ATEÍSMOS
En la última, y ya afortunadamente pasada, Semana Santa, en la que, mientras se sacaban Cristos crucificados a la calle en festividades barrocas, en nuestras fronteras morían y desaparecían cientos, y sufrían miles, de accehomos, eccemujeres y eccniños, crucificados de verdad por nuestra insensible incoherencia, me vino a la memoria aquel sucedido al periodista Manuel Rivas en Irlanda, donde, ante su aseveración de “yo soy ateo ”, le preguntaron, muy serios y circunspectos, “pero… ¿ateo católico o ateo protestante?” . Un matiz importante. Y me vino a la cabeza porque, en realidad, hay cientos de miles, millones, de católicos – y por extensión quizá también protestantes – que, a pesar de su confesada practicidad, son ateos sin ni siquiera saberlo. Y son ateos, precisamente, por creer en el dios equivocado. En el dios de la costumbre, de la tradición y del folklore, pero no en el auténtico, en el verdadero Dios, puesto que los verdaderos y auténticos Cristos los tenían