CUENTO DE NAVIDAD



Un día, así, de sopetón, se me presentó mi propia imagen, y me preguntó:
-          ¿Quién eres tú..?
-          Pues yo soy Galindo… Miguel Galindo  (le espeté al más puro estilo jamesbond)
-          No, estás en un error (me interpeló él) eso es tan solo que un nombre. Los seres humanos encerráis todo, y os encerráis todos, en nombres. Ponéis nombre a cuanto descubrís y conocéis, luego, los nombráis, y os quedáis tan satisfechos. Pero solo son nombres. Tú no eres tu  nombre. Tu nombre tampoco es tú. Tú eres mucho más que un simple nombre…
-          Bueno (le dije) pues entonces yo soy lo que ves… Este cuerpo serrano, esta cara de vinagre, estos ojos tras las cortinas…
-          Tampoco (me contestó)tú has tenido cien cuerpos y cien caras desde que naciste… ¿cuáles de ellas eres tú?.. ¿las del desarrollo, las de la plenitud, las de la decadencia..?. Estoy seguro que preferirías la lozanía a la decrepitud. Pero no, tú no eres un cuerpo ni un rostro que cambian cada día hacia la corrupción natural del propio material de los que están hechos. Todo lo que se degrada es una apariencia, una experiencia, una ilusión, un cambio hacia la nada, una no existencia… y, por eso, tan solo está durante un tiempo. Sin embargo, tú no solo estás, sino que también eres, y lo que es no degenera, si no que siempre fue y siempre será… Así que no, tú no eres cien caras que se parecen hasta que desaparecen, porque tú no eres presencia, eres esencia.
-          Entonces…  ¡qué leches!, yo soy lo que pienso, lo que creo, lo que siento…
-          Frío, frío… Tus pensamientos tan solo moldean tus creencias, con ellas fabricas tus sentimientos, y de tus sentimientos nacen tus emociones. Tú no eres una simple emoción. Tú no eres una vulgar explosión emocional de amor u odio, según el sentimiento al que tu pensamiento te haya conducido. Eso es tan fugaz como repetitivo, y… si me lo permites, incluso aburrido. Es verdad que tú vives esas emociones, pero tú no eres tus emociones, si no quién las vive, el que las siente, aquel que las analiza… Así que no, tú no eres ni lo que piensas, ni lo que sientes, ni siquiera lo que crees, ya que lo que creas o no creas tan solo son ideas que quieres creer, y tú no eres una idea,  tú no eres lo que crees, si no quién lo cree.
-          A ver, entonces, déjame pensar… ¡Ya está!.. Yo soy mi propia personalidad, yo soy quién soy, simplemente, sin más retórica y sin más puñetas…
-          Nada de eso. La personalidad que has adoptado es la de tu ego, pero no es la tuya, por la elemental razón que tu ego no eres tú… Mira, desde que naciste, con todos esos pensamientos, educación y condicionamientos sociales a los que te has referido, has creado dentro de ti, a través de tu mente, un ego que ahora te hace creer que él eres tú. Pero él no es tu creador, si no que tú eres su creador. Eso es todo. Así que tu personalidad es la de tu ego, y eso te puede acercar o alejar a quién eres tú, pero, en realidad, tú eres impersonal, porque trasciendes cualquier personalidad con la que te quieras revestir o con la que te quieras fundir… o confundir, si así me entiendes mejor.
-          Pues si yo no soy quién me llamo, ni mi cara bonita, ni lo que pienso, ni cómo siento, ni cuanto forma mi persona o conforma mi manera de ser… entonces, a ver, a ver… ¡claro, joder..!, ¿cómo no había caído..?. Es que tú pregunta tiene su aquél… Yo soy, todos somos, demonios, los famosos ángeles caídos. Porque este mundo es, y no me digas que no, el mismísimo infierno…
-          Tampoco es eso. Al menos, no exactamente. Los ángeles siempre serán posibles demonios, y los demonios siempre fueron ángeles. Ángeles y demonios son la misma cosa en potencia. Si tú te consideras demonio, también eres ángel, o si te crees ángel, igual eres demonio. Es cierto que el bien y el mal están en ti, pero no son tú. El bien y el mal son simples conceptos, y tú no eres un simple concepto. Tú no eres una vulgar noción. Eres mucho más que una noción o un concepto…
-          Vale… Entonces, ¿qué o quién coño soy yo?.. Es que no tengo pajolera idea, oye…
-          Ahí está… Tú sabes qué que eres, pero no sabes quién eres. Tú eres quién experimenta todo cuanto has expuesto aquí, pero no eres tus experiencias. Eres el experimentador, no el experimento. Solo que, como has dicho, no tienes ni puta idea. La consciencia está detrás de la conciencia. Tienes conciencia de algo, pero no tienes consciencia de nada. La perdiste y no la encontraste. O sea, tú te has perdido y aún no te has hallado, porque tú eres la consciencia, y en tu consciencia estás tú porque eres tú mismo. La consciencia lo contiene todo, y, a la vez, lo transciende todo. El todo es asumido por la nada, y la nada forma parte del todo, a la vez que el todo nace de la nada. Tú eres todo y tú eres nada.
-          Pues no me he enterado de nada…
-          Pero te lo he dicho todo… ¡Felices Pascuas, tío..!.
-          Sí que me has hecho la pascua, sí…
-          Otro día volveré…
-          ¡Ostras, Pedrín!.. que dijo Roberto Alcázar…

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