LA ESCRIBANÍA

El estado casi que no está, y vive sin vivir en él, como Santa Teresa, y no sabe ya que tornillo apretar ni por donde sacar sin recortar ni cortar el resuello de la ya moribunda vaca. Las comunidades autónomas andan cerrando empresas públicas, si bien que cierran las que no deben y dan aliento a las propagandísticas del ya falso autobombo. Los ayuntamientos andan como locos buscando privatizaciones a sus servicios públicos más o menos vip, sin darse cuenta que las empresas privadas están para que las nacionalicen… o les busquen créditos y avales aunque éstos sean los de la propia administración, ¡qué barbaridad!.. Y los ciudadanos desfuncionarios… digo desfuncionados, pidiendo aire a gritos y arrepintiéndonos de todos nuestros pecados más pasados por no pesados…    Ahora nos estamos dando cuenta de muchas cosas, muy a pesar nuestro. Por supuesto que los culpables principales del desastre económico son los sistemas financieros, manejados por media docena de manos (que por eso mismo mane

Giovanni Franzoni es hijo de un inmigrante italiano nacido en Bulgaria, donde el hambre, con mayúsculas, obligó a emigrar a su familia. Allí se hizo, usando sus mismas palabras, “cristiano libre y cura”. Hoy se pregunta a sí mismo cómo tal antagonismo pudo converger en una persona, si lo segundo es incompatible con lo primero, y se contesta que solo la ilusión y la juventud puede hacer posible una dicotomía que el tiempo y la madurez volverá a disociar, pues el agua y el aceite no pueden mezclarse jamás, aunque sí convivir en el mismo vaso. En la actualidad, su gran humanidad ya alberga 84 años de vida y preside la Asociación de Teólogos Juan XXIII, en cuyo Congreso último ha presentado su conferencia “Concilio traicionado, Concilio perdido”, considerándose un superviviente en poder de ocultadas verdades…                 A los 36 años ya era el abad de San Pablo Extramuros, la más importante basílica romana tras el propio Vaticano, y con el privilegio de asistir a Concilios con voz y

La que han liado con el impuesto del patrimonio famoso se las trae… al fresco, claro. Por un lado, una izquierda que, sorprendentemente, llegó a suspender su aplicación, y que ahora la rescata y desea reimponerla “porque es justo que los ricos paguen más”. Impecable razonamiento. Se ve que cuando ellos mismos la abolieron, o es que era injusto o es que entonces no había ricos, pero algo de esto tuvo que ser, dadas las actuales explicaciones. Y por el otro, una derecha que, como siempre, se niega en redondo porque “no es justo que se castigue al ahorrador”. Se ve que todas las grandes fortunas son fruto del ahorro, y que pague más el que más tiene solo es justo cuando ellos así decidan imponerlo.                    Y el caso es que ambos dos llevan razón… si la razón la dividimos en las partes alícuotas que cada una defiende, naturalmente. Lo que pasa es que la razón suele ser indivisible, como el zagalico del juicio salomónico, y no pueden tenerla al mismo tiempo uno y otro. Por lo qu

Aducen los aludidos por mi anterior – el de no tenemos remedio – que ya no le debemos nada a Europa, y que nuestras cuentas y nuestros cuentos (y me lo dice un maestro del…) tampoco tenemos porqué rendirlas a nadie ajeno. Falso. Absolutamente falso. Desde que pertenecemos al MCE, y ya son años, ya… siempre hemos sido país perceptor de ayuda preferente, y si hemos mejorado en comunicaciones, servicios, productos y un apreciable montoncillo de cosas más, ha sido por el maná europeo que nos ha ido cayendo regularmente. Incluso en este mismo año, en el que aún mantenemos algunas regiones en transición, aunque ya seamos contribuyente neto por mayoría de edad, que no por responsabilidad, aportamos a las arcas comunitarias no llega a los 75.000 millones de euros, y recibimos de las mismas pasados los 90.000 millones de esos mismos euros. Así que me vayan sacando cuentas, porfa… Y por eso escribía la pasada semana que no nos podemos poner bolingas si la madre del cordero, léase Angelita Mér

Estamos todos locos. Definitivamente, se nos ido la olla, y cuando deberíamos ser más responsables, pues al contrario, somos más egoístas, más insolidarios y más kamikazes que nunca, y no nos damos cuenta que cuando vienen mal dadas, la cordura, la prudencia, el buen sentido y la mesura es lo único que nos puede salvar los muebles… Y aquí vamos todos incluídos.                    Por el mero hecho de poner en la Constitución un límite al gasto, cosa más que razonable por cierto – en todo hogar se sabe el límite -, las calles se llenan de pitos, slóganes y pancartas jaleados por los de siempre. Y protestan los mismos privilegiados de costumbre. Funcionarios que no quieren trabajar un poquico más de lo que trabajan, ¡la madre de Dios!.. por el mismo jornal o poco menos, ni permiten la más leve resta en sus dudosos derechos, y sindicalistos y sindicalistas, de listos y listas, que tampoco quieren perder el chollo subvencionador ni la teta pública de donde chupan sus liberados y liberad