¿PAGA O PATRIMONIO, DEMONIO..?
La que han liado con el impuesto del patrimonio famoso se las trae… al fresco, claro. Por un lado, una izquierda que, sorprendentemente, llegó a suspender su aplicación, y que ahora la rescata y desea reimponerla “porque es justo que los ricos paguen más”. Impecable razonamiento. Se ve que cuando ellos mismos la abolieron, o es que era injusto o es que entonces no había ricos, pero algo de esto tuvo que ser, dadas las actuales explicaciones. Y por el otro, una derecha que, como siempre, se niega en redondo porque “no es justo que se castigue al ahorrador”. Se ve que todas las grandes fortunas son fruto del ahorro, y que pague más el que más tiene solo es justo cuando ellos así decidan imponerlo.
Y el caso es que ambos dos llevan razón… si la razón la dividimos en las partes alícuotas que cada una defiende, naturalmente. Lo que pasa es que la razón suele ser indivisible, como el zagalico del juicio salomónico, y no pueden tenerla al mismo tiempo uno y otro. Por lo que debemos deducir que ninguna la lleva… al menos en toda su integridad. Y si pensamos que este dúo dinámico, este pelé y melé, están a favor o en contra tan solo que por razones demagógicas, entonces veremos con claridad que igual pueden defender lo contrario cada uno de ellos sin empacho alguno. Ya lo hicieron con una guerra del agua que, en tiempos de Borrell, los socialistas eran partidarios locos del trasvase y los peperos acérrimos de la desalación. Así que… los cuentos, en papel higiénico, porfa…
Que los ricos deben pagar más que los pobres es tan estúpidamente obvio que duele tan solo con plantearse dudarlo siquiera. Pero que el que tenga más patrimonio que otro pueda ser más rico que éste, no siempre es verdad. Seamos serios. Me remito a la columna que mi amigo Pepe Hernández escribió en su día en estas mismas páginas. Es un ejemplo claro y diáfano que las cosas no siempre funcionan de manera tan simplista. Pueden ser fruto, como exponía en su atinado artículo, de el de la cigarra y la hormiga, y no es de ley castigar a la trabajadora hormiga para salvar a la ociosa cigarra. Pero es que puede haber otros muchos casos…Miren, yo conozco más de uno que, tras toda una jodida vida de trabajar como un burro a fin de hacerse con un patrimonio regular para su familia, ahora, en estos beatíficos tiempos para algunos pocos, apenas subsiste como mileurista y con sus grandes equilibrios para mantener lo que tanto le costó lograr. Y no estoy hablando de un castillo en la Riviera… ¿Acaso son millonarios?. Por supuesto que no. Como igual conozco casos de herederos de ancestrales patrimonios familiares que sobreviven con la remendada dignidad de sus hipotecados blasones… ¿Podemos llamar ricos a los que solo fueron tal sus antepasados más pasados?.. Lo dudo mucho, si nos decimos justos.
Sin embargo, existe un concepto real, no tópico, de rico, que ninguno de los partidos en disputa ven. Quizá porque no sepan verlo, quizá porque no quieran apreciarlo. Y son los haberes devengados y cobrados. La fisura entre inopes y pudientes es cada vez mayor, si pensamos en nóminas, en primas, en servicios prestados o en lo que guste usted mandar… Hay quienes cobran 600 € mensuales y quienes cobran 6.000, y no podemos mirar en conciencia tan solo que los 700.000 € de patrimonio tapándonos los ojos a otra realidad. Hay muchas formas de ser rico, pero una sola manera de ser pobre. Como decía aquél arruinado noble, “libéreseme de la apariencia que los demás tienen de mí, que yo asumiré lo real de mi subsistencia”. Miren, disimular el patrimonio es muy fácil para el potentado, pero imposible para el que no tiene medios para hacerlo.
Y no quiero con esto – que no es nada difícil manejar el tirachinas de la demagogia – posicionarme contra el impuesto del patrimonio. Ni hablar del peluquín, don Crispín… Debe existir, si bien que en razonable proporción a los ingresos regulares con que mantenerlo y mantenerse. Grávese, sin embargo, los ingresos óptimos, aunque estos se dilapiden en viajes, fiestas y modelitos Saint Laurent. El patrimonio tiene dos caras: puede ser fruto de la riqueza o del ahorro. Y no tiene nada que ver la una con lo otro. La medida está en la proporción. Pero los ingresos regulares de cada cual se mueven entre los lujos y el seguir tirando, y lo realmente justo es que los unos puedan seguir viviendo con menos lujos para que los otros puedan vivir con más dignidad. Vamos, creo yo…
Es seguro que el chalet de un millón de euros que el presidente se ha hecho para su retiro del reposo del guerrero en el más noble resort de su tierra natal, pagará impuesto de patrimonio, salvo que el PP, qué incongruencias, joder… lo anule. Lo que ya no sé es si por el 80% de su actual sueldo más gabelas que le va a quedar de por vida al de izquierdas (si Pablo Iglesias alzara la calavera…) podrá mantener tan comedido patrimonio conforme a la congruencia con sus ideales, o si pagará impuesto a la riqueza o no por tan humildes emolumentos. Es que, resulta sangrante y un poquico incoherente que se vea como normal dejando tras de sí a cinco millones de parados en la cuneta. Y si me dicen que se otorga carta de normalidad al de la internacional, ya saben, arriba los pobres del mundo y todo eso… porque todos lo hacen, entonces me están dando la razón cuando digo que son todos iguales como los manguales…
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