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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

jueves, 29 de diciembre de 2022

LOS DICHOS Y LOS HECHOS

                                                          

(de Mis Cuentos Infantiles)


El “Tú serás lo que quieras ser” no siempre funciona. Y lo digo aquí, en éste de hoy, en un intento de evitar frustraciones de cara al nuevo año en miles – quizá cientos de miles – de personas que no logran ser, ni hacen lo que desearon hacer, ni siquiera están en el lugar que soñaban estar… Y me atrevo con este tema, perdónenme, porque parecemos vivir en una época donde las máximas de mejoramiento por la voluntad empapan cualquier estrato social. Se venden libros de autoayuda, tratados de “tú puedes, házlo”, se dan conferencias donde se pone de manifiesto lo de que “el querer es poder”, etc…y se consigue algo muy injusto: que el que no pueda se considere a sí mismo fracasado. Y esas cosas que llenan los escaparates de “autoayudismo” terminan por hundir, más que ayudar, a la gente.

Además, crean expectativas falsas del tipo: yo tengo que conseguir lo que quiero, porque lo merezco, y porque la sociedad me lo debe, y porque tengo derecho a tener lo que deseo… Y no es así, en modo alguno, y con esto no quiero disminuir el valor de la voluntad y del autoesfuerzo en cumplir los objetivos fijados por cada cual, o por cada cuala, no me vayan ustedes a malinterpretar. Ni quiero tampoco devaluar el fruto de ese esfuerzo en la gente, tampoco… Pero las circunstancias, llamemos como llamemos a eso, también cuentan, por aparentemente misterioso que eso sea. Recordemos a Paul Elouard: “existen otros mundos, y están en éste”.

Cuando yo era un zagal, en aquella época de posguerra y de supervivencia, en aquella sociedad de vencedores y vencidos, en aquel estátus de tenencias y carencias… y de imposibles querencias, apenas en la escuela (luego un llamado Bachiller Elemental a pulso de bolsillo y que hoy apenas sería lo más bajo del colegio) ya despuntaban apetencias en mi humilde personajillo. Con aquellos escasos años ya me rondaban un par de cosas o tres por la cabeza: quería ser periodista, o profesor, o médico. Con una claridad meridiana, además. Lo demás, me la repanplimfaba, y el proseguir con la actividad comercial a la que mi padre se vió abocado por haber perdido una guerra, que, encima, nunca consideró suya, me horrorizaba. De hecho, me repelía. Ni me gustaba entonces, ni me gustó durante toda mi vida activa, ni me gusta ahora, en el resto de mi vida pasiva.

Llegado el momento en que me ví forzado a dejar mis muy escuetos estudios, y enfrentarme a mi no menos escuetas posibilidades, tuve que asumir la no existencia de los milagros… Mi padre me sentó junto a él y frente a la realidad: no podía sufragar estudios algunos (entonces todo valía una pasta con la que apenas se empinaba la olla). Ni profesor, ni médico, ni periodista, ni ninguna otra cosa. Nada. Cero. Con suerte, seguir con el negocio familiar de mercachiflería, y dando muchas gracias a Dios que eso, con otras labores a las que él se aplicaba, pudiera darnos de comer a la familia.

Pude negarme, rebelarme, marcharme con lo puesto y dispuesto, y arriesgarme… Es cierto. Pero no lo hice. Llámenlo cobardía, si quieren, tampoco lo voy a negar. En aquél momento pensé en mi madre, encadenada a un mostrador y que suspiraba por algún dia tener una casa normal, por pobre que fuera, en vez de en una casatienda abierta a la gente 16 horas al día todos los del año… O en mi propio padre, forzado a vivir una vida que tampoco quería, porque no era la que había elegido, y que también le encasquetaron con un “o lo tomas, o lo dejas” si quieres empinar las lentejas… O en mi hermano, que venía detrás de mí, y que puede que, con un poco de suerte, él la tuviera mejor que la mía, que tampoco rehusaba del todo en ese momento a lo que en verdad deseaba… Además, resulta que mi ayuda era necesaria ya mismo, p´ayer es tarde… El “pan debajo del brazo” ya se estaba poniendo duro. A marchas forzadas.

