Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2011

ESOS NENES...

Hay un restaurante y cafetería en Bilbao, que se llama Style, y que ha asumido la responsabilidad de ponerle los cascabeles al gato. Así que, ni corto ni perezoso, va y prohíbe la entrada a niños sin bozal… perdón, a niños aún acompañados de sus padres. Desde luego, así, a bote pronto, parece una burrada en discriminación, que a lo peor lo es, pero el caso es que no se ha echado encima a la totalidad de la sociedad vasca, como quizá cabría esperar, si no que la ha dividido. Por un lado, las asociaciones familiares rasgándose todas las vestiduras habidas y por haber, y por otro lado, las federaciones de hosteleros, comerciantes y demás fauna de establecimientos públicos apoyando la iniciativa. Que aquí hay opiniones para todos los gustos e intereses, naturaqui… Yo, desde luego, en principio estoy en contra. Es muy duro tomar una determinación tan impopular, tan extrema, y ponerse en la diana de las críticas más severas. Es posible que hasta puede que sea inconstitucional, la verdad e

PUES VALE...

            Un día, practicando uno de nuestros deportes nacionales más queridos, el barrabar, con “J”, un buen amigo mío al que estimo y con el que comparto excelentes charlas, llegamos a confrontarnos – no a enfrentarnos, ojo – con el asunto de que el pueblo español es o no es uno de los más incultos, y por lo tanto maleducado, del mundo occidental desarrollado, por llamar de alguna manera a esta ídem de conformarnos (que es formarnos con) en lo que llamamos Europa. Y como que él defendía que el españolito medio no es ni más ni menos culto que el medio europeo, y yo le llevaba la contraria, como casi siempre con pasión – otro defecto mío muy racial – aduciendo que no somos más analfabetos porque nos entrenamos poco…             … Pues eso mismo. Que el debate quedó en tablas y cada uno muy fortalecido con nuestra propia verdad muy subida en la chepa de cada cual. Y lo cierto es que la verdad de la verdad no es más verdad que lo que cada uno vé, ni menos verdad que lo que cada uno

ALEJANDRO, EL GRANDE

No voy a resistirme escribir sobre un sobrino-nieto, sobrinietos los llamo yo, que apenas cumple en esta fechas su primer año de ser, aún a pesar de la discreción que sé persiguen sus padres. Pero es un homenaje de gratitud que creo le debo a tan importante personajillo. Alejandro se llama. Desde antes de asomarse a este malhadado mundo ya le diagnosticaron una serie de severas deficiencias en su incipiente organismo. No las voy a describir aquí por no fomentar morbo ni dolor, pero tantas y tan importantes que la enorme tristeza se hermanó con el más profundo estupor. Pero es que, nada más nacer, le fueron descubriendo más anomalías que ir añadiendo a su inicial vivir, en una espiral angustiosa y canalla de dolorosas sorpresas y descubrimientos de mayores sufrimientos. Ahora acaban de practicarle su, quizá que ya penúltima, intervención quirúrgica. Siete horas de quirófano. Y ya van cinco… ¿o son seis, Alejandro?.. las laboriosas y difíciles operaciones que su menuda e impresionante

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS

Decía Martin Luther King: “cuando reflexionemos sobre el siglo XX, no nos parecerá lo más grave las fechorías de todos los malvados, si no el escandaloso silencio de las buenas personas” . Lo mismo que Víctor Frankl se preguntaba en el apogeo del nazismo: “qué hacían, hacia dónde miraban las personas normales y corrientes mientras sus autoridades practicaban el más horroroso exterminio?” . Igual que nuestro actual y compatriota José Luís Sampedro interpelándose: “¿qué podemos hacer los de a pié para evitar la barbarie, las guerras, el hambre de unos frente a la opulencia de otros..?”, terminando por aceptar que “no hay tiranos sin sumisos ni corruptos” , y siendo su reflexión final que “hay que formarse para poder adquirir espíritu crítico”.             Mas para formarse hay que informarse, y para informarse hay que diversificarse, y para diversificarse hay que emanciparse de las falsas tutelas. Y abandonar las tendencias, las banderías, las parcialidades, las subjetividades y las

A RATÓN, EL TORO

   Hay un pobre toro por ahí que donde lo buscan le encuentran. Se llama Ratón, un nombre que no le vá lo más mínimo, pero del que no tiene culpa alguna porque así lo han bautizado los energúmenos humanos que mandan en él. Y se ha hecho tristemente famoso en las fiestas tristemente famosas donde a los de su clase los corren tan solo por ser lo que son: toros. Que por ser de casta ha empitonado ya a dos o tres… digamos puntos suspensivos, quitándolos de en medio y de la existencia, ya que en medio se habían puesto ellos solicos. El primero fue hace pocos años, en Sagunto. Y precisamente por eso mismo, por cumplir con su naturaleza brava, se ha hecho conocido y codiciado. Y pagan hasta diez mil euros a sus sicarios por alquilarlo para que su encierro tenga el estúpido morbo de la muerte y la sangre.                    Ratón había realizado el último cumplido con su mandato genérico y genético, que para eso mismo lo parieron, corneando a un punto suspensivo de 29 años que se había empe