directamente en el evento, me insta a que participe haciéndolo mi tema de esta semana… Pero es que, además, no puedo olvidar, ni debo hacerlo, un par de circunstancias importantes que también coinciden: Una, que este Radio Maratón, ya instituído en el tiempo y en la efemérides navideña desde muchos lustros, fue plantado aquí por mi amigo y cura Antonio, aquel alcalde Pedro Jiménez que se involucraba hasta el tuétano en los requerimientos a todas sus relaciones, y un servidor de ustedes, que entonces peleaba en mil frentes… Y otra, que este año es un Radio Maratón muy especial, porque, precisamente, sobrevive y sigue haciéndose en “el año del cólera” (léase coronavirus)…

                En aquella primera ocasión, ¿veinticinco?, ¿treinta años?, ya expresé, no sin cierto escándalo por parte de algunos y algunas, que aquello no era cuestión de caridad, si no de justicia. O se interpretó mal, o no se quiso interpretar bien… Cuando se dice, desde instancias administrativas (y la administración de justicia es parte de la Administración) esa frase de que “aquí no estamos para hacer caridad”, dice bien, pero lo hace mal… y es precisamente por eso mismo por lo que existe Cáritas, y existen las Ong´s, o cuanto “sinfronteras” hay. Pero la verdad es que si existiese una auténtica Justicia – y lo dice quién, a la vez que director de Cáritas era también Juez de Paz – entre otras cosas, no habría necesidad de caridad alguna.

                La justicia del mundo, o en el mundo, es como un departamento estanco, que funciona con principios profesionales del Derecho y funcionariales. Son leyes, normas y reglamentos, no sentimientos. Y este sentimiento último es la dimensión que le falta, precisamente. A veces también son dogmas en la religión, que se convierten igualmente en normas y leyes. Sin embargo, no hablamos de un oficio, si no de un sentimiento del ser humano que, el que no lo tiene, es un humano a medio ser… La cosa es sencilla: cuando Jesús hablaba de “Los Justos” no se refería, en modo alguno, a los jueces, ni a los dignatarios de su época, ni tampoco de esta época, por supuesto. Él los nombraba Justos porque obraban según la justicia del Padre, no la justicia del hombre, o sea, según el Espíritu, no según el cerebro, que es para determinar las leyes y supuestos, o para castigar delitos y agravios… Hablamos de “justos” en otra dimensión (superior) de la Justicia. Por eso digo que si la justicia (minúscula) hiciera Justicia (mayúscula) no haría falta hacer caridad.

                Y da la puñetera casualidad que Jesucristo lo puso muy fácil. Tan extremadamente fácil que hasta hace daño entenderlo: La Justicia – caridad – empieza y termina en los más débiles y necesitados de todos, en los que pasan hambre y sed… de esa Justicia precisamente: la suya, no la nuestra: Los refugiados entre nosotros… ¿cómo se puede hablar de justicia ante la existencia a nuestras puertas de campos de concentración?.. de personas que son desahuciadas de sus casas y tirados a la calle porque no pueden pagar el alquiler… o pagan o pasan hambre. De ancianos que mueren de frío porque no pueden permitirse comprar la electricidad con que calentarse. De niños, el 30% en España, que en vacaciones, sin comedores escolares, no tienen cómo alimentarse… En la galopante desigualdad y pobreza en nuestro país… En tres palabras: los más débiles.

                ¿Queréis ser Justos?.. luchad por ellos, a favor de los más pobres, nos dijo el nazareno aquel. No permitáis la pobreza ni la necesidad, luchad contra la desigualdad. Sed compasivos entre vosotros y con vosotros, pero sed Justos con los más débiles que vosotros. No consentid que nadie de vuestra comunidad pase necesidad, pues eso no es justicia, ni tampoco caridad… Se cuenta que en las primeras comunidades cristianas la gente compartía, nada era de nadie y todo era de todos. No era por caridad, era por un principio de justicia… humana y divina.

                Aquellas comunidades se hicieron pueblos, los pueblos crecieron en ciudades, las ciudades formaron países… Las necesidades de los pobres sobrepasaron a los ciudadanos de esos países… “yo no puedo solucionar eso”, nos dijimos a nosotros mismos, eso es cosa del Estado… Y lo que debió ser un principio de Justicia Universal quedó en bienintencionados parches, o en bienaventurados grupos de personas y organizaciones que intentan paliar, aún muy levemente, la injusticia de la pobreza, procurando hacer lo que deben hacer esos mismos Estados.. “Cuidad de los más pobres, los más débiles, los más necesitados” fue la única petición que el Maestro nos dejó dicha. La única válida.

                Pues bien, lo que hoy se hace en nuestro pueblo es lo poco de eso mismo que nosotros podemos hacer. Para solucionar el problema de la pobreza en los países y en el mundo no podemos hacerlo compartiendo, si no votando, presionando a nuestros gobernantes y dirigentes, eligiendo a los más justos (aquí es donde hemos de ubicar esos Justos de las Escrituras), y estamos aún muy lejos de elegir a los que piensen en los más necesitados antes que en su propia paga…Pero paliar en lo posible la desigualdad y la pobreza, y la necesidad de nuestros convecinos, de nuestros próximos prójimos, sí que alcanza con nuestra solidaridad personal, con el hecho de compartir, con el acercamiento a los más débiles… Fíjense que prójimos viene de próximos, y que hermanos viene de cercanos. La justicia está igual en las actitudes para con esos próximos que no son de nuestro color, de nuestra cultura o de nuestra fe. También la caridad, también… y hablo de actitudes, no de aptitudes.

