VERDAD = MENTIRA
Decía John Ford en “El hombre que mató a Liberty Vallance”, que, a veces, convenía privilegiar una mentira sobre una realidad. Que la mentira es despreciable solo cuando es nauseabunda, y que hay mentiras y mentiras, y mentiras denunciables junto a mentiras justificables. Las mejores son las que evitan un daño innecesario, y si no solo lo evitan, si no que encima producen pingües beneficios, así que se convierten en mentiras que merecen ser verdad… Por eso, al final, son más verdad que la verdad misma, y más bellas que la propia verdad. Es la belleza (y el rendimiento) de las mentiras. Una bonita (y necesaria) mentira que la verdad no puede (ni debe) estropear. Un ejemplo entre muchos es el de Los Amantes de Teruel, que en este 2.017 cumplen, por cierto, 800 años de efemérides. Díganle a los turolenses que los historiadores dicen que es un bello cuento que nunca existió. Digámoselo a los que se tienen bien montado un negocio con él. Díganle que es un relato del siglo XV ambientad