MIS SEIS RAZONES
Isabel Allende habla en su libro La Suma de los Días de toda su extensa familia, a retazos, a trozos que, a lo largo de la obra, van conformándose en un puzzle, como una representación coral y casi mágica, donde ningún retrato pierde su personalidad, y, aún con sus defectos, encaja en el conjunto como una sinfonía perfecta. Y uno se pregunta si no somos nada más que eso mismo: teselas imperfectas asociadas a composiciones perfectas. Y únicas. Y que cada familia conforma un grupo, una escena, un pequeño coro inserto en una gran obra, donde los últimos llegados van añadiendo los matices más vivos, lúcidos e importantes del siempre inacabado cuadro. Yo lo veo en mis nietos. Paula, la primera, la que abrió página y encabeza su nueva generación. La mayor. Trece años que ya la empujan en un torbellino de sensaciones por el estrecho paso que hay entre un alma de chiquilla y un cuerpo de mujer. La que focalizó la atención primera y de todos para luego ir difuminándos