                …En fin, hoy se celebra en mi pueblo un Radio Maratón de una Solidaridad que debería ser todos los días del año para poder así convertir la Caridad en Justicia… Y yo no puedo sustraerme este día en hacerme, y hacerles a ustedes, estas reflexiones. Porque me lo han pedido y porque lo he sentido. Nadie tendría que pedir si nosotros supiésemos dar…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ  https://miguel2448.wixsite.com/escriburgo

/ viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

sábado, 5 de diciembre de 2020

REFLEXIONES COVÍDEAS

 


…Pues resulta que tenemos la Navidad encima, y yo con estos pelos. Y sin que ponerme. Pero no es eso lo peor, amigo y amiga mío y mía, es que tampoco sé dónde ponerme. Si aquí, allá o acullá… Este año el Coronavirus parece venir a recordarnos una lección olvidada en el tiempo, y es que el misterio de la Navidad nada tiene que ver con el montaje consumista, hedonista y populista, festero, chamarilero y populachero, por la que la conocemos. Y viene el jodido virus éste a susurrarnos a la oreja que el lanzarnos a todo eso es jugarse el pellejo y jugarnos el de nuestros prójimos más próximos, que allá nosotros con lo que entendamos por responsabilidad… Y que este año se nos brinda la oportunidad de soltar lastre al que nos hemos atado, y nos paremos a pensar – si no nos vá la hernia en ello, claro – recapacitar, reflexionar, lo que es la genuina y auténtica Navidad, y en lo que lo hemos convertido. Lo que pasa es que ya no sabemos celebrar la otra, ni dónde ni cuando la perdimos…

                De momento (estoy convencido de ello) mandaremos las recomendaciones sanitarias a tomar el relente a la esquina de enfrente, pues ¿cómo no voy yo a cumplir con la sagrada juntaera con la familia y allegados a los que tanto quiero? (una forma de amarse es arriesgarse los unos a los otros)… Uno me decía el otro día: “Acho, ¿no es cierto que para que la pólice entre en mi casa ha de ser con una órden judicial?.. Pues más vale que la traiga esta Nochebuena”… Estos son los propósitos. No sé si unos pocos, unos regulares, o unos muchos propósitos, pero me temo que va a ser la tónica cuasi-general, dadas las circunstancias… Y las circunstancias no son otras que hemos bajado de nivel extremo a nivel grave y ya nos creemos con el derecho social y personal a relajarnos hasta el extremo de hacer el idiota congénito, que, por otro lado, es lo nuestro… Pues bien, pues bueno, pues vale, pues nosotros mismos…No se me escapa que los seres humanos somos seres sociales por naturaleza. Y que nos vemos compelidos a socializar nuestras relaciones en gran medida. Y lo he de reconocer, no lo voy a criticar. Incluso forma parte intrínseca del carácter mediterráneo (y qué le voy a hacer, yo soooy del Mediterraaaneo), y de todos los países, España el que más. La medida la da en que somos los que tenemos el mayor número de bares del mundo entero. Y eso es por algo.

                La cuestión que yo me planteo es la siguiente: Admitido que los meridionales llevamos en la genética la relación interpersonal, el roce, el compartirnos nosotros mismos, el interactuar a nivel ombliguero, estrechamente, no en el “a ver si quedamos”, si no en el “a ver si quedamos y nos las tomamos”…Bien, vale, es casi un instinto. Pero mi pregunta es: ¿acaso no tenemos también el instinto de supervivencia?.. ¿Alguien se ha preguntado cual de los dos instintos es más fuerte y arraigado en nosotros?.. Hace poco leí un estudio de investigación serio y fiable: el porcentaje de contagio entre personas departiendo y/o comiendo o bebiendo, que bajan las elementales pautas de seguridad, es de un 64%... O sea, cada vez que compartimos riesgo alrededor de un velador, estamos jugando a la ruleta rusa. Pero es que, además, lo sabemos y nos importa un sanparapapucio…

                Por eso que lo de la batalla planteada por el sector hostelero-y-yo-el-primero está fundamentada sobre estrategias falsas… No es que los bares tengan la culpa de nada (solo es el lugar, no el acto) por supuesto que no son culpables. No. Es que los bares trabajan con material de riesgo, viven de manejar un producto altamente peligroso: sus clientes. Porque el peligro no está en los establecimientos en sí mismos, ni en sus terrazas y hogazas, ni en sus medidas sanitarias o lo que sean éstas, ni en sus protocolos, se cumplan o no. El peligro está en el comportamiento de su clientela. En la gente. En nosotros. En las personas que acudimos allí y nos relacionamos de la forma en que lo hacemos, como si nada de esto fuera con nosotros… Cuatro, seis o diez, junticos, desenmascarillados, riendo, gritando, comiendo y bebiendo…

                Y no… no me demonicen tampoco. Lo hacemos todos, viejos, maduros, adultos, jóvenes y odiolescentes, aunque estos últimos sectores, por lógica casi natural, sea la edad más celebrada pero menos cerebrada. Absolutamente todos en su justa proporción. Luego está lo otro, la otra cara de la moneda, lo anecdótico si quieren, aunque para mí no lo sea… Les pongo un ejemplo gráfico, si vuecencias me lo permiten: Paso por una plaza donde un par de bares han acomodado sus servicios al “para llevar”. Sirven a través del exterior, y los consumidores se las toman como pueden, y donde pueden, y como quieren… en un banco público de la plaza, muy junticos, apoyados en el toldo de lo que fue una terraza, dejando los cafés en la pila de mesas y sillas arrinconadas, otros tantos a pié, firme el ademán, charleteando entre ellos… De pronto, llega un equipo de Swafts municipal, tris, tras, nadie se mueva cagondié… Y multan al hostelero que estaba sirviendo tras su ventana de Santa Ana… por la actitud que mostraban sus clientes en la calle… Esto es; si yo estoy sin mascarilla y sin distancia de guardar con otro prójimo, pum, se me cae el pelo, pero si sostenemos en la mano una taza, el pelo se le cae al del bar…

                De momento, hoy por hoy, las vacunaciones serán y se harán efectivas a partir del verano (no la bola interesada y largada por los políticos de 1º de año). La casi plena inmunidad poblacional se logrará en el 2022, con suerte, y, mientras tanto, habremos de convivir y sortear un virus que ha venido para quedarse entre nosotros, porque no es un invento chino, si no una de las consecuencias directas del cambio climático, ya prácticamente irreversible. Este, y no otro, es el planteamiento, nos guste o no nos guste, lo aceptemos o no lo aceptemos… “Y el virus se hizo carne y habitó entre nosotros”, parafraseando a S. Juan con todos los respetos.