No tuve otra opción que la renuncia… ¿o sí?, de escabullirme a un destino atado a una argolla de hierro. El resto de mi puñetera existencia ha sido cumplir lo mejor posible. Lo mejor que he sabido, o podido, con lo que un día acepté, con lo que elegí… Porque sí, al fin y al cabo, fue una especie de elección, reconozcámoslo. Yo lo admití voluntariamente. Porque si fui medroso en ella, entonces acepté la responsabilidad que conllevó mi asentimiento, ¿o no?.. y he tenido que apechugar, al fin y a cabo, con las consecuencias del mismo.

Al final, todo quisque he de elegir en cualquier momento. Que las oportunidades, como pregonan los profetas de las autoayudas, sean consecuencia de tu voluntad, no es algo falso tampoco. Llevan razón en el márgen que la llevan, es cierto. Pero no es un dogma que se cumpla a rajatabla. Ni una certeza tampoco. No existe garantía alguna… Las circunstancias también cuentan, y mandan lo suyo, y no hay que dar explicaciones a nadie por ello… Hoy hay muchos miles de ingenieros, abogados o economistas trabajando de camareros, como triste ejemplo. La cuestión, creo yo, está en asumir honestamente lo que a uno le toca, jugando las cartas que le son dadas en el reparto… Yo, al final, no he tenido tiempo de sentirme defraudado, porque he estado muy ocupado.

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

ESTÁ MUY CLARO

 

(de CGTN Español)

Los especialistas vaticinan para el sector agrícola tradicional de Murcia que las grandes multinacionales de la alimentación terminarán absorviendo a los pequeños propietarios de cultivos.

Eso significa que acabarán imponiendo el mercado y los precios de la producción, en detrimento de los siempre paganos consumidores… Lo que quiere decir el monopolio del sector primario.

Si ahora está en manos de las grandes distribuidoras, que son de la misma ralea, y miren lo que está pasando, luego será muchísimo peor… Y la Administración, con los brazos cruzados mientras las oligarquías se hacen con el mando de la economía base. Los políticos trabajan para los poderosos, no para los ciudadanos.

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

martes, 27 de diciembre de 2022

PUES METÁMONOS EN EL CHARCO...

 

(imágen de Concepto)

De un breve que escribí en estas navidades, “…Y se armó el Belén”, creo recordar que se titulaba, una amiga y seguidora – por este mismo orden – me sugirió que ahondara un poco más en este jardín, y me instó a que me metiera en tales charcos, o ambas cosas a la vez… Bien, pues intentaré cumplir sus deseos. Ambos sabemos que no puede uno meterse en ciertos jardines sin encharcarse los zapatos, como también los dos sabemos que a muchos y a muchas les va a escocer, aún sin motivo alguno lógico. Pero una promesa es una promesa, y al que no le guste la nata, pues que siga con la fresa…

En ese corto decía que las Navidades que todos nosotros armamos alrededor de un Belén es del todo impostado… o, bueno, digamos “casimpostado”, para ser justos. Mucho más cuando ahora lo colocamos bajo un arce, o un acebo que jamás existió en aquel Belén, tan impostado como importado. Y aclaraba que toda la estructura del nacimiento de Jesús, sobre lo que basamos todo el despiporre que liamos, apenas la rozan un par de nuestros reconocidos evangelistas, y, sorprendentemente, lo desarrollan más, mucho más, unos Evangelios Apócrifos que la propia Iglesia rechaza por falsos. Lo que pasa es que la estrategia de toda religión es hacer suyo todo lo que la favorece aunque no le pertenezca, sea esto verdad o sea mentira… Incluso muchas veces, como es el caso, todo se reduce a un “copypega” descarado de otras culturas y/o religiones, pero que le vino muy bien en su día para incorporar creyentes de ajenas creencias a la propia. Lo mismo se hizo con personajes impostados, que se hicieron “santos” para así hacerse con sus seguidores.

