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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

viernes, 28 de diciembre de 2012

DESDE EL ENCHUFE

Es tan solo una sospecha, que conste en acta, pero una sospecha altamente sospechosa. Y se basa en una realidad que, pensando, pensando… tiene una posible consecuencia que estamos pagando su peso en oro todos los españoles. Me refiero a la factura de la luz. ¿Cuánto sube (y sigue subiendo) todos los años, cada equis meses, desvergonzadamente?.. ¿Se lo compensan a usted en el sueldo, en la jubilación, en el salario mínimo interprofesional, en la ayuda familiar..?. No. Rotundamente, no. El consumo eléctrico en cualquier país medianamente civilizado es una necesidad básica. Tan básica como puede ser el pan o la vivienda. Pero en este país es un producto que se está pagando como si fuera artículo de lujo. ¿Eso es normal?.. Al ministro de industria se le suelta la tripa de cagar embustes cada vez que las eléctricas pegan un subidón a sus tarifas. Pero en el fondo, no  hace otra cosa que justificarlo una, y otra, y otra vez.

              Hay un detalle, importante creo yo, que ahonda aún más en la herida. Y es que España, hasta hace bien poco al menos, ha sido una potencia mundial en exportar tecnología de renovables. Números uno en investigación, desarrollo, fabricación e instalación… pero, claro, fuera de nuestras fronteras. Aquí dentro, en esta cueva de Alí Babá, apenas nada se invierte en renovables, pero sí que pagamos miles de millones de euros en comprar energías contaminantes a otros países, y en cuidar y mantener producciones peligrosas propias y cercanas por lindantes… ¿No es esto un flagrante y sangrante contrasentido?.. Vendemos lo limpio a los demás, y compramos la mierda de los demás…

              Bien, hasta aquí esa aparente consecuencia. Ahora hablemos de una realidad. Y la realidad es que Endesa y Gas Natural, por ejemplo, mantiene en nómina como asesores a Felipe Gonzáles, Aznar, Elena Salgado, Miquel Roca… Pedro Solbes está en Enel, Jon Imaz en Petronor, Boyer y Ángeles Amador en Red Eléctrica Española, Ángel Acebes en Iberdrola, José Borrell en Abengoa, Martínez Noval y Ana Palacio en HC Energía… ¿Sus sueldecicos, pregunta su cándida señoría?.. Pues oscilan entre los 126.500 y 253.000 eurillos de nada. Algunos de estos “trabajos” se limitan a asistir a un par de consejos al año.

              Yo tan solo me malbarrunto en mi duda de si tendrá que ver algo lo uno con lo otro. Si será por eso el que nadie mueva un jodido dedo en cambiar este estado de cosas. Si es que hay intereses que hacen que no convenga mover el pesebre, no sea que se desparrame el pienso del retiro. No lo sé, quizá tan solo son cosas sin sentido que me van y me vienen del caletre. Pero aquí, izquierdas y derechas han sopado, sopan y soparán del plato de las compañías energéticas. Obras (y nombres) son amores, y lo demás buenas razones, que reza el refrán. Y hablando de nombre y de nombres, Lucía Etxebarría los destapó hace semanas en un excelente artículo suyo de un dominical: Tamburine Country. O lo que entra por enchufe y sale por los enchufes, que digo yo…

              Por eso mismo, porque tengo el nefasto y nefando vicio de menear el coco, cuando de mi exigua paga de jubilado a galeras, me restan los abusivos importes de las facturas por consumo eléctrico, se me va el santo al cielo. Y se me vá porque me acuerdo de los hijos de los que sin ninguna duda fueron, o aún lo son, unas santas. No lo puedo evitar. Conditione humana est.