                Así que, al final de todo, la única realidad que nos queda, será el número de muertos, el número de personas con secuelas, y la devastación de recursos públicos, sanitarios y económicos, que esto nos deja… Y la único que tenemos que hacer nosotros es estar en uno de los dos bandos: contra la pandemia o a favor de la pandemia. Basta con hacer lo que debemos, o hacer lo que no debemos. Es así de fácil. Elijamos pues en qué lado estamos, y obremos en consecuencia.

                Pero, joer, no nos hagamos trampas a nosotros mismos diciéndonos que los niños no cuentan en los “númerus cláusulus”, ni que, llegadas estas fechas, los amigos y parientes se convierte en convivientes. Es tan burdo como absurdo… Se nos dá muy bien armar el Belén. Así que montémoslo, y pidamos a los Reyes Magos, como final de nuestras pantagruélicas fiestas, los tres tradicionales regalos que más vamos a necesitar: cordura, mesura y cultura, que lo demás, como nos dijo el del pesebre cuando se hizo mayor, se nos dará por añadidura

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

viernes, 4 de diciembre de 2020

Programa de Radio Semanal

 

Os recomiendo el programa de radio de esta semana. Tema: JESÚS

https://youtu.be/MzQyLFnxp50 

viernes, 27 de noviembre de 2020

Programa de Radio, participado.

 interesante programa radiofónico:

https://youtu.be/aKCbis8QHHc

J E S Ú S

 


Me voy a atrever con algo que, le tengo tanto respeto, que vengo demorándolo durante meses. Sin embargo, me veo en la obligación de ser responsable con lo que pienso, digo y escribo. No puedo, no debo, dejar sin respuesta las preguntas que yo mismo he motivado en otras personas, porque, si no, sería como al que interpelaba aquella vieja canción de “Manolete, ¿si no sabes torear p´a qué te metes?”, que recordarán los más mayores… Bien, pues resulta que voy teniendo comentarios, preguntas, interpelaciones, a mi librico último de Cosmogénesis, de muy variadas instancias. Pero hay un punto que me reiteran de vez en cuando, y al que siempre he obviado y dejado sin contestación: a ver… me dicen, queda medianamente claro la relación entre Dios, creador y creación, vale, pero, en esa cosmografía tuya, ¿dónde queda Jesucristo?, ¿dónde encaja su figura y su mensaje dentro de tu ensayo?.. Así que ya no puedo evadir ni dilatar más mi respuesta, y habré de ser consecuente. Ya no sirve ningún silencio…

                Si ese Jesús, nazareno hijo de carpintero, me preguntase a mí, como preguntó a Pedro, lo de “¿tú quién dices que soy yo?”, le hubiera contestado casi que lo mismo: Hijo del Hombre e Hijo de Dios. Y casi que por ese mismo órden, aunque solo fuera por aparición en escena en el teatro del mundo. Jesús, por afiliación humana, Cristo por afiliación divina. Y que asumió la tremenda responsabilidad de nacer entre nosotros de la forma más humilde, de la manera menos destacada posible, solo para decirnos, y demostrarnos, que todos somos igual que Él en el Padre, y, por lo tanto, hermanos suyos y tan hijos de Dios como él mismo. Nada más y nada menos. Ni Mesías, ni liberador de nada que no sea de nuestros propios yugos y cadenas, tanto impuestos como autoimpuestos. Y ese mensaje es tremendamente provocador, porque libera de las leyes y tradiciones que sobrecargan la vida humana. Una persona más cercana a Dios que los propios sacerdotes, más justo que los propios jueces, más libre que los propios profetas, más ético que los propios moralistas, y más transformador que los propios revolucionarios, molestaba a todos ellos, y solo pudo terminar con su muerte… Lo que pasa es que la asumió para demostrarnos igualmente que la muerte no existe como tal para los hijos de Dios, que esa es otra (no hablo aquí de la parafernalia semanasantera de la resurrección, si no del nacimiento a otra existencia superior que abarca esta misma existencia)… Simplemente, nos abrió a una dimensión que ni nos podíamos imaginar.

                Pero no quiero meterme en doctrinas ningunas (casi todos los investigadores, aún los excátedra, atribuyen a Jesús, el Cristo, casi por unanimidad, que el eje de su mensaje se encierra en el Padre Nuestro, dicho con sus propias palabras:  Nuestro padre, no solo el suyo; nuestro pan, no el suyo solo; nuestro Reino, no su Reino; nuestro perdón, no su perdón… Su oración no habla de iglesias, ni de ritos, ni de normas ni de dogmas. Habla de acercar el Reino del Padre al reino del hombre, uniéndonos voluntariamente a su plan de pan, justicia y perdón para todos, empezando por los más débiles. Habla de un mundo bueno y nuevo. Un mundo, por cierto, que más de dos mil años después ni es bueno y sigue siendo tan viejo como aquél… Y es que, reconozcámoslo, ya lo dijo San Juan en su evangelio: “vino a los suyos, pero los suyos no lo reconocieron”. Ni a Él ni a su Mensaje. Y hablando de Evangelios, que, aún encerrando un tesoro, están adaptados para justificar una religión de la que el Cristo no hizo mención alguna, existe uno, escrito 150 años antes que los canónicos y por tanto no reconocido, atribuido a Tomás, que no renuncio a citar aquí para ustedes en el párrafo que dice:

                Yo soy la luz que está sobre todas las cosas: el universo salió de mí, y el universo vuelve hacia mí. Todo salió de mí y todo vuelve a mí. Partid un leño, y me encontraréis dentro de él. Levantad una piedra, y allí me encontraréis. Pues estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”… No debería resultar extraño esto, teniendo en cuenta que la iglesia primitiva corría el dicho: “el Espíritu duerme en la piedra, sueña en la flor, despierta en los animales, y sabe que está despierto (es consciente de sí) en el ser humano”. Pura evolución… Por cierto y porque viene a cuento: Espíritu en arameo es Ruah, y ruah es femenino, como femenino es la energía, la fuerza y la materia transformantes. Dios no es masculino, es ambas cosas a la vez, nos guste o no reconocerlo…

                Ese es el Jesús, hecho Cristo, en el que yo creo. Pura cosmología, aunque nosotros solo nos fijemos en la simbología, y ni eso siquiera… ¡Alto ahí!, dirá algún avisado que se dé cuenta que en este evangelio primigenio se hable del fin del mundo. Cierto. Pero el sentido de ese fin no es el del del final y punto, del fin-se acabó. No. Es el de fin-alidad… La finalidad de este mundo es transformarse en otro mejor, si no lo destruímos nosotros antes. Su finalidad es que el Reino de Dios se instale y asuma nuestro reino del hombre, y para eso no puede acabar, si no cambiar, mejorar, y en eso deberíamos estar… Y no hay más catecismo que esta filosofía de vida.

