DE SUPERIORES, NADA.
Todos hemos visto
alguna vez esos simpáticos macacos que protagonizan algún tipo de anuncio que
te dejan con la sonrisa colgada de tus labios, o que ha protagonizado alguna
película, algún corto, en la que te dices a ti mismo que ese mono, ese
chimpancé, que hace las delicias de actores y producción, ha de ser la mascota
mejor mimada del mundo… O hablando de mascotas, que fueron mascotas de famosos,
y famosos ellos mismos por sus números para el circo, como estrellas de
televisión, modelos para fotógrafos profesionales, etc., de los que creemos que
acaban teniendo una vida digna. Pero no suele ser así. Los que trabajan para el
circo humano terminan en una soledad absoluta, abandonados tras haber sido utilizados,
o en una reclusión en condiciones pésimas. Lo que pasa es que nos fabricamos
una suposición, normalmente falsa, pero que conviene a nuestras conciencias,
por una sola razón: porque necesitamos creerla. Necesitamos pensar que no somos
capaces de ser tan cruelmente desagradecidos.
Afortunadamente, existen fundaciones como Mona, que
los rescata, los acoge, y les ofrecen una segunda oportunidad. El pasado atroz
de aquellos que han sido sometidos a tal brutalidad, los convierte en seres
asustadizos, traumatizados, huidizos y asustadizos que se aíslan en sí mismos,
transmitiendo una inmensa y pavorosa tristeza a través de sus ojos. Se tardan
años en recuperarlos, y en que vuelvan a abrirse a los humanos. Algunos de esos
primates que han “trabajado” junto a/y para el hombre, al final de sus días, ya
viejos, han coincidido en ese centro y se han reconocido en el reencuentro…
Existe un vídeo en YouTube que se ha visto 22 millones de veces… búsquenlo,
mírenlo, se llama “last hug mama” – el último abrazo de mamá – y quizá
le aporte un interrogante importante que le venga como un guante... Es que necesitamos
sentir lo que no se puede transmitir.
El primatólogo Jan Van Hoof fue a visitar a uno de
ellos que se estaba muriendo y que la última vez que lo vio hacía 40 años.
Entró en su jaula, el primate lo miró, le sonrió y se le llenó la cara de
alegría mientras lo abrazaba. El comentario del científico fue conciso y breve:
“algún día se nos caerá la cara de vergüenza”… Se nos ha hecho creer que
las emociones, como la añoranza, la alegría, la tristeza, el reír o el llorar,
los sentimientos, son exclusivamente humanas. Pues es falso. Los chimpancés – y
otros animales también – igual las tienen. Así que una de dos, o las
compartimos con ellos, o entonces es que esos animales también son una clase de
seres humanos… La bióloga Cristina Balsera llora cuando cuenta todo lo que le
tocó vivir en esa fundación. Llora, se emociona y se indigna. No entiende cómo
a unos primates, que han sido humanizados para servir a determinados intereses
humanos, que han sido privados de su libertad animal, luego se les puede dejar
en el abandono más ruín y de sufrimiento. La historia de todos y cada uno de
los residentes en La Mona es de una iniquidad espantosa, ni una sola ha sido
medianamente amable, y todos han sido estrellas en Mc Dónalds, en Crónicas
Marcianas… uno fué abandonado en un espacio donde se alimentaban de basura y
colillas, otro fue encerrado en una estrecha jaula que le deformó los huesos, a
otro lo enmascularon para que no pudiera procrear, a otro más lo tiraron a una
perrera, o a otro que lo dejaron encadenado y abandonado en una casa sin comida
ni agua…
No me resisto a una historia que cuenta Alba Gómez,
cuidadora del centro: Romie tenía tumores en el útero y los riñones, y se iba
apagando poco a poco. Alba y una compañera se turnaban en sus últimos cuidados.
El día antes de morir, la vieja chimpancé, que ya no podía andar, se levantó
con mucha dificultad, y, acercándose a ella, le cogió la cabeza y la besó en la
frente, mirándola larga y profundamente a los ojos… “gracias, y adiós,
humana, ya no nos veremos más”, fue lo que leyó, y sintió, en ellos.
Tras zambullirse uno en estas historias (Proyecto
Gran Simio tiene la culpa) no cabe preguntarse mas que una sola cosa: ¿Cuándo
el antropoide humano dejó de ser mono y comenzó a ser homínido?.. Lo digo,
porque la evolución nunca ha sido pareja, ni los períodos y sujetos evolutivos
han aparecido y desaparecido de golpe. Es todo gradual y difuminado en el
tiempo y el espacio. Todo ser vivo estamos relacionados unos con otros. Pero el
mono y el hombre somos hermanos de unos mismos padres, solo que no está bien
definida – y aún no concretada – su historia evolutiva común. El hombre
establece nuestra humanidad por encima de su animalidad, y, sin embargo, nos
encontramos con hombres inhumanos con la misma frecuencia que monos humanos…
algunos incluso más humanos que muchos hombres… ¿Dónde está entonces la
diferencia?.. simplemente, no la hay. El día que la humanidad los respete tanto
como a sí misma, solo entonces, quizás, cuando se le caiga la cara de
vergüenza, podrá empezar a considerarse superior. Mientras tanto, ni hablar.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo
Todos los
viernes, a las 10,30 hh. en http://www.radiotorrepacheco.es/ (87.7 f.fm.) programa especial
con este artículo, que queda grabado a disposición de Vds. En YouTube
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