              Bien sé que no arreglo nada, aunque hay quienes sí se han arreglado bien el presente y el futuro a costa de los costos. Pero alivia apuntarlos en la memoria, y, para posterior uso del posterior, en el papel del Elefante. Algo es algo…

jueves, 27 de diciembre de 2012

SACRO BANCO DEL SACO



Que los escándalos financieros vaticanos terminen todos en un agujero oscuro es normal. Desde el affaire de la Logía P2 y el escándalo del cardenal Marcinkus, que acabó con el banquero Calvi ahorcado bajo un puente, a la actual movida del mayordomo Paolo Gabriele y de un director, Ettore Gotti, escudado tras documentos en paradero secreto como seguro de vida contra la posibilidad de otra soga y otro puente, su final siempre es el silencio más ominoso. Las cloacas de la Curia (lo aclaro a quien no sepa: curia viene de corte) están llenas de cadáveres que ya no cogen en los armarios. El poder y el dinero – tanto monta, monta tanto – son grandes productores de fantasmas. Así que cuando el palacio marida con la saca produce el matrimonio perfecto de la oligarquía con la finanza. Y si ambos unen en santidad, entonces ni les cuento.

                Porque eso ya no se trata de un banco más. No es, en modo alguno, un banco al uso, un banco cualquiera donde un ciudadano cualquiera puede entrar y salir, abrirse una cartilla de ahorros, una cuenta donde domiciliar su menguado sueldo y el pago del agua, la luz o el colegio-los-críos, un banco con ventanillas, y mesas delante de un señor que te invita amablemente a sentarte para escuchar mentiras, no… No es eso. El IOR, Instituto de Obras para la Religión, sito muy apropiadamente en el Torreón de Nicolás V, solo es accesible a clientes avalados por la propia Sede Santa. Su pantalla son las parroquias, las asociaciones e instituciones católicas, las obras religiosas, etc., pero sus estatutos y acuerdos offshore con las autoridades monetarias le permiten actuar y operar al margen de cualquier tipo de control externo.

   Su opacidad excede a las tristemente conocidas entidades radicadas en Suiza, Singapur, Luxemburgo, Bahamas, Islas Caimán… como recepcionistas de evasiones de capitales y blanqueo de dinero sucio. Exactamente igual que esos perversos  paraísos fiscales, el IOR garantiza a sus exclusivos clientes discreción absoluta, transacciones invisibles, alta autonomía operativa y toda la inmunidad del urbi et orbe. No existe mayor opacidad en ningún otro banco del mundo, y no lo digo yo, lo ha dicho Bruselas…

   El Estatuto del IOR impide que ningún alto cargo vaticano controle la entidad. Ni siquiera el todopoderosísimo Secretario de Estado. Solo el Papa puede establecer los filtros y comités que manejen la información. Otra cosa son los interesados o no interesados escapes. Juan Pablo I promovió en 1.990 qué tipo de clientes podían tener cuenta, cómo y de qué manera y madera, dejando claro, muy claro, que no interesa saber la procedencia de los fondos, siempre que se asegure “para obras de caridad”… Santo punto redondo. Además, el banco garantiza que los dineros depositados en él siempre estarán libres de cualesquiera tipo de impuestos. A Dios lo que es de Dios, y a los hombres de Dios lo que es del César.

   Esto lleva a hacer virtud del delito. En su artículo 2 el IOR  permite libertad absoluta en la forma de administrar y custodiar bienes transferidos por personas jurídicas para usos religiosos”, sin respetar la legislación internacional sobre evasión, levantamientos fraudulentos, transacciones patrimoniales delictivas, blanqueos, etc. En otras palabras, la banca vaticana es el lugar y el hogar idóneo para que ladrones, criminales y cualquier mafia depositen sus robos con total impunidad. Y ya lo hacen de mucho tiempo acá las napolitana, siciliana y calabresa, al menos que se sepa.

   Todo esto está totalmente demostrado y perfectamente documentado, tanto por el investigador Eric Frattini como por el receptor documental de Paoletto, el periodista Gianluiggi Nuzzi. La cuestión es: ¿cómo es posible conciliar estas prácticas con el espíritu evangélico?.. ¿cómo no querer ver..?, ¿cómo se explica que millones de personas puedan justificar tamaña barbaridad?.. Lo uno y lo otro son claramente incompatibles. Ya el tesorero de Jesús vendió a su propio Maestro por un incremento del activo procedente del fondo de reptiles sacerdotal de la época. ¿No estará ocurriendo exactamente lo mismo hoy?.. Es muy curioso que aquel escriba económico terminara también ahorcado, si bien con la diferencia de que Judas lo hizo por su propia mano, y a los actuales les echan una mano. Para estos detalles son muy suyos, y la tradición les pesa mucho.