                No sé si habré sabido cumplir el encargo y las demandas recibidas. O si habré cumplido las expectativas de los que me preguntaban. Lo ignoro. Pero sí quiero decirles que he sido completamente sincero y honesto en mi planteamiento. Así lo veo porque así lo siento, y si así lo siento así mismo debo decirlo y escribirlo.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

martes, 24 de noviembre de 2020

CONFINADOS, NO, CONFITADOS.

 


Queridos colegavirus, ¿cómo llevamos el confitamiento?.. Yo contestaré como aquellas cartas que le escribía a mi abuela para un hermano que tenía fuera de su tierra y de su tiempo: “espero que todos gocéis de buena salud… yo quedo bien, gracias a Dios”… Pues eso mismo, que quedo bien gracias a Dios… o eso espero. Porque, al igual que las cartas de mi abuela, cuando escribo este artículo no es cuando ustedes lo van a leer, y en ese “intermezzo” pueden ocurrir muchas cosas. Ahora ya no se escriben cartas, como antes, con un intervalo para la imaginación y la esperanza. Ahora se escriben emails, whatsapps y Sms, que son instantáneos, como el café, no muy meditados, al contrario que aquellas cartas que se pensaban línea a línea, frase a frase, con una paciencia, filosofía y dominio del tiempo del que hoy carece…

                Y es que para pensar se necesita tiempo. Si no hay tiempo, el pensamiento no madura. Y un pensamiento verde, prematuro, si se coge sin madurar, como la fruta, no vale para nada. De nada sirve si no se ha tomado su tiempo para madurar… Este confitamiento tiene algo de bueno, y es que nos concede tiempo para poder pensar… ¿sobre qué..?.. ésta es una pregunta que nace a bote pronto y que demuestra lo que digo, que estamos perdiendo la facultad de pararnos a pensar… sobre lo que sea. Hace sesenta o setenta años, era perfectamente normal que cientos de pueblos y aldeas, en invierno, se quedaran absolutamente aislados por nieves, temporales, ventiscas y climatologías adversas. Y ningún medio de comunicación, ninguno, se ocupaba lo más mínimo de ello con tanta alharaca e importancia como se le da hoy. Solo porque se consideraba totalmente natural. Y esas gentes estaban más que acostumbradas al normal confinamiento que traían los crudos inviernos. No se les veía como un fenómeno extraño y alarmante. Sabían que venía, se preparaban las casas y los ánimos, y se dedicaban a pensar…

                Hoy lo hemos sobredimensionado todo, y cuando viene una nevada (cada vez menos, por cierto) buscamos la última aldea escondida de la sierra y la exponemos en las pistas circenses de los informativos como una rareza de la naturaleza del “pasen y vean”, cuando es todo lo contrario. Eso sí que es desnaturalizar las cosas… El “encaseramiento” que nos impone el Cóvid-19, como una copiosa nevada con ventisca, nos deja aislados con nosotros mismos en nuestra aldea íntima, y nos da tiempo para pensar hasta que escampe y se abran los caminos, otra vez, que nos comunican con nuestros vecinos y con el resto del mundo… Me viene a las “mientes”, o sea, a la mente, las palabras del Coro del Nabucco, de Verdi, el Vá Pensiero: “Ve pensamiento, con alas doradas. Ve, pósate sobre las colinas…”. Posiblemente nunca han tenido tanto sentido como en estos días, en que solo el pensamiento puede volar libre sin miedo a contagio alguno, y sin que lo pare por la calle un policía a deshora para preguntarle qué hace o adónde va. La libertad está menos en lo que se hace que en lo que se piensa. En lo primero, hay límites, en lo segundo, no hay ninguno.

                El escritor Julio Llamazares, que recientemente ha cumplido 65 años, cuenta que él nació en una de esas aldeas perdidas, escondida y olvidada entre ventisqueros, y hoy enterrada – debería decirse enaguada – bajo un pantano, en el aislamiento de una de aquellas nevadas de último invierno, en que los parientes y próximos pudieron acercarse a conocerlo pasados sus buenas seis semanas, y no sin ciertas dificultades por derrumbes en caminos y veredas de acceso embarradas… Y comenta lo cuesta arriba que se le hace a él este confinamiento, y que trata de superarlo invocando a su genética materna, portadora de la sabiduría rural… Pero es que todos, absolutamente todos, somos herederos ancestrales de esa misma sabiduría. Todos somos atávicos (del latín átavus: tatarabuelo), todos tenemos bisabuelos, como poco, que han sabido vivir así, en contacto con la naturaleza, unas veces como una madre y otras como una madrastra. Y ellos sabían faenar en época de faena, y pensar en época de queda. Al menos, a no desesperar, a saber esperar a que escampe…

                Y aún mucho peor. Porque nosotros tenemos una ventaja (o quizá sea lo contrario), y es una ventana que nos conecta con el mundo entero, televisión, redes, Internet… Y ellos no tenían absolutamente nada de eso. ¿Se lo pueden imaginar siquiera?.. Su único exterior era la luz y la oscuridad de los días y las noches, el ruido de la lluvia y el silbido del viento, la nieve caída y acumulada, con suerte algún cielo estrellado, y la observancia del comportamiento de los animales… Y yo me pregunto, y también se lo pregunto a ustedes, si precisamente la mayor dificultad que tenemos para relajarnos, apacentarnos y pensar, no será precisamente que nos sobra esa conexión con el mundo y nos falta la conexión con la naturaleza, y, lo más importante, la conexión con nosotros mismos…

                …Y pienso, hablando de pensar, que lo que no es natural, ni normal, es un aislamiento de nuestro cuerpo y una hipercomunicación de nuestra mente. Y lo peor de todo, que, en nuestro aislamiento corporal estemos monitoricomunicados con un solo y único tema: precisamente el motivo de nuestro confinamiento, o confitamiento. Hay una desintonía, algo distópico en esto. Como al ganso que se le mantiene inmóvil mientras se le ceba con un solo pienso…. ¿Querrán convertirnos en paté?..

