PARA SEGUIR LEYENDO DESPACIO...
Me llevé una muy grata sorpresa. El cuento navideño para leerlo despacio tuvo un eco que me sorprendió gratamente. Muchos lo leyeron… ¡y lo entendieron!.. ¡Y me pidieron más..!. Eso me quita el sambenito de algunos unos y me obliga a contentar y contestar a esos pocos otros. Es reconfortante participar de la misma locura, si esa locura nos obliga a pensar un poco más allá – o mejor, un poco más acá – de nuestras propias narices. Alguien me apunta porqué no hago de esta temática, como Pablo Coelho, el grueso de mis escriturías. Pues por tres o cuatro razones: Porque sigue siendo una minoría, porque este periódico me diría que sin abusar, titi, porque yo mismo necesito variedad en mis platos de semana a semana, y sobretodo y la más importante, porque yo no soy Pablo Coelho. No obstante, la vida dirá un día…
Pero sí que puedo brindarles otros cinco motivos (se conoce por “echar una manita”) a los que, de alguna manera, se han sentido enganchados por el cuento e identificados con el cuento. Solo son cinco puntos de flexión y de reflexión, y de inflexión también. Porque hay que reflejarlos y porque hay que interiorizarlos. Y si vale para intuir, por poco que sea, la relatividad de lo que creemos y la realidad de lo que ni imaginamos, pues misión cumplida. Párate un momento, sosiega tu cacharrería mental, recapacita, tío, y lee despacio, pensando cada frase con calma, sin prisas, con cachaza…
Primer dedo: Ser es el no saber. Y no es precisamente un canto a los ignorantes. Pero lo único que necesitas saber es que cuanto sabes es siempre revisable, porque, la verdad es que no sabes nada. Que siempre has de mantenerte abierto a todo y no cerrar la puerta a ningún concepto. Que hemos de ser auténticamente receptivos. Que debemos actuar sabiendo que, sin saber nada, podríamos saberlo todo… Que es más sabio el que sabe que no sabe que el que cree que sabe. Por eso mismo la auténtica ignorancia está en el que cree con absoluta certeza, cuando, la certeza lo que hace es descubrir lo incierto… Aunque lo cierto es que parezcamos gilipollas.
Segundo dedo: Deja de pensarte a ti mismo. Cuanto más piensas en ti, más te desconoces. Cuantas más vueltas te des a ti mismo, más entierras tu única realidad. Cuanto más te revistas de ropajes, más te disfrazas. Cuanto más te ocultas, menos te encuentras. Acabas siendo como el capullo de seda, que esconde en su propio interior la larva, que es lo en verdad importante. Así que cuanto más seda tejes en torno a ti, más ocultas tu auténtico ser…. Y más capullo eres.
Tercer dedo: Jamás te identifiques con tu mente. La mentalidad de cada cual es el escenario que cada uno se ha montado para escenificar su propia obra. ¿Porqué crees que existen guerras y enemistades entre la gente?.. Las personas de diferentes mentalidades disputan entre sí, y las personas de mentalidades iguales compiten entre sí. Creemos que las cosas son como son, pero lo cierto es que tan solo parecen serlo. Recuerda: no es que el capullo sea de seda, si no que es la seda la que forma el capullo.
Cuarto dedo: El yo es una historia inventada por un ego. Nos ocurre una cosa muy curiosa No nos creemos lo que en realidad somos, pero nos convertimos en lo que en realidad creemos ser. El “yo soy el que soy” bíblico lo hemos trastocado en yo soy mi ego, por lo tanto, mi ego es mi yo. Y, al final, no sabemos cual de los dos es cada uno. ¿Qué pasa?.. pues que, a la postre, nos hemos llenado de egos, de egoístas, ególatras, egocéntricos y egregios, que son las chinches parásitas de nuestras persona/lidades. Y no somos piojos, somos humanos.
Quinto dedo: Tú no eres el personaje de tu sueño, si no el que sueña al personaje. Es muy cierto. No nos soñamos a nosotros mismos, tan solo nos identificamos con los personajes que soñamos. Es como el que vé una película y se cree a sí mismo el héroe de la misma perdiendo el sentido de la realidad. Al final, creemos ser esto mismo que vemos y soñamos: gilipollas, capullos, egoístas, parásitos… Y porque lo creemos, nos comportamos como tales. Desde luego, si no lo somos, sí que lo parecemos… Y mucho.
Quedad con Dios y que la Magdalena os guíe…
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