   Cuando el Cristo dijo a sus seguidores que vendieran su patrimonio y repartieran los pelucos entre los pobres, cuando mandó que el que tuviere dos túnicas largara una, y que con un solo par de sandalias iban que se las pelaban, no sé en quienes estaría pensando el buen nazareno. Desde luego en la iglesia que se aherrojó su heredad, no. En sus fanáticos interpretadores, no. En sus dogmáticos fariseos, no. En sus representantes exclusivos, no. Menos mal que Pedro alumbró una buena casta de sucesores que corrigieron tamaño disparate, que si no… ¡Menuda ralea!.. Así que los Reyes, Magos del estraperlo, se sacudan el oro en el portal, y al incienso y la mirra que les vayan dando pá la boina.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

PARA SEGUIR LEYENDO DESPACIO...

Me llevé una muy grata sorpresa. El cuento navideño para leerlo despacio tuvo un eco que me sorprendió gratamente. Muchos lo leyeron… ¡y lo entendieron!.. ¡Y me pidieron más..!. Eso me quita el sambenito de algunos unos y me obliga a contentar y contestar a esos pocos otros. Es reconfortante participar de la misma locura, si esa locura nos obliga a pensar un poco más allá – o mejor, un poco más acá –  de nuestras propias narices. Alguien me apunta porqué no hago de esta temática, como Pablo Coelho, el grueso de mis escriturías. Pues por tres o cuatro razones: Porque sigue siendo una minoría, porque este periódico me diría que sin abusar, titi, porque yo mismo necesito variedad en mis platos de semana a semana, y sobretodo y la más importante, porque yo no soy Pablo Coelho. No obstante, la vida dirá un día…
                Pero sí que puedo brindarles otros cinco motivos (se conoce por “echar una manita”) a los que, de alguna manera, se han sentido enganchados por el cuento e identificados con el cuento. Solo son cinco puntos de flexión y de reflexión, y de inflexión también. Porque hay que reflejarlos y  porque hay que interiorizarlos. Y si vale para intuir, por poco que sea, la relatividad de lo que creemos y la realidad de lo que ni imaginamos, pues misión cumplida. Párate un momento, sosiega tu cacharrería mental, recapacita, tío, y lee despacio, pensando cada frase con calma, sin prisas, con cachaza…
                Primer dedo: Ser es el no saber. Y no es precisamente un canto a los ignorantes. Pero lo único que necesitas saber es que cuanto sabes es siempre revisable, porque, la verdad es que no sabes nada. Que siempre has de mantenerte abierto a todo y no cerrar la puerta a ningún concepto. Que hemos de ser auténticamente receptivos. Que debemos actuar sabiendo que, sin saber nada, podríamos saberlo todo… Que es más sabio el que sabe que no sabe que el que cree que sabe. Por eso mismo la auténtica ignorancia está en el que cree con absoluta certeza, cuando, la certeza lo que hace es descubrir lo incierto… Aunque lo cierto es que parezcamos gilipollas.
                Segundo dedo: Deja de pensarte a ti mismo. Cuanto más piensas en ti, más te desconoces. Cuantas más vueltas te des a ti mismo, más entierras tu única realidad. Cuanto más te revistas de ropajes, más te disfrazas. Cuanto más te ocultas, menos te encuentras. Acabas siendo como el capullo de seda, que  esconde en su propio interior la larva, que es lo en verdad importante. Así que cuanto más seda tejes en torno a ti, más ocultas tu auténtico ser…. Y más capullo eres.
                Tercer dedo: Jamás te identifiques con tu mente. La mentalidad de cada cual es el escenario que cada uno se ha montado para escenificar su propia obra. ¿Porqué crees que existen guerras y enemistades entre la gente?.. Las personas de diferentes mentalidades disputan entre sí, y las personas de mentalidades iguales compiten entre sí. Creemos que las cosas son como son, pero lo cierto es que tan solo parecen serlo. Recuerda: no es que el capullo sea de seda, si no que es la seda la que forma el capullo.
                Cuarto dedo: El yo es una historia inventada por un ego. Nos ocurre una cosa muy curiosa No nos creemos lo que en realidad somos, pero nos convertimos en lo que en realidad creemos ser. El “yo soy el que soy” bíblico lo hemos trastocado en yo soy mi ego, por lo tanto, mi ego es mi yo. Y, al final, no sabemos cual de los dos es cada uno. ¿Qué pasa?.. pues que, a la postre, nos hemos llenado de egos, de egoístas, ególatras, egocéntricos y egregios, que son las chinches parásitas de nuestras persona/lidades. Y no somos piojos, somos humanos.
                Quinto dedo: Tú no eres el personaje de tu sueño, si no el que sueña al personaje. Es muy cierto. No nos soñamos a nosotros mismos, tan solo nos identificamos con los personajes que soñamos. Es como el que vé una película y se cree a sí mismo el héroe de la misma perdiendo el sentido de la realidad. Al final, creemos ser esto mismo que vemos y soñamos: gilipollas, capullos, egoístas, parásitos… Y porque lo creemos, nos comportamos como tales. Desde luego, si no lo somos, sí que lo parecemos… Y mucho.
                Quedad con Dios y que la Magdalena os guíe…