Pero a lo que vamos… Lo primero que no aparece en los anales históricos de la época es que en la Judea de Herodes los romanos mandaran hacer un censo. Además, en el caso de que se hiciera, es absurdo realizarlo en la última y más pequeña aldea, Belén, y no en Nazaret, ni en el resto de las poblaciones, ni siquiera en la propia Jerusalem. El trasladarse de Nazaret a Belén para ser censado, resulta, perdónenme ustedes, un poco bastante idiota.

Por otro lado, desde la más marcada antigüedad hasta la edad media aproximadamente, el “apellido” de los sujetos eran el nombre del padre, de sus oficio, de la tribu o clan, y/o el lugar dónde había nacido, y a Jesús siempre se le conoció, o bien por Joshua Ben Yousef, o bien por el latinizado Jesús de Nazaret… nunca y en ningún caso como Jesús de Belén… Este otro Jesús es el que nos montamos nosotros como excusa, primero, para hacer coincidir unas fechas, más astrológicas y astronómicas, que influyen en los calendarios; y luego, para también armar, ya de paso, las mayores y más desaforadas fiestas consumistas del año. Hoy, la cuna de aquél Belén, más artificial que natural por cierto, solo sirve a un mercado lúdico-hedonista, donde nos festejamos y nos regalamos a nosotros mismos haste el disparate, en nombre de una (falsa) tradición.

Perdón… la tradición no es falsa, si no copiada de otras tradiciones muy anteriores, de otras culturas y otras antiguas religiones… Ahura Mazda, del zoroastrismo, una religión eminentemente astrológica, y Ahrimán, su oponente (el Satán judeocristiano) ya eran colocados como el nacimiento del bien y del mal en personajes concretos de su propia mitología, al que, éste sí que sí, nacido humildemente de una vírgen, fue visitado por tres astrólogos guiados por una estrella, etc., etc., etc… Esta creencia llegó hasta la India, y fue adoptada por Roma en sus cultos mitráicos. Mitra nació un 25 de diciembre (cambio equinoccial), de Aiti, una vírgen, en un corral, donde además fue adorado por pastores, guiados por ángeles que les anunciaban la buena nueva del nacimiento de un Dios… He de añadir que algunos elementos, estas religiones ya lo añadieron del nacimiento de Osiris, de la aún más antígua, e iniciática, cultura egipcia.

…Y todo esto, como elemento cultural, está bien que se recuerde, y que se sepa y se valore correctamente, e incluso que se haga una tradición (no una traición) de ella, aún a costa de los inevitables retoques que la retuercen. Pero bien, vale. Mas como religión ya no me parece bien que se transmita. Primero, porque se falsea para acomodarla a su diós; segundo, porque se fabrica un dogma de lo que no lo es; y tercero, porque los dogmas acaban en fundamentalismos y siendo un nido de fanáticos integristas… Podemos decir con todo fundamento que toda religión forma parte de la cultura, pero no toda la cultura es religión. Hay que saber separar ambos conceptos sin mezclarlos en un puspurrí, y en un tótum revolutum, pues la simbiósis puede resultar peligrosa, ya que se termina por adorar dioses falsos que sirvan como excusa a nuestros intereses.

Y conste, y así mismo lo dejo dicho, que Jesús no es, en modo alguno, un ídolo, ni mucho menos. Fue un personaje real e histórico que transmitió un mensaje real, y valiosísimo para la evolución humana… que apenas hemos captado. Lo que adoramos como ídolos es todo el folklore y el aggiornamento con que disfrazamos y falseamos lo que tiene importancia de lo que no lo tiene en absoluto. Al final, nos quedamos y santificamos más la función de teatro de la Navidad, o de la Semana Santa, y despreciamos su auténtico y genuíno significado. Nosotros seguimos enredados, corregido y aumentado, en unas Saturnales que aún no hemos superado.

