HOY, COMO AYER...
Tres escalones, y estabas en el recinto de la Iglesia, rodeado por una verja. Dentro, a la derecha, la pequeña Cruz de los Caídos, donde en determinadas fechas montaban una escueta guardia cuatro lucidos falangistas, camisa azul y roja boina. A los que no éramos de la sangre del régimen no se nos permitía lucir prendas tan aguerridas, ni participar en tan marciales acontecimientos… A la izquierda, se abría un estrecho pasillo que dotaba de acceso exterior a la sacristía del pequeño templo, y a su derecha, otro que llevaba al grueso cable que daba tierra al pararrayos del campanario. En su fachada, junto a la puerta principal, colgaba una vitrina de puerta acristalada y abatible, que custodiaba, clavados con chinchetas, los horarios de los servicios religiosos, alguna Hoja Parroquial de interés, algún comunicado a los fieles… y una cartulina octavilla con el título de la película - o películas - de esa semana en el cine del pueblo, sus principales intérpretes, la sinopsis, y… ¡tat