martes, 11 de diciembre de 2012

CUENTO DE NAVIDAD



Un día, así, de sopetón, se me presentó mi propia imagen, y me preguntó:
-          ¿Quién eres tú..?
-          Pues yo soy Galindo… Miguel Galindo  (le espeté al más puro estilo jamesbond)
-          No, estás en un error (me interpeló él) eso es tan solo que un nombre. Los seres humanos encerráis todo, y os encerráis todos, en nombres. Ponéis nombre a cuanto descubrís y conocéis, luego, los nombráis, y os quedáis tan satisfechos. Pero solo son nombres. Tú no eres tu  nombre. Tu nombre tampoco es tú. Tú eres mucho más que un simple nombre…
-          Bueno (le dije) pues entonces yo soy lo que ves… Este cuerpo serrano, esta cara de vinagre, estos ojos tras las cortinas…
-          Tampoco (me contestó)tú has tenido cien cuerpos y cien caras desde que naciste… ¿cuáles de ellas eres tú?.. ¿las del desarrollo, las de la plenitud, las de la decadencia..?. Estoy seguro que preferirías la lozanía a la decrepitud. Pero no, tú no eres un cuerpo ni un rostro que cambian cada día hacia la corrupción natural del propio material de los que están hechos. Todo lo que se degrada es una apariencia, una experiencia, una ilusión, un cambio hacia la nada, una no existencia… y, por eso, tan solo está durante un tiempo. Sin embargo, tú no solo estás, sino que también eres, y lo que es no degenera, si no que siempre fue y siempre será… Así que no, tú no eres cien caras que se parecen hasta que desaparecen, porque tú no eres presencia, eres esencia.
-          Entonces…  ¡qué leches!, yo soy lo que pienso, lo que creo, lo que siento…
-          Frío, frío… Tus pensamientos tan solo moldean tus creencias, con ellas fabricas tus sentimientos, y de tus sentimientos nacen tus emociones. Tú no eres una simple emoción. Tú no eres una vulgar explosión emocional de amor u odio, según el sentimiento al que tu pensamiento te haya conducido. Eso es tan fugaz como repetitivo, y… si me lo permites, incluso aburrido. Es verdad que tú vives esas emociones, pero tú no eres tus emociones, si no quién las vive, el que las siente, aquel que las analiza… Así que no, tú no eres ni lo que piensas, ni lo que sientes, ni siquiera lo que crees, ya que lo que creas o no creas tan solo son ideas que quieres creer, y tú no eres una idea,  tú no eres lo que crees, si no quién lo cree.
-          A ver, entonces, déjame pensar… ¡Ya está!.. Yo soy mi propia personalidad, yo soy quién soy, simplemente, sin más retórica y sin más puñetas…
