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Mostrando entradas de octubre, 2011

RESTAR PARA SUMAR

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El de Sentido Común no hizo precisamente cosquillas en el bureau de la ostpolitik ni en el del ostbank . No saben cuanto lo siento, coñe… Y eso que me fui a los altos órganos europeos por no molestar. Pero, joer, el dolor reflejo de la cabeza se sintió en los juanetes, hay que ver cómo somos… Y me dice algún uno que otro prójimo más o menos próximo que las cosas no son tan simples como yo las veo, ni tan fáciles como sumar dos y dos. Pues no, maestro… Si yo no hablaba de sumar, si no de restar. Y si restamos tan solo que lo que malgastamos – que no en inversión, como se está haciendo – al final lo de las sumas vendrán por sí solas, y serán como una añadidura, que el añadir y el sumar ya saben que vienen de lo mismo. Como aquella bucólica parábola neotestamentaria de la advertencia que no seamos pajarracos y fuésemos como los pajaricos… y lo de las flores del campo y eso. Y como yo me considero más un pájaro de cuentas, que no un pájaro de cuenta… como otros, pues eso mismo, que la

SENTIDO COMÚN

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Yo no soy economista, que conste… Solo dispongo de la invisible diplomatura por la World Dog University, y ya es bastante… Pero tal título es sobradamente suficiente para, al menos, poder aplicar el sentido común. Y el menos común de los sentidos clama a gritos verdades como pirámides. Y una de esas verdades es que, cuando los bancos fueron recapitalizados con dinero público, o sea, con dinero ciudadano, se les confió junto al compromiso de prestarlo a empresas y familias, a fin de reactivar la economía. Pero lo incumplieron… Adviertan que cuando ustedes incumplen su compromiso con ellos los dejan en cueros y en la calle, pero cuando ellos lo incumplen con ustedes, o con el irresponsable gobierno que le ha prestado el dinero de ustedes, no pasa absolutamente nada..                    Bien, sigamos… Como, lejos de cumplir tal compromiso, ese mismo dinero lo gastaron en comprar deuda pública de esos mismos imprudentes países que luego tuvieron dificultades económicas, precisamente y e

EMPRESA y RSC

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Mi anterior sobre Responsabilidad Social Corporativa tuvo su eco. No mucho, la verdad, pero lo tuvo… Eso, ciertamente, me satisface, qué quieren que les diga… Aunque me rebatan aduciendo que las respuestas a las carencias sociales, fuesen éstas de la naturaleza que fueren, han de darlas los gobiernos, no las empresas. Al menos demuestra cierta inquietud, y además, encima, me da pié para seguir ahondando sobre ese tema, al tiempo que intento aclarar tales matices. Permítanmelo, pues, los que así piensan y así me la han hecho saber.                    Efectivamente, es así tan solo porque así lo parece, pero, en el fondo, la realidad es que los gobiernos atienden tales necesidades – y otras – con los impuestos directos que recaudan de las empresas, de los obreros que mantienen tales empresas (todos), y de los indirectos por la fabricación y el tráfico de las mercancías que producen y mueven las mismas empresas. En definitiva, es de la empresa de donde sale la gasolina que mueve a la s

¿QUIÉN SE ATREVE..?

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En un seminario sobre Responsabilidad Social Corporativa en la Upct, me decía por videoconferencia D. Luís Sulla, desde la Universidad de Córdoba, Argentina, que “esta crisis mundial no está provocada por un problema financiero, si no por un problema ético”. Y lo cierto es que puso  el dedo en la llaga. Falta de ética ciudadana, en nuestra codicia por una desmedida rentabilidad de nuestros ahorros, invirtiéndolos en fondos especulativos y no en productivos. Falta de ética en los sistemas financieros, que han explotado tal codicia en beneficio de sus muy altos ejecutivos ladrones. Falta de ética en los gobiernos, que han cubierto tan monumental vergüenza con dinero público, medios ajenos de los cuales eran administradores y garantes. Falta de ética de esos mismos bancos, que ahora compran deuda pública a esos mismos gobiernos a un 6 y 7% cuando obtienen los fondos del BCE en un 1%. Falta de ética porque estamos haciendo entre todos un mundo donde valoramos más el egoísm o que la solida

C H I N O S

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Lo cierto y verdad es que los chinos, en su mayoría, son amables y correctos, y con un estimable arsenal de recursos personales, avalados quizá por su naturaleza innata de comerciantes. Pero, aunque son tantos, no son tontos. Ni mucho menos. Uno que me considera amigo me decía: “sabemos que los españoles nos tenéis como enanos canijos que trabajamos como ídem apenas que por la sopa. Que no salimos a divertirnos ni a nada. Que apenas nos tiramos chinitas porque la tenemos pequeña. Que nos cocinamos a nosotros mismos cuando morimos…”. Pero el aguantar todo eso forma parte del trato, me cuenta. Nosotros, prosigue, “pensamos que vosotros sois unos laowais (extranjeros) un poco presuntuosos y un algo tontos. Fáciles de engañar. Muy vagos. Que os endeudáis hasta la coleta por tener mucho más de lo que os ganáis con vuestro trabajo…”. No anda muy desencaminado el jodío chino, no…                    Y, lo cierto, aparte las leyendas urbanas que se cuentan y se cantan, es que el chino prospe