LA PARÁBOLA DEL ABAD
Giovanni Franzoni es hijo de un inmigrante italiano nacido en Bulgaria, donde el hambre, con mayúsculas, obligó a emigrar a su familia. Allí se hizo, usando sus mismas palabras, “cristiano libre y cura”. Hoy se pregunta a sí mismo cómo tal antagonismo pudo converger en una persona, si lo segundo es incompatible con lo primero, y se contesta que solo la ilusión y la juventud puede hacer posible una dicotomía que el tiempo y la madurez volverá a disociar, pues el agua y el aceite no pueden mezclarse jamás, aunque sí convivir en el mismo vaso. En la actualidad, su gran humanidad ya alberga 84 años de vida y preside la Asociación de Teólogos Juan XXIII, en cuyo Congreso último ha presentado su conferencia “Concilio traicionado, Concilio perdido”, considerándose un superviviente en poder de ocultadas verdades…
A los 36 años ya era el abad de San Pablo Extramuros, la más importante basílica romana tras el propio Vaticano, y con el privilegio de asistir a Concilios con voz y voto. Ya participó en el de Vaticano II, y después comenzó a tener problemas con su amigo personal, el papa Pablo VI, el cual empezó a dar órdenes de congelar las primeras reformas establecidas en el mismo concilio (el resto, ni siquiera han visto la luz), y Franzoni, que se destaca por hablar fuerte y claro y mirar a los Papas de frente y a los ojos, fue la primera víctima por defender al tal secuestrado Concilio Vaticano II, del que dice, “está metido en conserva por todos los papas habidos tras Juan”. Así que empezaron por prohibirle sus sermones, a tratarse con aquellos a quienes el Vaticano tenía – tiene – en su lista negra, a comunicar a sus feligreses que no participasen en sus homilías, a sufrir el espionaje de sus misas, a ser presionado innoblemente…
Así que, ni corto ni perezoso, se encaminó a la curia y les presentó la dimisión… Inaudito, sorprendente, humillante, insultante, soponcial (de soponcius)… ¿Cómo el número dos de Roma se atreve a afrentarnos con semejante agravio?.. ¡Presentar la dimisión, así, sin nosotros cesarlo..!. ¿Cómo este corte de mangas a los purpurados capelos?.. Jamás tal desatino se ha dado a ningún mitrado colorado… Pero como tal escándalo les jodía y escocía en su sacro orgullo, no supieron, o no quisieron, o no pudieron, reaccionar, así que la pusieron a enfriar en la santa nevera. Era septiembre del 73, cuando se dió el criminal golpe de estado en Chile por Pinochet y el vergonzoso y vergonzante papel de la Iglesia junto al comulgante asesino bajo palio, así que el buen Giovanni les dijo que eso hacía irreversible su decisión, ya que su conciencia no le permitía asociarse a una Iglesia con las manos manchadas de sangre. En Mayo de 1974 le fue aceptada, por fin, su dimisión como tal…
En esas mismas fechas, se celebraba en Italia el referéndum sobre el divorcio. La Conferencia Episcopal intentó imponer su dogma por encima de la libertad de conciencia, y Franzoni publicó un libro en el que la defendía, aludiendo que “se votaba sobre una ley civil, no sobre un sacramento”. Inmediatamente fué suspendido ad divinis. En aquel referéndum, la católica Italia votó un 98% a favor del divorcio, mas el colegio cardenalicio ignoró la voluntad popular, y no se dio por enterado… con dos copones.
Hoy, en la distancia, habla claramente de “papolatría”, e incluso se refiere, con una sonrisa en los labios, sobre la última Jornada Mundial de la Juventud en España, y dice que “Madrid bien vale una misa”, aludiendo al correcto papel del presidente no entrando al trapo de las horteradas dogmáticas, prepotentes, interesadas y absolutistas del papado. Y se troncha de risa con lo que el día anterior publicó Il Corriere di la Sera, donde Berlusconi, el corrupto, el católico sátrapa asociado, el lascivo bufón del bunga-bunga, se dirigió al Vaticano presumiendo de que “sin mí, tendrías en Italia a un Zapatero” en el titular del diario… Como comprobarán, Dios los cria…
Así que este buen ex/abad, que cree serenamente que lo importante es el cristianismo, y el catolicismo es su más triste secuela y su más patética anécdota, termina afirmando que, a pesar de todo, no se arrepiente de haber formado parte de una Iglesia, porque ella le enseñó tanto lo bueno y malo de su magisterio como la puerta de salida, y esa experiencia, tan completa, siempre enriquece.
Muy cierto, sí señor. A muchos nos pasa eso mismo también. Que para encontrar lo verdadero hay que bucear en lo falso. Que el grano es necesario cribarlo de la paja. Como aquella perla evangélica de entre la basura. A veces tendemos a olvidarlo. Yo, el primero, lo reconozco… Pero hay que estar agradecido a la oscuridad porque nos enseña a buscar la luz. A lo negativo que nos guía hacia lo positivo. Gracias por recordánoslo. Muchas gracias…
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