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

viernes, 20 de noviembre de 2020

programa radio, participado. Tema: LA BÚSQUEDA

 LA BÚSQUEDA... programa radiofónico:

https://youtu.be/25DGnD5dwfQ

sábado, 14 de noviembre de 2020

¿ES NORMAL LO NORMAL?

 ¿ES NORMAL LO NORMAL?.. escuche este programa:

https://www.facebook.com/RadioTorrePacheco/videos/1319639381705141

LA BÚSQUEDA

 


Existe una muy antigua leyenda védica que cuenta que, al principio de los tiempos, los hombres eran dioses, divinidades dentro de la vasta creación, pero que se envanecieron de ello, y por esa causa, Brahmán, el supremo, les quitó su divinidad y la escondió, antes de convertirlos en humanos… Entonces, Brahmán se reunió con su Trinidad, y debatieron dónde debía ser escondida, a fin de que no la encontrase antes de haber aprendido a usarla correctamente. Uno de ellos, dijo: enterrémosla en lo más hondo de la tierra… No, respondió Brahman, pues el hombre es muy listo, y acabaría por encontrarla… Entonces, dijo el otro, escondámosla en el fondo del mar más profundo… No, dijo Brahmán, pues es tan astuto que hasta allí iría a buscarla… Subámosla entonces, dijo el tercero, a la cima del monte más alto, donde falte el aire, allí no se atreverá… No, respondió Brahmán, pues es tan osado que buscará la forma, llegará allí y la encontrará… Tras lo cual, el mismo Dios de los dioses, propuso la solución: Solo hay un lugar donde el hombre, por muy listo, astuto y osado que sea, jamás pensará que pueda estar, y nunca la buscará allí hasta que esté lo suficientemente maduro como para poder encontrarla. Esconderemos la divinidad del hombre dentro de él mismo…

                Y el hombre lleva milenios, cientos de miles, de años, buscando su divinidad perdida, y aún no ha dado con ella. Tan solo vislumbra, a veces, fogonazos externos, en las religiones, en el desarrollo de sus ciencias y sus técnicas, que solo le dejan ver apenas el camino que alumbra el relámpago. Un camino que puede llevarlo a la iluminación, como puede llevarlo al abismo. Pero a los ciegos que buscan la luz fuera es difícil que, no pudiendo ver, la encuentren. Muy difícil… Y eso que, enredados en la historia, ese Brahmán, o Quién sea, les ha ido colocando faros en ese camino suyo: la famosa, pero aún no entendida, pista del “Conócete a ti mismo” ya estaba grabada en el pronaos del templo de Apolo, en su Oráculo, en Delfos; y la desarrollaron sabios y filósofos, como Sócrates, Solón, Tales, Pitágoras, en la primera etapa ilustrada de la humanidad helénica… Y, cientos de años más tarde, se repitió en otras culturas, mesopotámica, caldea, egipcia, y hasta aquel divino nazareno, Jesús, nos lo transmitió en su “ no busques fuera de ti, busca en tu interior “ de Getsemaní… Allí encontrarás al Padre, que vive dentro de ti, dijo. Allí te escondió Brahmán de ti mismo, se nos chivó el Cristo…

                Pero, nada… ni siquiera miles de años de religiones, distintas y distantes, y diferentes en sus formas, pero con la misma verdad encerrada y enterrada en sus núcleos, han sido capaces de transmitirla a la humanidad. De hecho, la han usado para construir organizaciones de poder y sometimiento, enviando y perdiendo a la gente en la externalización, no en la interiorización. Orientándola hacia dogmas y ritos, no a su autoconocimiento. Es el propio hombre el que, ocultándola, la vuelve a perder una y otra vez… Sin embargo, y aunque parezca un contrasentido, una especie de paradoja latente, el ser humano no la pierde, tan solo se pierde a sí mismo. Y no la puede perder por algo tan grandiosamente sencillo como que es parte intrínseca de él, igual que él es parte intrínseca de ella. En otras palabras, el hombre está condenado a reencontrarse con su divinidad, que es encontrarse consigo mismo, no importa los eones (para Dios no existe el tiempo) que tarde en conseguirlo, agotando civilizaciones una tras otra – echen un vistazo a la historia – con la esperanza infinita de conseguirlo. El hombre está en búsqueda contínua, lo que pasa es que no sabe lo que busca, y espera hallarlo enredándose en una constante experiencia que parece no tener fin… La explicación, quizá, está en ese “libre albedrío” del que las más antiguas escrituras hablan, la regla de oro: Vale la opción, no la obligación. Siempre.

                …Y la opción, naturalmente, es libre, porque si no, no sería opción, si no obligación. Y de la primera, con sus errores y sus aciertos, se aprende, no así de la segunda, que acaba en rechazo. Por eso la ley de causa y efecto, de acciones y consecuencias, es mucho mejor maestra que cualquier dogmatismo impuesto. Ya… se me podrá decir, pero ¿y si esos seres humanos escogen libremente el acatamiento de los dogmas?.. Pues nada, si es una elección no impuesta por la fuerza, como en toda libre elección, cosechará de su experiencia de la misma, pero el conocimiento siempre será mejor que el adoctrinamiento. Y el conocimiento se encuentra en la búsqueda constante, en la duda, en la lógica, en la razón, en el admitir todo condicionándolo todo, en buscar para hallar, en convencerse que los ritos son lo contrario al camino.

