HOY, COMO AYER...
Tres
escalones, y estabas en el recinto de la Iglesia, rodeado por una verja.
Dentro, a la derecha, la pequeña Cruz de los Caídos, donde en determinadas
fechas montaban una escueta guardia cuatro lucidos falangistas, camisa azul y
roja boina. A los que no éramos de la sangre del régimen no se nos permitía
lucir prendas tan aguerridas, ni participar en tan marciales acontecimientos… A
la izquierda, se abría un estrecho pasillo que dotaba de acceso exterior a la
sacristía del pequeño templo, y a su derecha, otro que llevaba al grueso cable
que daba tierra al pararrayos del campanario. En su fachada, junto a la puerta
principal, colgaba una vitrina de puerta acristalada y abatible, que
custodiaba, clavados con chinchetas, los horarios de los servicios religiosos,
alguna Hoja Parroquial de interés, algún comunicado a los fieles… y una
cartulina octavilla con el título de la película - o películas - de esa semana
en el cine del pueblo, sus principales intérpretes, la sinopsis, y… ¡tatachan!,
la Clasificación Moral de la(s) misma(s).
Tolerada, o… Con reparos, 1R, 2R,
3R, 4R, o lo peor de lo peor, Gravemente Peligrosa con Reparos. La leche. Una
4R, por ejemplo, Mogambo, donde a unos amantes la torpe censura los convertía
en hermanos, y de ahí que la adivinable relación desembocase en incesto, pero
fuera como fuese eso nos ponía en el camino del infierno. O ya una Gravemente
Peligrosa, como Arroz Amargo, de Sylvana Mangano, que nos colocaba
directamente, sin preámbulos, dentro de ese mismo infierno, en la parte más
barbacoa del mismo. Por supuesto, eso era en cuanto a los mayores de 18 años,
que se jugaban sus brochetas cada fin de semana en las butacas del cine. A los
críos, invariablemente, nos salvaban de chamuscarnos porque se nos prohibía directamente
el acceso. Sin más paliativos…
Y recuerdo esto en comparación a lo
de hoy. Pero – se me dirá – si hoy, tío tonto, no existe la censura, ¿cómo se
te ocurre?.. Pero, ¡já..!, claro que existe, si bien que larvada, de otra forma
más sutil, más ladina y elaborada, más emboscada. Y no por la salvación de las
almas, si no por otros intereses. Antes, simplemente lo hacían con el chantaje
del miedo, con la amenaza de tu condenación eterna, o con que te iban a poner
un sambenito ante las fuerzas vivas y muertas del pueblo que te ibas a cagar. Y
todo eso junto, acojonaba un rato. Y en la actualidad, la censura se ejerce
mediante el aborregamiento de la gente, la manipulación de la realidad, el
consumismo, el hedonismo y el narcisismo, y, encima, por lo que ha venido en
llamarse la postverdad. Esto es, utilizar las redes para, aprovechando el
adocenamiento mental del personal, fomentar noticias falsas dirigidas a fines
espurios. La masificación de las gentes y las mentes, y la gentificación de las
personas, es el objetivo final. Lo mismo que aquella burda dictadura aliada al
más casposo poder eclesial perseguian el control de los individuos. Ya digo,
los de ayer, mediante un secuestro atroz de las libertades y del pensamiento
dirigido, y los de hoy, a través de aparentemente lo contrario, o sea, una
libertad casi absoluta con que deseducar al personal y orientarlo a un control
absoluto mental como el de antes.
Y lo cierto es que la ciudadanía del
mundo está atravesando una época propicia a la manipulación de sus mentes. Ha
logrado que EE.UU. elija (aparentemente en uso a su libertad de voto) a uno de
los grandes monos de la selva mundial. Se está intentando manipular la realidad
política en los estados europeos, facilitando el ascenso del fascismo,
populismos y hasta resucitar al nunca muerto nazismo. Se ha interferido en el
conflicto catalán con el fin de desestabilizar Europa. Los mayores medios del
movimiento de masas, como el fútbol, están construyendo un poder dentro del
poder institucional de los propios países (véase el chantaje de la Fifa a
España en el caso Villar, por ejemplo). O la nueva moral de conseguir lo que un
loco, o un colectivo enloquecido, quiere, a base de mover voluntades desprovistas
de voluntad propia, dentro del engranaje de las democracias, que es una tendencia que se va abriendo camino…
Un día llegará en que iremos a la
puerta de los Ayuntamientos, y a la izquierda de su entrada principal, en una
vitrina con puerta de cristal abatible, habrá una cartulinica en octavilla, del
Partido Unificado, cogida por una chincheta, que nos diga lo que tenemos que
hacer y cómo hemos de pensar, y a los espectáculos que hemos de asistir fuera
de las fiestas, los deportes, los folklores y las tradiciones permitidas. Y las
actividades intelectuales serán clasificadas desde las Toleradas, las Con
Reparos, o las Gravemente Peligrosas…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h.
http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php
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