PARADOJAS

Nuestro mundo es totalmente paradójico. Nos movemos entre conceptos contrarios y no nos damos cuenta que nosotros mismos somos parte intrínseca de esos mismos conceptos, que no podemos escapar a ellos… o quizá sí podemos y es que no lo sabemos, o que en el fondo no queremos. No lo sé muy bien, pero sí sé que somos unas absolutas paradojas con piernas. La paradoja más famosa por conocida es la del cretense, del filósofo griego Eupiménides. Decía éste hombre que un cretense aseguraba que todos los cretenses eran mentirosos. Naturalmente, si el cretense, como mentiroso que era, mentía, resulta que los cretenses decían la verdad. Y si, como tal, entonces decía la verdad, resulta que era un mentiroso… y así se forma un bucle sin solución ni final que puede durar hasta que las ranas críen canas.
   
            
                Pero la paradoja no está solo en la verdad y la mentira. Está en muchas cosas más. Prácticamente reside en casi todo, por no decir en todo. La verdad y la mentira son dos partes de una misma realidad. Al igual que no sabemos distinguir lo auténtico de lo falso, lo real de lo irreal, la mentira hemos de contrastarla con la verdad para saber en qué parte es mentira, y la verdad hemos de confrontarla con la mentira para saber en qué parte es verdad. Es como cuando alguien hace una afirmación o una negación, y siempre hay algún otro que le contesta con la pregunta: “¿…comparado con qué?..”

                Es como la búsqueda del amor verdadero. ¿Cómo saber cual es el amor verdadero si no sabemos distinguir los amores falsos?.. Las páginas del Hola y los tiempos del Corazón-de  están repletos de amores verdaderos que venden sus exclusivas hoy para dentro de unos años volver a declarar otros amores verdaderos. Ni siquiera el que, aparentemente, dura toda la vida, puede considerarse absolutamente verdadero, precisamente por eso mismo, porque puede ser apariencia, costumbre, interés, conformidad, comodidad… ¿quién puede saberlo?. Un amor que se divide en afectos, cariños, atracciones, querencias, apegos, enamoramientos… un amor que se desintegra en diversos grados de amor no puede ser el “amor verdadero”. Incluso se ha llegado a decir que el odio es un amor torcido, un amor errado, del lado oscuro, como en la guerra de las galaxias. Yo creo que el “amor verdadero” es un concepto típicamente femenino, como cuando hablan de un “maquillaje natural”. Todo maquillaje es un artificio, luego no puede ser natural. Nunca puede ser lo uno y su contrario…¿o quizá sí..?. Una paradoja muy femenina, pero es posible tanto que la lógica y la paradójica sean ambas de naturaleza femenina…

                Es como el bien y el mal. ¿Cómo saber lo que está mal si no tenemos una idea formada del bien?. O, al contrario, ¿cómo apreciar el bien si no conocemos el mal?.. ¿No será porque ambas ideas, ambos conceptos, forman parte de una sola naturaleza?.. El hombre puede pasarse toda su jodida vida buscando el bien haciendo el mal, exactamente igual que cuando se dice que Dios escribe con renglones torcidos… Y hablando del Jefe Supremo… teológicamente se afirma que Dios está presente en toda su creación. Axioma que comparte la propia física quántica en sus últimos descubrimientos con respecto a la energía y la materia. Pues bien, si Él es y está en cuanto ha creado, también está en el diablo, puesto que también es creación suya. Deducción lógica. Si el demonio es lo contrario a Dios, Dios está también en su contrario, luego son complementarios… Salvo, claro, que eso de que es su contrario, su rival, su opuesto, su enemigo, no sea verdad, y sea un concepto creado por nosotros, naturalmente…


                Cuidado, chalao, que con la Iglesia has topao… se me advertirá en este mismo punto y momento. Que tú estabas hablando de paradojas y no se te permite ejercer la facultad de pensar ni razonar más allá de un límite. ¿Cómo osas hoyar sagrados terrenos en los que tenemos la exclusiva de interpretación por franquicia divina?.. ¡Anatema para ti y para los que os atrevéis a pasaros del límite establecido por nos!.. Pues sí, mis queridos seguidores, lectores y amigos míos, sí. El propio Dios es una paradoja. Quizá que la mayor y más grandiosa de todas. Una paradoja en sí misma. La Única. Pero no nos engañemos. Eso no quiere decir que no exista. Lo único que no existen son los dogmas.  Más bien todo lo contrario. Es más que posible que lo único real, cierto y verdadero, lo único auténtico, la única existencia existente sea la de la paradoja, y nosotros solo vivamos dentro de Ella… Pensémoslo, aunque sea pecado.

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