                El mundo se encuentra hoy en una encrucijada evolutiva/involutiva histórica. Entre avances científicos espectaculares y una pérdida de valores devastadora. Los principios ya no son principios, son finales. Nos encontramos entre sociedades opulentas y otras que se mueren de hambre y de frío. Hemos construido un mundo de derechos ciudadanos y otro de refugiados en campos de concentración, que son ciudadanos sin derechos. Nos movemos entre un mundo de adelantos y una naturaleza arrasada. Entre sociedades del bienestar y pandemias inatajables. Y con un catálogo de desastres climáticos ya en marcha al que no sabemos, o no queremos, hacer frente… Está claro, ¿no..?. El hombre aún no se ha encontrado a sí mismo dentro de sí mismo… Quizá tenga que empezar de nuevo en algún otro tiempo, en alguna otra parte… Brahmán no tiene ninguna prisa.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ - http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo

Todos los viernes, a las 10,30 hh. en http://www.radiotorrepacheco.es/ (87.7 f.fm.) programa especial con este artículo, que queda grabado a disposición de Vds. En YouTube

sábado, 7 de noviembre de 2020

LA NORMALIDAD

 


A mí me educaron para ser una persona normal”, le leo a alguien en una entrevista. Y una frase tan sencilla, incluso aparentemente vulgar, me pone a pensar… Claro, a todos nos educaron para ser una persona normal. Incluso a los reyes los educan para ser un rey normal. Ni para no llegar, ni para pasarse. Hoy no, en un país normal, claro… y otra vez volvemos a lo de normal. Sin embargo, ¿qué es lo normal?, ¿dónde está la normalidad?, ¿acaso lo normal es hacer y comportarse como todo el mundo espera que lo hagas?. Si lo normal existiera como realidad absoluta, todo el mundo funcionaría como al principio del hombre sobre la tierra, ¿no?. Y no es así. Luego, lo normal, como concepto, no es muy normal. Y, entonces, lo de ¿qué se espera que haga yo?, tiene sus limitaciones, o excepcionalidades, naturales.

                Me explico: yo vengo, por ejemplo, de un mundo donde lo normal es que fueras bautizado al nacer, más tarde primecomuniado y confirmado, que fueras a la escuela y trabajaras al mismo tiempo, que hicieras la mili nada más apuntar la juventud, y que, cuando salieras licenciado, te buscases (si no la tenías) novia, y te casaras, por la iglesia, por supuesto, y, naturalmente, que tuvieras hijos, y que los educases en la normalidad en que tú mismo habías sido educado… Eso era lo que se esperaba de ti. Y, más o menos, eso es lo que yo hice, y lo que hicimos todos los de mi generación. Sin embargo, hoy, que aquellos ya somos mayores, que estamos viejos, sí, eso, viejos, nos damos cuenta que alguna variante, por poco que fuera, tuvimos que suprimir o incorporar a ese normal funcionar, cuando la normalidad actual tampoco se parece a la normalidad de ese ayer tan inmediato a nosotros.

                Entonces, tus padres, tus abuelos, tus vecinos y conocidos, familia y sociedad, te presionaban a “sentar cabeza” y formar una familia apenas rozabas los 25 años, si no antes. Era lo normal. Compárelo con lo de hoy, afortunadamente, creo. Pero la cosa quedaba ahí. Hoy, lo normal, sin embargo, es tener una hipoteca además, desafortunadamente, pienso. Como va siendo normal quedarse sin trabajo, con una familia a cuestas y sin poder pagar los gastos de la casa. Como van siendo normal los desahucios, como normales son las familias desestructuradas, como hasta el propio concepto de familia se parece al de ayer como un huevo a una castaña – y no diré cual es el huevo y cual la castaña – por no caer en la trampa saducea… Se me dirá: hombre, una postguerra, una dictadura, la democracia, los avances de la técnica y en la ciencia, las nuevas formas de educación que esos cambios conllevan…

                Pues sí, efectivamente, así es. Pero esos cambios, sean políticos, sociales o de adelantos técnicos o científicos los han llevado a cabo personas normales pertenecientes a su normalidad, ¿no es así?.. Y si eso se supone normal, entonces rompe el principio que consideramos que significa la palabra “normal” como definición. Y a eso hay que añadir, no solo las consecuencias positivas, si no también las negativas, de tales cambios. Hoy va siendo normal que las catástrofes naturales abunden, en un cambio climático… llamémosle inapropiado; va siendo normal vivir con miedo a epidemias que están cambiando nuestros hábitos de vida; como está siendo normal que las nuevas generaciones se vuelvan irascibles y mentalmente desequilibradas sin un móvil pegado a sus dedos y una pantalla adherida a sus sesos. Como está siendo normal un consumismo y hedonismo que ya es casi genético en el ser humano. Y hoy es perfectamente normal lo que ayer se consideraba como anormal. Por eso, los jóvenes deberían entendernos a los viejos… a los mayores, si les parece mejor, desde una normalidad, la suya, que igual dejará de ser normal en breve tiempo…

                …Y entonces se volverá a repetir, cuando las cosas salgan torcidas, como hoy ya están saliendo más que torcidas: “yo solo quería un trabajo normal, una pareja normal, un par de hijos normales, una casa, un coche normal, una hipoteca de vida normal, o una calidad de vida normal…”, sin darnos cuenta que la normalidad o anormalidad, para bien o para mal, para mejor o para peor, la hacemos, rehacemos, deshacemos, construimos o destruimos, inventamos y cambiamos, nosotros mismos durante cada día de nuestra puñetera vida… Por eso, la normalidad como tal no existe. Nada hay normal, o todo es normal. Esto es, lo normal es que no sea normal. Más bien es otra cosa.

                En aquella existencia pasada que yo, y los que como yo, vivimos, a los que se salían de la norma (normal, precisamente, viene de norma) se les llamaba extravagantes, raros, como calificativo amables, cuando no “ovejas negras” o “balas perdidas”. Y, curiosamente, extravagancia no significa practicar una extraordinaria vagancia, no. Significa, ni más ni menos, que ser excéntricos, o sea, salirse del centro, estar fuera de lo que se considera normal. Ex-center, fuera del núcleo social… ¿Se acuerdan del mito de la Caverna, de Platón?.. Pues exactamente eso mismo. Así que hoy, en la sociedad actual, examínense los que me leen, a sí mismos con respecto a los demás, o a los demás con respecto a sí mismos… ¿A que ahora parecemos todos unos locos excéntricos?. Lo normal en el presente es no ser normal. Hemos hecho anormalidad de la normalidad.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ - http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo

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sábado, 31 de octubre de 2020

DOS PILOTOS

 


Hace muy poco que hemos recibido el Informe de Lectura previo que, la Editorial Planeta, bajo el sello Universo de las Letras, ha hecho del libro El Teniente Galindo – Biografía Autorizada de un Piloto de la República – de próxima edición, y que, sobre la peripecia vital, e histórica, de mi padre como Aviador de la República Española, hemos escrito al alimón entre mi hermano y yo. Sirva esta nota para mantenerles atentos a su ya cercana aparición… No quiero pecar de falsa modestia, así que, sin transcribirles ningún halagador párrafo de tal Informe, sí que puedo decirles que califica el libro… digamos que como muy interesante y recomendable, lo cual, sonrojo aparte, me anima a tratar de empezar a “vendérselo” a ustedes, si me permiten el atrevimiento de tomarme tal libertad.