Es posible que el Mensaje real, el verdadero, en todo o en una gran parte, desautorice a las religiones institucionales y constitucionales. Y que, por eso mismo, esas iglesias hayan escondido, maquillado o prostituído esa parte de ese Mensaje que les deja con el culo al aire… Ello explicaría la ritualización y el dogmatismo populista con que se le reviste… Pero, sobre todo, el fabricar tótems celebrativos y propiciatorios de acontecimientos que se prestan a la fiesta desenfrenada, cuando no descerebrada… Es que, claro, así es mucho más fácil mantener a la clientela.

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

LA POCA VERGÜENZA

 

(de El Periódico de España)

El último intento de renovación del Tribunal Constitucional fué parado en el Senado por el propio Tribunal Constitucional a propuestas del PP… Tan solo por un voto (6 a 5) ganaron los conservadores.

Yo no quiero poner el énfasis en esa nota, en si los culpables son los de derechas, los de izquierdas, o ambos por separado y a la vez… Pero sí en que el propio presidente de ese T.C. se jugaba la nómina en ese envite, votando así su propia continuidad en el cargo.

Ese solo hecho ya es claramente deshonesto. Al menos debería haberse abstenido, pero, no… fue el voto de la diferencia. Ya digo, no hablo de colores, solo hablo de honradez, de dignidad, de vergüenza…

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

lunes, 26 de diciembre de 2022

MATRIMONIOS, CASORIOS, BODAS Y BODORRIOS

 


(de Bubble & Bells)

Me para por la calle una mujer jóven. Me pregunta si no me acuerdo de ella… Ante mi embarazosa duda, me espeta: “sí, hombre, usted me casó…”. ¡Válgame el cielo!.. en mis más de veinte años de Juez de Paz, habré casado a más de dos mil parejas, ¿cómo podría acordarme de todos?.. Pero, bueno, me cuenta que sigue casada – de lo cual me alegro – también del par de hijos que tiene, y se le ve la mar de contenta y satisfecha. Le doy la doble enhorabuena (por lo biencasada y por los hijos), y añade que, en parte a las palabras de Gilbrahl Khalil que les dediqué en el acto, que sin duda han contribuído a ello. Que su marido y ella las recuerdan casi como un sacramento, y que deberían de haber hecho además una especie de cursillo “civilmatrimonial” o así.

Me deja acojonadillo… Yo nunca pretendí sentar cátedra de nada y por nada, ni jamás he presumido de dar ningún sentido más allá del suyo y razonable a mis intenciones de hacerlo lo mejor posible dentro de mis posibilidades. Y mucho menos de casamentero, salvo que por intentar responsabilizarlos en la medida de mis creencias. Tan solo estoy seguro de un par de cosas: una, de que el llamado “sacramento del matrimonio” no es casarse en un lugar sagrado de mucho nombre y paquete, para luego celebrarlo con más paquete todavía… Y otra, que el mérito o demérito de todo matrimonio solo reside en lograr soportarse (considerenlo “adaptarse”) el uno al otro durante el resto de sus vidas.

Cuando yo hice la “mili”, por aquellas viejas calendas de mi promoción, cuando nos rellenaban la ficha de admisión en el ejército, había una casilla que ponía: “Valor”, y se rellenaba con un siempre invariable: “se le supone”… Pues bien, en este otro caso que nos ocupa, sería exáctamente igual. Es como si existiera una casilla en el Libro de Familia que pusiera: “Amor”, y se rellenara con un “se les supone”… Por cierto y porque viene a cuento, esto es una especie de “mili” con reenganche incorporado de principio. De hecho, la palabra “sacramento”, que es una palabra añadida por la Iglesia, claro, viene de la “mili” romana. Quiere decir Palabra Sagrada (Sacra Mentum), o sea, promesa, juramento, que es con el que los legionarios juraban ante su Lábarum (bandera).