-          Nada de eso. La personalidad que has adoptado es la de tu ego, pero no es la tuya, por la elemental razón que tu ego no eres tú… Mira, desde que naciste, con todos esos pensamientos, educación y condicionamientos sociales a los que te has referido, has creado dentro de ti, a través de tu mente, un ego que ahora te hace creer que él eres tú. Pero él no es tu creador, si no que tú eres su creador. Eso es todo. Así que tu personalidad es la de tu ego, y eso te puede acercar o alejar a quién eres tú, pero, en realidad, tú eres impersonal, porque trasciendes cualquier personalidad con la que te quieras revestir o con la que te quieras fundir… o confundir, si así me entiendes mejor.
-          Pues si yo no soy quién me llamo, ni mi cara bonita, ni lo que pienso, ni cómo siento, ni cuanto forma mi persona o conforma mi manera de ser… entonces, a ver, a ver… ¡claro, joder..!, ¿cómo no había caído..?. Es que tú pregunta tiene su aquél… Yo soy, todos somos, demonios, los famosos ángeles caídos. Porque este mundo es, y no me digas que no, el mismísimo infierno…
-          Tampoco es eso. Al menos, no exactamente. Los ángeles siempre serán posibles demonios, y los demonios siempre fueron ángeles. Ángeles y demonios son la misma cosa en potencia. Si tú te consideras demonio, también eres ángel, o si te crees ángel, igual eres demonio. Es cierto que el bien y el mal están en ti, pero no son tú. El bien y el mal son simples conceptos, y tú no eres un simple concepto. Tú no eres una vulgar noción. Eres mucho más que una noción o un concepto…
-          Vale… Entonces, ¿qué o quién coño soy yo?.. Es que no tengo pajolera idea, oye…
-          Ahí está… Tú sabes qué que eres, pero no sabes quién eres. Tú eres quién experimenta todo cuanto has expuesto aquí, pero no eres tus experiencias. Eres el experimentador, no el experimento. Solo que, como has dicho, no tienes ni puta idea. La consciencia está detrás de la conciencia. Tienes conciencia de algo, pero no tienes consciencia de nada. La perdiste y no la encontraste. O sea, tú te has perdido y aún no te has hallado, porque tú eres la consciencia, y en tu consciencia estás tú porque eres tú mismo. La consciencia lo contiene todo, y, a la vez, lo transciende todo. El todo es asumido por la nada, y la nada forma parte del todo, a la vez que el todo nace de la nada. Tú eres todo y tú eres nada.
-          Pues no me he enterado de nada…
-          Pero te lo he dicho todo… ¡Felices Pascuas, tío..!.
-          Sí que me has hecho la pascua, sí…
-          Otro día volveré…
-          ¡Ostras, Pedrín!.. que dijo Roberto Alcázar…

