AGORERO

 

(de ABC blog)

Esto es de lo último que un sufrido servidor ha sido calificado: de Agorero. Dice que siempre estoy dale que te pego con el pregón de calamidades que nos traemos con nuestro mal comportamiento; con la pésima gestión de nuestros políticos; con la avaricia de nuestros financieros; con nuestro suicidio ante el cambio climático; con la respuesta que damos ante la carestía; o con todo nuestro desquiciamiento y huída hacia adelante… Y a lo mejor llevan razón. O a lo peor la llevo yo. Solo el tiempo la dará o quitará a unos o al otro. Solo el devenir de los casos pondrán, o no, las cosas en su justo sitio. Tan solo la Historia escribirá sobre nuestras menudas historias.

Unos dicen que “agorero” viene del latín “augür”, esto es, gente que se dedicaba a augurar eventualidades que luego ocurrían, o no ocurrían. Como había quiénes profetizaban acasos buenos o acasos malos… Otros cuentan que agorero viene del griego “ágora”, plaza pública, y que se refiere a las personas que lanzaban sus peroratas en los lugares de mayor afluencia de gente, claro, las ágoras… En ninguno de los casos se infiere, en modo alguno, el carácter negativo y peyorativo que se ha generalizado como insulto a la definición de “agorero”. Nada que ver con el origen, la finalidad, o lo que sea el hoy exabrupto con que se trata tal palabra. Pero este segundo párrafo solo lo he escrito por ilustrar, y no por defenderme de nada, ni mucho menos. Tan solo señalar lo inadecuado de su uso por el desconocimiento de su significado, nada más. Lo que ocurría con esos antíguos griegos y romanos era que salían a las calles a avisar, a advertir, a apercibir a sus paisanos de los riesgos que ellos veían, o creían ver, en los acontecimientos y comportamientos de sus conciudadanos y de sus próceres. Si no anunciaban de lo bueno era porque lo positivo se consideraba lo normal, y lo normal no había porqué hacerlo observar, puesto que era, o debería ser, lo cotidiano…

Otra cuestión distinta, y entonces ya entraríamos en cuestiones filosóficas, es que se me diga que en la actualidad, desgraciadamente, lo que se considera habitual, lo normal y lo corriente, son los aspectos negativos de la existencia, y no los positivos. Esto ya sería una observación diferente, que solo a ustedes corresponde valorar y juzgar. Lo único que, en este caso, me atrevería a decir, con la venia, claro, es que si las cosas, los hechos, los cucedidos, se tuercen a malas, o se enderezan a buenas, será por la consecuencia de determinadas causas. Y si así fuera, que lo es, no lo duden, alguna responsabilidad tendremos todos nosotros en ello, ¿o no?..

La pura, dura y puñetera realidad es que un servidor se ha limitado a salir al ágora, a la plaza púbica de Escriburgo, y desde hace décadas en los periódicos, a decir y hablar del desvarío climático, cuando nadie queria verlo ni reconocerlo, por ejemplo… O a cascar de los destrozos económicos, sociales y geológicos de la llamada globalización, como otro ejemplo… O de las nefastas consecuencias de unos sistemas deseducativos politizados, espesos y erróneos… O de la mediocratización política que nos retrotrae a los viejos y nefastos populismos… O de la polarización que nace de apostar más por la partitocracia que por la democracia… O…

Pero eso no se trata de ejercer de augür, ni tampoco, por supuesto, de “agorear” (permítanme el palabro), se trata, llana y simplemente, de advertir, de señalar, de indicar, de avisar… y eso no es, en modo alguno, lanzar maldiciones al viento en plan profetismo catastrofista.. Si nos fijamos un poquico en los ejemplos señalados, por viejos y antíguos algunos de ellos, nos estan llegando ya los efectos de tales causas: la angustiosa climatología que nos azota; la carestía e inflacción que nos agobia; la mala educación y la pésima incultura de nuestros jóvenes, también de nuestros políticos, que han extendido el enfrentamiento de entre ellos a la propia sociedad, cada vez más dividida y polarizada; la corrupción de las ideologías; la pérdida de los valores humanos…

Ahora bien… si tales consecuencias no están ocurriendo, son falsas, y entonces es que yo falseo, miento, y así sí que soy un agorero, y encima, un mal agorero, o agoreador, si lo prefieren, que suena peor… Pero si es lo que ahora, hoy mismo, está sucediendo, no es más que la secuencia lógica de un proceso cuyos hechos comenzaron a suceder hace años, y que yo me he permitido incidir y ponerlos ante las narices de vuesas mercedes, que son, en definitiva, los que, con todo el derecho del mundo, pueden formar y conformar el tribunal que me juzgue…

…Y por encima de todo, o, si lo prefieren, a pesar de todo, están las opiniones de los que me siguen y me leen. Bastante tienen con también soportarme… Así que si alguno de ellos, o de ustedes, me tachan de agorero, en alguna forma y de alguna manera, lo seré. Lo que yo alegue en mi descargo no va más allá de las pertinentes aclaraciones hechas a tal punto, que ni me ofenden, ni me condicionan, ni nada de nada. Estoy más que acostumbrado a que los de izquierdas me llamen facha y los de derechas hijodeputin… Soy la misma persona para ambos extremos, pero no puedo ser las dos cosas en una misma persona. Pero eso solo yo puedo saberlo, y admitir lo que en verdad soy, que no soy nada al fín y al cabo… Y el calificador y el opinador que cumplan su función, que yo cumpliré con la mía… E tutti contenti

Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

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