Y no hay más historia que esa. La fidelidad al matrimonio no es otra cosa que la fidelidad a la palabra dada, que no es, ni más ni menos, que fidelidad a la palabra dada a otra persona y a uno mismo, a fin de cuentas. Cuando, tras alistarse, y “jurar la bandera”, y cumplir con la palabra dada, pide uno “licenciarse”, no es culpa de nadie, si no de un acuerdo entre ambos: en el Ejército existe la posibilidad de finiquito, y la Iglesia solo contempla el “hasta que la muerte os separe”. Eso es todo… Aquí, Dios, con permiso y con perdón, poco tiene que ver con nuestro comportamiento. No podemos hacerlo responsable de ello. En nuestro “Libre Albedrío” de decir un SÏ para luego decir un NO, poco entra Dios, y me parece muy poco serio tenerlo tan en cuenta para lo primero y luego olvidarlo para lo segundo. Aquí solo vale nuestra responsabilidad y/o irresponsabilidad en el envite matrimonial… Jesús se limitó a decir que “lo que está unido por Dios no lo SEPARA el hombre”, así, como constatación, no como mandato. El cambiarle el rabillo de la E por el de la A fué un trampantojo de la sagrada institución católica para convertir un hecho en una órden, en una obligación, en un dogma…

Todos los demás folklores que las personas nos montamos en templos y otros lugares de mucho perifollo, o en juzgados de mucho embrollo, con esas posteriores saturnales añadidas, a las que llamamos “bodas”, que cada vez se parecen más a nuestros carnavales de mucha pasarela y tronío, no dejan de ser mas que añadidos tan vacíos y opacos como falsos. (Más de uno, y de dos, y muchos casos conozco, que se han casado “por la Iglesia” hasta dos y tres veces, con las mismas espurias celebraciones)… Por eso mismo que siempre he considerado más honesto no meter a Dios en estas cosas, ni montar estos fastos y celebraciones en Su Nombre…

Pero, bueno… No deja de ser un punto de vista personal éste, que yo entonces ya trataba de transmitir a “mis” novios, y que vengo a comentarlo de nuevo aquí y ahora, porque me lo ha traído a las tripas mentales el sucedido con el que he comenzado este artículico, y miren, me viene muy bien para cubrir una temática que siempre he creído, a la par de interesante, digna de saberse y de tenerse en cuenta a la hora de casarse. Al menos, debería de ser tema de reflexión éste, al que la Iglesia, por cierto, siempre se ha opuesto, pero que “por lo civil” debía de haber estado honestamente obligado. Es una cuestión de claridad y honestidad que un servidor siempre ha tratado de contemplar y transmitir.

Uno se casa por atracción (lo de “fatal” o no, se verá después), o por afecto, si quieren, que conocimiento, poco. Lo del amor viene con el rodaje de lo que, en ese preciso y precioso momento, arranca a andar… ¡Ah!, y lo de la “convivencia” prematrimonial no deja de ser un pálido reflejo y adelanto sucedáneo de la “convivencia” matrimonial. Lo del “vivir con”, que eso significa con-vivencia,no es un “a cata y raja”, si no el definitivo “me quedo con el melón”. No digo esto porque yo esté en contra ni a favor, que óiga, a estas alturas poco me importa… No, lo digo solo para que no se utilice como excusa, naturalmente…

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

viernes, 23 de diciembre de 2022

...Y SE ARMÓ EL BELÉN

 

(de Cadena Dial)

Es muy curioso. De los cuatro evangelistas considerados por la Iglesia, apenas dos, Mateo y Lucas, hablan del nacimiento de Jesús, y poco. Incluso lo sitúan en Nazaret, no en Belén. Ni la alusión a los tres, que ni eran reyes ni magos…

Llama la atención que todas las peripecias que conforman la tradición, residen más en los Evangelios Apócrifos, que son precisamente los no recomendados por esa misma Iglesia.

Aquí se confunde la ortodoxia del dogma con la leyenda, y la fuerza de la costumbre con añadidos de otras culturas ajenas y otros dioses ajenos… Y bajo el manto y el mando de la fé, funciona de puñetera madre.

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

jueves, 22 de diciembre de 2022

SON MOLINOS, NO GIGANTES.

