LA MUERTE DEL COMERCIO
Lo he leído en la prensa
últimamente: En cuatro años, nuestra Región de Murcia ha perdido más de
quinientos comercios. Más de cien comercios por año. Una media brutal. Y
preocupante, muy preocupante… Y esto con toda la alharaca de nuestras
autoridades autonómicas sobre el crecimiento de los autónomos y el alborozo
político-administrativo alrededor de la afiliación global a la seguridad
social, y todo el cuento aprendido. ATA se lo achaca a la despoblación y al
áuge de ventas por Internet. No dice nada, y esto resulta, al menos, muy
curioso, de la proliferación de parques y grandes áreas comerciales a las
afueras de las grandes ciudades. Quizá esta organización interpreta lo de su
“despoblación” a las salidas puntuales pero generalizadas de los ciudadanos para
comprar fuera, y no dentro de las poblaciones donde viven, y hasta quizá, de la
que viven… Es que si no es así, no se entiende tal afirmación. Aquí no existe más
despoblación que en las aldeas y pueblos pequeños, y los comercios es una
sangría de cierres sin discriminación de número de habitantes. Sí, puede tener
razón, y solo en parte, en lo de la compra on-line…
En lo que existe una ceguera
prácticamente absoluta es en el hecho de que los pueblos sin comercio
empobrecen indefectiblemente. Primero acaba el comercio, y después acaba el
pueblo. Si lo que se gana en él se gasta fuera de él, los recursos disminuyen
paulatinamente, los impuestos municipales encogen y las prestaciones a la
población disminuyen en la misma medida, calidad y porcentaje… ¿Cómo se puede
mantener una administración local si sus propios funcionarios (y esto es un
solo ejemplo práctico y gráfico) se gastan fuera del pueblo lo que ese mismo
pueblo les ha pagado a través de sus impuestos?. Es pura matemática.. Por eso
mismo sorprende la miopía de las administraciones locales ante tal
circunstancia. Hay algunos ayuntamientos que se estiran más que otros, pero
nada significativo. Apenas gestos para la galería y con que justificar una
concejalía. Todas concebidas apenas para encalar la fachada de un edificio en
ruinas. Poses y fotos, nada más. Pero ninguna se compromete seriamente a montar
campañas de fidelización de la clientela de manera decidida y permanente.
Ninguna mantiene ninguna acción decidida y definida que evite la evasión de la inversión
– doméstica – vital, del día a día…
Ninguna dispone de ninguna herramienta activa encaminada en ese sentido…
Los comercios locales, cada vez
son más de supervivencia, y se abren y se cierran a un ritmo vertiginoso, como
el pez que dá desesperadas boqueadas de aire. El empleo fijo y estable que
proporcionaba, es cada vez más eventual y menos profesional. O eso, o mantener
la respiración asistida con el propio dueño tras el mostrador hasta que se
aburra. Ya saben, quinientos desaparecidos en los últimos 4 años, aquí mismo…
Pero también el comerciante tuvo su oportunidad de usar las ventas en red a su
favor, de profesionalizarse en lo suyo, de corporativizarse, de formar una red
de ventajas insuperables en ninguna gran área ni superficie alguna, interasociándose
y defendiendo sus intereses mancomunando fuerzas. No lo hizo cuando pudo
hacerlo y se le ofreció. Lo despreció. Y ahora no genera recursos suficientes
como para lograrlo, pues apenas su rendimiento ya mantiene el gasto. Tuvo su
oportunidad y la tiró por la borda, es cierto… Pero eso ahora, en estos tiempos
críticos, ya no puede hacerlo por sí solo. Y el que puede, se larga a otros
lugares con mayores posibilidades… Hoy, solo su administración local puede
salvar a su debilitado comercio, y, salvándolo, salvarse a sí mismo. O eso, o
hundirse poco a poco con su propio debilitado y vulnerable pueblo en una
espiral de gradual empobrecimiento.
…Y también, también los
habitantes de esos pueblos tienen su parte de responsabilidad en esta muerte de
quinientos comercios que empobrecen el entorno en el que viven y del que viven
como vecinos. Deberían tener conciencia que, si gastamos fuera del entorno el
dinero con que se pagan los impuestos que mantienen nuestros servicios, la
decadencia de la que luego, eso sí que sí, tanto sabemos quejarnos, estará
producida por nosotros mismos. En realidad, son acciones compulsivas de
consumismo puro y duro, que, fuera de nuestro contexto, son a la vez acciones
irracionales contra nuestro propio hábitat urbano y de residencia. Solo hay que
aplicar la lógica y el sentido común. Y acordarnos de la regla de tres. La
prosperidad de una comunidad se hace efectiva cuando la riqueza que genera se
comparte dentro de la misma, pues su efecto se multiplica, pero cuando se
reparte y dispersa fuera de ella, el efecto divisor interno es
destructivo...Nunca ha sido lo mismo compartir que repartir. Existe una enorme
diferencia en su naturaleza.
Y esa campaña de concienciación
urbana y ciudadana (y educación) también es deber y obligación directa de esos
Ayuntamientos que están asistiendo a la pérdida de su potencia comercial y de
sus propios recursos en una lenta agonía que no parece tener fin… Bueno, sí ,algún
día lo tendrá. Si vamos restando más que sumando, en algún momento veremos nuestras
calles vacías (aunque nuestros bares estén llenos). Y cuando las calles de un
pueblo estén vacías de contenido, que solo queda el continente sin vida, ese
pueblo habrá muerto como tal, y se habrá convertido en otra cosa. De momento,
nuestra velocidad de crucero supera las cien tiendas muertas por año… aquí, en
nuestro solar. Enhorabuena a todos, por todo.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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