PUES VALE...
Un día, practicando uno de nuestros deportes nacionales más queridos, el barrabar, con “J”, un buen amigo mío al que estimo y con el que comparto excelentes charlas, llegamos a confrontarnos – no a enfrentarnos, ojo – con el asunto de que el pueblo español es o no es uno de los más incultos, y por lo tanto maleducado, del mundo occidental desarrollado, por llamar de alguna manera a esta ídem de conformarnos (que es formarnos con) en lo que llamamos Europa. Y como que él defendía que el españolito medio no es ni más ni menos culto que el medio europeo, y yo le llevaba la contraria, como casi siempre con pasión – otro defecto mío muy racial – aduciendo que no somos más analfabetos porque nos entrenamos poco…
… Pues eso mismo. Que el debate quedó en tablas y cada uno muy fortalecido con nuestra propia verdad muy subida en la chepa de cada cual. Y lo cierto es que la verdad de la verdad no es más verdad que lo que cada uno vé, ni menos verdad que lo que cada uno quiere ver. Por lo que, más allá de la sosegada exposición de las diferencias, no merece la pena el mínimo esfuerzo dialéctico en convalidar más posiciones que las que uno maneja – o nos manejan – y tiene delante de sus narices más que de sus ojos. Y como confundimos en demasía convencer con vencer, pues pasa lo que no debe pasar, y es ponerle lado a la razón, cuando ésta, en estos y en otros muchos casos g.a D., vá siempre por libre.
Así pues, más por comprobar si mis parámetros no tenían más base que la intuición, que por sentirme ganador de nada – juro por Astérix el galo que es cierto – no tardé mucho en capuzarme en cuantas fuentes de frios, escuetos y desapasionados datos oficiales existen a tal respecto en organismos como Ministerio de Cultura, Instituto Nacional del Libro Español, Instituto Nacional de Estadística, Dptos. Cult. De la UE, la propia Unesco, y hasta la ONU mismamente… Y lo cierto es que lo que me encontré es en lo que me apoyo para defender mi postura. Una postura que siempre será relativa, dado que si un cuerpo no la cambia de vez en cuando, aunque solo sea por el sano ejercicio de mirar a través de cristalinos ajenos, se anquilosan los miembros y luego duelen mogollón ponerlos en solfa. No obstante, las posiciones naturales se adoptan porque son las que se adaptan a datos y parámetros, y siempre es más fácil y cómodo asentarse en ellos que afirmar por afirmar o negar por negar. Y lo que me encontré fue lo siguiente:
Efectivamente, según el INLE, aunque somos una relativa potencia editorial, es por lo que exportamos más que por lo que leemos – justo al revés que en mi juventud, que venían de países hispanoparlantes lo que no nos dejaban editar en el nuestro – pero ahora apenas si leemos una cuarta parte de lo editado. En ese escueto 25% no les digo las preferencias temáticas porque puedo echarme a llorar y no quiero… Bien, pasemos hoja. Somos los ciudadanos de la UE que menos periódicos lee, y en materia de revistas, el 79% del volúmen de compra son las del “cuore”. Esto, en cuanto a capacidad e inclinación, que se transmite en los mismos porcentajes a los programas televisivos. Si nos vamos a materia educativa, ostentamos los siguientes récords: El más bajo nivel de enseñanza, el mayor nivel de absentismo y la más alta tasa de fracaso escolar de toda la UE. El índice de conflictividad está en el 68% del continente, y nuestros universitarios son los peores valorados por menores cualificados de Europa, al menos hasta la entrada en vigor del Plan Bolonia. Además en España ha crecido el analfabetismo funcional un 40% desde 1.995, y doy fé de ello desde mi calidad de Juez de Paz de por aquí… No trataré del ránking en el consumo de alcohol y drogas porque me dá vergüenza.
En cuanto a nuestros comportamientos políticos, sociales y económicos, ni les cuento. Estamos a la cabeza en materia de corrupción – Transparencia International, Informe 2009 – pero con una población justificadora, participadora y defensora de los actos. En materia de medidas regulatorias sobre disgregación territorial hacemos justo lo contrario a lo recomendado por el Documento Cecchini, y encima todos encantados… Estamos a cero en productividad, y, por lo tanto, a cero en inversiones foráneas, que salen echando leches de nuestro solar nada más echar un ojeo… Y así puedo seguir largando sobre informes serios, propios y ajenos, de sobrada y suficiente autoridad, y llenar cuatro columnas más como ésta… Pero lo peor de todo es que este infeliz no inventa nada.
Por lo tanto, vale, bueno, de acuerdo… Yo no solo es que lo veo en mi entorno. Lo malo es que si busco también lo encuentro. Vamos, lo han encontrado otros que saben mucho más que yo de todo esto… Así que…
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