DE IDEAS FIJAS
(de Freepik)
Hay una pregunta que varias veces me he hecho a mí mismo, y que aún no he sabido responderme, al menos satisfactoriamente: ¿ante una idea fija, es posible razonar?.. Estoy seguro que todos los que me leen han sufrido la experiencia, alguna vez en su vida, o muchas, de tener que luchar contra una idea fija de algún oponente dialéctico (no necesariamente opositor). Tampoco tienen por qué ser ideas de naturaleza negativa, aunque yo creo, me parece a mí, que el mero hecho de ser fija ya la apea de la naturaleza positiva… no sé, prefiero compartirlo con ustedes a modo de consulta.
Mi experiencia personal ante tal tesitura, casi siempre, por tampoco decir siempre, ha resultado infructuosa y frustrante. No he conseguido una mínima apertura mental por la que proyectar un solo razonamiento… No debemos confundir ideas propias con ideas fijas. Las primeras pueden exponerse a debate, al uso dialéctico, a la luz de la razón; de hecho, cuanto más asentada se muestra, más abierta a discusión suele estar. Pero las segundas son un muro de irracionalidad delante de las narices… Un sí porque sí. Un porque lo digo yo y punto pelota. Esa pared es impenetrable por la sencilla cuestión de que no permite el paso al pensamiento libre. Es un pensamiento esclavo y esclavizador.
De ahí mi pregunta: ¿ante eso, vale el razonar?.. ¿sirve de algo o no sirve de nada?.. Y lo dejo caer en plan debate, y que mi respuesta no siente catequesis alguna. El hecho de que mis intentos en tales casos hayan resultado inútiles no invalida la posibilidad contraria. Puede ser, simplemente, que yo sea un inepto patológico, incapaz de plantar una sola semilla de razonamiento en el intelecto que se niega a pensar una sola posibilidad distinta… Pero, desde luego, en beneficio de nuestra propia salud emocional, mi consejo sincero y leal es abandonar el intento y marcharse uno a casa.
Lo considero un esfuerzo que produce sufrimiento, y ambos dos inútiles, ya que nada consigue y de nada sirve. De nada vale el derribar una puerta si no se va a admitir nada de lo que cruce esa puerta, sino que todo va a ser rechazado por la simple voluntad de mantener una idea fija aún fuera de toda lógica… La puerta cerrada no debe ser abatida, sino respetada, pues debe ser abierta desde dentro, voluntariamente, aún con todas las dudas y prevenciones del mundo, pero si no existe invitación, sino rechazo, toda insistencia solo alimenta la violencia en sentido contrario. Ya saben aquella ley física: “a una fuerza ejercida en un sentido, se corresponde otra igual en sentido contrario”. Hasta aquí, lo visto y experimentado.
Pero ante esa carencia de “llegada” por mi parte, está mi insistencia en promover el librepensamiento; el hábito de la duda razonable; la posibilidad de todo y la negación de nada; la práctica del sabio e inteligente “a priori”; el rechazo de todo dogma… Ya sé que alguno, o alguna, me va a decir que es como poner el esparadrapo antes que la herida, pero yo prefiero verlo como el entrenamiento antes que el esfuerzo. Aquel que se prepara para poder, puede; y el que sabe querer, quiere; como el que quiere saber, sabe.
El problema de la idea fija no está en la idea, sino en la fijeza del motivo… No está en el conocimiento, sino en el “cocimiento”. Lo malsano y enfermizo de una mente cerrada es como la de un local cerrado, que si no se abren puertas y ventanas para orearlas con otros aires leídos o venidos, las ideas se vuelven obsesivas y venenosas, como suelen ser las fijas… Existe un principio de sanidad mental: la idea más debatida suele ser la que más verdad encierra, y la idea más fija, por el contrario, la que mayor falsedad conlleva. Y también existe una ley: nunca admitas una idea sin antes ponerla seriamente en duda y contrastarla con otras.
He de reconocer, o así me lo parece a mí, que los de las ideas fijas se esconden tras una pared que es un espejo, de forma que te veas reflejado en él y parezca que el de ideas fijas eres tú… Como el de ideas fijas es obsesivo, pero no tonto, te devuelve la volea en un “es que tú te crees en posesión de la verdad”, a fin de hacerte creer que la cerrazón mental está en ti y no en él/ella. No sirve de nada mostrarle dónde está la clave de bóveda, y la diferencia de la estructura mental de ambos; de cómo y de qué forma funciona cada una… simplemente ha forzado que el juego quede en tablas. Esa es la estrategia: hacer que te enfrentes a tí mismo para no tener que hacerlo él consigo mismo.
De ahí que mi reflexión en éste de hoy la base en esa incógnita que planteo en su comienzo, al principio de todo: ¿sirve el razonamiento ante el empecinamiento?.. El plantear partida desde un plano de igualdad, esto es, poner las ideas de ambos en duda para empezar, y, a partir de ahí, establecer el diálogo, ¿sirve en estos casos de algo con una cerrazón previa por delante?..
Soy consciente que el librepensador arriesga más, mucho más, que el que se encierra en sí mismo, pues deja sus defensas expuestas al del cerrojo… Yo tengo un punto débil, que lucho contra él cuánto puedo: y es que me tiro al trapo inconscientemente, y me pongo a un nivel que no me corresponde, y bajo a luchar una lucha que no es la mía. Procuro corregirlo…
Pero, mientras tanto, escribo estos artículos desde la demanda: quizá alguien que lea esto sepa darme respuestas que yo no tengo, según sus propias experiencias o creencias. Sigue siendo un debate abierto entre mentes abiertas y espíritus libres, al fin y al cabo. Yo siempre termino en retirada calculada, lo confieso, pues dicen que una a tiempo es una victoria; pero yo creo que es una derrota a dos campos que nadie gana y ambos pierden… Aunque, al final, el que está dispuesto a compartir pierda más que el que no lo desea.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com
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