                Pero el hecho de que esta semana dedique mi artículo a la “memoria de dos guerras” de mi padre como piloto de la Aviación Republicana (no puedo evadirme a ello) es porque también se cumplen 120 años del nacimiento de Saint-Exúpery, afamado escritor, autor del conocido El Principito, aviador como mi padre, y que voló los mismos aviones que él, como pudieron ser aquellos legendarios Breguet-14, cuando cumplía servicio en la aeropostal francesa en el norte de África, casi que en los mismos años en que el Teniente Galindo se aprestaba a vivir, o a sufrir, su intensa aventura en los cielos españoles… aunque los cielos no tengan más patria que sus propias nubes, su propio éter, y solo pertenezcan a aquellos que, como ellos, se atrevían a conquistar, o ser conquistados, por sus infinitos grises y azules...

                Saint-Exúpery, como mi padre, también se estrelló con su avión. Él en el desierto de Libia, un episodio que refleja en su Principito, y el Teniente Galindo fue derribado sobre la sierra de Guadarrama en acción de guerra. Ambos sobrevivieron para poder contar sus experiencias a quiénes quisieran escucharlos, o leerlos, en el tiempo, y en las historias que dan vida a la Historia. Existen ciertos paralelismos entre ambos: El primero, explorador, aviador y aventurero, contó su vida como un reto; el segundo, luchador, aviador y militar, contó su vida como un proyecto frustrado… El primero discutía al propio De Gaulle cómo luchar contra los nazis, y los combatió; el segundo, discutía consigo mismo cómo superar a los franceses y sobrevivir a los nazis, y lo consiguió… El primero, tras su último vuelo en sus años finales, se convirtió en un hombre depresivo; el segundo, tras su último vuelo, y en tiempo de derrota y exilio, se convirtió en un superviviente a base de puro coraje y determinación, en un hombre nuevo…

                Una frase característica de Saint-Exúpery extraída de sus obras, canta más que cuenta: “Apoyado en el avión averiado, delante de aquella curva de arena, de aquella flexión del horizonte, velaba sus amores, como un pastor…”. Mi padre también veló sus amores, de chiquillo, siendo pastor de un hato de cabras, y sus amores eran las dunas del cielo y las alas que las surcaban, y su curva de arena, donde embarrancaban sus sueños, aquel lentiscar cercano y hermano que le susurraba frágiles poesías hechas de aire… Dice más adelante: “habíamos luchado, habíamos sufrido, habíamos amado, habíamos jugado a cara o cruz con la muerte”. No se puede poner ni quitar una sola palabra, ni una letra fuera de su sitio, ni una coma, a lo vivido por el Teniente Galindo en el viaje y en el regreso a su Ítaca… Y prosigue: “nadie llegará nunca al conocimiento de una sola alma de hombre. Hay un paisaje interior de llamadas olvidadas, de quebradas de silencio, de pesadas montañas, de jardines secretos…”. Cierto, inmaculadamente cierto, la odisea de mi padre arranca y encierra el conocimiento de muchas almas de muchos hombres que vivieron su misma y sufrida vivencia, hay muchos paisajes de quebradas, montañas inaccesibles e inasequibles, y de jardines personales. Es lo que se da en una guerra,  o, como mi padre, en dos guerras… Y termina: “¿Una aventura?.. no queda más que el regusto en la boca y cierta acidez de la carne…”.

                …¿Una aventura, una desventura, quizá ambas cosas?, ¿o acaso ninguna de las dos porque solo es experiencia?.. Antoine de Saint Exúpery fue un gran aventurero, cruzó océanos y desiertos, liberó a otros pilotos retenidos por los tuaregs, rescató a gente en los Andes, en unos aviones absolutamente frágiles e inseguros. Nada que ver con el Teniente Galindo, tremendamente leal con sus ideas, militar convencido, aviador entregado, disciplinado consigo mismo hasta las últimas consecuencias de perder y pagar por una guerra que nunca persiguió y jamás quiso… Pero ambos tienen en común, intuyo, un alma entregada y generosa, y unos ideales fuertes puestos a volar entre unas alas ligeras y sobre una realidad quebradiza. Fueron contemporáneos, aunque nunca se cruzaron ni conocieron, fueron camaradas aunque jamás lo supieron… Tal y como ellos. Tal y como tantos otros.

                No reclamo en este artículo de hoy unos laureles para nadie, ni quiero aprovecharme de un reconocido y famoso autor, mundialmente leído, para resaltar la figura del Teniente Galindo. No es eso. Lo único que deseo hacer notar es que existen, o han existido, seres humanos, muchos, aún desconocidos, a los que su propio destino, a través de su personal y particular historia, los ha llevado a, participando directamente en la Historia, terminar formando parte de la propia Historia.

