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Mostrando entradas de septiembre, 2020

¿POR QUÉ LOS MATARON?..

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Con 31 años de retraso se ha juzgado al ex coronel Orlando Montano, exministro de interior de El Salvador, y miembro de la cúpula militar, como uno de los autores de la matanza – él firmó la orden – de los sacerdotes jesuitas, entre los que se encontraba el conocido y comprometido pensador Ignacio Ellacuría. Ocho asesinatos (cinco españoles y tres salvadoreños). La Audiencia Nacional dictó hace pocas semanas sentencia condenatoria, como uno de los “autores intelectuales”, también hubo instigadores, y, por supuesto, también los hubo ejecutores, de la masacre de religiosos, como igual hubo quienes lo sabían y lo silenciaron. Pero solo la cabeza de turco está disponible para que se cumpla la única – y tardía – justicia posible. A pesar de ello, el fallo es preciso en sus términos: “ Fue Terrorismo de Estado ”. El caso es que en la madrugada del 16 de Noviembre de 1.989, un grupo de militares del batallón Atlacatl, en cumplimiento de una orden dada por la cúpula militar salvadoreña, irrump

PROGRAMA RADIOFÓNICO

  Este es el Link al programa de radio participado, NO SOMOS SUPERIORES.- Muy interesante: https://youtu.be/ka3_Ths-b0Q

DE SUPERIORES, NADA.

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  T odos hemos visto alguna vez esos simpáticos macacos que protagonizan algún tipo de anuncio que te dejan con la sonrisa colgada de tus labios, o que ha protagonizado alguna película, algún corto, en la que te dices a ti mismo que ese mono, ese chimpancé, que hace las delicias de actores y producción, ha de ser la mascota mejor mimada del mundo… O hablando de mascotas, que fueron mascotas de famosos, y famosos ellos mismos por sus números para el circo, como estrellas de televisión, modelos para fotógrafos profesionales, etc., de los que creemos que acaban teniendo una vida digna. Pero no suele ser así. Los que trabajan para el circo humano terminan en una soledad absoluta, abandonados tras haber sido utilizados, o en una reclusión en condiciones pésimas. Lo que pasa es que nos fabricamos una suposición, normalmente falsa, pero que conviene a nuestras conciencias, por una sola razón: porque necesitamos creerla. Necesitamos pensar que no somos capaces de ser tan cruelmente desagradeci

¿Y LUEGO, QUÉ..?

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  El ser humano apareció en la tierra hace unos 200.000 años, año arriba año abajo, (el sapiens, unos 150.000), y la edad geológica de la tierra se calcula en unos 4.500 millones de años, milenio arriba, milenio abajo,, un tiempo que se empleó en hacer nacer la vida de los mares y que poblara la tierra, hasta desembocar en el hombre… y la mujer, claro, y la mujer. Vale. Pero que hace 6.000 millones de años, millón arriba, millón abajo, era tal el  caos (aparente) reinante, y tal el batiburrillo de elementos (elementales) químico que había en la infinidad e informidad de lo inexistente, que la probabilidad de que se mezclaran dos de ellos para formar el primer átomo de lo que se puede considerar materia, era prácticamente imposible, casi nula. El cálculo de posibilidades era tan abismal como incalculable. Tanto, que ni siquiera el azar resulta admisible… Y, sin embargo, y a pesar de todo ¡¡¡ plaff ¡!!, se produjo el… ¿milagro?, y un par de partículas infinitesimales de aquel vasto infin

SENSACIONES

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  En la nebulosa del tiempo… mejor dicho, de la naturaleza de mi tiempo, me vienen fogonazos de vida que no sé archivar cronológicamente, pero que son como relámpagos de una época, de una existencia, archivada en mi mente y pegada a mi genética, que, por alguna causa indefinida e indefinible, salen disparados desde los anaqueles confusos de la confusa memoria, y se incrustan, como saetas lúcidas, en mi pensamiento. No son provocadas por mi voluntad consciente, si no que, por algún motivo, surgen de algún fondo oscuro e inalterado, y, sin haber sido invitadas, se hacen presentes en mi presente. Los recuerdos son nieblas de un pasado con vida propia, como fantasmas incontestables, e inapelables…                 Aquella noche de mi niñez primera había transcurrido en un sueño confuso de vientos, tempestad y ruidos confusos y contundentes. Se me ha borrado el preludio doméstico de aquella mañana. Tan solo después me veo en la orilla de un mar ya calmado, pero ante un paisaje desolado, de