PAYASOS
La figura del payaso me produce una sensación agridulce. Es lo que siempre me ha suscitado. Sé que existen y existieron grandes, eminentes y sublimes payasos, como Charly Rivel, y otros, pero yo solo los conocí a través del couché. Yo solo conocí a aquellos pobres que iban a los pueblos de posguerra en circos astrosos, famélicos, con el hambre de la necesidad y la censura pegados a su carpas remendadas. El de la cara pintada de blanco, el listo, que decía al tonto, al zapatones, - A ver, toca el saxofón… - ¿el salchichón..? contestaba el otro infeliz… - A ver, ¿qué es la filosofía?.. preguntaba el del cachirulo, - Pues la Filomena y la Sofía , contestaba el singraciado del otro. Y lo cierto es que daban más lástima que risa. Al menos para mí era como la sensibilidad del que buscaba lo que le faltaba entre los que no teníamos nada. Algunos pocos de mi edad quizá entienden lo que quiero decir… Aquellos payasos hacían llorar entre risas, y hacían reír entre las lágrimas.