                “…No me dejéis tan triste. Escribidme enseguida. Decidme que el principito ha vuelto”… El Principito, todos los principitos del mundo, siempre vuelven. Han de dejar escrita su historia. Deben escribir la Historia.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ - http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo

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MUY INTERESANTE

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https://youtu.be/eWJuLnmEXHk

sábado, 24 de octubre de 2020

CADA CUAL CON SU FÉ

 


Cuando uno se pone a leer el periódico, y se encuentra una cabecera como la de “Llegar a Dios a través de la Física Cuántica” (E.P.13-09), y comprueba que se refiere a la línea de pensamiento de un teólogo y filósofo, exfranciscano, de la talla de Leonardo Boff, se le ensancha el alma… Porque este pobre tontolhaba que soy tiene exactamente esa misma creencia  - como la del también Ernesto Cardenal, e incluso el Dalay Lama – y sé que somos cuatro gatos locos los que defendemos esa… llamémosle fé. Una fe que no está basada más que en la evolución de la ciencia y el pensamiento, que enlazan con antiguas escrituras, pero exentas de dogmas y normas en las que apoyarse, como no sea en la pura razón. Así que un pensador universal como Boff (Brasil, 1.939), igual de cuestionado y perseguido que Casáldiga, Cardenal, Ellacuría, etc. por la misma Iglesia de Roma, como también un exponente de aquella, enterrada pero no muerta, por el Vaticano, Teología de la Liberación, que se alzó en Hispanoamérica en los legendarios 60, se atreva a exponer, casi en solitario, su teoría al respecto, es un balón de bendito oxígeno para mi espíritu… Y más, cuando mi último libro que se aventura en tales recovecos, COSMOGÉNESIS (Amazon), se abre camino a paso de caracol y en base a cuchicheos de oreja a oreja por parte de mis lectores, que no digo yo seguidores… Por cierto, y con referencia a la iglesia romana citada, que Boff es partidario de una Iglesia descentralizada, y, si ha de tener un Papa, dice, que sea como este Francisco, ya que no puede ser el de Asís…

                Es que, dicho sea de paso, y porque viene a cuento, la institución de la Iglesia es un invento colado por la Católica en los Evangelios con calzador y en horma de madera. Y es muy sencillo, Pepito Grillo… Jesús no pudo nombrar la palabra Iglesia, simplemente porque él hablaba en arameo, y en arameo no existe tal expresión, ni como concepto, ni como palabra. Es una noción griega que significa “reunión”, por lo que es imposible que el nazareno encasquetara algo cuya idea no existía y que incluso sus apóstoles no iban a entender, ni siquiera en su definición. Si analizamos el contexto, cuando Pedro le dijo quién creía que Él era, muy bien pudo contestarle “sobre esa creencia edificaréis vuestra fé”, o algo parecido. Hasta el nombre Petrus – piedra – era latino, no arameo ni judío… Pero ninguno pudo nombrar algo que desconocían en su léxico, ni el significado que luego se le impostó a la palabra un par de siglos o tres después en unos Evangelios muy posteriores escritos en griego y amañados en el Concilio de Nicea.

                Si los propios científicos, asombrados por la belleza y armonía del universo, se asoman a ese misterio, ¿por qué no habrían de valerse también de la ciencia los teólogos?”, se pregunta Boff, incluso atreviéndose a incluir en sus reflexiones el llamado misterio ,que no enigma, de la Santísima Trinidad… Digamos Origen, Energía y Materia, con mayúsculas, o plan, inteligencia y voluntad, con minúsculas. Por ejemplo. Lo que la fé por el dogma me estampó el catecismo Ripalda de mi niñez a machamartillo, la lógica y el sentido común de la Física Quántica me he hecho entenderlo, y aceptar lo que antes rechazaba. Este es mi testimonio, y me encanta que coincida con su entendimiento de estas cosas… Leonardo Boff dice que “es necesaria una fe vigorosa para poder ver a Dios realmente en todas las cosas, incluso en las más contradictorias”. Yo incluso me atrevería a suprimirle la palabra  “fe” por la de “conocimiento”, dado que a la palabra fé se le ha inyectado un sinónimo de “ceguera”, un “creer sin ver” que suplanta al creer en el saber, a creer comprendiendo y entendiendo, que es la fé correcta.

                Por eso mismo, Boff no puede separar la ecología (Ecoteología la llama), y está empeñado y comprometido en la defensa de la naturaleza y contra el cambio climático, porque es la parte de Dios sobre la que todos nos mantenemos, pero que todos atacamos. Eso también es ciencia, no catecismo. Y aquí inserta él su concepto del mal. En que el ser humano es dual, es “sapiens” y “demens”, sabio y demente, en un estadio evolutivo de “no acabado”. Somos un ser aún por terminar, que aún es ángel y demonio al mismo tiempo. Un producto no perfeccionado que precisa de su propia implicación personal (libre albedrío se le llama a eso) para “terminarnos de hacer”. No se trata – añade él – de acabar con el demonio, si no de domesticarlo. De instruirlo, no destruirlo, añado yo a la nota. Porque ambas partes, lo uno y su contrario, igual que explica la física quántica, forman el todo, y no puede existir lo uno sin lo otro. A este teólogo le costó su sacerdocio en la Iglesia, pero yo creo que le mereció la pena.

                …Y mira por dónde, que para la reciente Encíclica de contenido ecologista Laudatio, Bergoglio pidió la colaboración de Boff… Y es que el viejo pensador, como a sí mismo se autodenomina, sigue siendo profundamente cristiano. No concibe al hombre autoexpulsado de un planeta que fue, a la vez, su madre y su cuna. Como no concibe la pobreza producida por la riqueza, ni la marginación, ni la existencia de refugiados, ni desheredados, ni excluidos ni perseguidos en esa misma tierra. Por eso mismo, y no por otra razón, hizo suya también la Teología de la Liberación  que machacaron los anteriores Papas… Y también quizá por eso, precisamente, la curia romana, henchida de poder, riquezas y privilegios, está arremetiendo, zancadilleando y conspirando contra un Francisco que intenta desmontar esa, más satánica que cristiana, Iglesia…

                Pero yo siempre termino diciendo lo mismo. La base en que se apoya esa anticristiana jerarquía son los creyentes (¿“Creyentes” en qué..?), los llamados “fieles”. Una estructura mundial – eso significa católica – sobre la que se establece un liderazgo afectivo y efectivo, ejerciendo un control absoluto sobre sus miembros a través de la imposición ritual de una fe dogmática. La Historia de la Iglesia da múltiples ejemplos en que esa curia ha destruido a pontífices – incluso asesinándolos, llegado el caso – pero nunca ninguno de ellos ha logrado desmontar el tinglado del que se sirve… o del que es prisionero de lujo… El apoyo que puede recibir un Francisco, si acaso, solo es de los que ya no nos consideramos de ellos, porque hemos dejado de sentirnos de ellos. Solo somos aliados de la verdad, no del poder… Pero, en definitiva, allá cada cual con su propia (buena o mala) fé…

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