 


(de La Voz de Asturias)

En las brumas antíguas de mi niñez, reside la figura veraniega de aquél expendedor ambulante en las ferias, que vendía aire… Sí, vendía a la chiquillería, por una perra gorda, unos molinillos con aspas de papel clavadas en una caña de dos palmos. Si hacía un poco de viento, aquel sencillo artilugio giraba que daba gusto. Si no, la versión “auto” consistía en soplar, o también correr para producir uno el aire en base a la velocidad que imprimía nuestro cuerpo en movimiento. Pura física. Pero aquello era un regalo barato para cualquier zagal, carente de todo menos de imaginación, y que se podían permitir todas las economías entonces existentes, hasta las más exhaustas, que igual eran la inmensa mayoría.

Se me abre hoy esa ventana al recuerdo por la gran similitud gráfica de aquellos molinillos de papel de colores, que precisaban de nuestro pulmón, con los actuales generadores de energía eólica que pueblan parte de nuestras altas planicies y montañas… Aún comparando la proporción de aquellos frágiles artilugios con las inmensas torres y sus gigantescas aspas, la similitud es mucha… o a mí me lo parece al menos. Sin embargo, por algún interesado, y no me cabe duda que inducido, movimiento social, parece que se ha decretado oponerse a ese tipo de instalaciones. La estúpida razón que se esgrime no es que sea perjudicial para el medio ambiente o para el bienestar humano, más bien todo lo contrario, si no porque ofende el más que dudoso sentido estético del personal.

Y exáctamente igual está ocurriendo con los huertos de placas solares… Antes criticábamos que un país rico en energía solar limpia, se la impidiese y estorbase, poniendo incluso un absurdo “impuesto al sol” y legislando en contra de su implantación. Y hoy nos manifestamos en sentido contrario. Ayer nos quejábamos de rendirnos a las energías caras y contaminantes, y ahora ponemos pegas a la producción de las baratas y limpias… porque afean el paisaje. Por lo que se ve, una central nuclear con su torre humeante abierta a la atmósfera es un paisaje digno de admirar. Desde luego, el cretinismo humano es paradigmático. Ignoro por qué los molinos de viento que decimos proteger como patrimonio cultural nos parecen tan bellos y bucólicos, y estos gigantes eólicos nos parecen abominables. Los dos están movidos por el aire, unos nos daban harina y los otros nos dan electricidad incontaminante para ser consumidas por los hogares de su entorno. En ambos operan exclusivamente las fuerzas naturales… Don Quijote se confundía con los primeros, y nosotros nos confundimos con los segundos.

…Yo creo, en mi particular opinión, que todo obedece a un tipo de demagogia, escondida e interesada, política o económica, o las dos cosas a la vez, inyectadas en una ciudadanía, fácil de embaucar, por haber sido sustraída a sistemas educativos serios, honestos y eficientes, y haber sido vendida a la incultura de las redes, aleatoria y llena de falsedades y mentiras. Las personas, cada vez menos personas, son cada vez más gente. A este fenómeno, actual y real, algunos pensadores y sociólogos ya empiezan a denominarlo como “la gentificación de los seres humanos”… Esto hace, por ejemplo, que empiecen a constituírse comités de ciudadanos y vecinos que no protestan en sus ayuntamientos por la deriva económica externa de sus impuestos que solo produce pobreza y decadencia (sistema de Licitaciones), pero sí lo hacen porque, al abrir la ventana de su casa, en vez de ver el solar improductivo y lleno de matojos, lo ven lleno de placas solares o molinos eólicos.

Y la demagogia anida en la democracia y se establece en la dictadura, no lo olvidemos… Un demócrata de una pieza como era Ortega y Gasset, ya lo advertía sin ambages: “La democracia exasperada y fuera de sí, es el más peligroso morbo que puede padecer una sociedad”… Hoy los derechos de una panda de manipulados se solapan y confunden con los derechos de toda la sociedad en general y en su conjunto. El derecho a la libertad de expresión, como otro ejemplo, no permite violar cualquier norma de respeto. Nuestro derecho a la libertad no es aval para esclavizar al resto de los demás. Justo a eso se refería Ortega. Lo veía venir. Esto no quiere decir, en modo alguno, que se use la represión para salvaguardar lo contrario. Tampoco es eso. La sutil línea que separa la ley de la norma es la educación, y eso solo lo otorga una buena cultura de base.