domingo, 9 de diciembre de 2012

LO QUE NO DIJE

Recientemente, en el acto en que COEC me impuso la insignia de oro… por servicios prestados, ya saben, en mi intervención repetí una parte que alguno ya me había oído en otra ocasión: una recomendación de Pérez de Lema a la vieja guardia que inició esta aventura hace más de 25 años, y recogidas a vuelapluma por mí sobre una servilleta de Los Habaneros con ocasión de una de aquellas interminables comidas-batalla que jalonaron la cimentación de aquel ilusionado e ilusionante proyecto. Y me felicitó algún que otro asistente por mis palabras, qué cosas… Si bien es cierto que omití una buena parte de la cita.
                   Antes de levantar mi culo de la butaca para acometer mi minuto de oro, mi esposa me lanzó la advertencia: “cuidado con lo que dices”… Quizá a ella se deba lo que me callé. Así que tuve que parchear y recomponer mi discursillo sobre la marcha, a fín de que no se notara mucho el corte.
                   Pero a lo de su consejo de “ayudaos mutuamente, creced juntos, sed clientes los unos de los otros, progresad unidos, colaborad entre vosotros, haced negocios entre sí, sed solidarios entre todos…” que sí que dije, le siguió una sentencia que no dije: ”… porque nadie por los que vais a luchar os va a devolver nada de lo que tan generosamente vais a sacrificar”. Luego, eso sí, remató con el “dad ejemplo entre vosotros de lo que debe ser una verdadera comunidad empresarial”.
                   Y es cierto. Pocos, muy pocos, creen que exista gente dispuesta a sacrificar parte de sus cosas por los demás, y muchos, muy muchos, creen que lo hacen para sacar partido y obtener provecho de ello – y no les faltan malos ejemplos, desgraciadamente – así que tampoco yo les culpo por pensar así, aunque siempre ha sido más fácil criticar que ponerse a trabajar. El problema es cuando los propios empresarios no actuamos como debiéramos. Yo mismo, a lo largo de estos 30 años, en mi pueblo, en Torre-Pacheco, he intentado docenas de veces implantar esas sinergias de colaboración empresarial, de cooperación sectorial, y he fracasado siempre, sistemáticamente, rotundamente, repetidamente…
 Por eso mis dudas de merecer nada. De ahí que, al sincerarme de ello con una persona cercana al llegar al lugar del acto, y ella responderme “pero tú le has dado muchas cosas durante mucho tiempo a la Confederación…”, no pudiera evitar pensar que exactamente las mismas cosas que durante el mismo tiempo le quité a mi trabajo, a mi propio bolsillo,  a mi propio negocio, a mi familia, y al hijo que hoy hereda tal horfandad… Con lo que aún me sentí más indigno todavía. Así pues, lo que dicen que me deben, debo yo. Que para dar a unos, a otros he quitado. Ni más ni menos
Yo sé muy bien que, a los que libramos estas guerras, no nos obliga nadie a librarlas. Lo hacemos porque queremos, o porque creemos que debemos. Por lo tanto, nadie nos ha forzado a ello y nadie debe nada a nadie. Y es verdad. La paga vá con la fama, nos la hayamos labrado buena o mala. Y la voluntariedad se cobra a sí misma por sí misma. Sin embargo, cuando unos te juzgan merecedor de reconocimiento, uno a la vez se juzga (y se condena) por el íntimo reconocimiento que lo ha hecho mal para con los suyos y, encima, no lo ha hecho del todo bien para con esos a los que quería ayudar pero no ha sabido transmitirles lo más esencial y precioso del mensaje.
Así que dije la parte amable de la cita, por lo amable de la ocasión y lo amable de la concurrencia, y me reservé la parte crítica, ácida, pero certera como sus oráculos, de las palabras de don Manuel. “Hacedlo por vosotros y entre vosotros, pues ellos no harán ni por vosotros ni tan siquiera por ellos mismos, aunque debieran”, que es otra manera de interpretarlo. Y por eso también desvié mi homenaje a los que en realidad pagan nuestra generosidad, en vez de decir “no me lo devolváis a mí, devolvedlo a quienes se lo debo”, que son palabras más duras.
Mi hija siempre me dice que mis verdades duelen por cómo las digo. Lo que pasa es que decir ciertas cosas desde el corazón sin herir, es relativamente fácil ante un gran auditorio, pero tremendamente difícil en la distancia corta. Es como un tren de cercanías. Si lo haces pasar por la estación de la oratoria, puede llegar buen a destino, pero entendiéndose a medias, y si prescindes de tal apeadero, puede llegar a entenderse, pero descarrilando. Así que escrito queda aquello que no dije. Y dicho queda lo que entonces callé. Y los porqués de lo que no mencioné. Y el desarrollo de lo que solo dejé entrever… Y es que un minuto, por muy de oro que sea, bien puede encerrar 30 años de experiencia, pero nunca podrá cerrar una lección de 30 años.