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TORRE-PACHECO, MURCIA, Spain
Escribidor, más que escritor, empresario, Juez de Paz de mi pueblo, colaborador de la fundación Entorno Slow, certificado por Global Reporting Initiative como técnico para sellos RSC - Responsabilidad Social Corporativa -, vicepresidente de COEC (Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales) y presidente local, tonto útil, etc...

lunes, 29 de agosto de 2011

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS


Decía Martin Luther King: “cuando reflexionemos sobre el siglo XX, no nos parecerá lo más grave las fechorías de todos los malvados, si no el escandaloso silencio de las buenas personas”. Lo mismo que Víctor Frankl se preguntaba en el apogeo del nazismo: “qué hacían, hacia dónde miraban las personas normales y corrientes mientras sus autoridades practicaban el más horroroso exterminio?”. Igual que nuestro actual y compatriota José Luís Sampedro interpelándose: “¿qué podemos hacer los de a pié para evitar la barbarie, las guerras, el hambre de unos frente a la opulencia de otros..?”, terminando por aceptar que “no hay tiranos sin sumisos ni corruptos”, y siendo su reflexión final que “hay que formarse para poder adquirir espíritu crítico”.
            Mas para formarse hay que informarse, y para informarse hay que diversificarse, y para diversificarse hay que emanciparse de las falsas tutelas. Y abandonar las tendencias, las banderías, las parcialidades, las subjetividades y las pseudolealtades. No se puede obtener un espíritu crítico sin tener el espíritu libre. Libre de ideas preconcebidas, de consignas, de ideologías caducas, y, sobre todo, libre de tópicos y clisés que tan solo sirven a espurios intereses políticos, financieros o religiosos, que únicamente persiguen su propio poder y afianzamiento sobre los demás, y no el progreso de los demás. Y esclavizan la genuína libertad del auténtico librepensamiento.
            Nuestra sociedad está plagada de esclavitudes prefabricadas: el consumo, las tendencias dirigidas, la desinformación, la economía terrorista, el miedo, el adocenamiento, la cultura de la incultura… Todo apunta en una sola y única dirección: a la sumisión más abyecta de la persona como ser humano. Somos dirigidos como borregos a las metas de la barriga llena y el ocio hipnotizante… ¿Y qué podemos hacer?, nos preguntamos… Pues yo creo que para cambiar las cosas primero hemos de cambiar nosotros. Cada cual por sí mismo. A su manera. Pero siempre cerrándonos al alimento precocinado y predigerido por otros estómagos pensantes para que se nos atrofie nuestra propia capacidad de digerir y de pensar. Lo que ya es digerido podrá ser dirigido, es lo que piensan ellos, y es verdad. Y el primer pensamiento libre es no creernos que podemos elegir entre tantas burdas coartadas que solo son espejismos de la auténtica libertad. La masa no elige en libertad. En libertad elige el indivíduo. Esa es la trampa, y esa es la clave, para encontrar la puerta de salida. Pensémoslo. No busquemos fuera lo que está dentro, pues ahí mismo reside el engaño.
            Yo no puedo, ni tampoco debo, ni siquiera deseo, ser modelo de nadie. Mucho menos que me engatusen con modelos de nadie. Me gusta interpretar por mí mismo sin que me intoxiquen con las monocromías de siempre. A mí me gusta leer distintas tendencias, examinar diferentes opciones, hablar con todas las personas… Otra cosa es que todas las personas quieran hablar conmigo. Podré equivocarme, que seguro que me equivoco, pero procuro que no me equivoquen. Y sacar de todos ellos mi propia conclusión, que aún errada o sesgada, siempre será más mía y libre que la dirigida por ya digerida. Que una cosa es ser impartida, y otra muy distinta ser compartida. Y aquí, precisamente, viene lo de permitida.
            ¿Porqué pues permitimos un modelo que decimos que no nos gusta, y nos preguntamos qué podemos hacer, pobres de nosotros..?. Pues porque nuestro modelo personal es el mismo, aunque no lo sabemos porque no lo reconocemos. Y si no cambiamos primero el nuestro, nunca cambiaremos el de una sociedad que calificamos de injusta, cruel y deshumanizada. Y jamás lo haremos diciéndonos y repitiéndonos el archiconocido y-qué-puedo-hacer-yo… Por lo tanto, comencemos por ser auténticamente libres haciéndonos libres a nosotros mismos… ¿Que es difícil?. Sí. Lo es. Indudablemente que lo es. Siempre ha sido más difícil el liberarse que el esclavizarse. Pero aún es mucho más difícil de hacer que de entender. Así que intentemos, al menos, comprenderlo. Algo es algo, y por ese mismo algo se empieza…

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