… O dicho de otro modo, tal y como lo dejaba caer André Malraux: “Esta voluntad de expresar la vida humana sin discernimiento moral, es lo que caracteriza el totalitarismo”… La perversión de la democracia es cuando ésta dá a luz un nazismo, un fascismo, un comunismo, o cualquier otro ísmo. Y nuestras democracias actuales están concibiendo en su seno a muchos y peligrosos populismos. Algunos, ni se ocultan, como el de Meloni recordando a Mussolini. O en Francia, donde gran parte de los obreros y parados han votado a Le Pen (¿?). O el golpe frustrado hitleriano en Alemania. O como Vox, aquí, en España, recordando a José A. Primo de Ribera, y coreando “Volveremos al 36” sus desgraciados espantapájaros musicales, contratados teloneros en sus fascios fastos…

Ellos son los que envenenan la voluntad y el pensamiento, y el razonamiento, de los ignorantes, que actúan, como auténticos zombies, bajo sus mentiras… Pero es que, la manifiesta mediocridad de los otros partidos, que los imitan adoptando el sistema de consignas, es lo que hace enfermar a la democracia… Piénsenlo, piénsenlo ustedes…

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

martes, 20 de diciembre de 2022

VAMOS A LA CONTRA

 

                                                                 (de 20 Minutos)


En nuestro mundo hemos sobrepasad los 8.000 millones de habitantes. Ignoro si eso es motivo para reír o para llorar, porque hemos crecido desproporcionadamente. Los países más pobres están superpoblados, y en los más ricos decrecen sus habitantes.

En España, por ejemplo, mueren más que nacen… Encima, los pocos pero más pudientes, abusamos de los recursos del planeta, mientras los muchos pero más pobres se mueren de hambre. Esto tiene poco de normal y de moral.

Pero la teoría de los vasos comunicantes acabará por imponerse, y si no es por las buenas será por las malas… No podemos ir contra la naturaleza de las cosas sin que las cosas, nuestras cosas, sucumban ante la naturaleza.

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

BUENO, VALE, D´ACUERDO...

 (de El Apurón)


Hace más de sesenta años, poco para la Historia, aún con minúscula, pero mucho para las Personas, aún con mayúscula, el concepto de la NAVIDAD, al menos en mi pueblo de orígen, comparado a hoy, se parece lo que un huevo a una castaña. Tanto en los fondos como en las formas, y también en las hormas, y hasta puede que en las normas… Solo le queda el nombre: Navidad, pero ha desaparecido el concepto, si es que hubo algo al respecto, porque, lo que sí es cierto, es que no es el mismo prospecto…

La Navidad de entonces solo duraba una semana, quizá que menos, tres o cuatro días, siendo muy generosos. Comenzaba en Nochebuena, y luego se suspendía hasta Reyes, con la Noche Vieja en medio como una isla, haciendo buena pausa entre los números rojos (con perdón entonces) del almanaque, por un par de poderosas razones: porque había que currar para poder comer, y porque no existían ni convenios, ni vacaciones, ni puentes, ni nada, y la gente, ¡milagro!, sobrevivía y su salud no se quebrantaba…

Pero la Navidad era tan esperada como escueta y a tiro de escopeta, y quizá por eso mismo se le valoraba: por lo muy apreciada por tasada. Todo lo que se hacía en las casas del pueblo era reunirse las familias a comer el día de Pascua, y aviarse un buen surtido de dulces caseros, de horno comunal y panadero, con que armar una bandeja mínimamente digna que ofrecer a los amigos, vecinos, parientes y paisanos, que se acercaban a felicitarse mutuamente tales fiestas… Solo ese hecho ya cambiaba el mundo.

