ATEÍSMOS
En la última, y ya
afortunadamente pasada, Semana Santa, en la que, mientras se sacaban Cristos
crucificados a la calle en festividades barrocas, en nuestras fronteras morían y
desaparecían cientos, y sufrían miles, de accehomos, eccemujeres y eccniños,
crucificados de verdad por nuestra insensible incoherencia, me vino a la
memoria aquel sucedido al periodista Manuel Rivas en Irlanda, donde, ante su
aseveración de “yo soy ateo”, le
preguntaron, muy serios y circunspectos, “pero…
¿ateo católico o ateo protestante?”. Un matiz importante. Y me vino a la
cabeza porque, en realidad, hay cientos de miles, millones, de católicos – y por
extensión quizá también protestantes – que, a pesar de su confesada
practicidad, son ateos sin ni siquiera saberlo. Y son ateos, precisamente, por
creer en el dios equivocado. En el dios de la costumbre, de la tradición y del
folklore, pero no en el auténtico, en el verdadero Dios, puesto que los
verdaderos y auténticos Cristos los tenían (y aún los tenemos) en Idumei, no en
nuestras plazas y calles, y están siendo colgados en la cruz todos los días.
Es la diferencia entre el Dios
real y el dios virtual. Por eso mismo se puede ser ateo con respecto al primero
aún siendo creyente y practicante de ritos con respecto al segundo. El solo
hecho de justificar por encima de los refugiados a nuestro estatus de
comodidad, seguridad y calidad de vida / y aquí van incluídos nuestras
hedonistas procesiones y demás festejos / ya supone un acendrado ateísmo. Es
más… yo diría que un ateísmo religioso, que sería la moderna forma de paganismo
en España, quizá más proporcionalmente que en el resto de los países europeos, puesto
que aquí se encadenan unas fiestas tras otras sin parar en toda nuestra
geografía. Aquí se trabaja poco y se festeja mucho. Y todas y cada una de ellas
siempre en honor de algún santo o santa, virgen o figura religiosa. El menú es inacabable.
Pero el festejo, si se fijan, tanto en el fondo como en la forma, es mucho más
idólatra que deólatra. La religiosidad idólatra existe, y el fervor idólatra,
también. Y eso es un claro ateísmo.
Yo no me considero ateo, pero sí
gnóstico. Gnósis significa conocimiento, y aunque desconozco muchas, muchísimas
más cosas que las que sé, sí que me esfuerzo por ser sensible a las
diferencias. Y más cuando son tan flagrantes y es tan fácil distinguirlas. El
gnosticismo, al fin y al cabo, es una sana costumbre de mantenerse alejado de
las fés ciegas, de adquirir una sana distancia, de ponerse en perspectiva. Y ya
se sabe que la perspectiva dá mayor realidad a lo que se vé a mayor distancia.
Los árboles, fue dicho, no dejan ver el bosque. O lo que es igual, la lejanía
te deja ver lo que en la cercanía eres ciego… Y no esgrimo este párrafo para
justificarme de nada, ni mucho menos para situarme por encima de nadie, pues
todo el mundo puede hacerlo, si no tan solo como intento de poner distancia con
esa ceguera colectiva de los que están dispuestos a lapidar a todo aquel que no
se integre en su ateísmo. Prefiero asumir esa incomodidad, no exenta por cierto
de riesgo, a la comodidad de lo falso.
Es algo así como lo de la
Caverna, de Platón. La oscuridad es cálida, segura y acogedora, y se goza de compañía,
mientras buscar algo de luz supone lo contrario, la frialdad, la incomodidad,
la inseguridad y la soledad son tus únicas compañeras, e incluso serás atacado
o desterrado. Por eso afirmo, como algunos pocos, y algunos otros que callan,
que las más auténticas procesiones de Semana Santa de este año son las de los
refugiados a las puertas de Europa. Y lo son, aunque allí no se hayan
desplazado ninguna cofradía, ni hermandad alguna, ni se les hayan elevado
ostentosos tronos, ni los hayan acompañado decenas de miles de penitentes
ricamente ataviados, ni hayan sido escoltados por vistosos uniformes militares,
muy marciales ellos, ni nadie haya peregrinado en ninguna operación salida para
llenar sus tiempos, sus ocios y sus tripas, y sus móviles de vistosos selfies
con que presumir a la vuelta… Los verdaderos dioses, al fin y al cabo, del más
puro ateísmo católico… o protestante, es igual.
Desde que falleció ahogado el
niño Aylan Kurdi, más de 500 han muerto en esta auténtica Pasión, y más de
10.000 han desparecido, secuestrados para Dios (el de verdad) sabe qué fines… Y
los que están con ellos, y no procesionando precisamente, no sé qué clase de
ateos serán, pero seguro que creen en el Auténtico Dios, y no en el falso…
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