LOS AMOS Y LOS CABALLOS

No se puede hacer vino nuevo en odres viejos. O revientan los odres, o el vino se pudre. Lo dijo el Cristo en una de sus parábolas del Evangelio. Y esta metáfora es universal, y sirve para todo y todas las acciones del ser humano, y muy especialmente para sus actividades de relaciones y políticas. No se pueden adoptar ni adaptar nuevas formas políticas con maneras viejas. No se puede desarrollar una nueva manera de entender la política con formas caducadas… Y, si de verdad es cierto que deseamos no caer en los mismos errores, abusos, prepotencias, robos, nepotismos y corrupciones en que se ha desenvuelto la política hasta aquí, hemos de tomar conciencia de ello y comprometernos personalmente en cambiarlo… Y noten que estoy diciendo, y lo recalco: personalmente.
 
                Verán que no voy a caer en la fácil trampa de predicar el nombre y apellidos de qué nueva política ni qué nuevos partidos. Lo de camuflar más de lo mismo tras unas nuevas siglas es una tentación más vieja que la de la manzana… Puede ser que sí, o puede ser que  no. O puede ser, simplemente, que cambien ciertos ropajes sin mudar de ropa interior, o ciertos paisajes sin trasladarnos de lugar. Como tampoco se puede esperar el milagro de que formaciones con vicios adquiridos de falsedad y manipulación puedan convertirse, de la noche a la mañana, en perfectos illuminatti… Si bien, tampoco me voy a arriesgar en afirmar que tampoco ello pueda ser posible. Grandes estrategas con visión de futuro capaces de dar un golpe de timón y cargarse las viejas rutas pueden aparecer, naturalmente, pero se les vé venir de lejos, y aún así, los cambios son lentos y trabajosos, pues limpiar el barco de ratas y el banco de piratas no es tarea fácil…

                …¿Entonces..?, se preguntarán los que me han seguido hasta aquí. Entonces no cabe otra solución que cambiar de hábitos nosotros. Mudando nosotros, los mudaremos a ellos, y con eso, conseguiremos la transparencia y rigor políticos que tanto pedimos y necesitamos… ¿Y cómo se hace eso?.. pues molestándonos en ser humanos que piensan por sí mismo y no a través de los lentes preestablecidos por unas siglas. Desterrando de raíz viciadas y nefastas costumbres de apoyar partidos en lugar de cuestionar personas. Ya sé que lo que hacemos hasta ahora es muy cómodo. Pero también es muy irresponsable. Yo voto a “los míos de toa la vida” y me voy a casa a aplaudir el partido. Pero no, no es eso… “los nuestros de siempre” solo son de sí mismos, y nos utilizan para sentar sus culos, colocar a los suyos, vivir del cuento y eternizarse en los cargos… “Los nuestros” solo van a profesionalizar su buen vivir, a sentar plaza, a hacer oficio de la política y a vivir del cuento de que trabajan por y para el pueblo, cuando solo maman de ese mismo pueblo. “Los nuestros” solo nos usan y se aprovechan de nosotros.

                Solo podemos hacer un par de cosas. Una es molestarse en estudiar los programas y no votar la lista que incluya imputados, por ejemplo. Ni las que se niegan a cambiar las leyes electorales, ni a las que no defiendan las listas abiertas, por otro ejemplo, ni las que no apoyen decididamente medidas de avance social y cultural, o las que pongan trabas a la participación ciudadana directa… cuidado, digo DIRECTA, en la gestión pública y control de las responsabilidades políticas del día a día, no cada cuatro años. Ni aquellas que no se dirijan a conseguir una mayor transparencia política y económica… Enfín… Y la otra cosa es fiscalizarlos, vigilarlos, examinarlos e inspeccionarlos a cada paso, estar encima de su cumplimiento o incumplimiento…


                …Claro, me dirán, para hacer esas dos cosas hay que molestarse, y preocuparse y ocuparse de la gestión pública y política… Pues sí, claro, naturalmente… Es lo que hace una sociedad despierta, responsable y avisada. Y no dormida y abotargada como la nuestra. Yo no puedo entender que una maceta que dá frutos podridos pueda darlos sanos si no se empieza por cambiarle la tierra. Dice el refranero español, que suele ser mucho más sabio que los propios españoles, que el ojo del amo engorda al caballo… ¿Cómo, entonces, es posible que lo entendamos y repitamos tanto, pero no lo apliquemos en política, si es la política la que condiciona nuestra vida?.. Pues será porque ellos son los amos y nosotros los caballos… ¿Qué no?... piénsenlo, piénsenlo bien pensado, y verán como sí.

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