MISTERIOS DE LA CRIPTA


…O lo que es igual, Misterios de la Administración. Porque la administración, la nuestra al menos, es una cripta llena de historias de misterio, un costoso, esplendoroso y fastuoso mausoleo, de enormes proporciones, donde, muchas veces, cumple el objetivo opuesto para el que existe. Es más caro el mantenimiento que el costo de custodiar los restos que conserva. De hecho, en nuestra multiplicada por 17 espléndida cripta, a mí, personalmente, claro, me surge la duda de que no sé si los funcionarios se han hecho para la administración, o la administración se ha hecho para los funcionarios. Y pienso que el costo (impuestos) de mantener esa administración, muchas, muchísimas veces, es superior al costo real de los servicios que se supone prestan al ciudadano. A veces, incluso, obra el efecto contrario, sus absurdas normativas complican, embarullas y encarecen aquello que su concurso debería de simplificar y abaratar. Y priva a la ciudadanía de lo que debiera facilitarle.

                Hace un tiempo, hablaba con un alto exponente de una administración local sobre tales misterios de la cripta. Resulta que si una asociación, organización, etc., sin ánimo de lucro, está dispuesta a prestar a los ciudadanos un servicio de indudable interés público, al mero costo puesto que no está subvencionada, pero con unos beneficios y ventajas concretas por su reconocimiento por ciertos organismos oficiales, va y ofrece un convenio de colaboración abierto a cambio de la cesión de un espacio, se le niega y se le da con las puertas en las narices, porque se le considera un negocio, así, sin más. No importa la inexistencia de beneficio; no importa que se limiten a cubrir los costos; no importa que los profesionales a los que se pagan sus servicios, faltaría más, declaren sus ingresos en renta; no importa que brinde su oferta pública a la mitad de otros organismos, que incluso son oficiales; no importa incluso que lo hagan como el propio Ayuntamiento con respecto a sus propios contratados... O como otras organizaciones que funcionan exactamente igual, con las que sí tienen convenio y con las que se establecen claros agravios comparativos…

                La solución dada es: Alquilen un local, dense de alta, móntenlo, asístanlo y manténganlo, funcionen como cualquier empresa privada, en fin, y cobre lo que tenga que cobrar al que precise de sus servicios. Dá igual que salga el triple que el cuádruple. No problema… Y entonces va uno y se pregunta si esa administración mantiene su alta y copiosa nómina con elevados impuestos para facilitar mayores y mejores servicios a sus ciudadanos, o, por el contrario, está para evitar que se les pueda ofrecer con enormes ventajas a través de su concurso y buena disposición. Se nos puede acusar de propiciar la competencia desleal, puede aducirse en su descargo… Negativo. Para eso tal competencia debe existir, y no existe. Viene desde un canal oficial a una organización reconocida por dicho canal. Punto. Son normativas esas que no defienden el interés ciudadano, sino que lo dificultan. Se prefiere que tales ciudadanos tengan que desplazarse, o pagar el doble o el triple de lo ofertado, y con una mayor rigidez e incomodidad, porque una dudosa normativa legal, o lo que fuera, impide que esos ciudadanos puedan beneficiarse de lo contrario. Y eso aun contando con el equipamiento y medios sobrados para poder hacerlo. Así que uno, al menos, se pregunta un par de cosas: una, si nuestros impuestos sirven para algo más que pagar sueldos, y dos, si uno pagara los escuetos y mínimos impuestos exclusivamente necesarios, tendríamos más que suficiente para costearnos lo que debiera facilitar pero obstaculiza esa administración de ventanilla y zancadilla.

                Naturalmente, quiero dejar bien claro que no estoy culpando a los políticos que han de torear con esas normativas absurdas y miopes. Los de abajo, porque están sujetas a ellas como un reo a unas argollas. No. Me estoy refiriendo a las propias normas que retrasan a la sociedad e lugar de ayudarla a avanzar. En las que gravan en vez de liberar. Culpo a esas leyes, normas, o lo que sean, involucionistas. Y si culpo a algún político, naturalmente, son a los de arriba. A los que las paren y las imponen. A los ciegos que guían a los sufridos tuertos. A los que viven de los administrados y solo se sirven a ellos mismos. A ellos culpo…

                Algún alguien me sopla al oído que muchas veces tales normativas han de ser interpretadas, que puede darse el caso que en unos sitios lo hagan de una manera y en otras de otra. No lo sé. Lo cierto y verdad es que ignoro tal posibilidad. Pero si una norma está sujeta a interpretación, existen maneras, formas y fórmulas, salidas… y si no lo está, pues punto pelota. Eso queda para la aptitud o ineptitud, competencia o incompetencia, del político que se encierra en ella y se cierra a buscarle la vuelta. Dicen que lo que es igual pá tós no es beneficioso pá naide… aunque en este caso que nos ocupa, más bien es perjudicial pá tós

                Misterios de la Cripta, como aquél viejo cómic de Marwel, luego llevado a la pantalla. Un clásico del terror… Aquella Oficina Siniestra de La Codorniz… Misterios, historias oscuras de la administración… Las de la ficción, y las de una realidad que supera a esa misma ficción…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php


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