Para mi hermano, goloso por encima de todo, aquello era como el séptimo cielo (tocino de), pues vivía pendiente esos cuatro días de quién aterrizaba en casa para avivar a mi madre a que “sacara el carro” con que agasajar la visita (nunca supe el motivo ni el orígen del cambio de nombre de aquella bien dotada bandeja), con suerte acompañada de algún animoso mistela… Eso, y algún extra de pollo, quizá pavo con suerte, y/o embutido-navity, en las comidas comunales, era todo el dispendio extraordinario que el común de la gente aportaba de buen grado, aún no exhento de sacrificio económico, como extra y homenaje para con sus convecinos…

El personal jóven se reunía por grupos afines, y recorrían el pueblo para “felicitar el aguinaldo” a sus respectivas familias de todos y cada uno de los miembros, y llenar el corazón de alegría y el estómago de buen licor y compañía. Ese era todo el jolgorio que cabía y que se repartía. Pero se saboreaba con un espíritu de solidaridad, sinceridad y amistad, auténtico y genuíno… Nunca, jamás, olvidaré una Navidad haciendo el servicio militar, que me tocó centinela nocturna en la linde de la base aérea con la playa, en plena madrugada, ver a la pandilla de amigos y amigas aparecer de la oscuridad y acercarse a la garita, para, entre panderetas y villancicos, felicitarme la fiesta… Aún ignoro cómo pudieron enterarse de la hora y el lugar de mi guardia, ni qué industria tuvieron que mover para enterarse de ello, que se decidía por sorteo a última hora en el Cuerpo de Guardia… pero benditos sean todos por eso.

Pero todo eso, precisamente, desapareció entre las hojas secas del tiempo, no así los recuerdos, que se aferran y se enrocan en los últimos rescoldos, aún cálidos, del alma… Ahora ya no existe nada de eso. Hoy, la Navidad comienza un par de meses antes, prostituyéndose a sí misma en las antesalas de los Black Friday y los Sunday Monday o como malditas leches se llamen, y entre las luces de las ofertas comerciales y la adoración y entrega al consumo… Antes, la Navidad era un sentimiento, ahora es un negocio. Vender y consumir, tirar y pagar, es el lema vital y su única estrategia. El culto a la Hostelería ha sustituído completamente a los propios hogares que acogían y obsequiaban con dulces y vino a los que se acercaban. Ahora “se queda” en bares y terrazas, en “tardeos” y tenazas, que proliferan como setas tras la lluvia de comidas y cenasde… que para eso están ahí. Pero el sentimiento no es el mismo, ni siquiera las sensaciones son iguales. Ya nada se puede comparar a lo que aún se puede recordar… Ya no es la fiesta de la Navidad, es la fiesta de la vacuidad.

Nos cuenta Platón en “El Mito de Er”, que quienes bajaban al Oráculo de Trofonio debían beber de una fuente cuyas aguas hacían olvidar cuanto esas personas habían sido. Era un rito purificador y terapéutico que los liberaba psicológicamente, si luego, claro, bebían de otro manantial que les permitía recordar con todo detalle lo que habían experimentado durante ese instante iniciático, como en un simbólico renacimiento…

A mí me ocurre al revés… Mi rito de iniciación, si acaso, lo tuve en mi pasado, si bien lo valoro en mi presente. Y para eso, tengo que conservar el recuerdo de lo que fué con la realidad de lo que hoy es. Y la perspectiva me hace ver la diferencia. Al contrario que lo de Trofonio, no he de beber de ninguna fuente para valorar tal diferencia, pues basta con haberlo vivido para darse cuenta de que esto apenas es una mala parodia… No soy, precisamente, de los que creen eso tan manido de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, ni mucho menos. Pero se han degradado muchos, demasiados, valores, para rebajarlo todo al más puro hedonismo, y eso está meridianamente claro para los que hemos vivido otras realidades muy distintas.

Las generaciones que no lo han conocido no pueden, ni saben, ni a lo peor tampoco quieren, valorarlo… Un cuento chino, dirán, y con razón… Vale, pero por eso mismo yo me aparto, me ladeo, me quito de en medio, y me niego a vivir el mercado y el mercadeo de la manada humana.

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com