RELIGIONISMOS
Visto
con la suficiente perspectiva, tras los últimos atentados del Isis, y a pesar
de que la comunidad árabe establecida en España se alineó con las
manifestaciones en contra de los mismos, la xenofobia y la desconfianza han
crecido en nuestro país de manera exponencial. Eso se nota. Se huele. Se
adivina sin mucha dificultad. Tengo pocos amigos árabes, la verdad, pero los
que mantienen mi confianza, o yo mantengo la suya, me dicen que ahora el
rechazo lo notan mucho más que antes, que se les mira y se les trata con recelo
mayor. Y que lo comprenden, pero no lo entienden. Y a esos pocos trato de
explicarles la enorme diferencia cultural y de costumbres, a pesar de haber
cohabitado durante ochocientos años en nuestra historia común. Y que cada
pueblo ha evolucionado, y/o involucionado, política, religiosa y socialmente
por separado durante otro mucho tiempo. Y ahora ya casi que ni nos conocemos. Y
que las cosas son como son, aunque, con una mayor cultura por su, y nuestra,
parte, no debieran ser así.
Lo que ya no paso a tragar es cuando
se quiere justificar todo, o condenar todo, en base a la religión. Tengo un
Corán en casa, que me he leído un par de veces. Como tampoco me es desconocida
la Torah, en la que se basa el judaísmo. Al igual que, por supuesto, estoy
bastante familiarizado con La Biblia, donde nada tiene que ver el Antiguo con
el Nuevo Testamento. Y en ningún texto de esos, en ninguno, en modo alguno está
justificada la violencia, ni ninguna guerra santa, ni yihad, ni cruzada alguna.
En absoluto. Toda esa mierda son interpretaciones interesadas para conseguir
fines espurios de dinero y de poder. Una fe torcida que, inteligentemente
vertida en un medio miserable e ignorante, produce cuanto fanatismo se necesita
para convertirlo en terrorismo. Pero ninguna religión, ninguna, a lo largo de
su historia, ha sido ajena a tal fundamentalismo.
El mensaje del cristianismo, como el
del islam, es un mensaje de paz (la palabra Islam significa Paz) y ha habido
ejemplos sobrados de cristianos piadosos y solidarios, si bien el trasfondo de
poder en la Iglesia Católica está
plagado de amoralidad, crueldad e inhumanidad. Si eludimos los prejuicios de lo
políticamente, o religiosamente, correcto o incorrecto, nos encontramos con
siglos en que la venerable institución prohibió traducir La Biblia al pueblo,
se instauraron en su seno unos poderes inquisitoriales más propios del demonio
que de Dios, ingresaron ingentes cantidades de dinero vía bulas, y de bienes
raíces, y dudosos perdones y dudoso mercantilismo de favores se aliaron, y
tuvieron ejércitos propios con los que masacraron pueblos enteros, sin
distinción de sexo ni de edad; o las últimas alianzas históricas con los
poderes más fácticos de las naciones más poderosas del mundo, que obstaculizaron
cuanto pudieron el desarrollo social, cultural y científico (Galileo, Giordano
Bruno, Miguel Servet…) y aún lo siguen haciendo entorpeciendo investigaciones
médicas. Exterminaron razas y credos (guanches, indios, cátaros, albigenses…),
justificaron la esclavitud, contemporizaron con el nazismo… relegaron a la
mujer a lo que el islam hoy tiene relegadas a las suyas, y se fabricó un
integrismo cristiano que nada tuvo que envidiar al integrismo islámico de hoy.
Si las llamadas “religiones del
libro” – judaísmo, islamismo y cristianismo – se investigaran según su
historia, que no según sus dogmas, veríamos la cantidad de crímenes, abusos y
despropósitos que en nombre de Yahvé, de Alá o de Cristo, se han llevado a
cabo. Pero todas, todas, tienen sobre sus espaldas sus cazas de brujas y
herejes, sus tribunales inquisidores, su colonialismo ideológico por la fuerza
del terror y de las armas, y por el inmenso poder de sus cleros sobre las almas,
y sus infinitamente más muertos a su cargo que mártires con los que
justificarse… Que “en todas partes cuecen
habas, y en mi casa a carretás”… como reza el refrán rumí, que es como los
“moros” nos llamaban despectivamente a los cristianos cuando ellos estaban al
mando, y que nosotros hemos heredado y adoptado.
Porque sí, se las conoce, como digo,
por “las religiones del libro”, pero el libro, sus libros, no son responsables
de sus atrocidades y excesos, si no la religión, las religiones que lo han
usado para justificar sus abusos. Ellas son las que han manipulado conciencias,
no los libros, no el libro. Ellas son las que han dado al libro, a sus
respectivos libros, las interpretaciones corrompidas que les han interesado
para así mantener la ignorancia y la más pavorosa incultura al servicio del
miedo, y nunca, jamás, lo han puesto al servicio de la razón y del desarrollo
espiritual de sus puebl…Así que nadie me venga con cuentos, por favor… Y que
cada cual se aplique los cuyos vía rectal, si es que puede…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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